lunes, 29 de noviembre de 2010

¡PREPARAOS, PREPARAOS, PREPARAOS!

No quiero caer en lugares comunes, pero una de las diferencias entre los hombres y las mujeres es el concepto de estar listos. Un hombre está listo para salir en cuanto se vistió. Las mujeres (y las que son madres en especial), en cambio, están listas después de haber chequeado una lista más larga que la que necesita el transbordador espacial para despegar.
¡Perdónenme las damas! No es una ofensa, sino un elogio a su dedicación y cuidado de los detalles.
En el orden espiritual, estar listos implica otras cosas que haberse bañado, tener ropa limpia o la casa en orden.
Quiero invitarlos a considerar las preguntas de estas citas:
"Suponed que Cristo apareciera hoy en las nubes de los cielos, ¿quién. . . estaría listo para salir a su encuentro? Suponed que fuéramos trasladados al reino de los cielos tales como somos, ¿estaríamos preparados para unirnos con los santos de Dios, para vivir en armonía con la familia real, con los hijos del Rey celestial? ¿Qué preparación habéis hecho para el juicio? ¿Habéis hecho las paces con Dios? ¿Estáis colaborando con Dios? ¿Estáis tratando de ayudar a los que os rodean en vuestra casa, en vuestro vecindario, a aquellos con quienes os relacionáis y que no están guardando los mandamientos de Dios?. . . ¿Nos estamos preparando para salir al encuentro del Rey?. . . 
¡Maranata: El Señor Viene! Página 96
Pero, ¿por qué no podemos entrar así como somos?
Si fuera posible que se nos admitiera en el cielo tales como somos ¿cuántos de nosotros podríamos mirar a Dios? ¿Cuántos de nosotros tenemos el vestido de boda? ¿Cuántos de nosotros estamos sin mancha, ni arruga ni cosa semejante? ¿Cuántos de nosotros somos dignos de recibir la corona de vida?. . . El puesto no hace al hombre. Sólo serán dignos de recibir la corona de vida, inmarcesible, aquellos en cuyo interior se haya formado Cristo. 
Ibíd.
Aquí está el meollo de la cuestión. Para ser llevados a vivir en comunión con seres santos, debemos ser santos y sin mancha; el pecado no tiene que encontrar lugar en el corazón de aquellos que vivirán con Cristo por la eternidad.
¿Se ha formado Cristo en el corazón?
¿Le hemos consagrado todo lo que somos y tenemos?
¿Estamos buscando la perla de gran precio al costo que demanda, es decir, la vida entera?
Si la respuesta no es afirmativa, les invito a meditar juntos en lo que sigue:
Se me mostró al residuo en la tierra. El ángel les dijo: "¿Queréis huir de las siete postreras plagas?. . . En tal caso, debéis morir para poder vivir. ¡Preparaos, preparaos, preparaos! Debéis realizar mayores preparativos que los que habéis realizado. . . Sacrificadlo todo para Dios. Ponedlo todo sobre su altar: el yo, vuestras propiedades, todo, como sacrificio vivo. El entrar en la gloria lo exigirá todo.
Cristo viene con poder y grande gloria. Viene con su propia gloria y con la gloria del Padre. . . Mientras los impíos huyan de su presencia, los seguidores de Cristo se regocijarán. . .Cristo ha sido un compañero diario y un amigo familiar para sus fieles seguidores. Estos han vivido en contacto íntimo, en constante comunión con Dios. Sobre ellos ha nacido la gloria del Señor. . . Ahora se regocijan en los rayos no empañados de la refulgencia y gloria del Rey en su majestad. Están preparados para la comunión del cielo; pues tienen el cielo en sus corazones. Si sois correctos con Dios hoy día, estaréis preparados en caso de que Cristo venga hoy".
Ibíd.
Estaremos preparados para su venida si decidimos hacer del cielo nuestro hogar hoy mismo.
¿Ya lo tenemos hoy en el corazón?

sábado, 27 de noviembre de 2010

EL PUNTO DE VISTA DE DIOS III

¡Está todo mal!
Esta expresión resuena en mis oídos a cada paso. La escucho repetidamente en la calle, la oigo de mis interesados, de mis alumnos, de mis allegados; incluso la pronuncié yo mismo muchas veces. Todo el mundo espera alguna salida, alguna esperanza, cada quien con mayor o menor grado de realismo o de ilusión. Los pesimistas la pregonan, los optimistas la resisten, y los que engañan a los crédulos la combaten.
¿Hay alguna esperanza de mejorar?
Les propongo comenzar por el punto de vista humano, para acabar con el punto de vista de Dios.
Después de mirar un poco los noticieros o de leer el diario de hoy, sin duda estarán de acuerdo conmigo en que el mundo marcha muy mal y que las cosas se pondrán peor en el futuro. Esto no es pesimismo sino sentido común.
Cualquiera bien informado puede ver además que las soluciones están lejos, que incluso las acciones más simples para mejorar las cosas no se llevarán a cabo, ya sea por falta de voluntad, por intereses creados o por puro egoísmo.
Los pronósticos para mañana son sombríos basados en lo que se evidencia en los acontecimientos actuales.
Pero lo que el común del mundo no percibe, son los efectos de la corriente subterránea impulsada por el enemigo de nuestras almas que busca entrampar a todos los habitantes de la tierra.
Poderosos engaños se levantan para hacer caer, si fuera posible, incluso a los escogidos. Trata de que los placeres y los afanes de la vida nos aparten de la fe y de la sencilla obediencia a su Palabra. Busca adormecernos con diversiones, huecas vanidades y basura de todo tipo, que obnubila nuestra mente.
La falsa seguridad de muchos, que duermen en la complacencia de los sentidos, será pronto confrontada con una dura y amarga realidad.
Mi escritora cristiana preferida escribió: "Los cristianos deben prepararse para lo que pronto ha de estallar sobre el mundo como sorpresa abrumadora, y deben hacerlo estudiando diligentemente la Palabra de Dios" Profetas y reyes, pág. 46
Y agrega: "Sólo los que hayan estudiado diligentemente las Escrituras y hayan recibido el amor de la verdad en sus corazones, serán protegidos de los poderosos engaños que cautivarán al mundo. Merced al testimonio bíblico descubrirán al engañador bajo su disfraz... ¿Se sienten los hijos de Dios actualmente bastante firmes en la Palabra divina para no ceder al testimonio de sus sentidos? ¿Se atendrán ellos en semejante crisis a la Biblia y a la Biblia sola?" El conflicto de los siglos, pág. 683
En las entradas anteriores vimos que Jesús, contra toda apariencia, se proclamó vencedor en el conflicto con las tinieblas que tuvo lugar durante su juicio, y que si bien parecemos pocos, en realidad somos mayoría. Esto debe proporcionar confianza y esperanza para las pruebas de los días finales.
¿Pero, como sobrevivir en el tiempo que falta?
En sus palabras de despedida, antes de ser crucificado, el Señor les dijo a sus discípulos:"Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre. Entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy al Padre? Decían, pues: ¿Qué quiere decir con: Todavía un poco? No entendemos lo que habla. Jesús conoció que querían preguntarle, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis? De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo". Juan 16:16-22
Y agregó como corolario de su discurso las esperanzadoras palabras siguientes: "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (vers. 33).
Siempre presentó como cercano el tiempo en que habría de venir al mundo, y lo comparó con una mujer que está de parto. El advenimiento de un niño al mundo está precedido de dolor y coronado por el gozo. No importa cuanto tiempo pase, el punto de vista del Señor es anticipar el gozo del encuentro; no concentrarse en los pasajeros sufrimientos.
Humanamente anticipamos para el futuro sufrimiento, no gozo.
Él anticipa gozo, no sufrimiento.
Pablo escribió refiriéndose a las luchas del cristiano: "porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria". 2 Corintios 4:17
¡Qué bueno es concentrarse en esas palabras: "leve tribulación momentánea".
  • Leve, porque no significa nada si se compara con los sufrimientos de Cristo.
  • Momentánea, porque sin duda pasará, para dar lugar al gozo que no acabará.
Nuestra tarea, mientras avanza la noche de calamidad para el mundo, es conocer al que nos puede dar la única salida, Aquél en quien están centradas las esperanzas de todos los que serán salvos al final: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a tí, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado" Juan 17:3
¿Ansiedad por el futuro?
Desde el punto de vista de Dios falta "un poco", y el dolor, las pruebas y la tristeza de hoy durarán "un poco" más y luego acabarán para siempre.
Podemos exclamar con fe firme: "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?... Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" Rom.8:35-39

miércoles, 24 de noviembre de 2010

EL PUNTO DE VISTA DE DIOS II

"Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán".  Lucas 13:22,23
¿Son pocos los que se salvan?
Basta cotejar cualquier reunión de la iglesia, por multitudinaria que sea, con las convocaciones de un partido de futbol, un concierto de rock, un mítin político o una manifestación de protesta para ver que nuestros números resultan ridículamente pequeños en comparación con los que tienen otro tipo de intereses. Y ni hablar de los cultos de oración en algunos lugares, a los que apenas asisten cuatro o cinco.
Pero, tal vez alguien dirá que este es un muy mal ejemplo.
Bien, comparemos entonces la cantidad de los que desean gozar de la vida, con los que desean sacrificarse como misioneros; o tal vez, para dejar las cosas en casa, comparemos entre los cristianos: el número de los que pasan horas en comunión con el Señor versus el de los que tienen una devoción "a las apuradas" antes de salir al trabajo. Los que salen a misionar contra los que apenas "calientan" los bancos de la iglesia una vez por semana.
Esa sensación de ser pocos (y de poder poco), era sin dudas la que tenían los discípulos de Cristo cuando hicieron la pregunta del principio; después de todo eran nada más que doce y algunas mujeres. El grueso de sus seguidores había abandonado al maestro luego del milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Las condiciones que Jesús había planteado acerca de seguirle les habían parecido muy duras y chocantes. Y cada día que pasaba se volvía más criticado y combatido por el partido gobernante y por los fariseos.
Parecía que su movimiento en vez de avanzar, retrocedía. La crisis se acercaba al aproximarse cada vez más a Jerusalén ¿Podría el Señor ser coronado rey, como ellos lo esperaban, en tan desfavorables condiciones? ¿Habría esperanzas en su futuro, o les aguardaba el fracaso?
Hay una historia en la Biblia que puede ayudarnos a mirar las cosas desde la perspectiva correcta, es decir desde el punto de vista de Dios:
"Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento. Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí. Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón de Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse. Y el corazón del rey de Siria se turbó por esto; y llamando a sus siervos, les dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel? Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta. Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está en Dotán. Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad. Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo". 2º Reyes 6:8-17
La realidad es que... ¡Somos mayoría!
El siervo de Eliseo miró murallas afuera y vio el gran ejército de Siria que rodeaba la ciudad; miró murallas adentro y no vio posibilidades de defenderse. La situación parecía perdida sin remedio. Pero, eran solo apariencias; la realidad no consistía en lo que se veía con ojos humanos. El profeta, vislumbrando lo espiritual, dijo: "No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos".
No había nada que temer si se alcanzaba a percibir lo invisible. Los ejércitos del Dios del cielo en carros de fuego estaban allí para defenderlos.
Solamente había que abrir los ojos a lo celestial. Y esto es quizá lo más dificil de hacer, porque requiere de fe.
  • Dos tercios de los ángeles creados siguen estando a nuestro favor.
  • El resto del universo no caído (incontables mundos habitados, según creo yo), también simpatiza con nosotros.
  • El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo interceden y actúan para protegernos del ataque de Satanás, sostenernos en las pruebas y salvarnos al final.
El número aparente de los verdaderos seguidores de Cristo no importa. 
Somos mayoría. Recuérdalo..
Somos mayoría. Por eso, no nos desalentemos, no dudemos ni temamos por nuestra salvación; "porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos".
Somos mayoría. Podemos tener ahora mismo una inconmovible esperanza, si adoptamos el punto de vista de Dios acerca del número.

lunes, 22 de noviembre de 2010

EL PUNTO DE VISTA DE DIOS I

Cuando todo parezca ir mal... No desesperes.
Cuando todo parezca ir mal, cuando las cosas no salen como uno quisiera, o incluso cuando salen como no deberían salir, es tiempo de retomar el punto de vista de Dios.
Específicamente hablando de la condición actual de la iglesia, podemos notar un agudo contraste entre lo que debería ser y lo que es.
Debería ser la luz del mundo y sal de la tierra; debería ser un refugio para los pecadores donde puedan encontrar perdón, paz y pureza; debería ser promotora de cambios en los corazones de los hombres y en la sociedad; debería ser su cuerpo santo, su esposa sin mancha, ni arruga ni cosa semejante.
Son muchos debería ¿verdad?
Duele decirlo, pero la iglesia a veces, en lugar de los altos ideales mencionados, resulta en un lugar de contiendas, celos y pequeñeces. Mas que un pedazo de cielo en la tierra, es un anticipo del infierno. En vez de exaltar a Cristo, resalta a los hombres pecadores. En vez de seguir al Cordero por dondequiera que va, termina siguiendo al líder carismático, al hábil predicador o al entretenido cantante "cristiano" de moda. En lugar de Su perfecta justicia, busca beber de cisternas rotas que no retienen agua. En vez de belleza y santidad, presenta al mundo caracteres no santificados y más parecidos a éste que a Cristo.
Quizá parezca duro lo que acabo de escribir, pero no es más que un pequeño baño de realidad humana.
La iglesia de hoy es Laodicea, desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda, a punto de ser vomitada de su boca. Cualquiera que mire objetivamente la situación actual de la iglesia (hablo de la tuya y la mía), puede ver que es amarga y desesperada; y puede también sentirse plenamente justificado en abandonarla.
Pero la perspectiva de Dios es distinta de la nuestra. El ve nuestras fallas, sí, pero no nos descarta por eso. Dirige a Laodicea la más tierna de las invitaciones de la que es capaz su misericordia.
Precisamente porque no ve las cosas como nosotros, sigue adelante con su plan de redención.
Vale como ejemplo de lo antes dicho lo que pasó durante la pasión de Jesús:
En el momento del juicio y la crucifixión de Cristo, las cosas estaban realmente mal desde el punto de vista humano. Para los discípulos era una catástrofe. Pero desde el punto de vista divino era la hora de la VICTORIA; así, con mayúsculas.
"Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo". Mateo 26:63,64
Cuando Caifás conminó a Jesús a confesar a su Padre, éste no pudo seguir callando. Con inmortales palabras dirigió la vista de sus torturadores hacia las realidades celestiales. Él no estaba allí como derrotado, estaba ante ellos como inocente Víctima, victorioso Rey e inminente Juez.
No estaban ante un pobre galileo atado con cadenas y blanco de las burlas e insultos; no era simplemente el objeto del más vil de los maltratos, era Dios en forma humana quien los miraba con ojos que penetraban hasta el alma.
"Por un momento la divinidad de Cristo fulguró a través de su aspecto humano. El sumo sacerdote vaciló bajo la mirada penetrante del Salvador. Esa mirada parecía leer sus pensamientos ocultos y entrar como fuego hasta su corazón. Nunca, en el resto de su vida, olvidó aquella mirada escrutadora del perseguido Hijo de Dios.  "Desde ahora --dijo Jesús,-- habéis de ver al Hijo del hombre sentado a la diestra de la potencia de Dios, y que viene en las nubes del cielo." Con estas palabras, Cristo presentó el reverso de la escena que ocurría entonces. El, el Señor de la vida y la gloria, estaría sentado a la diestra de Dios. Sería el juez de toda la tierra, y su decisión sería inapelable. Entonces toda cosa secreta estaría expuesta a la luz del rostro de Dios, y se pronunciaría el juicio sobre todo hombre, según sus hechos". El Deseado de Todas las Gentes Página 707
Encontramos en esta maravillosa escena dos visiones en agudo contraste:
I- El punto de vista de la mayoría
  •  Los dirigentes judíos ahora se alegraban porque lo tenían en sus manos.
  •  Estaban seguros de su victoria y creían haberlo sometido.
  • Ellos veían al hombre vencido.
  •  Pilato y los soldados romanos veían a Jesús con lástima.
  •  Él había perdido la partida y no había dudas en cuanto a quién tenía la victoria.
  •  A la vista de los hombres, Jesús estaba vencido y pronto estaría muerto por su error de cálculo.
  •  Los judíos habían ganado, Cristo había perdido.
  •  Esa era desde el punto de vista humano la única 'realidad' .
II-  El punto de vista del Señor
  •  Entendía que estaban en juego cosas mucho mayores que ese mal juicio, invisibles ante los ojos humanos.
  •  El Señor era consciente de que se estaba librando una batalla entre el bien y el mal, la justicia y la injusticia, la verdad y el error.
  •  Sabía además que había un vasto universo que los observaba, del cual los seres humanos no tenían idea.
  •  Para Jesús, esa visión cósmica era más importante que el conflicto visible.
  •  Jesús conocía su papel en ese conflicto y sabía quién era: El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 
  • Él se veía como vencedor.
  • Siendo juzgado, era el Juez. Siendo condenado, condenaría a  sus jueces trayendo perdón y reconciliación a la raza humana.
  •  Anticipaba su victoria por la fe en las promesas de Dios.
  • Su aparente derrota era el único medio para extirpar el pecado del universo.
Desde el punto de vista de Dios, lo que para los hombres es fracaso, para él es victoria. Las pequeñas escaramuzas de hoy no deciden la suerte de una batalla, que fue librada triunfalmente en el Calvario al costo infinito de su preciosa sangre. Lo que parece que hará caer a su iglesia, no es más que el último e inútil esfuerzo del enemigo, que fue ya vencido en la cruz. "Las puertas del Hades no prevalecerán contra ella [la iglesia]" (Mateo 16:18), dijo Jesús, y sin lugar a dudas cumplirá su promesa.
Cristo está a cargo; purificará su iglesia, vencerá a sus enemigos y traerá la vida eterna a sus fieles.
Puedes mirar con confianza hacia el futuro si ves las cosas como Dios las ve.

sábado, 20 de noviembre de 2010

LLAMADOS

"Por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo... amados de Dios, llamados a ser santos". Romanos 1:5-7
Cuando era todavía un adolescente, en nuestro país había servicio militar obligatorio. Los números de orden, que eran sorteados en sesión especial de la Lotería Nacional en un día determinado del año, eran seguidos con atención por todos para saber si éramos convocados o no. Los "números bajos" se exceptuaban y los otros según sus cifras ascendentes determinaban el ingreso al ejército, la marina o la aeronáutica respectivamente.
Tiempo después tuve que presentarme a revisación médica para determinar mi llamado a realizar el servicio, que llamábamos familiarmente "la colimba". Por aquella época ser llamado implicaba para algunos una prueba de hombría, y para otros era un fastidio. En mi caso, quedé exceptuado por una afección cardíaca leve (que nunca me impidió hacer pesas o deportes).
Hay otro llamamiento que supera en expectativa al mencionado: el llamamiento celestial. Esta convocatoria es realizada por Dios mismo a sus criaturas caídas en el pecado, para formar parte de su familia.
El apóstol Pablo escribió "a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro" 1 Corintios 1:2
También el profeta Isaías pone en boca del Señor estas palabras: "Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice". Isaías 43:7
La divina convocatoria no tiene en cuenta la aptitud de los llamados, sino la del que llama; es decir, el Señor Jesucristo. Somos hechos idóneos para ser embajadores del evangelio por medio de la obra interna de la gracia. Para ser santos y glorificar su nombre, debemos ser primero transformados en nuevas criaturas, nacidas de lo alto. Esto solamente es posible por la acción regeneradora del Espíritu Santo
Para el creyente arrepentido y convertido, su modelo de vida, carácter y misión es Jesús. Se le invita a conocerlo, a imitarlo y a entrar en estrecha comunión con él.
El autor de Hebreos nos exhorta: "Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios. Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo. Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza". Hebreos 3:1-6
Aquí se contrasta a Jesús con Moisés, que cumplió con el llamado del Señor para sacar a su pueblo de Egipto y llevarlo a la tierra prometida. Pero Cristo es superior, porque nos llevará a nuestro hogar definitivo, la Tierra Nueva, libres por siempre del mal y del pecado ¡Aleluya!
¿A cuántos y a quienes se extiende ese llamado?
La Biblia afirma que es para todo ser humano, hombre o mujer, que habita o habitó en este pecaminoso mundo desde Adán en adelante. Pero reconoce que no todos responderán favorablemente a su convocatoria.
Hay tres respuestas básicas al llamado:
  • La mayoría desechará por completo el llamado y seguirán en sus pecados
  • Algunos le oirán y le seguirán un tiempo, pero al ser probados, fallarán en su compromiso y se perderán
  • Un pequeño remanente final oirá la voz del Pastor y le seguirá, encontrando vida eterna.
"Porque muchos son llamados, y pocos escogidos". Mateo 22:14
¿Qué involucra este privilegio de ser llamados por Dios?
Como mencionaba en la entrada anterior, un cristiano que participa del llamamiento celestial, vive de manera diferente porque es diferente. Su fe lo hace distinto, singular, apartado del mundo y del pecado.
Desde la cárcel, el apóstol a los gentiles recordaba a sus hermanos y a nosotros, que ser llamado implica una serie de compromisos: con la unidad en la fe, con mantener la armonía y el amor entre los creyentes y con cuidar de la pureza doctrinal de la iglesia.
"Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos".  Efesios 4:1-6
Al ser participantes del "llamamiento celestial", somos parte de la familia de Dios y herederos de las glorias celestiales; por lo cual debemos además formar parte de la gran misión de rescate que el Salvador consumó en la cruz. Nos toca el privilegio de hacer cuanto esté de nuestra parte para llevar almas a los pies de Jesús. Proclamar con poder la última invitación de misericordia a un mundo a punto de ser condenado para siempre.
¿Cuál es el resultado de ser llamado?
El anciano Pedro lo expresa con estas maravillosas palabras:
"Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas". 1º Pedro 1:3-9
El Señor te llama: "Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña" Mateo 21:28
¿Cuál será tu respuesta?

viernes, 19 de noviembre de 2010

NUESTRO MENSAJE DISTINTIVO

"Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres." Hechos 5:12-14
¿Cómo era la iglesia del primer siglo? ¿Qué hacía que la gente impía no se atreviera a juntarse con ellos y que hubiera tal espíritu de unidad?
En aquellos tiempos el evangelio progresó rápidamente sin necesidad de los medios masivos de comunicación que tenemos en la actualidad. 
Y fue así porque no los necesitaban. Su misión les resultaba tan clara, su testimonio era tan poderoso, su vida tan singular y su amor tan desbordante que se destacaban en todo aspecto del mundo secularizado que los rodeaba.
Es bueno recordar esto para tener una visión correcta de la iglesia. No es que ellos no tuvieran desavenencias o diferencias doctrinarias, sino que las superaban pues tenían muy en claro su lugar en los planes de Dios. Se sabían "llamados y elegidos y fieles" (Apocalipsis 17:14). Tenían un propósito y ese propósito consumía sus vidas. Ninguna cosa era más importante y vital que su mensaje, el evangelio de salvación.
Vale también esto para los que vivimos en el tiempo del fin. No fuimos llamados a ser "buenas personas", ni "una iglesia con las doctrinas correctas" o "una comunidad solidaria", aunque todas estas cosas tengan su lugar. Los cristianos de estos días no debemos caer en el error de los israelitas en tiempos de Samuel, que deseaban ser como las naciones de alrededor (ver 1º Samuel 8:5). Ni siquiera deberíamos pensar en buscar la aprobación del mundo, utilizando sus métodos o pareciéndonos a él para atraer miembros.
No; fuimos llamados a ser un movimiento que predica un mensaje atado al tiempo del fin. Nuestro propósito como iglesia y como individuos es ser singulares, diferentes.
En un mundo cada vez más masificado, en que los grupos sociales llenan el ciberespacio, la economía se globaliza en corporaciones gigantescas, los trabajadores se agrupan en gremios, los partidos políticos muestran su poder por medio de convocatorias multitudinarias, y en el que se han puesto de moda las "mega iglesias" con congregaciones inmensas, todavía debemos ser la "manada pequeña" que marcha a contramano del mundo.
Es que nuestro mensaje debería apartarnos del mundo, no por propia voluntad, sino porque un estilo de vida que tenga a Cristo como centro debiera inevitablemente diferenciarnos de los demás en motivación, intereses, hábitos, conversación y propósito.
En Jesús tenemos el ejemplo perfecto de estar en el mundo sin ser del mundo. Su amor atraía a los pecadores, pero su pureza mantenía a los mundanos y a los malvados fuera de su círculo. Sus palabras cautivaban a los que estaban dispuestos a arrepentirse, pero eran el hacha puesta a la raíz del árbol para los que conformaban la "generación de víboras" que luego lo crucificaría.
¿Cuál es pues nuestro mensaje distintivo?
Uno que tenga las características mencionadas. Y no hay otro mensaje tan vital, tan relevante ni tan oportuno para esta hora como el último mensaje registrado en las Escrituras, para ser dado al mundo:
"Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira;y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús." Apocalipsis 14:6-12
Este mensaje revestido de solemnidad, urgencia y poder constituye la esencia de nuestra existencia como pueblo de Dios.
¿Se imaginan acaso a Noé predicando acerca de temas sociales, políticos, ecológicos, o cualquiera de los que hoy abundan en la predicación?
¿Fue el mensaje de Elías equilibrado, tranquilizador o prudente?
¿Acaso la gente seguía a Juan el Bautista por lo agradable de sus sermones?
Ahora mismo, sin necesidad de ser fanáticos, condenadores ni alarmistas, debemos volver a proclamar la palabra de Dios.
El evangelio eterno (pues no ha cambiado desde Adán), incluirá:
  • Un carácter universal, "a todo el mundo".
  • Un llamado a glorificar a Dios con nuestras vidas.
  • Un mensaje de juicio, aunque sea impopular.
  • La adoración al Creador en el día y en los términos que él desea.
  • El rechazo de las doctrinas de la Babilonia escatológica y la exaltación de la justificación por la fe
  • La negativa a aceptar otra marca que no sea el sello divino en nuestro carácter.
  • Un compromiso de obediencia a los mandamientos de Dios.
Un mensaje de tal calibre requiere de vidas que lo respalden.
Vidas transformadas por la gracia del Señor, que demuestren como los cristianos de los tiempos apostólicos de que lado están. Por esto, encarnaban un contraste tan grande con el mundo, que nadie que fuera falto de consagración se atrevía a juntarse con ellos.
Necesitamos ahora mismo esa completa consagración, que haga de nosotros vasos aptos para llevar el agua de vida a los que están muriendo en sus pecados. Nos hace falta buscar de todo corazón al Salvador para tener "la paciencia de los santos, [y ser de] los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús." Apocalipsis 14:12

lunes, 15 de noviembre de 2010

LOS DOS CAMINOS

Igual y parecido no son lo mismo.
En nuestro mundo abundan las falsificaciones. Se venden de todo tipo de productos que tienen apariencia de calidad y sin embargo no son más que imitaciones baratas. Basta que salga algo original para que pululen los sustitutos de bajo precio. Por eso mismo tienen éxito y la gente los compra; por ser baratos.
En mi país, Argentina, hasta hemos inventado una palabra para describirlo: el vocablo "trucho", que significa algo que no es original o que es de baja calidad. 
En la historia de la iglesia desde Israel hasta nuestros días, también el diablo se ha especializado en vender baratijas. Hay imitaciones del verdadero camino, de la fe, de la iglesia, del don profético y sustitutos de la experiencia cristiana; en fin, ha imitado todo.
Veamos tres ejemplos que corresponden a Israel, los tiempos apostólicos y a la iglesia del tiempo del fin:
  1. "Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio." Isaías 4:1
  2. "Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero." Hechos 8:18-20
  3. "Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo." Apocalipsis 3:15-17
La desvergüenza de querer llevar el nombre de Cristo sin tener su carácter ni su justicia; el desear los dones espirituales sin someterse al Espíritu; la autosuficiencia del pecador que cree que todo está bien cuando todo está mal, se reflejan aquí. Y a lo largo de los tiempos miles han caído en el error de querer comprar algo parecido a la fe verdadera, pero que demande menos esfuerzo de su parte.
Algo parecido al cristianismo no es cristianismo. Algo parecido a la salvación no salva. Ni el dinero, ni el prestigio ni las obras valen nada para alcanzar el status de hijos de Dios. Es apenas mercaderia barata que no pasará el examen de calidad del cielo.
Pero así como la mercancía de calidad es cara, la verdadera piedad cuesta todo lo que tenemos. Para adquirir las gracias celestiales debemos entregarlo todo. De otro modo, estamos equivocando el camino.
Comparto con mis lectores esta cita que estremece: "Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y anchuroso el camino que conduce a la destrucción y muchos son los que andan por él; pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y pocos lo encuentran." 
Estos caminos son distintos, están separados y van en direcciones opuestas. Uno conduce a la vida eterna y el otro a la muerte. Vi la distinción entre ambos caminos y también la distinción entre quienes por ellos andaban. Los caminos eran totalmente opuestos. Uno era ancho y llano; el otro áspero y estrecho. Así, quienes por ellos iban eran opuestos en carácter, conducta, porte y conversación.
Los que van por el camino estrecho hablan de la alegría y felicidad que les aguardan al fin de la jornada. Su aspecto es a menudo triste, pero a veces brilla con sagrado y santo gozo. No visten como los que van por el camino ancho ni hablan ni obran como ellos. Se les ha dado un modelo. Un "varón de dolores, experimentado en quebranto," les abrió el camino y por él anduvo. Sus seguidores ven sus huellas y al verlas se consuelan y animan. El llegó salvo al destino, y también ellos podrán llegar a salvo si siguen sus huellas.
En el camino ancho, todos piensan en si mismos, en su ropa y en los placeres del camino. Se entregan libremente a la hilaridad y algazara, sin pensar en el término de la jornada, donde les aguarda segura destrucción. Cada día se acercan más a su nefasta suerte; sin embargo, se apresuran locamente, cada vez con más rapidez. ¡Oh, cuán terrible me pareció aquel espectáculo!
Vi que muchos de los que iban por ese camino ancho llevaban escritas sobre sí estas palabras: "Muerto para el mundo. El fin de todas las cosas está cerca. Preparaos también." Su aspecto era el mismo que el de todos los demás frívolos seres que los rodeaban, excepto cierto aire de tristeza que se advertía en sus semblantes. Su conversación era igual a la de las alegres y atolondradas gentes que con ellos iban, aunque de vez en cuando se detenían a señalar con mucha satisfacción el letrero de sus vestidos, y exhortaban a los demás a que también se lo pusiesen en los suyos. Iban por el camino ancho, y sin embargo, decían pertenecer a la compañía que viajaba por el camino estrecho; pero sus compañeros les replicaban: "No hay distinción entre nosotros. Somos iguales. Vestimos, hablarnos y obramos de igual manera."
Joyas de los Testimonios Tomo 1 pags. 33,34
¿Compraste el artículo verdadero o tienes una falsificación? ¿Andas por la senda estrecha rumbo al cielo, o solo llevas un cartel y vas a la perdición?
Solemnes preguntas.
La respuesta es personal y debe darse ante Aquel que pesa los espíritus.

sábado, 13 de noviembre de 2010

¿HAS SUBIDO AL TREN?

"Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna". 1º Juan 5:19,20
Cuando eramos niños, una de las cosas que más esperábamos mis amigos y yo, era la llegada de los parques de diversiones. En una época en que los entretenimientos eran contados, incluso el peor de ellos nos resultaba divertido. Nuestro mayor interés era subir al llamado "tren fantasma", en el que un pequeño convoy marchaba con rapidez por las vías de un lugar oscuro y lleno de sorpresas. Generalmente estaban poblados de calaveras, monstruos, y otras cosas bastante burdas que aparecían de repente. No es que nos diera miedo, sino que subíamos en él por el puro placer de la excitación. Gritábamos y hacíamos escándalo, más para asustar a las niñas que venían detrás que por temor a los fantoches que aparecían.
Pero hay otro tren, más peligroso, aunque mejor iluminado que los de mi infancia, en el que la humanidad entera se está subiendo. En sus primeros escritos, Elena de White relata lo siguiente:
"Se me mostró un tren de vagones que marchaban con la velocidad del rayo. El ángel me mandó que observara cuidadosamente. Fijé la vista en el tren. Parecía que en él iba el mundo entero. Después el ángel me mostró al jefe del tren, un hermoso e imponente personaje a quien todos los pasajeros admiraban y reverenciaban. Quedé perpleja y le pregunté a mi ángel acompañante quién era aquel jefe. Me respondió: "Es Satanás, disfrazado de ángel de luz. Ha cautivado al mundo. Este ha sido entregado a formidables engaños para creer en una mentira a fin de que se condene. Su agente, el que le sigue en categoría, es el maquinista, y otros agentes suyos están empleados en diversos cargos, según los va necesitando, y todos marchan con relampagueante velocidad a la perdición. Le pregunté al ángel si no había quedado nadie sin subir en el tren, y él me mandó que mirase en dirección opuesta, donde vi una pequeña compañía que caminaba por un sendero angosto. Todos parecían firmemente unidos por la verdad. Aquella pequeña compañía daba muestras de fatiga, como si hubiese pasado por muchas pruebas y conflictos. Parecía como si el sol acabara de levantarse detrás de una nube y brillara sobre sus rostros, dándoles aire de triunfo, cual si estuvieran próximos a ganar la victoria". Primeros Escritos pag. 263
¡Casi todo el mundo en poder del maligno! ¡Qué pensamiento terrible! Asusta más que cualquier tren fantasma.
¿Cuáles son algunos de esos engaños?
Jesús advirtió en su sermón profético de Mateo 24 que habría una obra de engaño (versículos 4, 11, 23-26). El mayor de todos estos engaños es hoy el espiritismo, derivado de la falsa doctrina de la inmortalidad del alma. A través de sus múltiples manifestaciones contribuye a la perdición de millones. Ya en el Edén el diablo  engaño a nuestros primeros padres con la idea de que no morirían, y todavía la gente lo sigue creyendo. (ver obra-maestra-del-engano.html)
Lo siguiente ha sido rebajar el relato de la creación a nivel de cuento para niños. Cuando dejamos de lado lo que la Biblia enseña sobre la creación, el paso lógico siguiente es desechar al Creador. De allí a rechazar toda la Revelación hay un corto paso.
El abundante error doctrinal, la falsificación de la gracia y de los dones del espíritu, que forman el vino de Babilonia, sirven de tropiezo a la gente y echan a perder el gusto por el dulce jugo de la verdad.
Así tenemos religión sin comunión, cristianismo sin Cristo y fervor sin entrega; ¿no es esto una tragedia?
El engaño del mundo, la búsqueda de placer y riquezas constituye la perdición de incontables seres humanos, que se hacen esclavos de una ambición que nunca será satisfecha y que los dejará vez tras vez en un vacío sin remedio.
Podría seguir, pero estoy seguro que el lector puede sin dificultad hacer su propia lista...
Me gustaría ahora enfocarme en los que no se han subido al tren. Los que forman esa "pequeña compañía" ¿Cómo lo lograron? ¿Cómo escaparon de la influencia de engaños tan poderosos?
Engaños que vienen del "inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia". 2º Tesalonicenses 2:9-12
La respuesta está allí mismo: "Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra". (versículos 13-15).
Recordemos que Dios mismo nos llama a formar parte de su familia. Él nos eligió, nos salvó y nos santificó por medio de la verdad. Cristo llega a ser nuestro modelo y nuestro blanco.
Así como abandonar la verdad lleva a la perdición, recordar nuestra filiación nos lleva a "perfeccionar la santidad en el temor de Dios".
La cita siguiente es fuente de ánimo e inspiración para todo creyente: "Pero la adopción en la familia de Dios nos hace hijos y no esclavos. Cuando el amor de Cristo entra en el corazón, nos esforzamos por imitar el carácter de Cristo... Mientras más estudiamos la vida de Cristo dispuestos a obedecer, más semejantes a Cristo nos volvemos. El Espíritu Santo infunde claro entendimiento en el corazón de cada verdadero hacedor de la Palabra. Mientras más crucificamos las prácticas egoístas impartiendo nuestras bendiciones a otros y ejerciendo nuestras facultades recibidas de Dios, más se fortalecerán las gracias celestiales y aumentarán en nosotros. Creceremos en espiritualidad, en paciencia, en fortaleza, en humildad, en delicadeza... Los carros en un tren no sólo están conectados a la locomotora; recorren la misma vía. ¿A quién estamos siguiendo?" Dios nos cuida Página 139
¿A qué tren te has subido?

EL TRATO DE DIOS CON ISRAEL III

Cuando no podemos ver la mano de Dios en medio de las desgracias y males de este mundo, cuando la violencia y la maldad alcanzan nuevos límites, cuando parece que el Señor abandonó la escena en manos de los demonios y todo está mal; es entonces cuando conviene repasar la manera en que él guia a su pueblo. Porque su trato con sus hijos es siempre el mismo y las lecciones de ayer son válidas también para hoy.
En las entradas anteriores consideramos la fidelidad divina y la infidelidad de sus hijos repasadas en el canto de Deuteronomio 32 y los interrogantes que surgen del mismo. Ahora veamos el resto del poema:
"De la Roca que te creó te olvidaste; te has olvidado de Dios tu creador.
Y lo vio Jehová, y se encendió en ira por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas.
Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, veré cuál será su fin;
porque son una generación perversa, hijos infieles.
Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; me provocaron a ira con sus ídolos;
Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo,
los provocaré a ira con una nación insensata.
Porque fuego se ha encendido en mi ira, y arderá hasta las profundidades del Seol...
Yo había dicho que los esparciría lejos, que haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos,
De no haber temido la provocación del enemigo, no sea que se envanezcan sus adversarios,
No sea que digan: Nuestra mano poderosa ha hecho todo esto, y no Jehová.
Porque son nación privada de consejos, y no hay en ellos entendimiento.
¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto, y se dieran cuenta del fin que les espera!
¿Cómo podría perseguir uno a mil, y dos hacer huir a diez mil,
Si su Roca no los hubiese vendido, y Jehová no los hubiera entregado?
Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca, y aun nuestros enemigos son de ello jueces...
Porque Jehová juzgará a su pueblo, y por amor de sus siervos se arrepentirá,
Cuando viere que la fuerza pereció, y que no queda ni siervo ni libre. Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y yo hago vivir; yo hiero, y yo sano; y no hay quien pueda librar de mi mano...
Alabad, naciones, a su pueblo, porque él vengará la sangre de sus siervos, y tomará venganza de sus enemigos, y hará expiación por la tierra de su pueblo".
Deuteronomio 31:18-43
Nos quedan aún dos preguntas sin responder:
  • ¿Dios procede con ánimo vengativo?
  • ¿Qué significa que "esconde su rostro" de nosotros?
El Señor es diferente del ser humano pecador. A nosotros nos encanta decir frases como: -"te lo dije"- ; o -"tu te la buscaste, ahora aguanta las consecuencias"-.
Pero Dios, que nos ama con un amor imposible de expresar con palabras, no quiere la ruina y la destrucción de aquellos por los que pagó tan alto precio en la sangre de Cristo Jesús. Anhela que nos volvamos de nuestros malos caminos; diciendo: "¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto, y se dieran cuenta del fin que les espera!"
No obstante, no permanece impasible ante el mal. Tomará venganza contra él. Solamente que en esas ocasiones vela su presencia para que las tinieblas contrasten claramente con su luz. Con infinita paciencia se "demora" en la retribución para dar lugar al arrepentimiento (ver 2º Pedro 3:9), pareciendo que no actúa, pero vigilando el progreso del mal para ponerle coto. Esto se ve en el clamor de las almas simbólicas bajo el altar en el quinto sello de la profecía del Apocalipsis que "clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos". Apocalipsis 6:10,11
El canto finaliza con la promesa de la intervención sagrada para rescatar a su pueblo y otorgarle nuevamente su gracia. El pecador será redimido pero el pecado no quedará impune.
Alabemos al Señor por su carácter misericordioso y paciente, que no tiene en cuenta nuestras infidelidades, que se halla listo para perdonar, rescatar y otorgar su favor a sus hijos desleales cuando se arrepienten. Ninguna otra cosa puede proporcionar mayor esperanza que tal disposición de nuestro amoroso Padre Celestial.
Prestemos atención a las lecciones de la historia sagrada, los que queremos pasar el Jordán para entrar en la Canaán Celestial: "Vino Moisés y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué hijo de Nun. Y acabó Moisés de recitar todas estas palabras a todo Israel; y les dijo: Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella". Deuteronomio 32:44-47

EL TRATO DE DIOS CON ISRAEL II

No hay en ningún himnario cristiano un himno de esta clase...
Tampoco tendría éxito, no estaría primero en ventas, ni se incluiría jamás alguno que tuviera como tema las flaquezas humanas, la apostasía y la ingratitud de las criaturas con su Creador.
¿Quién cantaría algo así como: "¿Así pagáis a Jehová, pueblo loco e ignorante?", no les parece?
En un extenso poema que Moisés debía enseñar a los hijos de Israel se revela la manera en que Dios procede con su pueblo. Se evidencian en él, tanto su justicia como su misericordia en la forma en que condujo a su pueblo a través de los tiempos.
"Escuchad, cielos, y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca.
Goteará como la lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento;
Como la llovizna sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba;
Porque el nombre de Jehová proclamaré. Engrandeced a nuestro Dios.
El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud;
Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto.
La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, Generación torcida y perversa.
¿Así pagáis a Jehová, pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? El te hizo y te estableció.
Acuérdate de los tiempos antiguos, considera los años de muchas generaciones;
Pregunta a tu padre, y él te declarará; a tus ancianos, y ellos te dirán.
Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres,
Estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel.
Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó.
Le halló en tierra de desierto, y en yermo de horrible soledad;
Lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo.
Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos,
Extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas,
Jehová solo le guió, y con él no hubo dios extraño.
Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, y comió los frutos del campo,
E hizo que chupase miel de la peña, y aceite del duro pedernal;
Mantequilla de vacas y leche de ovejas, con grosura de corderos, y carneros de Basán;
también machos cabríos, con lo mejor del trigo; y de la sangre de la uva bebiste vino.
Pero engordó Jesurún, y tiró coces (engordaste, te cubriste de grasa);
Entonces abandonó al Dios que lo hizo, y menospreció la Roca de su salvación.
Le despertaron a celos con los dioses ajenos; lo provocaron a ira con abominaciones.
Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; a dioses que no habían conocido,
A nuevos dioses venidos de cerca, que no habían temido vuestros padres.
De la Roca que te creó te olvidaste; te has olvidado de Dios tu creador".
  Deuteronomio 32:1-18
Semejante proceder de parte de quienes fueron rescatados de la opresión nos llena de asombro. Pero los cristianos no lo hemos hecho mejor, por lo tanto este cántico es también para nosotros.
En la entrada anterior proponía algunos interrogantes que se levantan al respecto. Veamos los dos primeros.
1- Si Dios sabía que esto iba a suceder, ¿porqué lo permitió?
Con toda claridad se afirma que la obra de Dios es perfecta, y que si algo salió mal "la corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha".
Al ennumerar las acciones divinas y las bendiciones que proporcionó a Israel, el canto deja en claro por medio de vigorosas figuras del lenguaje, el amoroso trato que brinda a los suyos. Nada que pudiese haber hecho en su favor dejó de hacerse.
Pero al mismo tiempo que este canto exculpa al Señor, enfatiza la responsabilidad humana. Aunque Dios es todopoderoso, no anula la libre elección del ser humano.
Permite que sus criaturas reciban las consecuencias de sus propias acciones para que puedan ver por sí mismas los efectos terribles del pecado; aunque siempre se halla cerca para consolarnos y sanar nuestras heridas.
Los israelitas, sin embargo, al verse en prosperidad lo abandonaron, lo menospreciaron y lo reemplazaron por otros dioses. Esto solo puede calificarse como la más negra ingratitud. No, él no es responsable de las elecciones del hombre ni de las consecuencias de éstas.
2- ¿No tiene él suficiente poder para evitar la apostasía de sus hijos?
La respuesta más sencilla es un enfático sí. Pero en los propósitos divinos no está simplemente evitar el mal (podría haberlo hecho eliminando al Diablo), sino dejarlo sin justificación.
Y esto requiere de un aprendizaje. Al igual que una madre que quiere enseñar a su hijo a comer por su cuenta, que permite que se ensucie, tire y desperdicie la comida (cuando le sería más fácil dársela ella misma), Dios permite el avance del mal pero vigila atentamente el proceso.
Satanás acusó a Dios de injusticia (ver Job 1), y este respondió permitiendo al maligno causar dolor a su siervo; no obstante, siempre le puso límites a su accionar. La Biblia nos da la seguridad de que "no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar". 1º Corintios 10:13
Recordemos: "la corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha".

viernes, 12 de noviembre de 2010

EL TRATO DE DIOS CON ISRAEL I

"El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto. La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, generación torcida y perversa". Deuteronomio 32:4,5
El libro de Deuteronomio me fascina. No es una simple repetición de cosas que están en los libros de Éxodo y Números, sino una recapitulación vibrante de los hechos poderosos de Dios en favor de su pueblo.
Reivindica por un lado la acción del Señor en la historia, su justicia, bondad y perfección, y por el otro pone al descubierto la ingratitud de quienes había rescatado de Egipto. Muestra al mismo tiempo luz y sombra; luz procedente de Dios y sombras de quienes en vez de servirle se apartan de él.
Aparece en este libro en estrecho contacto con su pueblo elegido; dándole a Israel un trato familiar, digno del padre que con amor aconseja y reprende a sus hijos. Quiere que recuerden de dónde salieron y cómo fueron rescatados, pero por sobre todo, sabiendo que se desviarían, les amonesta con firmeza. Recurre a un método muy eficaz para que estas instrucciones permanezcan entre ellos por generaciones, les manda componer un canto con sus advertencias finales:
"Y se apareció Jehová en el tabernáculo, en la columna de nube; y la columna de nube se puso sobre la puerta del tabernáculo. Y Jehová dijo a Moisés: He aquí, tú vas a dormir con tus padres, y este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses ajenos de la tierra adonde va para estar en medio de ella; y me dejará, e invalidará mi pacto que he concertado con él; y se encenderá mi furor contra él en aquel día; y los abandonaré, y esconderé de ellos mi rostro, y serán consumidos; y vendrán sobre ellos muchos males y angustias, y dirán en aquel día: ¿No me han venido estos males porque no está mi Dios en medio de mí? Pero ciertamente yo esconderé mi rostro en aquel día, por todo el mal que ellos habrán hecho, por haberse vuelto a dioses ajenos. Ahora pues, escribíos este cántico, y enséñalo a los hijos de Israel; ponlo en boca de ellos, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Israel. Porque yo les introduciré en la tierra que juré a sus padres, la cual fluye leche y miel; y comerán y se saciarán, y engordarán; y se volverán a dioses ajenos y les servirán, y me enojarán, e invalidarán mi pacto. Y cuando les vinieren muchos males y angustias, entonces este cántico responderá en su cara como testigo, pues será recordado por la boca de sus descendientes; porque yo conozco lo que se proponen de antemano, antes que los introduzca en la tierra que juré darles".
Deuteronomio 31:15-21
El texto citado levanta varias preguntas:
Si Dios sabía... ¿porqué lo permitió?
¿No tiene él suficiente poder para evitar la apostasía de sus hijos?
¿Dios procede con ánimo vengativo?
¿Qué significa que "esconde su rostro" de nosotros?
Abordaremos estas preguntas en las siguientes entradas; pero ahora, un pequeño resumen:
En la presciencia de Dios se anticipa el fracaso de Israel en seguirle luego de su entrada en Canaán. Les llama "generación torcida y perversa" con toda razón. No se trata de que su caída fuera un hecho inevitable, sino de que el Divino Lector del Futuro les presentaba de antemano lo sucedido para que, al hallarse en desgracia, pudieran recapacitar y arrepentirse.
Sus advertencias, aunque duras, tenían una función didáctica y restauradora. Recordar el pasado puede servirnos para alegrarnos, entristecernos o reflexionar. El propósito de Dios era que la lectura de estos pasajes de advertencia volviera sus corazones en sincero arrepentimiento y reforma.
Esto se observa luego en lo hecho por los líderes posteriores como Ezequías, Josías, Daniel o Nehemías, que al ponerse en contacto con las reprensiones de su Palabra guiaron al pueblo a revalidar su pacto con Dios.
El proceder básico del Señor con su pueblo fue (y sigue siendo) el siguiente:
  • Anticipar sus acciones
  • Anticipar la consecuencia de sus acciones
  • Permitir que sufran la consecuencia de sus acciones
  • Intervenir poderosamente para salvarlos
  • Renovar su pacto de gracia con ellos
Como ya expresé, anticipar la conducta de alguien no es determinismo. Que yo sepa de antemano lo que alguien va a hacer y los resultados evidentes de su acción no obliga a la otra persona a realizar buenas o malas acciones.
Muestra solamente que él conoce nuestra naturaleza y las tendencias del corazón. Aunque espera que procedamos bien, sabe que somos inclinados al mal.
Como los faros en la costa del mar iluminan las sombras y ponen al descubierto los obstáculos mortales para los barcos, sus mensajes son mensajes de gracia, no de condenación. La luz de la revelación que muestra las aristas desagradables de nuestro carácter no busca herir sino sanar. Es que por el empecinamiento propio del pecado no recapacitamos hasta que los hechos nos golpean en el rostro.
Al mismo tiempo, el hecho de que permita el sufrimiento no revela un aspecto cruel del Señor. Muy por el contrario, al mostrar los efectos de nuestras elecciones y dejarnos sufrir sus consecuencias, nos dice que está vigilando el proceso para que no seamos destruidos ni caigamos en la desesperación. Por mucho que nos hayamos alejado, se resiste a abandonarnos a nuestra suerte.
Por último, su actitud hacia el pecador es la misma a lo largo de todos los siglos desde que el mal irrumpió en nuestro mundo: "Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos". Oseas 14:4

miércoles, 10 de noviembre de 2010

¿RECIBIMOS LO QUE SEMBRAMOS?

"Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino". Lucas 23:39-42
En la crucifixión, uno de los ladrones expresó la aguda contradicción que había entre su suerte y la de Jesús. En los dos homicidas se cumplía la justicia; pero en relación al nazareno que ocupaba la cruz del medio, ¿qué sucedía?
Es que el plan de Dios contempla a la vez justicia e injusticia (¿incomprensible, verdad?) ...
Una de las inalterables leyes del universo físico es que cosechamos lo que sembramos. Esto es cierto en el terreno físico y debería serlo también en el terreno espiritual. "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará". Gálatas 6:7
Como las consecuencias de nuestros actos generalmente regidos por el pecado no suelen ser agradables, la réplica humana a dichos efectos suele ser la desesperación, la ira, la rebelión o cualquier combinación de estas.
Esto se hizo patente en cómo lo manifestó con amargura el primer asesino, al ser confrontado por Dios: "Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado". Génesis 4:13
Admitimos que la mala cosecha debe recibir castigo y la buena debe ser premiada. Eso lo sabe cualquiera. Es lo esperado; lo justo y necesario. Sin embargo, no siempre sucede así...
¿Qué pues si recibimos algo distinto de lo que plantamos? ¿No es injusto?
Consideremos la experiencia del Señor para con su pueblo Israel a fin de comprender un poco mejor este asunto.
Dios había intervenido poderosamente a lo largo de la historia para conducir a la nación israelita a una relación favorable de pacto con él, para que fueran sus testigos; la "luz para los gentiles".
Pero ellos respondieron vez tras vez con rebeldía, obstinación e idolatría.  Abundan los ejemplos de la obstinación de Israel y de la infinita paciencia y misericordia de Dios para con su necio rebaño.
Su dolor por la miserable cosecha recibida del abundante despliegue de su gracia, se refleja en el triste reclamo del profeta evangélico:
"Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres. Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?" Isaías 5:1-5
La respuesta inicial de Dios para con su pueblo rebelde, fue permitirle cosechar las consecuencias de sus propios actos; pero si prestamos atención, no terminaría allí. En los capítulos siguientes (6 y 7), le fue dado al profeta tener una visión de su gloria y se le manifiestó la intención divina de intervenir drásticamente en la historia de este mundo.
"Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel". Isaías 7:14
¡Darlo todo para recibir tan poco! Es tan triste. Puede decirse con propiedad que eso no es justo.
Sin embargo, la injusticia del hombre no hace más que resaltar la justicia y misericordia empleadas por la Divinidad para nuestra salvación. Él no se resigna a abandonarnos a nuestra suerte, pues nos ama con un amor que está más allá de todo entendimiento humano.
Como ya dije, el plan de Dios contempla a la vez justicia e injusticia. Por eso se lo llama el "misterio" de la redención.
Su carácter inmaculado ocupó el lugar del deforme caracter del pecador; se ofrecieron su justicia por nuestra inmundicia, su pureza por nuestras impurezas, su amor por nuestra ingratitud. Fue un pésimo trueque; el intercambio más desigual que se haya realizado en toda la historia del universo.
El Señor fue injusto con su inocente Hijo, para poder ser justo con sus hijos caídos de este mundo. El peso de la ley cayó sobre el inocente y el culpable salió libre.
Y todo fue por su amor hacia nosotros...
"Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación... Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él". 2º Corintios 5:19,21
La paradoja de la cruz, es que para ser justo y a la vez justificar a la raza caída, Jesús tuvo que pagar el horrible precio de la transgresión sufriendo la muerte por todos nosotros.
A manera de himno glorioso, el apóstol Pablo afirma sobre este hecho:
"Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús". Romanos 3:21-26
¡Maravilloso e incomprensible amor redentor!
E.G. White dice también: "Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado. El sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos recibir la vida suya. "Por su llaga fuimos nosotros curados." (Isaías 53:5)". El Deseado de todas las gentes pag. 25
¡Gracias Señor por haber sido injusto con tu amado Hijo, para que un rebelde como yo pueda ser salvo!

miércoles, 3 de noviembre de 2010

DOBLE MICROCOSMOS

Les propongo un estudio comparativo de dos parábolas enseñadas por Jesús que aparentemente no tienen relación entre sí; pero que vistas en conjunto, nos enseñan valiosas lecciones espirituales.
La primera de ellas es la parábola del buen samaritano; la otra la parábola del redil. 
"Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? El le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás". Lucas 10:25-28
El énfasis de la pregunta, típica en un legalista, era: "qué debo hacer yo" para obtener la salvación.
El egoísta y autosuficiente corazón humano es incapaz de percibir que no hay absolutamente nada que podamos hacer por nuestra cuenta y mérito para alcanzarla.
La repregunta del Salvador y el relato siguiente, tenían como objetivo guiarlo de su errada confianza basada en la letra de la ley, a la nobleza del espíritu de la ley. Del error de la autojustificación, deseaba llevarlo a una correcta comprensión de lo que significa amar y obedecer a Dios. 
La respuesta del hombre fue defensiva: "Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo". Lucas 10:29-37
De los tres viajeros, solo uno tuvo la actitud requerida por el Señor: la misericordia. 
"Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios". Miqueas 6:8
Eso fue lo que lo convirtió en un PRÓJIMO. 
No era pues cuestión de HACER sino de SER.
El relato siguiente era familiar para los judíos porque presenta escenas de la vida pastoril. Un redil, un rebaño, un pastor, acompañados de otros personajes, buenos y malos, todos comunes al contexto de la historia.
"Ciertamente les aseguro que el que no entra por la puerta al redil de las ovejas, sino que trepa y se mete por otro lado, es un ladrón y un bandido. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil... Ciertamente les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas...  El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas... Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor". Juan 10:1-16
En este relato hay una aparente confusión de roles: el asalariado y el verdadero pastor, el ladrón y el pastor, las ovejas de dentro y fuera del redil. Al final, queda claro el lugar de cada uno.
En el cuadro que sigue, una relación de los personajes de ambos relatos nos proporciona una visión comparativa del "quién es quién" en este microcosmos de la redención.

EL BUEN SAMARITANOPARÁBOLA DEL REDIL
HOMBREOVEJAS
LADRONESLADRON
SACERDOTEASALARIADO
LEVITAASALARIADO
BUEN SAMARITANOBUEN PASTOR
MESONEROPORTERO

Tanto el viajero moribundo como las ovejas (tu y yo), son presentados como indefensos, incapaces de hacer algo por sí mismos para cambiar su suerte. Son nuestro fiel reflejo, pues sin el auxilio de la gracia divina seríamos fácil presa de Satanás. Pero aunque necesitados y débiles, somos llamados a la salvación.
Las ovejas, además, ya sea las que están en el redil, como las que se hallan fuera, son objeto del más alto interés del pastor, que está dispuesto a dar su vida por ellas. 
La Biblia es meridianamente clara al afirmar que ninguna otra cosa que la misericordia del Salvador obra nuestra salvación; que nuestra obediencia, aunque necesaria, es posterior y derivada de este soberano acto de redención.  La observancia de la ley es consecuencia de la morada del Espíritu en el corazón del creyente.
 El mesonero y el portero representan a los que, con fidelidad, aunque sin brillar, colaboran activamente en el adelanto de la causa del Señor: Podemos encontrarlos en la puerta de cada iglesia con una sonrisa de cálida aceptación. Son los que dan la bienvenida, cobijan y sostienen a los nuevos creyentes.
 En contraste, tanto el levita, como el sacerdote y el asalariado se ocupan nada más que de sus propios asuntos. Son representativos de aquellos que aman más a los bancos del templo que a quienes se sientan en ellos. Éstos sienten pasión por los programas de la iglesia, pero desprecian a sus beneficiarios. Hablan de la responsabilidad pero huyen de ella.
El elemento negativo lo aportan el y los ladrones de sendas historias. No traen más que problemas, robo, muerte y destrucción. Reflejan la triste categoría de muchos que pueblan nuestras congregaciones, no siendo trigo sinó cizaña.
Felizmente, en ambas aparecen con el calificativo de bueno, un samaritano y un pastor. Los dos son despreciados; el primero por su nacimiento, el segundo por su profesión. No son religiosos profesionales sino humildes trabajadores. No obstante, traen salvación, cuidado y seguridad a quienes se encuentran bajo su responsabilidad. Representan sin duda a Jesús, nuestro maravilloso pastor y auxiliador.
Cada uno de nosotros es inevitablemente uno de los personajes de estas parábolas, con excepción de los últimos dos nombrados. 
¿Con cuál de estos personajes te identificas?