viernes, 17 de febrero de 2012

EL DIOS DE LAS MULTIPLICACIONES

“Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia”. 2ª Corintios 9:8,10
El diablo y sus adherentes se ocupan de restar y dividir, los cristianos estamos para sumar, pero solamente Dios puede multiplicar.
La palabra multiplicar y sus derivadas aparecen más de un centenar de veces en la Biblia, tanto en contextos positivos como negativos; casi siempre como acciones provenientes de Dios.
En la misma creación el Señor ordenó que las aves y los peces se multiplicaran, y luego extendió esa facultad a Eva y Adán (ver Génesis 1:22 y 28). Mas tarde, cuando establece su pacto con Noé y sus hijos, les renueva la promesa de multiplicar su descendencia.
Al patriarca Abrahán, a Isaac, Jacob y a las doce tribus que salieron de éste, se les prometió reiteradamente que serían multiplicados más que las estrellas del cielo y que la arena del mar.
Pero nuestro maravilloso Dios sabe multiplicar mucho más que gente. En el desierto realizó milagros portentosos de multiplicación en favor de su pueblo que salía de Egipto.
  • Multiplica sus provisiones:
Trata de calcular cuantas codornices envió sobre los israelitas, cuanto maná cayó durante casi cuarenta años de peregrinación, o cuantos litros de agua salieron de la roca para abastecer a esa muchedumbre. Recuerda que eran alrededor de 600.000 hombres, sin contar mujeres, niños y ancianos. Un cálculo moderado estima en alrededor de 2.000.000 de personas aquella multitud.
Veamos solamente el maná. Un gomer por cabeza (2,20 litros) multiplicado por dos millones, multiplicado por 365 días, multiplicado por 38 años; ¡Da algo así como 562.628.000.000 de litros!
¡Increíble en verdad!
Dios multiplicó los alimentos en varias otras ocasiones: “Vino entonces un hombre... el cual trajo al varón de Dios...veinte panes de cebada. Y él dijo: Da a la gente para que coma. Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará. Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová”. 2ª Reyes 4:42-44
Recordemos además que Jesús alimentó a una multitud con cinco panes y dos peces, repitiendo luego el milagro ante unos cuatro mil hombres. Su poder no tiene límites numéricos.
  • Multiplica también sus promesas y su misericordia.
En 2ª Pedro 1:4, se habla de de sus promesas como "preciosas y grandísimas".
Toma un tiempo para contar las que están registradas en la Biblia (y consérvalas luego en tu memoria) ¡Son muchísimas!
Hay promesas de Dios para cada ocasión y circunstancia. Cualquiera sea nuestra experiencia, con seguridad hay una de la cual aferrarnos. Están todas allí para que nos gocemos en reclamarlas y ver su cumplimiento, a fin de que se multipliquen las acciones de gracias de sus siervos. Cada una lleva en sí la seguridad de que el Rey del Universo escuchará y atenderá a quienes las reclaman, "porque todas las promesas del Señor Jesús son en él, sí, y en el, Amén" (2ª Corintios 1:20)
  • Por último, Dios multiplicó su amor en la persona de Cristo.
Todo lo bueno que existe en este mundo proviene del Señor. El multiplica las fuerzas al cansado, multiplica los recursos a quienes dan fielmente sus diezmos, y provee en forma superabundante para su causa por los medios mas inesperados.
Piensa en la ofrenda de la viuda que dio sus dos blancas. Tan pequeña cantidad se multiplicó hasta el infinito cuando Jesús la hizo notar y quedó registrada en las Escrituras. 
Es imposible calcular cuántas personas han dado liberalmente de su dinero, inspiradas por el ejemplo de esta humilde mujer.  
En Jesús, la Divinidad multiplicó sus dones, derramando por intermedio de él todos los recursos del cielo.  De todas las pruebas de amor que pudieran haberse dado, en la persona del Salvador que dio su vida por nosotros, Dios llega hasta lo impensable.
Cuando él vive su vida en nosotros, cuando buscamos reflejar su imagen y experimentar su poder, se multiplican también nuestras posibilidades en maneras que no alcanzaremos jamás a entender. Nuestro vida se ve multiplicada por ese amor y no podemos hacer otra cosa que maravillarnos y alabar al gran Dios de las multiplicaciones.
La Biblia dice que debemos rogar “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”. Efesios 3:17-21
¿Tiene Dios algo que multiplicar en tu vida?