viernes, 24 de diciembre de 2010

PERFUMADOS

"Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha bendecido". Génesis 27:27
Desde que era niño tenía cierta repulsión por los olores fuertes y los perfumes. No sé por qué; tal vez sea algo irracional, pero me molestan los aromas fuertes; es algo que no puedo evitar.
Sin embargo, es bueno estar perfumado. El olor natural del cuerpo (sobre todo en regiones muy calurosas como la mía), puede degenerar rápidamente en insoportable hedor de transpiración y suciedad.
Un poco de perfume puesto, no para esconder la falta de higiene  sino para agregar un toque personal a nuestra apariencia, es bueno y legítimo. El tipo de fragancia que elegimos nos identifica, nos hace socialmente aceptables, atrae, y marca nuestra presencia incluso después de habernos marchado.
El texto inicial menciona que Isaac estaba esperando que llegara su hijo Esaú para bendecirlo, cuando apareció Jacob vestido con sus ropas para engañar a su padre que había perdido la vista en gran medida. Cuando el suplantador se acercó, el patriarca fue confundido por el olor de sus vestidos y pronunció una bendición sobre el hijo equivocado.
Está claro que el olor de las vestiduras de Esaú no provenían de jabón o de alguna fragancia de costosa marca; eran el de un cazador, tal vez sudoroso y sin aroma a detergentes o suavizantes de ropa. En definitiva, olor "a campo". No obstante, eran el olor de su hijo preferido, que encendía recuerdos agradables en el corazón del anciano padre.
Al parecer, todos poseemos una "memoria olfativa", que asocia lo que olemos a un momento especial que hayamos vivido. Un buen aroma despierta ocultas emociones y puede hacernos sentir casi inadvertidamente apetito, felicidad, tristeza o repulsión, por ejemplo.
La fragancia que emanamos es principalmente un símbolo de la influencia personal. En el antiguo testamento, se agregaba incienso a los sacrificios, los cuales ascendían a Dios en "olor grato". Así lo hizo Noé al salir del arca; también Abraham construía altares para elevar ofrendas como "olor agradable" al Señor, y finalmente los sacrificios y sus ofrendas accesorias fueron regulados por Dios mismo en las instrucciones dadas a Moisés.
En la Biblia, los buenos aromas se asocian también con:
  • La generosidad - "Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios". Filipenses 4:18
  • La gratitud - "Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume". Juan 12:3
  • El bienestar - "En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza". Eclesiastés 9:8
  • El testimonio cristiano -  "Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?" 2ª Corintios 2:14-16
El mundo necesita que haya cristianos fragantes para contrarrestar el hedor de muerte que emana del pecado.
¿Y tú, hueles bien?
Pidamos hoy al Señor que tú y yo seamos llenados del perfume de su amor redentor, a fin de que seamos para los demás "grato olor de Cristo...olor de vida para vida".