lunes, 31 de mayo de 2010

SALIR DE BABILONIA III


El relato de la caida de Babilonia en manos de los persas tiene en el libro de Daniel un condimento muy especial; habla de copas, de vino, de un juicio irrevocable y de un reino quebrantado. Así habló el anciano profeta al impío rey: "Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón... sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste. Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura. Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.
Esta es la interpretación del asunto:
MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin.
TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.
PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas".
Daniel 5:22-28
La causa de su ruina no fue el poderío de los persas o los medos; lo que colmó la copa de iniquidad de ese poderoso reino fue haber traído los vasos sagrados del Templo para tomar vino en ellos.
Así también la Babilonia simbólica se presenta como una mujer impura, bebiendo vino en "un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación."
 
¿Qué significa el vino de Babilonia?
En el relato anterior, vimos que el vino se servía en honor de falsos dioses. En otras palabras, la idolatría y las falsas enseñanzas que conlleva, son ese vino (ver Jeremías 51:6-9).
Terrible cosa es tomar la mentira, la falsedad, el orgullo, el egoísmo y la vanidad, y colocarlas en la iglesia, que es el sagrado recipiente de la verdad. 
Después de la ascención de Cristo al cielo, la iglesia primitiva mantuvo durante algún tiempo su vigor y su pureza doctrinal. Pero pronto entraron en ella herejías y falsas enseñanzas  que desviaron a los creyentes. Entre los siglos II y VI de nuestra era, la unidad inicial, mantenida al costo de la sangre de los mártires, se vendió en el altar de la transigencia. Parecía que el mundo se estaba convirtiendo a la iglesia cuando en realidad era la iglesia la que se convertía al mundo, dándole la victoria parcial a Satanás. Únicamente unos pocos se mantuvieron fieles a Dios y a su Palabra.
Una tras otra, las verdades celestiales fueron olvidadas o mezcladas con fábulas e invenciones humanas en un terrible y sutil sincretismo. Se pasó del caballo blanco de la pureza doctrinal al rojo sangre de las contiendas entre hermanos y luego al negro azabache del error, para culminar con el anémico caballo de una experiencia religiosa pomposa y formal, pero sin Cristo y su justicia (ver Apoc. 6:1-8)
Los reformadores y otros como Wycliffe, Hus, Lutero, Calvino, Knox, Wesley, por citar algunos, ¿qué dirían si vieran la iglesia cristiana hoy?
Seguramente clamarían al ver difundidos los errores contra los que ellos lucharon, y por la verdad a la que dieron su vida. No aceptarían el vino de Babilonia.
¿Cuáles son las doctrinas que constituyen el mortal vino que ofrece esta mujer?
Aquí quiero repasar lo dicho en la primer entrada de este tema respecto a la actitud humilde y reverente que debemos tener al abordar estos pasajes:
Muchos los utilizan para confundir todavía más a los sinceros de corazón. Otros, como un mazo para aporrear a quienes creen distinto de ellos, acusándolos de ser Babilonia.
Sólo trataré con el mayor de los respetos de exponer lo que creo que es el vino de Babilonia:
  • La primera mentira del Edén: no moriréis; que ha abierto la puerta al espiritismo y a la creencia en la inmortalidad del alma
  • Desde los días de Caín se comenzó a reemplazar la justicia de Cristo por un sistema de obras meritorias de cualquier clase. 
  • El rechazo del Dios Creador por teorías humanas de perfeccionismo, dejando además de lado el día que lo recuerda como Hacedor (sábado).
  • Falsas teorías acerca de la naturaleza de Cristo, que convierten este misterio en objeto de controversia en vez de ser un motivo de adoración.
  • La idolatría en todas sus formas, desde la más burda del animismo primitivo, pasando por la veneración de imágenes, hasta la sofisticada adoración de los dioses modernos como el dinero, el poder, la fama, el sexo, etc.  
  • El poder santificador de la verdad es oscurecido con ceremonias y cultos ostentosos que apelan a los sentidos más que a la conciencia.
  • El nombre de los predicadores y sus logros son más importantes que su mensaje.
  • Las opiniones de los hombres y las enseñanzas espiritualistas pesan más que la sencilla declaración de las Escrituras.
  • Dar al César lo que es de Dios, permitiendo que las leyes del estado puedan tomar el lugar de la conciencia individual.
  • La inmoralidad es tolerable, la fidelidad es intolerable y se la tacha de intolerancia.
  • El amor es solamente un sentimiento vago, en lugar de ser un principio que transforma la conducta.
Podría seguir, pero creo que es suficiente.
Comparto además esta cita con mis lectores: "Es nuestro deber individual andar humildemente con Dios. No debemos buscar mensajes nuevos y extraños. No tenemos que pensar que los escogidos de Dios, que están tratando de andar en la luz, constituyen Babilonia... Esta ha fomentado doctrinas venenosas, el vino del error. Este se compone de falsas doctrinas, como la inmortalidad natural del alma, el tormento eterno de los impíos, la negación de la preexistencia de Cristo antes de su nacimiento en Belén, y la defensa y la exaltación del primer día de la semana sobre el día santificado por Dios". La Iglesia Remanente pag. 93
El maléfico vino del error ha sido dado a beber "a todas las naciones". Intenta infiltrarse en cada iglesia que se dice cristiana y en cada creyente individual.
A nosotros también se nos advierte hoy como en los días de Daniel: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.
Seremos medidos por la ley de Dios, seremos pesados por nuestra adhesión a la verdad y seremos finalmente juzgados por nuestras obras para ver si corresponden a nuestra profesión de fe ¿Se nos hallará faltos como a Belsasar?
¿Cómo podemos evitar beber el vino de Babilonia?
El Señor tiene un remanente que lo hará, venciendo los poderes de las tinieblas con la luz del evangelio eterno.
¿Cómo?
Con la misma resolución que tuvo Daniel cuando "propuso en su corazón no contaminarse... con el vino que él [rey] bebía." Daniel 1:8

domingo, 30 de mayo de 2010

SALIR DE BABILONIA II

Desde el punto de vista histórico, Babilonia fue una nación de extraordinaria influencia en la antigüedad. La Biblia registra que el pueblo judío fue llevado cautivo allí por causa de su maldad, y su magnífico templo fue saqueado y destruido junto con la ciudad.
Esta antigua nación tuvo su origen en Babel, de la cual deriva su nombre. Bajo Nabucodonosor alcanzó un poder y un prestigio que la elevaron sobre los demás pueblos de su entorno, venciendo a los milenarios egipcios y al poderoso imperio asirio.
En tres ocasiones los caldeos invadieron Jerusalén, llevando cautivo al pueblo, imponiendo reyes vasallos y finalmente, al rebelarse estos, destruyó la ciudad. Durante un período de 70 años, los israelitas vivieron en Babilonia y fueron prosperados en cuanto obedecieron el consejo divino.
Pero llegó el momento de salir de esta gran ciudad cuando los medos y persas bajo el mando de Ciro la tomaron por asalto. Profetas anteriores y contemporáneos al cautiviero ya habían anticipado la orden de Dios : "Salid de Babilonia, huid de entre los caldeos; dad nuevas de esto con voz de alegría, publicadlo, llevadlo hasta lo postrero de la tierra; decid: Redimió Jehová a Jacob su siervo". Isaías 48:20. "Huid de en medio de Babilonia, y salid de la tierra de los caldeos". Jeremías 50:8
Algunos incluso con un lenguaje que se repite en el Apocalipsis: "Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su vida, para que no perezcáis a causa de su maldad; porque el tiempo es de venganza de Jehová; le dará su pago. Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las naciones. En un momento cayó Babilonia, y se despedazó; gemid sobre ella; tomad bálsamo para su dolor, quizá sane. Curamos a Babilonia, y no ha sanado; dejadla, y vámonos cada uno a su tierra; porque ha llegado hasta el cielo su juicio, y se ha alzado hasta las nubes. Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de Jehová". Jeremías 51:6-9,45
En este reino, el Señor había tratado de infundir su conocimiento por medio de grandes testigos suyos como Daniel; pero a pesar de los intentos divinos, la conclusión fue: "curamos a Babilonia y no ha sanado", por lo cual su pueblo debía salir de ella.
Cuando Dios por medio de Ciro permitió el regreso de los judíos a su tierra, sin embargo, apenas unos pocos volvieron. La mayoría estaba muy cómoda en Babilonia y no se unió al remanente en su peregrinaje (¿no estará pasando lo mismo hoy?). 
Por otra parte, las quejas y las críticas internas y la oposición externa detuvieron la obra de reconstrucción por años, hasta que Esdras y Nehemías aparecieron en escena junto a los profetas Hageo y Zacarías para impulsar una reforma y un reavivamiento entre el pueblo de Dios.
Las similitudes con el pueblo remanente de hoy no son casuales. Por esto, Babilonia aparece en el postrer libro de la Biblia para dejarnos un claro mensaje que trasciende el elemento profético.
Como en el antiguo Israel, algunos de su pueblo todavía no han salido de Babilonia, otros ya lo han hecho y publican las buenas nuevas hasta lo último de la tierra; finalmente, un grupo mayoritario ha salido de la ciudad impía pero sigue bebiendo de su vino porque su corazón todavía está en Babilonia. Este vino y la identidad de Babilonia serán el tema de las siguientes entradas.
Las quejas, las críticas y el espíritu condenatorio y formalista de estos últimos, ha significado años de debilidad espiritual y de atraso en la predicación del mensaje del tercer ángel.
No obstante, la condenación de Babilonia no se postergará para siempre.
En Apocalipsis 17 y 18 se acusa a Babilonia por estos delitos:
  1. Apostasía (nombres blasfemos)
  2. Orgullo y arrogancia (quiere ocupar el lugar de Dios)
  3. Corrupción moral (fornicación, avaricia, etc.)
  4. Materialismo y amor al lujo (la potencia de sus deleites)
  5.  Adulterio espiritual (se la llama la gran ramera)
  6.  Engaños (hechicerías, doctrinas falsas y asociación con el poder civil)
  7.  Persecución a los santos (ebria de la sangre de los santos)
El poder de la Babilonia de los últimos tiempos es universal (abarca todas las naciones), es seductor (embriaga), es hipnótico (engaña) y por ello es casi irresistible. 
Sin embargo, Dios ama a los que permanecen todavía en la ciudad simbólica y les extiende su misericordia (¿los amo yo también?), mientras resuenan los mensajes de los tres ángeles del capítulo 14. Exhorta a los de dentro y fuera a dejar de beber su vino y a salir de ella para no perecer en el día de su juicio, anticipado en las plagas que serán derramadas sobre la tierra (ver Apoc. 15 y 16).
Esta poderosa entidad está bajo el mando de Satanás y hace exitosamente guerra contra los santos. La buena noticia es que no vencerán por siempre porque: "Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles". Apocalipsis 17:14

viernes, 28 de mayo de 2010

SALIR DE BABILONIA I

"Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo, que decía: salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. ". Apocalipsis 18:1-5
Dios me ha otorgado el gran privilegio de ser docente y poder enseñar la Biblia a niños y jóvenes en nuestra escuela de iglesia, ¡y encima me pagan por ello!
Al tratar con adolescentes que provienen de distintas extracciones religiosas, tengo la enorme tarea de presentarles el evangelio eterno de Dios. Esto demanda de mi parte que conozca bien y por experiencia propia el mensaje que voy a dar. Por otro lado, debo hacerlo tan claro y simple como sea posible.
Es cierto que muchos de ellos no se interesan, e incluso se oponen a todo lo que sea religioso, no obstante, hay en sus corazones un anhelo por las cosas espirituales que no puede ser refrenado pues Dios lo puso allí. Estimo como precioso cada momento en que su conciencia se despierta y oro por sabiduría para aprovechar esos dorados instantes, en los cuales la humana sabiduría no sólo es insuficiente sinó más bien perjudicial.
Hay en la manera de Cristo de tratar a los interesados un ejemplo de maravillosa sencillez, una astucia santificada y un poder de convicción que yo ansío tener. Nunca entró por propia voluntad en controversias (aunque sus enemigos intentaran hacerlo caer de todos los modos posibles), nunca ofendió a un alma que buscaba la verdad y jamás alguien salió de su presencia chasqueado .
Con ese ánimo escribo esta, la primera de una serie sobre el Apocalipsis, con la perspectiva del que quiere ser enseñado por Cristo.
Como consideración previa en cuanto a la caída de Babilonia, creo que mucho de lo que se escribe y circula hoy en la web está desprovisto de ese espíritu.
Al estudiar las profecías, deberíamos imitar la actitud humilde y reverente del profeta Daniel, quien escribió: "En el año primero de Darío... yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza". Daniel 9:1-3
Su primer interés, al hallarse en perplejidad, fue buscar al Señor, haciéndose cargo de los pecados de su pueblo. (ver entrada Daniel 9)
 En el Apocalipsis, Babilonia simboliza la confusión religiosa que se opone a la verdad. Es la obra del anticristo para echar por tierra el mensaje de salvación. En el capítulo 17 se la presenta como una mujer impía, ebria de la sangre de los santos, montada sobre una bestia que a su vez recibe su poder del Dragón (Satanás), quién es el verdadero enemigo del pueblo de Dios.
La mención de su caída, presentada con vivas imágenes y un fuerte lenguaje, aparece dos veces en los capítulos 14 y 18 del último libro de la Biblia. La siguiente cita traza un paralelo interesante con el ministerio de Cristo y la conecta con la purificación del santuario del cielo: Cuando Jesús comenzó su ministerio público, limpió el templo de su profanación sacrílega. Entre los últimos actos de su ministerio figura la segunda purificación del templo. Así también en la obra final de amonestación al mundo, se hacen dos llamados a las iglesias. El mensaje del segundo ángel es: "Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación" (Apoc. 14: 8). Y en la proclamación en alta voz del mensaje del tercer ángel, se oye una voz que dice desde el cielo: "Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades" (Apoc. 18: 4, 5) (The Review and Herald, 6 de diciembre de 1892).
El mensaje de los 3 ángeles de Apocalipsis 14 contiene tanto el anuncio de la caída de Babilonia como los castigos de quienes adhieran a los poderes de la apostasía y reciban su marca. Este mensaje comenzó a ser predicado en la primera mitad del siglo XIX y continúa hasta hoy. Al presente, el misterio de iniquidad no alcanzó su culminación, por eso es necesario un segundo mensaje. 
Pero quiero sugerir dos aspectos presentes en estos llamados:
  • Todavía hay pueblo de Dios en Babilonia y debe ser llamado a salir de ella.
  • Hay quienes, aunque aparentemente están afuera, están bebiendo su vino.
El mensaje del segundo ángel del capítulo 14 habla de su caída, que no es un hecho, sino un proceso. 
La apostasía, que comenzó en el Edén, fue creciendo a lo largo de los siglos, para hallar su culminación en el sistema del hombre de pecado de 2º Tesalonicenses 2, que encarna a la simbólica Babilonia espiritual y será destruida en la venida de Cristo. El ángel de Apocalipsis 18 anuncia el fin de dicho proceso, en que ésta se ha vuelto habitación de demonios y su condenación está por llegar.
Nuestro interés con este asunto, entonces, es doble. 
Por un lado, ¿estoy en Babilonia? y por el otro, ¿estaré bebiendo su vino?
Esto lo analizaremos en las entradas siguientes con mayor detalle; en tanto, recuerdo como ya lo he expresado antes, que este es un asunto individual: "Prepárate para venir al encuentro de tu Dios" (Amós 4: 12) es la advertencia que ha de darse al mundo. Es una advertencia para cada uno de nosotros individualmente...  La gran preocupación de cada alma debería ser: ¿Ha sido renovado mi corazón ? ¿ Ha sido transformada mi alma ? ¿Han sido perdonados mis pecados mediante la fe en Cristo? ¿He renacido? ¿Estoy cumpliendo con esta invitación: "Venid a mí todos los que estéis trabajados y cargados, que yo os haré descansar" (Mat. 11: 28)?. . . ¿Considera Ud. todas las cosas como pérdida en comparación con la excelencia del conocimiento de Jesucristo? ¿Y considera Ud. que es su deber creer cada palabra que procede de la boca de Dios? (Manuscrito 32, 1896). En Mensajes Selectos Tomo 2 Página 133
Son mensajes dignos de análisis, solemnes y cargados de eternas consecuencias,  requieren toda nuestra atención y deberían llevarnos a la acción.
¡Maranatha!

miércoles, 26 de mayo de 2010

DESAPRENDER

Tiempo atrás, cuando estaba cursando la secundaria tuve que aprender muchas cosas de memoria. Entre ellas recuerdo haber recitado en mis poco agradables clases de Física el siguiente concepto: "masa es la cantidad de materia que tiene un cuerpo".
Pero muchos años después compré un libro en el que decía que esta definición estaba perimida y que la masa se relacionaba con la inercia.
¿Para qué me sirvió entonces aquello que había aprendido en el colegio?
Y ésta es apenas una de las cosas que a lo largo de los años tuve que reconocer que no eran como yo pensaba.
La vida cristiana es un aprendizaje. En la Palabra de Dios encontramos a cada paso instrucciones preciosas tanto para la vida espiritual como para cada aspecto de la vida práctica. Como nuestro Señor sabe cuánto nos ha alejado el pecado del ideal que Él tiene para nosotros, consignó en la Escritura todo lo necesario "a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". 2ª Timoteo 3:17
Sin dudas tenemos mucho que aprender, nuevos conceptos, nuevo estilo de vida, nuevo lenguaje, nuevas actividades y nuevas maneras de relacionarnos. Siempre habrá algo nuevo para aprender.
Pero la vida cristiana consiste también en desaprender. Nuestros antiguos conceptos, hábitos y modos de vida deben ser abandonados. Quizá todo lo que aprendimos y practicamos a lo largo de nuestra existencia esté viciado de nulidad y deba dejarse de lado.
Esto no es fácil, puesto que nuestros hábitos son extremadamente dificiles de desarraigar. Justamente por eso, lo aprendido aparte de la voluntad del Señor resulta un gran impedimento para avanzar en la fe.
El caso de Moisés es ilustrativo. Pasó cuarenta años aprendiendo en la corte del Faraón un estilo de vida centrado en sus propias posibilidades y llegó a ser un hombre de éxito, con más que brillantes perspectivas mundanas. Pero todo su saber y poderío adquirido en Egipto no hicieron otra cosa que aumentar su orgullo y su confianza propia.
Fue así que, al actuar por cuenta propia, recibió una dura lección. Tuvo que escapar y pasar otros cuarenta años en el desierto, ejerciendo una profesión despreciada por los egipcios, para que su yo fuera reducido a polvo.
Esteban, el mártir, lo expresó así: "Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras. Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido. Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así. Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro? Entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio? Al oír esta palabra, Moisés huyó, y vivió como extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos hijos. Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza". Hechos 7:22-30
Desaprender es amargo y humillante porque va en contra del orgullo humano. A todos nos gusta ser maestros y nos molesta estar equivocados.
Es también muy duro pues provoca inseguridad y temor. ¿Si lo que creía no era cierto, qué cosa lo es? Es una fea sensación dudar de lo establecido y de nuestra propia capacidad.
No obstante, desaprender es parte de la experiencia cristiana. Desde que nacimos aprendimos los modos del mundo, ahora debemos desaprenderlos porque constituyen un obstáculo temible si hemos de aprender a vivir para la eternidad.
En realidad, el ego es nuestro peor enemigo, puesto que tiende a crecer indefinidamente, desplazando a Dios del trono del alma.
En muchas ocasiones he visto cómo los preconceptos impidieron en otros y en mí el progreso espiritual. Aprendí tristes lecciones de aquellos que, como Esaú, sacrificaron el cielo por algún hábito arraigado.
Pero las más amargas las aprendí en mí mismo cuando tuve que desaprender mis propios hábitos adquiridos y acariciados desde la infancia. Me costó y aún me cuesta desaprender cosas que antes de conocer al Señor me parecían deseables y legítimas, pero que en realidad quitan el gusto por Cristo y la verdad.
Esto tambíen es cierto en cuanto a la iglesia. Hay mucho que tenemos que desaprender para convivir en armonía. Me resultó particularmente atrayente esta cita: "Es necesario que nuestra unidad sea hoy de un carácter tal que soporte la prueba... Tenemos muchas lecciones que aprender, y muchísimas que desaprender. Sólo Dios y el cielo son infalibles. Se chasquearán los que creen que nunca tendrán que abandonar una opinión acariciada, que nunca se les presentará la ocasión de cambiar su punto de vista. Mientras sigamos aferrados a nuestras propias ideas y opiniones con empecinada porfía, no podemos gozar de la unidad por la cual Cristo oró". La Iglesia Remanente Página 38
Tal vez en esta vida no podamos aprender todo aquello que el Señor quiere revelarnos, pero igual se nos dará entrada en la ciudad celestial.
En cambio si no desaprendemos las lecciones que Satanás, el mundo y la carne nos enseñaron, no habrá lugar en la Nueva Jerusalén para nosotros.
Imitemos por la fe la actitud que tuvo Pablo cuando dijo: "sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado". 1 Corintios 9:26-27
Desaprendamos hoy.

martes, 25 de mayo de 2010

JAMÁS HE VISTO A DIOS








Jamás he visto a Dios, pero presiento
su mano bienhechora en mi existencia.
Cuando en la noche de mi vida siento
su clara luz brillar en mi conciencia.

Jamás he visto a Dios, pero en los astros
que resplandecen en la noche oscura,
contemplo absorto sus divinos rastros
y su estela inefable que fulgura.

¿Quién es ese que dice que no existe?
¿Quién es aquel que niega su evidencia?
¿Dudas acaso porque no le viste…?
¿O porque el necio niega su existencia…?

Me habla de Dios la brisa mañanera;
me habla de Dios el sol con sus fulgures;
me habla de Dios la dulce primavera;
me habla de Dios el valle con sus flores.

Me hablan de Dios el átomo y la célula;
me hablan de Dios el mar y la tormenta;
me hablan de Dios la hormiga y la libélula
y el pétalo de lirio que revienta.

Me hablan de Dios los gélidos rocíos;
las selvas, los volcanes, los nevados,
el grito atormentado de los ríos,
y todos los peñascos y collados.

Los valles, los desiertos y tibundos,
las bestias de los montes y los mares
me cuentan de que Dios hizo los mundos
y todas las regiones estelares.

Cuando en las tardes de ópalo y topacio
contemplo yo los vastos horizontes,
hallo su nombre escrito en el espacio
Y en la frente rugosa de los montes.

La alondra con su canto melodioso
y el ruiseñor con su inefable trino,
me hablan del Santo, Eterno, Poderoso,
del que al relámpago trazó camino.

Su luz brilla en los soles del vacío.
las pléyades se visten con su gloria;
y en la corriente límpida del río
las linfas cantan su inmortal victoria.

Todo enmudece y calla en la presencia
de Aquel que todo lo hizo de la nada,
y que muestra su gran omnipotencia
en el trueno, en el mar, y en la cascada.

No se ve a Dios, pero su luz fulgura
en la noche abismal de la conciencia;
y desde allá nos habla con dulzura,
nos da su amor y su inefable ciencia.

Autor desconocido

lunes, 24 de mayo de 2010

FELICIDAD

Ayer me invitaron a un programa en una radio secular de mi ciudad, en el cual el tema a tratar era nada menos que la felicidad.
Quien conducía el panel me preguntó como introducción: ¿la felicidad existe?
Luego, cada uno de los panelistas aportó su visión de que era y comó se obtenía la felicidad. Fue en este punto en donde las convicciones que expresé como creyente en Cristo no coincidieron con las de los demás (me preguntaron especialmente acerca de mi fe).
No había ido allí a discutir, así que, en oración pedí ayuda para permitir que la verdad brillara por sí misma. No solamente me permitieron hablar bastante, sino que también aprendí algunas cosas de los que participaron, y principalmente de la síntesis que al fin de cada bloque hizo el conductor del programa.
Posteriormente surgieron estos temas:
  • ¿Es lo mismo ser feliz que estar feliz?
  • ¿Cuál es la diferencia entre felicidad y satisfacción?
  • ¿La felicidad viene de adentro o de afuera? (había una maestra de yoga en el panel).
  • ¿Se puede ser feliz todo el tiempo?
Había comenzado yo diciendo que "felicidad se escribe con fe", como una manera de enfocar la atención hacia el mensaje de la Biblia. Para mi sorpresa, el resto del diálogo giró alrededor de lo espiritual. Fue una experiencia provechosa en la que pude testificar de mi esperanza en la Segunda Venida de Cristo como el medio divino para que la felicidad sea universal. 
Pero dejemos lo mío y vayamos al punto. 
En el Sermón del Monte, el Maestro divino expresó los principios de su reino en forma de "bienaventuranzas", haciendo claro que la felicidad se encuentra en una vida centrada en Cristo y dedicada a su servicio. Hay una enorme diferencia en esto.
"He visto que quienes viven con un propósito, buscando beneficiar y bendecir a sus congéneres, y honrar y glorificar a su Redentor, son personas verdaderamente felices en la tierra; mientras que el hombre que es inquieto, que está descontento, que busca esto y prueba aquello, esperando encontrar felicidad, sólo encuentra desengaño. Siempre está en necesidad, nunca está satisfecho, porque vive únicamente para él mismo. Que vuestro blanco sea hacer el bien y realizar vuestra parte fielmente en la vida".­ Nuestra Elevada Vocación pag. 244
Queda claro para cualquiera que la alegría en esta vida no será duradera. Son más los momentos de dolor y sufrimiento que los de gozo. Y suelen ser los cristianos quienes más pesares sufren por causa del enemigo, que cual león rugiente los ataca sin cesar.
Sin embargo, la vida en Dios no debe presentarse como una triste carga. De ninguna manera.
La esperanza en el Señor no es un lastre, sino una ayuda eficaz en cada instante de la vida. Realza cada momento de legítimo placer, al tiempo que suaviza con su amor los momentos de tribulación.
Alguien lo expresó mejor que yo, en palabras que cité en la audición: "La religión de Cristo no borra ni siquiera debilita una sola facultad. No incapacita al individuo para gozar de la verdadera felicidad; no ha sido designada para disminuir vuestro interés en la vida o para haceros indiferentes a las demandas de los amigos y la sociedad. No cubre la vida de cilicio; no se la expresa en profundos suspiros y gemidos. No, no; aquellos para quienes Dios es lo primero, lo último y lo mejor, son las personas más felices del mundo. No se borran de su rostro las sonrisas y la luminosidad. La religión no hace tosco, desprolijo y descortés al que la acepta; al contrario, lo eleva y ennoblece, refina sus gustos, santifica su criterio, y lo hace apto para estar en la sociedad de los ángeles celestiales y para el hogar que Jesús ha ido a preparar" (el subrayado es mío). Mensajes para los jóvenes pag. 35
Si la religión de la Biblia no produce gratitud y gozo abundante, manifestados en alegre servicio, algo falla en nosotros. Un rostro radiante de felicidad es una de las mejores cartas de presentación del evangelio.
Tenemos la obligación de ser felices, incluso en medio de las pruebas más severas, puesto que nuestro redentor Jesús no nos abandonará nunca, ni enviará una prueba que no podamos resistir mediante su gracia.
Para el creyente, no obstante, la perfecta y duradera felicidad no se alcanzará en este mundo; se encuentra todavía en el futuro. En aquel precioso día en que el Señor hará "un cielo nuevo y una tierra nueva" (Apoc. 21:1).
Bienaventurados los que habitan en tu casa;
Perpetuamente te alabarán. Selah
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos.
Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente,
Cuando la lluvia llena los estanques.
Irán de poder en poder;
Verán a Dios en Sion.
Salmos 84:4-7

domingo, 23 de mayo de 2010

AUTOEXAMEN

Hace ya algún tiempo fui a ver a un doctor para hacerme un chequeo. Parecería una cosa sin importancia, a no ser por lo que sucedió después.
El Señor me ha bendecido con buena salud, y soy bastante reacio a ir al médico o a medicarme, pero por esos días estaba trabajando demasiado y bajo mucho estrés. El facultativo, después de controlarme, me dió unos días de licencia y me recetó un sedante. Lo tomé y fui a dormir... al menos eso creía...
Al despertarme por la mañana, entré al baño y para mi sorpresa...  ¡catástrofe! 
El lavatorio estaba roto y sus pedazos esparcidos por el suelo. Cuando pregunté qué había pasado, mi  hijo me miró con cara de pena y me contó que me había quedado dormido frente al espejo, arrastrándolo todo en mi caída y de no haber sido que él  estaba cerca y me sostuvo, hubiera terminado  en  el piso, tal vez recibiendo un fuerte golpe con los artefactos sanitarios. Al principio no lo podía creer, me parecía que estaba bromeando, pero tuve que rendirme finalmente a la evidencia.
Es feo quedarse dormido cuando se supone que uno debería estar consciente.
Este incidente de mi vida me hizo pensar que no solamente era culpable del destrozo en el baño, sino de las causas de él, al ser intemperante, abusando de mis fuerzas y mis nervios (confieso que al principio le echaba la culpa a la pastilla que tomé).
En la vida espiritual, sucede lo mismo. Podemos creer que estamos despiertos cuando en realidad estamos dormidos. ¿Será que al despertar veremos con sorpresa que hemos destrozado sin remedio nuestras posibilidades de vida eterna?
Elena de White escribió: "¿Qué diré para despertar al pueblo remanente de Dios?. . . Insto a todos los que profesan el nombre de Cristo a que se examinen, y hagan una plena y cabal confesión de todos sus yerros, para que vayan delante de ellos al juicio, y el ángel registrador escriba el perdón frente a sus nombres. Hermanos míos, si no aprovecháis estos preciosos momentos de misericordia, quedaréis sin excusa. Si no hacéis un esfuerzo especial para despertaros, si no manifestáis celo para arrepentiros, estos momentos áureos pasarán pronto, y seréis pesados en la balanza y hallados faltos". ¡Maranatha: El Señor Viene! Página 55
Tenemos una imperiosa necesidad de estar despiertos. La oscura noche de este mundo está avanzada y se acerca velozmente el día en que el Señor vendrá. Muchos se ocupan y se preocupan por examinar la condición espiritual de la iglesia, -de los otros- pero es necesario dejar esa tarea al Testigo fiel y analizarnos mas bien a nosotros mismos.
Es hora de un autoexamen riguroso para ver en qué podemos estar fallando. La cita anterior continúa así: "Al exhortarnos a vigilar y orar, Jesús nos señala la única conducta segura. Necesitamos vigilar. Nuestros corazones son engañosos; estamos rodeados por las debilidades y fragilidades de la humanidad, y el propósito de Satanás es destruirnos. Aunque nosotros bajemos la guardia, nuestro adversario jamás estará ocioso. Puesto que estamos informados acerca de su incansable vigilancia, no durmamos, como los demás, sino "velemos y seamos sobrios". Tenemos que enfrentar el espíritu y la influencia del mundo, pero no debemos permitir que tome posesión de nuestra mente y nuestro corazón. Examinad escrupulosamente vuestro corazón a la luz de la eternidad. No escondáis nada. Examinadlo, ¡oh, sí! examinadlo como si en ello os fuera la vida, y condenaos, dictad sentencia sobre vosotros, y entonces, por fe, pedid que la sangre purificadora de Cristo elimine toda mancha de vuestro carácter cristiano. No os aduléis ni os excuséis. Tratad lealmente con vuestra propia alma. Entonces, al veros pecadores caed quebrantados a los pies de la cruz. Jesús os recibirá, tan contaminados como estáis, y os lavará con su sangre, y limpiará de vosotros toda contaminación, y os hará idóneos para participar de la compañía de los ángeles celestiales, en un cielo puro y armonioso. No hay contiendas ni discordias allí. Todo es salud, felicidad y gozo".  Ibid. Página 55 
Se nos anima aquí a realizar un "control de calidad" de nuestra experiencia en Cristo; debe ser emprendido con toda rapidez y con honestidad.
El tiempo lo exige y la Biblia confirma estos solemnes pensamientos al decir: "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?" 2 Corintios 13:5
¿Pasaremos el exámen o seguiremos dormidos?

viernes, 21 de mayo de 2010

EL VERDUGO


Sumiso, cual cordero que acompañan
Camino de su propio matadero,
Avanza entre la turba sin entrañas
el hombre más sublime y verdadero.

Cargado con la cruz, no retrocede,
Soporta con heroica valentía
Las burlas que continuas se suceden
Haciendo interminable su agonía.

Lo azotan, y sus labios no maldicen.
Lo insultan, y sus ojos no condenan.
Sus manos doloridas, aún bendicen
A aquellos que por El lloran de pena.

Y asciende hasta la cumbre del Calvario
Cual mártir, sin quejídos ni lamentos.
Envuelven al Señor como un sudario
La sangre y el dolor de sus tormentos.

Lo clavan en la cruz y no se queja…
Levantan el madero y sufre horrores…
Su cuerpo se desgarra, mas El deja
Que el hombre le descargue sus furores.

¿Pero es posible, oh Dios, tanta ceguera?…
¿No ven que aquel ser puro es inocente?…
No pueden acusarlo tan siquiera
De ser ante el dolor indiferente.

Con tanta enfermedad como sanaste,
¿no hay nadie que con pecho agradecido
defienda tu inocencia? ¡Que contraste…!
Hoy todos con temor se han escondido.

Los mismos que horas antes prometían
Su causa defender, lo abandonaron,
Y ocultan su vergüenza y cobardía
No lejos del que sufre el desamparo.

Y sigue allá en la cruz: mientras la gente
Le injuria sin piedad, hieren y afrentan.
El ruega con amor al Dios Potente
Que aquel pecado atroz no tenga en cuenta.

¡Con cuánta abnegación sufre el martirio…!
¡Que amor tan sin medida está mostrando!…
Soporta aquel satánico delirio
Y aún ruega por los que le están matando.

Su cuerpo está bañado en sangre pura,
De sangre inmaculada, redentora.
Rebosa ya su copa de amargura
Pero El aguanta firme aquella hora.

Contemplo aquella escena horrorizado,
Al ver la crueldad de aquel proceso.
No entiendo por qué el odio han desatado,
Ni por qué le traicionan con un beso.

Tratando de entender, sigo las huellas
De sangre que deja el Nazareno,
Y encuentro alrededor rostros de piedra
Miradas ponzoñosas de veneno.

Verdugos con las caras impasibles.
Soldados con coraza en los sentidos.
Escribas, fariseos, insensibles
Con alma y corazón empedernidos.

Me acerco y en mi ser siento el impulso
Rabioso de escupir a aquella escoria.
Allí están, los infames que yo acuso
Del crimen más horrendo de la historia.

Les miro y mi sorpresa es pavorosa.
Los seres que yo encuentro allí delante,
Me miran con sonrisa maliciosa
Y en todos se refleja mi semblante.

Mi cara, mi expresión, mis movimientos,
Lo mismo que un espejo reflejaban.
Y ahora, igual que yo, todos a un tiempo
con gesto retadores me acusaban.

¡Señor…! ¿Qué significa?…¿por que un yugo
me une en semejanza tan terrible?
Resulta, que yo soy el cruel verdugo
Que esta crucificándote… ¡¡Es horrible…!!

Me siento avergonzado, confundido,
Al ver con realidad lo revelado.
El principal verdugo, sólo ha sido
La furia criminal de mi pecado.

Mis vicios, mis pasiones y rencores,
El odio, envidia, orgullo y vanidad,
Cual lanza y clavo fueron los autores
Que dieron muerte a Cristo en realidad.

No quiero yo acusar con osadía
Ni a Herodes, ni Pilatos, ni a Caifás.
Si Cristo padeció, la culpa es mía.
No es noble que me excuse en los demás.

¿Por qué te irrita, oh mundo, el ver a veces
la imagen de Jesús crucificado?
Tú mismo que al mirarlo te enterneces,
también por culpa tuya fue clavado.

Quien puso a Jesucristo en el madero
No fueron ni judíos ni romanos.
Ha sido tu maldad, el verdadero
Verdugo de aquel crimen tan villano.

Murió por el mortal que no merece
Ni amor ni compasión por su extravío,
Y gracias a su cruz, hoy nos ofrece
Perdón para el pecado tuyo y mío.

¿Que harás ante la gracia Redentora?
Acude con el alma arrepentida,
Que Cristo el Salvador te espera ahora
Dispuesto a darte amor y eterna vida.
Anónimo

Manos de Cristo, manos de carpintero

Manos de Cristo, manos de carpintero
Yo no imagino aquellas manos forjando lanzas, forjando espadas
Ni diseñando nuevos modelos de bombarderos.
Aquellas manos, manos de Cristo
Fueron las manos de un carpintero.

Manos de Cristo encallecidas
Labrando cunas, haciendo arados, labrando vidas.
Yo no imagino aquellas manos
Entretenidas entre cañones, entre granadas
Aquellas manos encallecidas
Se encallecieron labrando vidas.

Manos de Cristo, manos divinas de carpintero.
Yo no imagino aquellas manos
Cristalizando tareas humanas
Sino forjando labor creadora
Aquellas manos, manos de obrero
Edificaron hora tras hora

Entre las manos felicitadas
Que hacen cruceros y bombarderos
¡No estan las suyas!
Las suyas llevan marcas de clavos
Son manos heroicas, de sacrificio

Aquellas manos, manos sangrientas
Fuertes, nervudas, manos de acero
Son manos recias de carpintero
Que quietamente labran nuestras vida


Autor desconocido

jueves, 20 de mayo de 2010

UN PUEBLO ESPECIAL

"Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra". Deuteronomio 7:6
El texto de arriba ha sido usado innumerables veces, tanto por judíos como por cristianos, como motivador para una vida santa.
Lamentablemente también ha servido para justificar toda clase de enseñanzas erróneas y dañinas entre los que a lo largo de la historia presumieron ser los "elegidos" de Dios. Los que creyeron ser "especiales" levantaron murallas de exclusivismo, fanatismo y fariseísmo. Muchos incluso lo utilizan también hoy como fuente de ganancias, apelando al orgullo personal de los incautos y desprevenidos para sacar ventajas materiales.
Pero lo cierto es que Dios tuvo y aún tiene en la tierra un pueblo peculiar que mantiene en alto la verdad en medio de las tinieblas espirituales. Ese pueblo, que es identificado en Apocalipsis como el "remanente", los 144.000 de la profecía, es el heredero de una larga cadena de creyentes que a lo largo de los siglos, desde la entrada del pecado, se mantuvo fiel a las enseñanzas divinas.
La Biblia registra una línea ininterrumpida de fieles desde Adán hasta Abraham que se distinguieron por ser luz en las tinieblas, voceros del verdadero Dios, poseedores del don de profecía y custodios de su verdad.
No hay dudas tampoco en cuanto al llamamiento del pueblo de Israel, que fue hecho por el Señor mismo y confirmado con señales poderosas. Su misma existencia en la actualidad, a pesar de la persecusión y de la oposición que ha sido objeto desde su misma creación, es un verdadero milagro.
Pero Israel como nación ya no es el pueblo elegido. Aunque como individuos son el tronco en el cual se injertó la iglesia cristiana, su rechazo del Mesías les valió ser también desechados por Dios. Su lugar fue ocupado por la iglesia cristiana, establecida por Cristo mismo.
Si esto no fuera así, como algunos pretenden, e Israel sigue siendo hoy el pueblo elegido, ¿qué papel cumpliría entonces la iglesia? Ninguno.
Las promesas de Dios son condicionales, dependiendo del elemento humano para su realización final. El remanente es elegido por gracia, pero debe sujetarse a ella. Recibe de Cristo su justicia, pero debe permanecer unido a la vid para dar fruto verdadero. Está asido de la mano poderosa del Señor de los Ejércitos, pero puede soltarse de ella por voluntad propia y caer.
Así como eligió a Saúl y luego lo desechó (ver entrada anterior), la permanencia de los judíos como remanente dependía de su sumisión a la voluntad divina. Al llorar Jesús sobre Jerusalén, anunció su rechazo diciendo "he aquí vuestra casa os es dejada desierta" (Lucas 13:35).
Al matar posteriormente a Esteban, sus tiempos como remanente (profetizados en las 70 semanas de Daniel 9) encontraron su fin.
Esto no significa en modo alguno que Él llama y luego descarta alegremente a sus hijos, o que pueda fallar en sus propósitos.
Es verdad también, que la iglesia cristiana perdió el rumbo (por ser suaves) varias veces a lo largo de la historia.
Pero su Protector, el Testigo fiel, camina entre los siete candeleros que representan las siete iglesias para protegerlas y purificarlas. Las profecías de Apocalipsis 2 y 3 mencionan que su remanente, simbolizado en los últimos tiempos por la iglesia de Laodicea, resultará vencedor.
Durante la rebelión en Cades, en la puerta misma de la tierra prometida, se registra este maravilloso diálogo entre el Señor y Moisés, ejemplo de intercesor, que ilustra tanto el trato de Dios con su pueblo, como la actitud que debemos guardar hacia su remanente como individuos.
"Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? Yo los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que ellos. Pero Moisés respondió a Jehová: Lo oirán luego los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este pueblo con tu poder; y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego; y que has hecho morir a este pueblo como a un solo hombre; y las gentes que hubieren oído tu fama hablarán, diciendo: Por cuanto no pudo Jehová meter este pueblo en la tierra de la cual les había jurado, los mató en el desierto. Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablaste, diciendo: Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos. Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí". Números 14:11-19
Se presenta aquí al Señor con una actitud extraña, como si estuviera a punto de acabar con el remanente, para provocar la respuesta de Moisés.
Aquel que nos llamó nos ama con un amor eterno, derramando todos los recursos del cielo en nuestro favor. No nos abandonará ni desistirá mientras exista un rayo de esperanza, por tenue que sea. Gloria a Dios por esto. Pero su bondad demanda una respuesta, y nuestros actos deben al final corresponder a nuestra profesión de fe.
El siervo de Dios intercede con fervor por su pueblo renegado con un argumento sorprendente, que capta la escencia del gran conflicto entre la luz y las tinieblas: tu honor está en juego.
La respuesta de Moisés demostró maravillosamente de que lado estaba, manifestando un amor semejante al divino hacia el rebelde pueblo israelita. Llegó al punto de ofrecer su vida a cambio en varias ocasiones, con tal de que no fuesen eliminados sus hermanos ni deshonrado el nombre de Dios. Demostró por su vida y ejemplo como debe ser el pueblo remanente.
Los que vivimos en los últimos días debemos manifestar un espíritu similar, de absoluta entrega y amor incondicional hacia los perdidos. La gloria y el honor del Padre deben ser nuestro primer y más sagrado interés. Su misión debe ser la nuestra. No podemos descansar hasta que la Tierra entera sea iluminada con la luz de su verdad redentora.

sábado, 15 de mayo de 2010

CUANDO DIOS NO PERDONA

Una de las más bellas características de Dios, quizás la más atrayente de todas, es el perdón. ¡Cuánto lo necesitamos!
Es agradable y liberador perdonar y ser perdonado. Pero cuando nuestros semejantes nos perdonan las relaciones ya no son las mismas, pues casi nunca se olvida la ofensa.
Al contrario del perdón humano, el perdón divino no conoce de reproches ni trata al pecador de acuerdo a sus hechos, pues es una expresión de su amor misericordioso. Jesús enseñó a Pedro (y en él a todos nosotros) a perdonar "70 veces 7", o sea, sin medida.
Sin embargo, incluso para nuestro paciente Dios, este perdón tiene un límite. No porque se canse de perdonar, (nunca lo hace) sinó porque su ofrecimiento ya no resulta deseado ni eficaz para salvar.
Veamos algunas lecciones que podemos extraer de casos bíblicos en que Dios no perdonó, tanto a personas como a naciones enteras:
  • El mundo antediluviano: 
    • "Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años". Génesis 6:3
Durante 120 años la voz divina llamó a través de Noé, pregonero de justicia. Pero los hombres de aquel tiempo rechazaron su mensaje hasta el punto sin retorno, de tal modo que el Señor tuvo que poner coto a su maldad enviando el diluvio. La justicia lo imponía para que la maldad no resultara triunfante. Si al mal no se le pusiera freno, el resultado inevitable sería nuestra completa destrucción.
  • Esaú: 
    • "Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí". Romanos 9:13.
    • "No sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas". Hebreos 12:16,17
El primero de estos textos parece indicar cierto capricho de Dios en elegir a algunos y desechar a otros; pero fue la actitud de Esaú la que determinó su propia condenación. Así mismo es hoy cuando la profana persistencia en el pecado silencia la convincente voz del Espíritu.
  • Saúl: 
    • "Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel?" 1ª Samuel 16:1
No importa cuanto amemos a alguien tal como Samuel amaba a Saúl. Cuando el pecador decide obstinadamente vivir al margen de Dios, llega a un punto en que no hay ya más nada que hacer por él. De nuevo, no se trata de arbitrariedad divina, sinó de vivir con las consecuencias de nuestras propias decisiones.
  • La familia de Elí: 
    • "Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: ...  Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco". 1º Samuel 2:28-30. 
    • "Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la casa de Elí en Silo". 1º Reyes 2:27
Lo tremendo del relato de Elí es que a veces las consecuencias de nuestras acciones o decisiones se proyectan en nuestra descendencia. No es poca cosa despreciar los claros mandatos de Jehová, dando honra a las personas en vez de glorificar a nuestro Hacedor. La misericordia y las promesas del Señor son grandes, pero nuestra actitud hacia ellas puede invalidarlas.
  • El reino de Judá: 
    • "Ciertamente vino esto contra Judá por mandato de Jehová, para quitarla de su presencia, por los pecados de Manasés, y por todo lo que él hizo; asimismo por la sangre inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente; Jehová, por tanto, no quiso perdonar". 2º Reyes 24:3,4.
    • "He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores". Isaías 13:9.
    • "Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré". Ezequiel 8:18
Grandes privilegios le fueron dados al antiguo Israel. Fue favorecido con revelaciones grandiosas de su plan de salvación. El fuerte lenguaje de estos textos, que habla de ira, furor, indignación y que ya no perdonaría ni tendría misiericordia de su pueblo, estaba en directa relación con los grandes dones que ellos habían recibido. Dios no se cansa de nosotros, pero los frutos deben corresponder a la semila plantada. Nuestras obras deben estar a la altura de la fe que nos ha sido dada.
  • Israel en días de Cristo: 
    • "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor". Mateo 23:37-39
¡Qué cargadas de tristeza estaban estas palabras del amante Salvador! Pocas veces nos detenemos a pensar en cuánto dolor causan al corazón de Dios nuestros pecados, nuestra impenitencia y nuestra obstinación. Su compasión se desangra por sus hijos y desea traerlos de vuelta al hogar.
Ya ha pagado el precio; el más alto que se podría haber pagado. Realiza intento tras intento de redimirnos con amor y paciencia infinita. Pero finalmente la gracia desechada por su rebelde criatura debe encontrar su justa retribución. Quien es hoy nuestro Salvador se convertirá en Juez con pleno derecho, pues el mismo "no escatimó a su propio hijo sinó que lo entregó por todos nosotros" para que fuera "despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto". (Romanos 8:32; Isaías 53:3). 
Felizmente Cristo sigue hoy intercediendo por nosotros, su perdón aún es accesible, el tiempo de gracia no acabó.
Sigamos pues el consejo que Salomón recibió de su padre antes de ser rey: "Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre". 1 Crónicas 28:9
La inagotable paciencia divina halla su límite en el empedernido corazón humano. Pronto la gracia cesará y los juicios de Dios, las copas de su ira (ver Apoc. 15 y 16), se derramarán desde su santuario en el cielo sobre nuestro mundo, esta vez sin mezcla de misericordia.
Cosa terrible es ser desechado por el Señor. Pronto se dictará la irremediable sentencia: "El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía". Apocalipsis 22:11
El te llama, ¿escuchas hoy Su voz?

ALISTÉMONOS

Para los acelerados y estresantes tiempos que corren, la siguiente meditación, escrita hace más de un siglo, me parece más que apropiada. Coincido en cada palabra con lo que afirma.
Les invito a leerla en oración y con detenimiento y a poner sus palabras en práctica, como un santo privilegio que el Señor nos concede.
"Lo verán los oprimidos, y se gozarán. Buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón". (Salmos 69: 32)

"Tenéis el privilegio de estar gozosos en el Señor y de regocijaros en el conocimiento de su gracia sustentadora. Que su amor se posesione de la mente y el corazón. Cuidad de no fatigaros en exceso, de no agobiaros por la inquietud, de no estar deprimidos. Dad un testimonio elevador. Apartad vuestros ojos de lo que es oscuro y de lo que produce desánimo y contemplad a Jesús, nuestro gran Dirigente, bajo cuya supervisión vigilante la causa de la verdad presente, a la cual estamos dando nuestras vidas y todo lo que somos, está destinada a un triunfo glorioso. . .
Dejad que se vea que Jesús mora en el corazón, que sustenta, fortalece y reconforta. Tenéis el privilegio de recibir cada día una abundante medida de su Espíritu Santo, y de tener una visión más amplia de la importancia y el alcance del mensaje que estamos proclamando al mundo. El señor está dispuesto a revelaros cosas maravillosas de su ley. Esperad delante él con humildad de corazón. Orad fervorosamente pidiendo una comprensión de los tiempos en que vivimos, solicitando una concepción más plena de sus propósitos y rogando por una mayor eficacia en la tarea de salvar a las almas. . .
Este no es un tiempo para dedicarlo a las cosas frívolas o a las satisfacciones egoístas. Si los tiempos en que vivimos no logran impresionar de veras nuestras mentes, ¿qué otra cosa podría realizar un impacto en nosotros?. . .
Ahora se necesitan hombres de claro entendimiento. Dios pide que los que están dispuestos a dejarse dirigir por el Espíritu Santo señalen el camino hacia una obra de reforma cabal. . . Cada alma debería encontrarse ahora en una posición donde manifieste una consagración a Dios más profunda y verdadera que en los años pasados. . .
He quedado profundamente impresionada por ciertas escenas que contemplé durante la noche. Parecía efectuarse un gran movimiento, una obra de reavivamiento, en muchos lugares. Nuestro pueblo se alistaba y respondía al llamamiento de Dios. . . ¿No escucharemos su voz? ¿No aprestaremos nuestras lámparas y obraremos como hombres que esperan la venida del Señor? El tiempo en que vivimos exige que se haga brillar la luz y que se pongan las manos a la obra". 
¡Maranata: El Señor Viene! Página 157 

jueves, 13 de mayo de 2010

EFÍMEROS

"Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy. He aquí, diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti; ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá. Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti". Salmos 39:4-7 
Anteayer el Señor me despertó con el texto de la entrada anterior. Me hizo mucho bien recordar que Jesús camina a mi lado y dirige mi destino. Ayer, en cambio, me despertó con un pensamiento que parecía sombrío: "y si me muero mañana"...
No intento transmitir pesimismo, sinó lo que estimo como una valoración auténtica de la vida.
Creo sinceramente que fui dirigido por Él al texto de cabecera. Creo esto porque así lo prometió en su Palabra.
Revisando varios pasajes, llegué hasta ell Salmo 39. Al compartirlo con mis alumnos y luego en el culto con mis hermanos, mi comprensión del mismo y de su mensaje fue creciendo.
Este es un salmo de David que parece escrito por Job. El autor, cansado de los sufrimientos de la vida, piensa que sus males provienen de castigos divinos y son resultado de su pecado (vs. 10-11) y termina su canto con un tono triste. Aunque refleja una comprensión parcial del accionar de Dios, marca una enorme diferencia con el pensamiento de aquellos que no conocen a Dios.
Veo contrapuestas dos ideas en el texto que cito arriba.
Primero, el salmista, al igual que Job, reflexiona sobre la brevedad de la vida utilizando términos como "palmo", "soplo" y "sombra". Somos de poca duración, pues ya empezamos a morir desde el día en que nacemos. A cada instante y en forma repetida, millones de células de nuestro cuerpo se mueren y son reemplazadas por otras; este proceso se torna cada vez más lento al llegar a la edad adulta y al fin se detiene y morimos.
Desde la perspectiva terrenal la idea es repulsiva y para sacar provecho de esta vida hay que disfrutar todo lo que se pueda. "Comamos y bebamos que mañana moriremos", dicen en sus acciones los que así piensan (ver Isaías 22:13, 1º Corintios 15:32). Otros, los menos tratan de cuidarse privándose de todo para vivir vidas largas.  Para poder gozar de una vida plena, piensan  que tienen que acumular frenéticamente experiencias, sensaciones, bienes y placeres. Los pecadores se afanan tanto en ello, que olvidan que lo que juntaron será para otros después de su muerte.
No hay en este mundo satisfacción permanente ni tal cosa como vivieron felices para siempre como en los cuentos. Siempre nos tocará nuestra cuota de dolor y sufrimiento, que sea cual sea, nos parecerá insoportable. Unos como otros terminan cayendo en cuenta de lo cierto de aquel verso popular que aprendí: "La vida corta o larga no importa, el que sufre la halla larga y el que goza la halla corta".
Somos frágiles y quebradizos. Si solamente tenemos esta vida, podemos decir como el poeta:

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...   
LO FATAL  de Rubén Darío
La segunda idea aparece justo en el medio del salmo, no al final. En un tono luminoso que se opone al sentimiento general del mismo, presenta la conclusión del escritor bíblico.  "Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti". Salmos 39:7
El cristiano no mide su vida por el tiempo que dura, ni por el placer obtenido, ni por las experiencias que haya vivido.
Tampoco la mide por sus riquezas, por la sabiduría, la fama o el poder que consiguió acumular.
Ni siquiera por lo meritorias y buenas para otros que hayan sido sus obras.
Tal como en el caso de Job, la agonía se transforma luego en un canto de victoria. Así como él, que en medio de sus sufrimientos exclamó: "He aquí, aunque él me matare, en él esperaré" (Job 13:15), los que esperan en Dios descubren que la vida puede medirse solamente a la luz de la eternidad. Hallan su auténtica realización y su más profunda satisfacción sólo cuando ponen su esperanza en el Señor.
Únicamente la esperanza que trasciende los portales de la muerte le da sentido a nuestra existencia y se convierte en motor de nuestra fe.
Nada menos que la verdadera esperanza puede ayudarnos a sortear las múltiples tragedias que enfrentaremos a lo largo de la vida.
Al convertirnos en prisioneros de esta nuestra bendita esperanza demostramos al mundo, al cielo y al infierno, que Dios vale la pena.
Una vida vivida de esta manera, casi heroica, es la que el cielo espera de cada uno de aquellos que ha de habitar las mansiones celestiales.

martes, 11 de mayo de 2010

OTRA VEZ EN CAMINO A EMAÚS

Dios quiere que pierdas todas tus esperanzas.
No, no te equivoques, no es una blasfemia.
Porque sí desea que pierdas toda expectativa humana de gloria terrenal, que dejes de apoyarte en la vista, que creas a pesar de las apariencias.
Porque la esperanza, para que sea esperanza, va más allá de lo evidente, más allá de lo desalentadora que pueda parecer la situación presente.
Confiamos en muchas cosas porque las vemos. Nuestra fe suele ponerse con demasiada frecuencia en los hombres o en las instituciones y sus programas.
En todo el mundo cristiano abundan las campañas evangelísticas con las palabras "reuniones de poder", "reavivamiento", "impacto", etc.
Las palabras de los hombres o sus estrategias suelen estár cargadas de ambición egoísta por los números o de deseos nacidos de perspectivas terrenales y entonces los impactos, el poder y los reavivamientos no resultan tales.
Luego de que pasan las campañas misioneras, los resultados no van de acuerdo con estas palabras, y apenas si se obtienen en ellas unos pocos conversos duraderos. Aunque miles hayan hecho profesión de fe ya sea entre lágrimas o anunciando milagros espectaculares, no demora la mayoría en estar igual o peor que antes y volver a sus antiguos caminos.  En consecuencia los que quedan se desaniman, preguntándose qué  falló.
O a veces los que ingresan se chasquean del testimonio de los que están dentro, diciendo: -"pensábamos que ustedes eran diferentes..." (a lo cual tienen derecho).
El magistral relato de los dos discípulos camino a Emaús aquel domingo de la resurrección tiene todavía una lección que darnos:
"Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen... Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron". Lucas 24:13-24
El razonamiento de Cleofas y su amigo era que si las cosas no salieron como ellos esperaban, entonces ni el testimonio de sus condiscípulos, ni visiones, ni ángeles les harían cambiar de opinión. Estaban cegados por sus propias expectativas. 
¿Cuáles son las tuyas?...
El desaliento les cerró los ojos a la realidad de su Señor caminando a su lado y deseando entrar en sus vidas.
Él prometió: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". Apocalipsis 3:20
Dicha promesa tiene dos lecturas opuestas:
a) La pesimista: Jesús está afuera de la iglesia llamando y todavía no le abrimos la puerta, como en la poesía de Lope de Vega Mañana le abriremos
De acuerdo a esta línea de pensamiento, si entre los creyentes o en la iglesia las cosas van mal, entonces para qué molestarse en seguir...
b) La correcta según lo entiendo: Jesús esta afuera llamando incansablemente y persistiendo en llamar, invitando a que le abramos.
El está a las puertas de su venida a este mundo, llamándonos por medio de su Espíritu y esperando con ansias que la esposa se una a su clamor (Apocalipsis 22:17).
El no conoce la derrota ni la espera en sus seguidores. No está afuera simplemente porque no tenga nada mejor que hacer. Siempre suele conseguir lo que busca, porque para eso vino a este mundo, a buscar y salvar lo que se había perdido.
Es significativo en el relato, que ni bien los discípulos reconocieron a Jesús, éste los dejó. Su misión había concluído al darles entendimiento y la de ellos acababa de comenzar cuando tuvieron una nueva visión.
El no necesita de nuestra visión, nosotros necesitamos de la suya.
Necesitamos que su presencia nos abra los ojos. Que su figura lo llene todo, alejándonos de las perspectivas humanas de solución, porque solo así encontraremos la motivación para correr al encuentro de quienes necesitan saber que Él vive.
Dejemos pues de arrastrar los pies con desaliento y vayamos corriendo, como ellos,  a proclamar al mundo que el Rey de nuestras vidas caminó a nuestro lado, se sentó a nuestra mesa, comió con nosotros y bendijo nuestro hogar. 
Anunciemos su venida HOY.

sábado, 8 de mayo de 2010

JUNTOS

A lo largo de los siglos las contiendas y divisiones han sido la únca constante entre el pueblo de Dios, de modo tal que no podemos ni debemos colocar nuestra total confianza en los hombres. La apostasía y  el mal testimonio de los profesos creyentes rondan por doquier; surge entonces la pregunta: ¿Para qué tener una iglesia?
O también, ¿por qué no entender como algunos, que cada quién responderá por su cuenta ante Dios?
Comienzo con este pensamiento: “La Biblia desconoce la religión solitaria.”  John Wesley (1703-1791).
Y la Santa Palabra divina agrega: "¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?" Amós 3:3
Jesús fundó la iglesia sobre la firme roca de su vida inmaculada y su sacrificio expiatorio y prometió que las puertas del infierno no prevalecerían sobre ella. El ideal de Dios para su iglesia es que funcione como un cuerpo, unida y concertada; que se asemeje a un ejército en marcha con orden y poder; más aún la iglesia es "columna y baluarte de la verdad" (ver 1º Cor. 12:27; Cantares 6:10; 1º Timoteo 3:15).
Pero por sobre todas esas cosas, la iglesia es Su ciudad de refugio, en donde el pecador debe hallar socorro para sus males, compañía, consuelo, camaradería y amor sanador.
"Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarle". Job 2:11
Nuestro Redentor espera que la comunidad cristiana sea un lugar abierto a todos, en el cual la paz, la armonía y la concordia nazcan del amor que tienen hacia su Maestro y entre sus amigos y compañeros de milicia. Desea que su amoroso carácter se reproduzca en nosotros.
Sin embargo suele resultar que nos llamamos "hermanos" pero no somos amigos en los hechos; resultando como los compañeros de Job en verdaderos "salvavidas de plomo" que hunden en vez de auxiliar.
Tristemente a veces la iglesia se vuelve un lugar de contiendas, en la cual los miembros sospechan unos de otros y unos a otros se maltratan entre sí, trayendo mayor desdicha que si esto nos ocurriera con quienes no profesan amar al Señor, como lo expresó David: "Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios". Salmos 55:12-14
No quiero parecer ingenuo; yo se que entre el pueblo de Dios hay entremezclados enemigos de la verdad, verdaderos agentes de Satanás, que sólo están allí para impedir el progreso de su causa y conducir a los demás a la apostasía.
Debemos dar sin ambages al pecado el nombre que le corresponde y separar de la comunión de la iglesia a quienes se hallan en abierta oposición a sus principios, con ánimo de restaurarlos nuevamente. Como lo hace el Señor, debemos herir para sanar. La misericordia y la compasión deben reinar en dicho proceso o no debiéramos emprenderlo. No debemos eludir este deber, pero no obstante, esta no debe ser la causa primordial de nuestra existencia en la iglesia.
Como en la parábola del trigo y la cizaña, no nos toca a nosotros arrancar las malas hierbas. No tenemos ni el discernimiento ni la autorización para ello. Eso es trabajo del Señor.
Nuestra parte consiste en trabajar unidos por la salvación de los que están perdidos en sus delitos y pecados; viviendo al mismo tiempo vidas tan consagradas por la gracia de Dios, que seamos un pueblo distinto y mejor. Que suceda con nosotros como con los primeros discípulos, de los que se afirma:"Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres". Hechos 5:12-14
Juntos debemos formar un carácter para el cielo, juntos habremos de terminar la obra de la predicación del evangelio, juntos hemos de ver regresar a nuestro Señor y juntos hemos de entrar por las puertas de perlas de la Ciudad celestial.
¿Formas tu parte del ideal divino: "una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha"? Efesios 5:27.

miércoles, 5 de mayo de 2010

PRUEBA DE FUEGO

La Biblia dice que: "la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará." 1º Cor. 3:13.
Personalmente estoy un tanto cansado de recibir correos, escuchar y ver publicadas las contiendas entre hermanos, pues considero que aunque alguien piense diferente yo lo debo considerar mi hermano, no mi adversario.
Los resultados de tanto debate por lo que cada quien considera prioritario y las acusaciones cruzadas de apostasía, únicamente resultan en descrédito de la fe, pérdida de almas y abandono de nuestra misión. 
Mi posición al respecto es clara en este blog.
Creo fervientemente que la iglesia Adventista sigue siendo la iglesia remanente de la profecía ,(Laodicea, más precisamente) y entiendo que los problemas y la tibieza de la iglesia los solucionará el Espíritu y no los debates o argumentos humanos. Oro por esto cada día.
Creo también que Dios está llamando a los hombres y mujeres en todo el mundo a formar un solo rebaño bajo un solo e infalible Pastor. El mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 apunta en esa dirección.
La IASD así como el pueblo de Israel del AT, tiene pasajes gloriosos por la intervención de Dios y pasajes lastimosos cuando los hombres han  sido los que dejaron su impronta.
  • Al pie del monte Sinaí, en la misma gloriosa presencia de Dios, los israelitas levantaron el becerro de oro ante la pasividad de todos sus líderes que por lo general no tienen un mayor nivel espiritual que el conjunto de la iglesia de la cual surgen (no carguemos las tintas solo en los dirigentes).
  • Al borde de la tierra prometida el quejoso pueblo que había sido testigo de grandes maravillas y de la poderosa intervención divina en Egipto y en el desierto, se rebeló masivamente.
  • De la mano de Jeroboam, diez de las tribus se volvieron a la idolatría y levantaron sendos becerros de oro en los límites de sus territorios para diferenciarse de sus hermanos de Judá.  
  • Satanás ha logrado que estemos hoy en el mismo estado en que se encontraban los discípulos la noche previa a la crucifixión de Jesús: enemistados, distraídos y dormidos. 
Los ejemplos de esta inconsecuencia humana abundan en la Biblia y en nuestra experiencia reciente..
Pero en el día de Pentecostés, "Mientras los discípulos esperaban el cumplimiento de la promesa, humillaron sus corazones con verdadero arrepentimiento, y confesaron su incredulidad. Al recordar las palabras que Cristo les había hablado antes de su muerte, entendieron más plenamente su significado. Fueron traídas de nuevo a su memoria verdades que habían olvidado, y las repetían unos a otros. Se reprocharon a sí mismos el haber comprendido tan mal al Salvador... Cuando meditaban en su vida pura y santa, sentían que no habría trabajo demasiado duro, ni sacrificio demasiado grande, si tan sólo pudiesen ellos atestiguar con su vida la belleza del carácter de Cristo. ¡Oh, si tan sólo pudieran vivir de nuevo los tres años pasados, pensaban ellos, de cuán diferente modo procederían! Si sólo pudieran ver al Señor de nuevo, cuán fervorosamente tratarían de mostrar la profundidad de su amor y la sinceridad de la tristeza que sentían por haberle apenado con palabras o actos de incredulidad. Pero se consolaron con el pensamiento de que estaban perdonados. Y resolvieron que, hasta donde fuese posible, expiarían su incredulidad confesándolo valientemente delante del mundo". Hechos de los Apóstoles pag. 36
Tuvieron que arrepentirse de muchas cosas que habían hecho y dicho y llorar por las oportunidades perdidas de demostrar amor a Jesús. Que no nos pase lo mismo en el día de su venida. 
La lección más importante  que nos presentan estos relatos, es que Dios no los desechó a pesar de sus flaquezas y debilidades.
Deberíamos aprender de la misericordiosa y fiel actitud de nuestro gran Salvador, que tiene compasión por los perdidos dentro y fuera de su pueblo y enfocarnos en la labor suprema de preparar un pueblo para su regreso.
Necesitamos volver a la Biblia ciertamente, necesitamos orar mucho más, pero por sobre todo debemos concentrar nuestras energías en predicar el evangelio a un mundo que perece. Esa y no otra es nuestra tarea.
Cualquiera sea nuestro pensamiento, el fuego de la prueba del tiempo de angustia probará sobre qué hemos estado edificando. No permitamos que nuestra obra se queme al ser hallada como heno, paja u hojarasca reseca, seamos oro refinado por el Señor. .