domingo, 29 de marzo de 2009

Mi Jesús

En éste, el primero de una serie de estudios sobre Hebreos, quisiera compartir con los lectores la belleza de nuestro Salvador, tal como se presenta en dicho libro.
Antes, una aclaración ¿por qué el título MI JESÚS?
En una canción de Alberto Cortéz, que hablaba de un perro vagabundo, rezaba lo siguiente:
"Era nuestro perro porque lo que amamos lo consideramos nuestra propiedad"
Alberto Cortez - CALLEJERO
Al llamar a algo o alguien "nuestro", o usar cualquier otro pronombre posesivo, lo que hacemos no es apropiárnoslo , sino señalar y resaltar el objeto de nuestro afecto.
En el caso de llamar a Dios o a Jesús "nuestro", lo decimos de manera análoga. Aunque más bien es correcto decir que nosotros somos suyos, lo hacemos así más cercano a nuestra experiencia, más allegado a nuestro corazón.
El primer pasaje del libro que consta de apenas tres versículos, constituye un bello himno a nuestro Señor, que lo presenta en toda su gloria por medio de siete proposiciones.
Dice así:
"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas" Hebreos 1:1-3
1- Heredero de todo
Jesús no "hizo mérito" para ser heredero, ya era dueño de todo. Pero recibe la herencia perdida de Adán en su condición de hijo obediente. Él ocupó nuestro lugar, se rebajó a ser como uno de nosotros, tuvo que sufrir, morir en la cruz y llevar el castigo por nuestras transgresiones.
2- Hizo el universo
El Hijo que "como cordero fue llevado al matadero" es el mismo Todopoderoso que creó todo lo que existe o existirá por la palabra de su boca.
3- Resplandor de su gloria
La luz del rostro de Dios brilla en Jesús.
"Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo". 2 Corintios 4:6
4- Imagen de su sustancia
El era uno con el Padre desde la eternidad. No había diferencia de gloria o poder entre ambos. Y aunque nunca podremos comprenderlo plenamente, como dijo el Señor de si mismo, "el que me ha visto a mí ha visto al Padre" Juan 14:9
5- Sustentador
Cada respiración, cada latido de nuestro corazón le pertenece, cada átomo de la creación existe y se mantiene por Él. ¡Qué pensamiento abrumador, pero a la vez, que gloriosamente consolador!
Ese es nuestro Amigo celestial.
6- Purifica nuestros pecados
Si todo lo anterior pueda parecer insatisfactorio a una mente poco receptiva, el autor de Hebreos va al punto central de su carta. Cristo murió por nuestros pecados, resucitó para nuestra salvación e intercede por nosotros en el Santuario del cielo.
7- Se sentó a la diestra de Dios
El acto final de este maravilloso drama concluye con Jesucristo sentado a la diestra de su Padre. Pero no está allí ocioso, sino activamente ocupado en la redención de su pueblo.
¿Puede pedirse o desearse algo más?
Mi Jesús es digno de toda gloria y alabanza por la eternidad (si es que la eternidad alcanzara para ello).