“Y
poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin
de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis
para toda buena obra; y el que da semilla al que siembra, y pan al que
come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos
de vuestra justicia”. 2ª Corintios 9:8,10
El
diablo y sus adherentes se ocupan de restar y dividir, los cristianos
estamos para sumar, pero solamente Dios puede multiplicar.
La
palabra multiplicar y sus derivadas aparecen más de un centenar de
veces en la Biblia, tanto en contextos positivos como negativos; casi
siempre como acciones provenientes de Dios.
En
la misma creación el Señor ordenó que las aves y los peces se
multiplicaran, y luego extendió esa facultad a Eva y Adán (ver Génesis
1:22 y 28). Mas tarde, cuando establece su pacto con Noé y sus hijos,
les renueva la promesa de multiplicar su descendencia.
Al
patriarca Abrahán, a Isaac, Jacob y a las doce tribus que salieron de
éste, se les prometió reiteradamente que serían multiplicados más que
las estrellas del cielo y que la arena del mar.
Pero
nuestro maravilloso Dios sabe multiplicar mucho más que gente. En el
desierto realizó milagros portentosos de multiplicación en favor de su
pueblo que salía de Egipto.
- Multiplica sus provisiones:
Trata
de calcular cuantas codornices envió sobre los israelitas, cuanto maná cayó
durante casi cuarenta años de peregrinación, o cuantos litros de agua
salieron de la roca para abastecer a esa muchedumbre. Recuerda que eran
alrededor de 600.000 hombres, sin contar mujeres, niños y ancianos. Un
cálculo moderado estima en alrededor de 2.000.000 de personas aquella
multitud.
Veamos
solamente el maná. Un gomer por cabeza (2,20 litros) multiplicado por
dos millones, multiplicado por 365 días, multiplicado por 38 años; ¡Da
algo así como 562.628.000.000 de litros!
¡Increíble en verdad!
Dios multiplicó los alimentos en varias otras ocasiones: “Vino
entonces un hombre... el cual trajo al varón de Dios...veinte panes de
cebada. Y él dijo: Da a la gente para que coma. Y respondió su
sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a
decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán,
y sobrará. Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró,
conforme a la palabra de Jehová”. 2ª Reyes 4:42-44
Recordemos
además que Jesús alimentó a una multitud con cinco panes y dos peces,
repitiendo luego el milagro ante unos cuatro mil hombres. Su poder no
tiene límites numéricos.
- Multiplica también sus promesas y su misericordia.
En 2ª Pedro 1:4, se habla de de sus promesas como "preciosas y grandísimas".
Toma un tiempo para contar las que están registradas en la Biblia (y consérvalas luego en tu memoria) ¡Son muchísimas!
Hay
promesas de Dios para cada ocasión y circunstancia. Cualquiera sea
nuestra experiencia, con seguridad hay una de la cual aferrarnos. Están
todas allí para que nos gocemos en reclamarlas y ver su cumplimiento, a
fin de que se multipliquen las acciones de gracias de sus siervos. Cada
una lleva en sí la seguridad de que el Rey del Universo escuchará y
atenderá a quienes las reclaman, "porque todas las promesas del Señor Jesús son en él, sí, y en el, Amén" (2ª Corintios 1:20)
- Por último, Dios multiplicó su amor en la persona de Cristo.
Todo
lo bueno que existe en este mundo proviene del Señor. El multiplica las
fuerzas al cansado, multiplica los recursos a quienes dan fielmente sus
diezmos, y provee en forma superabundante para su causa por los medios
mas inesperados.
Piensa
en la ofrenda de la viuda que dio sus dos blancas. Tan pequeña cantidad
se multiplicó hasta el infinito cuando Jesús la hizo notar y quedó
registrada en las Escrituras.
Es imposible calcular cuántas personas han
dado liberalmente de su dinero, inspiradas por el ejemplo de esta
humilde mujer.
En
Jesús, la Divinidad multiplicó sus dones, derramando por intermedio de
él todos los recursos del cielo. De todas las pruebas de amor que
pudieran haberse dado, en la persona del Salvador que dio su vida por
nosotros, Dios llega hasta lo impensable.
Cuando
él vive su vida en nosotros, cuando buscamos reflejar su imagen y
experimentar su poder, se multiplican también nuestras posibilidades en
maneras que no alcanzaremos jamás a entender. Nuestro vida se ve
multiplicada por ese amor y no podemos hacer otra cosa que maravillarnos
y alabar al gran Dios de las multiplicaciones.
La Biblia dice que debemos rogar “para
que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos
con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo
por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados
en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos
cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de
conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que
seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para
hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o
entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la
iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los
siglos. Amén”. Efesios 3:17-21
¿Tiene Dios algo que multiplicar en tu vida?