lunes, 15 de noviembre de 2010

LOS DOS CAMINOS

Igual y parecido no son lo mismo.
En nuestro mundo abundan las falsificaciones. Se venden de todo tipo de productos que tienen apariencia de calidad y sin embargo no son más que imitaciones baratas. Basta que salga algo original para que pululen los sustitutos de bajo precio. Por eso mismo tienen éxito y la gente los compra; por ser baratos.
En mi país, Argentina, hasta hemos inventado una palabra para describirlo: el vocablo "trucho", que significa algo que no es original o que es de baja calidad. 
En la historia de la iglesia desde Israel hasta nuestros días, también el diablo se ha especializado en vender baratijas. Hay imitaciones del verdadero camino, de la fe, de la iglesia, del don profético y sustitutos de la experiencia cristiana; en fin, ha imitado todo.
Veamos tres ejemplos que corresponden a Israel, los tiempos apostólicos y a la iglesia del tiempo del fin:
  1. "Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio." Isaías 4:1
  2. "Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero." Hechos 8:18-20
  3. "Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo." Apocalipsis 3:15-17
La desvergüenza de querer llevar el nombre de Cristo sin tener su carácter ni su justicia; el desear los dones espirituales sin someterse al Espíritu; la autosuficiencia del pecador que cree que todo está bien cuando todo está mal, se reflejan aquí. Y a lo largo de los tiempos miles han caído en el error de querer comprar algo parecido a la fe verdadera, pero que demande menos esfuerzo de su parte.
Algo parecido al cristianismo no es cristianismo. Algo parecido a la salvación no salva. Ni el dinero, ni el prestigio ni las obras valen nada para alcanzar el status de hijos de Dios. Es apenas mercaderia barata que no pasará el examen de calidad del cielo.
Pero así como la mercancía de calidad es cara, la verdadera piedad cuesta todo lo que tenemos. Para adquirir las gracias celestiales debemos entregarlo todo. De otro modo, estamos equivocando el camino.
Comparto con mis lectores esta cita que estremece: "Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y anchuroso el camino que conduce a la destrucción y muchos son los que andan por él; pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y pocos lo encuentran." 
Estos caminos son distintos, están separados y van en direcciones opuestas. Uno conduce a la vida eterna y el otro a la muerte. Vi la distinción entre ambos caminos y también la distinción entre quienes por ellos andaban. Los caminos eran totalmente opuestos. Uno era ancho y llano; el otro áspero y estrecho. Así, quienes por ellos iban eran opuestos en carácter, conducta, porte y conversación.
Los que van por el camino estrecho hablan de la alegría y felicidad que les aguardan al fin de la jornada. Su aspecto es a menudo triste, pero a veces brilla con sagrado y santo gozo. No visten como los que van por el camino ancho ni hablan ni obran como ellos. Se les ha dado un modelo. Un "varón de dolores, experimentado en quebranto," les abrió el camino y por él anduvo. Sus seguidores ven sus huellas y al verlas se consuelan y animan. El llegó salvo al destino, y también ellos podrán llegar a salvo si siguen sus huellas.
En el camino ancho, todos piensan en si mismos, en su ropa y en los placeres del camino. Se entregan libremente a la hilaridad y algazara, sin pensar en el término de la jornada, donde les aguarda segura destrucción. Cada día se acercan más a su nefasta suerte; sin embargo, se apresuran locamente, cada vez con más rapidez. ¡Oh, cuán terrible me pareció aquel espectáculo!
Vi que muchos de los que iban por ese camino ancho llevaban escritas sobre sí estas palabras: "Muerto para el mundo. El fin de todas las cosas está cerca. Preparaos también." Su aspecto era el mismo que el de todos los demás frívolos seres que los rodeaban, excepto cierto aire de tristeza que se advertía en sus semblantes. Su conversación era igual a la de las alegres y atolondradas gentes que con ellos iban, aunque de vez en cuando se detenían a señalar con mucha satisfacción el letrero de sus vestidos, y exhortaban a los demás a que también se lo pusiesen en los suyos. Iban por el camino ancho, y sin embargo, decían pertenecer a la compañía que viajaba por el camino estrecho; pero sus compañeros les replicaban: "No hay distinción entre nosotros. Somos iguales. Vestimos, hablarnos y obramos de igual manera."
Joyas de los Testimonios Tomo 1 pags. 33,34
¿Compraste el artículo verdadero o tienes una falsificación? ¿Andas por la senda estrecha rumbo al cielo, o solo llevas un cartel y vas a la perdición?
Solemnes preguntas.
La respuesta es personal y debe darse ante Aquel que pesa los espíritus.