lunes, 31 de octubre de 2011

LA MUJER I

“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. 1ª Pedro 3:7
-”¡Qué fastidio! Otra página machista”, pensarán algunas damas.
- “No somos más frágiles que el hombre”; podrían protestar algunas.
Para las feministas, esta declaración de las Escrituras puede incluso resultar ofensiva; algo del siglo antepasado que no se puede aplicar a las mujeres modernas, que están en pie de igualdad con el hombre.
La mujer, ¿es superior, inferior o igual al hombre? ¿O tal vez es simplemente diferente?
Quisiera dedicar las siguientes entradas a considerar el rol de la mujer desde la perspectiva bíblica.
Para ello abordaremos los siguientes puntos:
  • El lugar de la mujer en la creación y después de la caída
  • La mujer en el AT y NT
  • La mujer y los movimientos actuales
  • La mujer en el hogar y la iglesia
1- Diseño original y perversión:
El registro del Génesis muestra que tanto Adán como Eva fueron objeto de una creación especial, bien diferente a la de el sol, la luna, las plantas y los animales, que surgieron a la vida por la sola palabra del Señor. 
En el capítulo 1 se nos informa que fueron hechos a imagen y semejanza de su Creador y que se les dio dominio sobre la naturaleza. El capítulo 2 añade detalles muy sugestivos. Los dos deberían vivir en feliz asociación, pues “no es bueno que el hombre (o la mujer) esté solo” (Génesis 2:18). Ella sería su compañera, su ayuda idónea.
El hecho de que Eva fuese creada a partir de una costilla de Adán demuestra también que -según el pensamiento divino-, el hombre y la mujer fueron originalmente creados como una sociedad de iguales entre seres diferentes. Adán lo reconoció al llamarla “hueso de mis huesos y carne de mi carne” (vers. 22).
En el principio no había desigualdades entre ellos. El hombre no sería más que la mujer ni la mujer sería más que el hombre. No se menciona allí nada acerca de que alguien fuera la “cabeza de la familia” o que  uno tuviera dominio sobre el otro.
Sin embargo, la llegada del pecado alteró la relación entre la dichosa pareja a extremos increíbles por lo rápido y contundente de los cambios que originó. En seguida comenzaron a avergonzarse uno del otro y a transferir la culpabilidad que sentían. Se habían apartado de Dios y como inevitable consecuencia, se distanciaron entre sí. 
Esto es algo que debemos considerar con cuidado. La situación presente entre ambos sexos, no responde al diseño original del Señor, sino a una perversión del mismo.
¿Cuáles fueron las condiciones que siguieron a la transgresión de nuestros primeros padres?
De reyes de la creación pasarían a ser simultáneamente víctimas y victimarios de ella. Sufrirían las consecuencias de un medio ambiente que se les volvería cada vez más hostil, y con sus acciones agravarían la agonía de la naturaleza.
Y las cosas se pondrían aún peor, pues la Biblia dice “pondré enemistad entre ti (Satanás) y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya...  A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.” Génesis 3:15-17
La sociedad de iguales degeneró en dominación masculina, competencia egoísta, mutua desconfianza y manipulación (abierta o encubierta). La que debía ser “ayuda idónea” paso a estar subordinada, y luego a convertirse casi en un objeto más de los inventarios del hombre. El papel de amiga, esposa y madre fue rebajado y despreciado cada vez más. La fidelidad que ambos se debían se rebajó gradual y progresivamente y aparecieron en sus relaciones el maltrato, la indiferencia, el adulterio, la fornicación, el incesto, la violación y la poligamia.
¿Significa esto que el plan divino para la humanidad cambió a causa del pecado?
La respuesta es un simple no. Dios no cambió; el hombre y la mujer sí lo hicieron.
El ideal del Creador se mantiene aún vigente. Por medio de la muerte de Cristo, Dios pagó el precio de nuestros pecados; por intermedio del Espíritu desea implantar de nuevo -en cada ser humano que se rinda a su gracia-, esa condición original.
Tanto la mujer como el hombre están invitados a continuar esa sociedad de iguales en esta tierra y a lo largo de la eternidad, donde se cumplirá en gloriosa plenitud que “no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” Gálatas 3:28

miércoles, 26 de octubre de 2011

VIENE CON TODA SEGURIDAD

¡EL VIENE OTRA VEZ!
"He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra". Apocalipsis 22: 12
¿Era Cristo un falso profeta cuando pronunció estas palabras? Han transcurrido más de mil ochocientos años desde que Juan oyó esta gran verdad, y el Señor no ha venido todavía para reinar.
¿Pero dejaremos de esperar su advenimiento?
¿Diremos: "Mi señor tarda en venir" (Mateo 24: 48)?
"De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares... " (Judas 14, 15).
La doctrina de la venida de Cristo fue dada a conocer en aquellos lejanos tiempos al hombre que anduvo en continua comunión con Dios. El carácter piadoso de ese profeta representa el estado de santidad que debe alcanzar el pueblo de Dios que espera ser llevado al cielo...
¿Diremos que hemos sido engañados respecto a la doctrina de la inminente venida de Cristo? ¿Diremos que ha sido vana toda nuestra predicación de su aparición? ¿Diremos que todo nuestro trabajo para preparar a un pueblo para su venida ha sido inútil?
Jamás... "Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos": ¿a las dudas, la incredulidad y la apostasía? No, sino "al amor y a las buenas obras; no dejando de reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca" (Hebreos 10: 23 - 25).
Debemos conocer las Escrituras, para investigar las profecías y ver que se aproxima el día, y exhortarnos mutuamente con celo y esfuerzo a una mayor fidelidad. ¿Dejaremos nuestra fe? ¿Perderemos nuestra confianza? ¿Seremos impacientes? No, no. No pensaremos en esas cosas... Levantemos nuestra cabeza y gocémonos, porque nuestra redención está cerca. Está más cerca que cuando creímos por primera vez.
-Tomado del libro A Fin de Conocerle Página 350 sin comentarios de mi parte-

domingo, 23 de octubre de 2011

RESPIRAR LA ATMÓSFERA DEL CIELO

“Por la fe Enoc fue trasladado al cielo para que no viera muerte; y no fue hallado porque Dios lo trasladó; porque antes de ser trasladado recibió testimonio de haber agradado a Dios”. Hebreos 11:5 LBLA
En mi juventud recuerdo haber leído un libro del oceanógrafo Jacques Costeau  llamado "El Mundo del Silencio" que hablaba de sus primeras experiencias de buceo en aguas profundas y quedé cautivado por el mar y los heroicos buceadores.
Descubrí que para sumergirse hasta los 40  o 50 metros, usaban aire comprimido en sus tanques. Pero eso les traía algunos problemas. 
Sucede que los gases del aire que ingresan a su organismo se comprimen con la presión al bajar; para luego descomprimirse al subir. Lo que pasa entonces es parecido a agitar una botella de gaseosa cerrada y luego abrirla. Si no se respetan las reglas de ascenso, la violenta descompresión del nitrógeno y otros gases en la sangre puede provocar graves daños.
A fin de evitar esos problemas al alcanzar mayores profundidades, necesitaban usar una mezcla de gases más livianos -helio y oxígeno por ejemplo-, para poder permanecer más tiempo bajo las oscuras y frías aguas. De esa manera, los buceadores pueden vivir, trabajar y respirar sin problemas en un ambiente extraño y peligroso gracias a sus escafandras y sus tanques.
Algo parecido sucede con los cristianos. A fin de sobrevivir en este mundo hostil y pecaminoso, a fin de poder mantener nuestra luz en medio de las tinieblas, debemos respirar una atmósfera diferente.
Se nos ha provisto para ello de un equipo especial. No de un traje de buceo, sino de la armadura completa para pelear las batallas del Señor. No de tanques y reguladores sino del poder del Espíritu para resistir con éxito los embates del enemigo. No de instrumentos para medir la profundidad, sino de la poderosa Palabra de Dios que nos libra del abismo del pecado.
La vida de algunos personajes bíblicos ejemplifica lo que significa vivir en la atmósfera del cielo.
Enoc, séptimo desde Adán vivió respirando un “aire diferente” en medio de la corrupción del mundo antediluviano. Toda esa generación fue destruida, pues solamente pensaban en hacer el mal.
No obstante se dice de él que “vivió en medio de una sociedad que no era más amiga de la justicia que la nuestra, La atmósfera que respiraba estaba contaminada de pecado y corrupción, como la nuestra; no obstante, vivió una vida santa. Los pecados que prevalecían en la época en que vivió, no lo mancillaron. Del mismo modo nosotros podemos mantenemos puros e incorruptos... Fue trasladado al cielo gracias a su fiel obediencia a Dios”. ¡Maranata: El Señor Viene! Página 63  
Lo mismo podría decirse de Elías y Juan el Bautista, que resaltaron en una época de abierta apostasía e incredulidad como fieles testigos. No le echaron la culpa a las circunstancias ni imitaron a los demás. No se dejaron llevar por la corrupción imperante ni del espíritu orgulloso y egoísta de la época.
¿Se dice lo mismo de ti y de mi?
Jesús fue sin dudas, el ejemplo máximo de vivir incontaminado en medio de la contaminación. No hubo forma de que Satanás y sus aliados -angélicos o humanos- consiguieran hacerlo caer en siquiera un mal pensamiento; menos aún en una mala acción.
El mismo poder que les alentó y los sostuvo a ellos está disponible para todos los cristianos, no importa lo pusilánimes que sean o lo debilitadas que se hallen sus mentes a causa de la trangresión de la ley divina.
Comparto un par de citas desafiantes al respecto:
  • "Nuestras almas deben estar rodeadas por la atmósfera del cielo. El que profesa seguir a Cristo debe vigilarse, mantenerse puro y sin contaminación en sus pensamientos, palabras y actos. Su influencia sobre los demás debe ser elevadora. Su vida ha de reflejar los brillantes rayos del Sol de justicia." -CM pag. 197 (ed. ACES) (1913).
Es nuestro privilegio respirar la atmósfera del cielo. Podemos hacerlo hoy mismo, alzando nuestros ojos para recibir un espíritu diferente, de parte de Aquel que anhela darnos todo bien.
En realidad, NECESITAMOS respirarla. De otro modo no seremos trasladados al cielo.
Allí todos viven en medio de un ambiente diferente. Ambiente de amor, de gozo, de paz, de servicio abnegado, de compañerismo sin fisuras y de renunciamiento propio.
En la cita final creo encontrar los elementos para resistir la presión de la atmósfera pecaminosa que nos rodea. Considerémosla con cuidado:
  • “Aunque estemos rodeados de una atmósfera corrompida y manchada, no necesitamos respirar sus miasmas, antes bien podemos vivir en la atmósfera limpia del cielo. Podemos cerrar la entrada a toda imaginación impura y a todo pensamiento perverso, elevando el alma a Dios mediante la oración sincera. Aquellos cuyo corazón esté abierto para recibir el apoyo y la bendición de Dios, andarán en una atmósfera más santa que la del mundo y tendrán constante comunión con el cielo. Necesitamos tener ideas más claras de Jesús y una comprensión más completa de las realidades eternas. La hermosura de la santidad ha de consolar el corazón de los hijos de Dios: y para que esto se lleve a cabo, debemos buscar las revelaciones divinas de las cosas celestiales. Extiéndase y elévese el alma para que Dios pueda concedernos respirar la atmósfera celestial. Podemos mantenernos tan cerca de Dios que en cualquier prueba inesperada nuestros pensamientos se vuelvan a él tan naturalmente como la flor se vuelve al sol”. El Camino a Cristo - Página 99   
Tomemos hoy la determinación de respirar la atmósfera del cielo.

sábado, 22 de octubre de 2011

OJOS DIVINOS, FÍSICOS Y ESPIRITUALES III

“Hice pacto con mis ojos... Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?...  ¿No ve él mis caminos, y cuenta todos mis pasos?” Job 31:1,2,4
¿Qué relación hay entre los ojos de Dios, los nuestros y nuestra voluntad?
En las entradas anteriores hablé acerca de la seguridad que tenemos como hijos de Dios al saber que él nos está mirando. También de lo valiosos que son nuestros ojos físicos y cuanto debemos cuidarlos. Finalmente compartí la convicción de que necesitamos desesperadamente del Espíritu Santo para que ilumine nuestras mentes. Si no interviniera, no habría forma de percibir las cosas espirituales y continuaríamos en nuestros pecados y en la ignorancia de la vida de Dios.
Cuidar nuestros ojos físicos es una cosa; pero, ¿cómo cuidamos los ojos espirituales?
El gran Maestro de Galilea pronunció estas tremendas palabras con toda autoridad: “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”. Mateo 5:29
Nuestros ojos físicos están en estrecha relación con los ojos espirituales. Lo que vemos afecta nuestra mente y nuestros pensamientos. A la vez, la manera en que pensamos afecta lo que vemos. Esto se refleja en este antiguo proverbio inglés:
“Dos hombres miraban al exterior
a través de los barrotes de una prisión.
Uno veía el barro, el otro las estrellas”.
Y es así porque lo que percibimos con la vista es interpretado por el cerebro. Lo que el cerebro interpreta es utilizado para tomar decisiones. Y lo que decidimos es un acto de la voluntad.
En el texto inicial, el atribulado patriarca Job defiende su integridad diciendo que había hecho un pacto con sus ojos, de no mirar lo que no debía.
Aparece allí un valioso principio de “profilaxis espiritual”: tomar buenas decisiones en cuanto a lo que permitiremos a nuestros ojos que vean.
De vuelta: necesitamos ser guiados por el Espíritu a fin de percibir lo espiritual. Pero nos toca a nosotros tomar decisiones sobre las cosas y las personas en las que hemos de fijar nuestra vista.
Nos puede ocurrir sino, lo que le sucedió al pobre y tonto Sansón. Puso sus ojos en los placeres de la carne y buscó lo que no le convenía. Y así le fue.
“Descendiendo Samsón á Timnah, vió en Timnah una mujer de las hijas de los Filisteos.Y subió, y declarólo á su padre y á su madre... ruégoos que me la toméis por mujer. Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo mi pueblo, para que vayas tú á tomar mujer de los Filisteos incircuncisos? Y Samsón respondió á su padre: Tómamela por mujer, porque ésta agradó á mis ojos”. Jueces 14:1-3 RVA
El resultado final fue... que se quedó sin ojos...
En el Edén mismo, la santa pareja de ojos inocentes cayó precisamente por mirar.
Cuando Eva vio el fruto del árbol prohibido, le pareció “codiciable”. Cuando Adán miró la situación en que se encontraba su mujer, le pareció que la vida no valdría la pena sin ella, y decidió compartir su suerte.
¿Qué podría tener de malo echar solamente un vistazo?,,, ¡Y a una inocente fruta!
No obstante, las consecuencias que siguieron a esa mirada y a ese acto de la voluntad fueron, son, y seguirán siendo calamitosas y de eternas consecuencias.
Un breve instante en que nos permitimos contemplar el mal conduce a vastos océanos de dolor, sufrimiento, maldad y angustia. Es imposible cuantificar el daño que el pecado produjo en nuestro mundo desde que se le concedió entrada a través de una simple mirada.
Es tiempo de examinar tres textos bíblicos que nos animan a tomar buenas decisiones en cuanto a lo que vemos y a la manera en que lo miramos:
  • “No pondré delante de mis ojos cosa injusta”. Salmos 101:3
  • “Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante”. Proverbios 4:25
  • “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. Hebreos 12:2
Andemos santamente ante la vista de un Dios justo, pero que justifica al pecador. Vivamos con la determinación de no permitir ningún tipo de contaminación visual que nos lleve a la contaminación del alma. Permitamos que Jesús cubra completamente nuestro campo visual, a fin de que ninguna otra cosa tenga mayor atractivo que nuestro amoroso Salvador.
Miremos hacia la Patria Celestial, contemplemos nuestra esperanza como si ya estuveramos allí; no volvamos la vista  atrás como la mujer de Lot (ya sabemos cual fue el resultado).
Fijemos la vista en las cosas de arriba, no en las de la tierra a fin de evitar que nuestros ojos físicos nos hagan perder el rumbo.
Pongamos a trabajar los ojos espirituales que Dios nos concedió, así la fe se desarrollará, crecerá, y perderemos de vista los falsos atractivos de este siglo .
Nuestro Señor promete que estará a nuestro lado, “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”. Efesios 1:18

viernes, 21 de octubre de 2011

OJOS DIVINOS, FÍSICOS Y ESPIRITUALES II

“Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”. Apocalipsis 3:18
Desde hace unos días vengo sufriendo una severa conjuntivitis, muy reacia a curarse. Mis ojos se irritaron, me arden y duelen, veo todo nublado, me molesta la luz, no puedo ir a trabajar porque es contagioso y para peor, apenas puedo hacer lo que más me gusta: leer y escribir.
Debo colocarme con regularidad gotas oftálmicas, inyecciones, compresas, etc. Aprendí por la vía difícil que la buena visión es un tesoro divino que no se debe descuidar.
Como a todos nuestros órganos, a los ojos no le prestamos atención hasta que empiezan a fallar o a tener problemas. Sin embargo su importancia supera a la de casi todos los demás. 
Esta maravillosa maquinaria que nuestro Creador nos entregó por duplicado, es una verdadera joya del diseño. La arquitectura del ojo es de una complejidad asombrosa, Su funcionamiento depende de la interacción feliz de sus partes y de una fabulosa combinación de reacciones químicas, físicas y mecánicas. El ojo humano, aunque inferior al de muchos animales, es todo un portento de diseño que deja mudos a los evolucionistas más acérrimos. No alcanzaría a hacerle justicia en lo más mínimo cualquier descripción que hiciese.
Pero son mucho más que aceitados mecanismos biológicos. Mediante ellos nos conectamos con la realidad del mundo que nos rodea. Percibimos las formas colores y distancias, apreciamos la belleza de un amanecer, gozamos de contemplar el rostro del ser amado...
Nuestros ojos son también espejos del alma, que reflejan nuestros sentimientos y estados de ánimo. Muestran felicidad o tristeza, aceptación o rechazo, paz o conflicto; con ellos derramamos lágrimas de alegría o de pesar. Evidencian también la condición moral en la que nos encontramos. Por eso Jesús dijo con acierto: “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” Mateo 6:22,23
A diferencia de los ojos de Dios, que todo lo ven, los de los seres humanos pecadores se hallan muy limitados. Nuestra vista nos engaña con frecuencia - las ilusiones ópticas son muestra  de que nuestra vista no es totalmente de fiar-, y se estropea con el abuso o con el simple paso del tiempo.  
.En el ámbito espiritual, tener ojos no significa necesariamente ver. Podemos tener una visión física perfecta y al mismo tiempo ser completamente ciegos a la luz de la presencia de Dios.
Ejemplo de ello es la historia de Cleofas y su amigo que iban camino a Emaús. Al encontrarse con Jesús y conversar con él, “los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen... [y] Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron”. Lucas 24:16, 31
Por más que habían andado con él como tres años no lo identificaron como su Maestro. Necesitaron ser iluminados para poder darse cuenta de que se trataba del Salvador.
Reiteradamente vemos en las Escrituras lo imprescindible de la intervención divina para poder ver lo espiritual:
  • “Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego”. .2 Reyes 6:17
  • “Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley”. Salmos 119:18
  • “Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío; Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte”. Salmos 13:3
  • “Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos”. Salmos 19:8
  • “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. 2 Corintios 4:6
¿Cómo están nuestros ojos espirituales? ¿Vemos bien?
Los que vivimos en los últimos días de la historia del planeta no podemos darnos el lujo de ser ciegos a los acontecimientos que explotan ante nosotros. Tampoco debemos permitir que de tanto contemplar lo que el mundo ofrece, nuestros ojos sufran de “conjuntivitis espiritual”.
Supliquemos a Dios que abra nuestros ojos. Necesitamos que resplandezca en el corazón la luz que brilla desde el rostro bendito de Cristo. Nos urge ser alumbrados para comprender cuales son los puntos importantes del gran conflicto entre el bien y el mal. Nos hace falta reconocer con claridad la situación de nuestra alma ante el trono de Dios.
Debemos captar la importancia de la ley divina y lo terrible del pecado, que requirieron la costosa ofrenda de la sangre preciosa de Jesús a fin de que podamos ser perdonados y salvados del pecado. De otra manera, seremos engañados y nos perderemos para siempre.
El reclamo del Señor al Israel de los días de Isaías no debería aplicarse a nosotros: “Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver.¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo de Jehová, que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?” Isaías 42:18-20
Que al recibir el colirio celestial del Espíritu, podamos ver con claridad en medio de las tinieblas que hoy circundan la tierra. 
En la siguiente, la conclusión.

martes, 18 de octubre de 2011

OJOS DIVINOS, FÍSICOS Y ESPIRITUALES

“Y... alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás... Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos...” Apocalipsis 4:6,8
Siempre me intrigó la visión de estos cuatro seres vivientes que parecen tan espantosos estando frente mismo del trono de Dios.
¡Llenos de ojos; delante, detrás, alrededor y por dentro...! Horrible, ¿verdad?
(Me queda la pregunta de cómo hizo Juan para ver que tenían ojos por dentro).
Pero yendo al punto, la visión entera es evidentemente simbólica y por lo tanto los aquí representados no serían monstruos de ciencia ficción, sino ángeles. En la visión de Ezequiel capítulo 1 aparecen personajes similares, a los que se llama “querubines”.
La multitud de ojos puede entenderse como símbolo de la inteligencia e incesante vigilancia de los seres celestiales, actuando como delegados del Todopoderoso.
Ahora bien, los ojos de Dios en las Escrituras están relacionados con al menos tres cosas:
  1. Representan su soberana omnipresencia y su total conocimiento.
Él todo lo ve y todo lo sabe al mismo tiempo: “Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres”. Salmos 11:4
Y también: “no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”. Hebreos 4:13
¿Qué sentimientos te provoca saber que Él te está viendo?
Para la gran mayoría de la humanidad esa escrutadora mirada es de temer. Para el pecador, la visión de un Dios santo es fuego consumidor, algo pavoroso.
Jesús glorificado aparece en Apocalipsis 2:18 como “el que tiene ojos como llama de fuego”. Nadie puede soportar el profundo escrutinio de ojos que son "muy limpios... para ver el mal" (Habacuc 1:13).
  1. Revelan también el agrado o desagrado que Dios manifiesta hacia las acciones y la conducta de los seres humanos.
Frecuentemente la aprobación divina se expresa con frases como esta: “pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. Génesis 6:8
Hallar gracia ante los ojos de Dios es andar plenamente en armonía con su voluntad, habiendo sido limpiado del pecado, justificado y aprobado por Dios. No se trata simplemente de caerle bien. Nada menos que la morada interior del Espíritu en el corazón puede producir tal aceptación.
  1. Los ojos de Dios simbolizan, por último, su derecho y capacidad de hacer juicio.
Los individuos y las naciones son pesadas en la balanza del cielo de acuerdo a si han lo recto o lo malo “ante los ojos de Jehová”. Cuán distinta sería nuestra conducta si fuéramos conscientes de que estamos permanentemente ante su vista.
Pero los ojos de Dios tienen también una connotación positiva. Para los que le aman, la mirada del Señor es garantía de paz, seguridad y protección.
Como un padre o una madre que observa a sus hijos mientras juegan, nuestro buen Dios está siempre allí, vigilando para protegernos del mal y del peligro. No ignora las acechanzas del Diablo y pone todos sus recursos a nuestra disposición para que no caigamos en sus letales trampas.
Si el nos está mirando, podemos caminar confiadamente en medio de los peligros de la vida, sabiendo que estamos bajo el seguro cuidado del Todopoderoso Rey del Universo. “Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos”. Salmos 34:15
Su mirada resulta entonces una bendición incomparable. Que en este vastísimo cosmos, el gran Dios del cielo se fije en nosotros de manera tan íntima y personal; con tanta solicitud y ternura, debería alentar nuestra fe y despertar más y más amor hacia él.
Alabemos a Dios por tener sus ojos siempre apuntando hacia nosotros.
Seguiremos en la próxima entrada.

viernes, 14 de octubre de 2011

CRISTO NO VENDRÁ HOY

“Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”. Habacuc 2:3
Con mucha tristeza y con gran dolor del corazón les escribo esto:
CRISTO NO VENDRÁ HOY. 
(Publicado un día antes).
En los últimos tiempos han menudeado los grupos y personas que anuncian la venida de Jesús para determinadas fechas de este año 2011.Primero fue el predicador Harold Camping, quien daba la fecha del "rapto de la iglesia"; ahora, un ministerio independiente llamado “La verdad eterna” lo anuncia para el 15 de Octubre; es decir, para hoy.
La tristeza que siento se debe a que no pueda compartir sus expectativas, porque no las hacen fundados en la segura palabra profética. Los que esperamos a nuestro Salvador no necesitamos depender de fechas ni regirnos por la excitación. 
Se nos ordenó humillar nuestro corazón y predicar su retorno, no salir a asustar a nadie ni a alentar falsas esperanzas. Su regreso nos debería encontrar trabajando arduamente por la salvación de otros y velando en oración.
Nada me gustaría más que anunciar a todos que Cristo viene hoy.  
Pero tal acontecimiento merece un crítico escrutinio del propio corazón que lleve a la entrega de todo aquello que nos une al mundo y nos separa de nuestro Dios. 
No existe nada que pueda superar la importancia de nuestra bienaventurada esperanza. Ningún otro anuncio puede llenar nuestro corazón de gozo perfecto y santa paz.
¿Y qué sucederá cuando venga?
El Señor vendrá a buscar a sus ovejas, a terminar con el poder del pecado y a llevarnos con él a las mansiones del cielo para vivir por la eternidad libres de todo el mal que hoy impera, sin lágrimas, sin dolor, sin tristeza, enfermedades, muerte o angustiosas despedidas ¿Qué sincero cristiano no desearía esto con todo el alma?
El dolor en el corazón, lo siento por la mayoría de las respuestas que provocó tal anuncio entre los cristianos: 
Incredulidad, burlas, insultos, groserías, descalificaciones, ironías, además de expresiones de soberbia y orgullo espiritual al tono de “tu eres un ignorante y yo soy el que tiene la verdad”. 
Lamentable.
Más lamentable todavía porque revela que muchos de los cristianos que participan en la web no conocen el verdadero espíritu de su Señor, que reprendía el pecado pero dejaba siempre a salvo el honor del pecador.
¿No deberían recordar las reiteradas veces que la Biblia condena esta actitud?
  • “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos” (Oseas 6:6).
  • “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mateo 9:13).
  • “Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes” (Mateo 12:7).
¿No tendrían que haber mostrado el espíritu de Bernabé, quien trajo a la iglesia al cuestionado Pablo, ayudándolo a convertirse en el gran apóstol a los gentiles ¿No deberían dejar algo de espacio para la misericordia en todos los casos, por más desesperados que parezcan?
La Escritura aconseja como tratar con aquellos que están en el error (por lo menos a nuestro criterio). “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”. Judas 20-23
De seguro no habrá un arrebatamiento, pues Cristo regresará a la vista de todos los seres humanos buenos y malos; no tendría objeto tampoco llevarse sus fieles por la trastienda y dejar el mundo en manos de Satanás; pues así él conseguiría lo que reclamaba desde el principio, y que ofreció a Cristo en el desierto de la tentación.
Tampoco vendrá para inaugurar un milenio de paz temporal. Su intención es “hacer nuevas todas las cosas”, no calzar un simple parche en la situación social y política.
Él vendrá, pero no para responder a las ideas preconcebidas de los evangélicos, protestantes, católicos ni aún de los adventistas (¿?). Lo hará en sus propios términos y en el tiempo que tiene designado desde la eternidad.
Vendrá -eso sí-, a buscar sus ovejas; las que están en el verdadero redil, y también las que todavía están fuera de él. 
Vendrá para que todo el universo pueda ser testigo de su victoria, para quitar toda duda sobre su justicia y erradicar el pecado por toda la eternidad.
Pero para ello necesita una iglesia que represente perfectamente su carácter de amor ante las más severas pruebas, con  la fe y la entrega de los mártires.
Una iglesia que arda de amor por las almas que Jesús compró al precio de su sangre bendita, “a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. ” (Efesios 5:27)
Noble ideal que todavía no hemos alcanzado; por esto todavía seguimos aquí. 
Termino mis pensamientos con la cita que puse en primer lugar en mi blog: 
“Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos”.
Esperemos al Salvador con fe perfecta. Él vendrá muy pronto tal como lo prometió, aunque no venga hoy.
Yo así lo creo