miércoles, 6 de enero de 2010

QUE LLUEVA


Habíamos preparado durante varios meses un campamento de Conquistadores (scouts) en el predio de nuestra escuela. Eran alrededor de 600 jóvenes y niños que colocarían sus carpas, harían construcciones, realizarían tareas comunitarias, cantarían y jugarían por varios días.
El clima estaba espléndido, el sol brillaba radiante en el cielo sin nubes y aunque habíamos tenido cinco meses de sequía, todo iba bien. El benigno invierno formoseño no suele plantear problemas.
Repentinamente, esa noche llovió. No fue una lluviecita sinó un diluvio torrencial que parecía desquitarse por tantos meses sin agua. Tuvimos que salir a auxiliar a los acampantes que estaban ya en medio del agua.
A todos por igual la lluvia nos tomó por sorpresa, pero las reacciones fueron diferentes para cada grupo. Algunos se adaptaron rápidamente y siguieron adelante, otros no paraban de quejarse por ver todas sus cosas empapadas y otros más, lamentablemente un grupo grande, se marcharon para no volver.
La Biblia nos habla también de una lluvia venidera, abundante, colosal. No será agua lo que caerá del cielo, sinó la plenitud del Espíritu. Como la lluvia de mi historia nos tomará a todos por sorpresa y no todos reaccionarán bien ante ella.
El profeta Joel la anticipó en su libro, teniendo como modelo las lluvias de Palestina. En aquella región caía una precipitación llamada lluvia temprana, que ayudaría en las tareas de la siembra; luego, vendría la lluvia tardía que haría madurar el grano para la cosecha.
"Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio". Joel 2:23
Fue en el Pentecostés que la iglesia recibió la lluvia temprana, y así lo entendieron los apóstoles citando dicha profecia (ver Hechos 2:14-21).
Sin embargo la lluvia tardía, la plenitud del Espíritu, aun espera por nosotros. La mayor bendición que Dios quiere darnos todavía está en el futuro.
La visión de Joel tenía una aplicaciòn inmediata a la invasión asiria, se cumplió parcialmente en el Pentecostés, pero llegaría a su culminación en el "día del Señor" al fin de los tiempos:"Y Jehová dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?" Joel 2:11
Este cumplimiento de las profecías no es automático, pues tiene ciertas condiciones.
La bendición del Espiritu no es para cualquiera en cualquier tiempo en cualquier condición. Los requerimientos de Dios tienen que ver con una actitud decidida por parte de su pueblo. No individuos solamente, aunque por alli debe comenzar, sino con su pueblo remanente.
¿Cuales son esas condiciones?
"Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación para Jehová vuestro Dios? Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo". Joel 2:12-18
La consecuencia de tal búsqueda de Dios no puede sino tener un único resultado: el triunfo glorioso y final de la predicación del evangelio por corazones que arden de amor por Jesús. La culminación de las señales de los tiempos. El desenlace del gran conflicto. El regreso de nuestro Señor en gloria y majestad.
"Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado". Joel 2:28-32
Dios nos llama a buscar el derramamiento del Espíritu. Somos su precioso remanente en un mundo que se deshace en el pecado. Ya está viniendo y solamente faltamos nosotros.
Yo quiero ver ese día.

Tentación


En un maravilloso jardín, al principio de los tiempos, ocurrió la primera tentación. Bajo la forma de una hermosa serpiente ,Satanás engaño a nuestros primeros padres incitándoles a comer del árbol prohibido que estaba en medio del huerto. Con superabundancia para su sustento, Adán y Eva cayeron trágicamente ante las insinuaciones del enemigo.
Muchos dicen ante este relato: -¿tanto lío por comer una manzanita?
Pero es que no se trataba acerca de una fruta (no sabemos cual), sino de asuntos más trascendentes como: adoración, obediencia, señorío.
No era cuestión de comer o no comer, se trataba de a quién creerían; era una cuestión de fe.
El asunto, finalmente, era a quién amarían; a Dios o a sí mismos (que es lo mismo que decir a Satanás).
Porque el tentador no estaba tan interesado en los seres humanos como en lastimar a Dios. Deseaba asegurarse su lealtad para causar daño al corazón de Jesús, verdadero objeto de su enemistad.
El nuevo escenario de la tentación escogido por el Demonio varios siglos más tarde, no fue ya un bonito jardín, sino un árido desierto, que reflejaba adecuadamente la condición del mundo bajo su dominio. No enfrentó ya al primer Adán, sino al segundo Adán.
Allí: "Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y en las manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios". Lucas 4:1-12
Nótese que Jesús no buscó la tentación, pues había ido allí bajo la influencia del Espíritu, estaba ayunando y orando ¡Qué diferente a nosotros, que a veces caemos en ella porque descuidamos el estudio de la Biblia y la oración!
La oración y la Palabra fueron el consuelo, el refugio y las armas de Cristo en toda su vida terrenal. No debemos descuidarlas nosotros, que estamos mucho más indefensos ante la tentación de lo que lo estaba Adán.
En estas tres tentaciones presentadas al Señor se encuentran resumidas todas las tentaciones de todas las épocas. No hay nada nuevo bajo el sol. El meollo de la cuestión es quien reinará en nuestra vida.
La respuesta a las tentaciones encuentra un modelo en las respuestas dadas por Cristo al enemigo de las almas:
  • Escrito está: la Palabra de Dios debe ser nuestra guía y alimento constante al punto de moldear y trazar límites a cada aspecto de nuestra existencia.
  • No tentarás al Señor tu Dios: únicamente Dios merece nuestra completa fidelidad.
  • Vete de mí Satanás: Si amamos a Dios y creemos en él, rechazaremos los argumentos del adversario.
¿Cuál será el resultado?
"Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo".
Lucas 4:13
Así como al demonio se le acabó el libreto con Jesús, lo mismo pasará con nosotros si resistimos firmemente en oración, asidos de la Palabra de Vida. Cada tentación vencida nos dará más fuerza para resistir; cada tentación en la que caigamos nos volverá más débiles para la siguiente.
La Escritura nos aconseja: "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca". 1 Pedro 5:8-10
Busquemos pues ser perfeccionados, afirmados fortalecidos y establecidos en el Señor.
¡Perseveremos en Cristo, que ya falta poco!