jueves, 29 de diciembre de 2011

CONSERVANDO LA ESPERANZA

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida“. 2ª Timoteo 4:7,8
¡Qué hermosa conclusión para una vida de completa fidelidad son estas palabras de Pablo! 
Es admirable la fe y la seguridad que transmiten. El fiel siervo de Dios no tiene ninguna duda de que le esperaba una corona; corona que no recibiría por sus buenas obras, sino solamente por la fe en Cristo.
Durante su encarcelamiento final en Roma, con la certeza de que le esperaba la espada del verdugo y hallándose ante las puertas de la muerte, dirige esta tierna epístola a su hijo amado Timoteo a fin de asegurarse de que siguiera siendo fiel en su ministerio pastoral. Le da maravillosos consejos, junto a una serie de encargos y saludos personales que nos abren una ventana a la vida de la iglesia del primer siglo.
Entre las menciones que hace Pablo de sus amigos y colaboradores, se encuentran dos notas tristes:
Se lamenta “porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica”. 2ª Timoteo 4:10
Siempre hemos considerado la iglesia de los tiempos apostólicos como la iglesia perfecta; la iglesia fiel, fervorosa y firme hasta la muerte, simbolizada por el caballo blanco que “salió venciendo y para vencer”. Sin embargo, los primeros cristianos no estuvieron libres de conflictos internos, divisiones, luchas por el poder y apostasía.
Demas había sido activo en el trabajo misionero, pero cedió ante el atractivo de una vida más cómoda, libre los peligros del radical compromiso que demanda el evangelio; se marchó entonces, abandonando a Pablo a su suerte. Pasó así a la historia bíblica como símbolo de los que prefieren el mundo y sus atractivos a pelear las batallas del Señor.
Pero vemos que no fue el único. Consigna también que “en mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta”. 2ª Timoteo 4:16
Luego de la feroz caza de cristianos instigada por Nerón, no habría sido cosa fácil declararse cristiano. Mucho menos presentarse como simpatizante o colaborador de un preso del calibre de Pablo. Les iba la vida en ello, así que no seamos ligeros para condenar su cobardía.
Pero la rudeza del conflicto no es excusa para retirarse.
Aunque el enemigo sea poderoso, tenemos un Salvador maravilloso que ha recibido “toda potestad... en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18) y la coloca a nuestra disposición. Tenemos sus promesas de socorro en la dificultad y la presencia de ángeles poderosos en fortaleza para ayudarnos. Podemos además disponer del ilimitado poder del Espíritu Santo a fin de testificar efectivamente. Se nos han colocado delante los más extraordinarios incentivos para la victoria ¿Qué más podríamos pedir?
La cita siguiente nos muestra la forma de encontrar ánimo y valor para la lucha cotidiana: “Si permitimos que nuestra mente se espacie más en Cristo y en el mundo celestial, encontraremos un poderoso estímulo y un sostén para luchar las batallas del Señor. El orgullo y el amor del mundo perderán su poder mientras contemplamos las glorias de aquella tierra mejor que tan pronto ha de ser nuestro hogar. Frente a la hermosura de Cristo, todas las atracciones terrenales parecerán de poco valor” (La Edificación del Carácter, pág. 120).
Nuestra parte consiste en apropiarnos de la fe, las promesas y el poder; en fijar los ojos en nuestro Salvador y perdernos en su contemplación. Abandonar la corriente impetuosa y fétida del mundo para gozar del remanso de la presencia de Jesús en nuestra vida.
Al finalizar este año, ¿cuál será tu registro?
¿Será como el de Pablo; triunfante y feliz?
¿O será como el de Demas, que amó más al mundo que a su Señor?
En el texto inicial se nos asegura que la corona no estaba reservada solo para Pablo, sino para todos aquellos que permanecen fieles, que aman y esperan con gozo la venida de nuestro Señor Jesucristo. Podemos estar incluídos tu y yo también, a menos que, como el infiel Demas, nos volvamos atrás.
Culmino aquí con una cita que fue la primera que registré en mi blog hace casi tres años, pero que no ha perdido en nada su candente actualidad:
“Cuando la religión de Cristo sea más despreciada, cuando su ley sea más menoscabada, entonces deberá ser más ardiente nuestro celo, y nuestro valor y firmeza más inquebrantables. El permanecer de pie en defensa de la verdad y Injusticia cuando la mayoría nos abandone, el pelear las batallas del Señor cuando los campeones sean pocos, ésta será nuestra prueba. En este tiempo, debemos obtener calor de la frialdad de los demás, valor de su cobardía, y lealtad de su traición” 2JT 31 (1882).
Que el Señor les conceda en su gracia un bendecido y victorioso año nuevo.


martes, 27 de diciembre de 2011

APTOS PARA LA SALVACIÓN

"Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe". 1ª Juan 5: 4.
Dios conduce a su pueblo paso a paso. Coloca a sus seguidores en diferentes situaciones a fin de que se manifieste lo que hay en el corazón. Algunos soportan ciertas pruebas, pero fracasan en otras. A medida que se avanza en este proceso, el corazón es probado un poco más severamente. Si los que profesan ser hijos de Dios, encuentran que su corazón se opone a esta obra directa, deben convencerse de que tienen que hacer algo para vencer, si no quieren ser vomitados de la boca del Señor.
Dijo el ángel: "Dios irá probando cada vez más de cerca a cada uno de sus hijos". Algunos están dispuestos a aceptar un punto; pero cuando Dios los prueba en otro, lo rehuyen y retroceden, porque hiere directamente algún ídolo suyo. Así tienen oportunidad de ver lo que hay en su corazón que los aísla de Jesús. Hay algo que aprecian más que la verdad y su corazón no está preparado para recibir a Jesús. Los individuos son probados durante cierto tiempo para ver si quieren sacrificar sus ídolos y escuchar el consejo del Testigo fiel... Los que resisten en cada punto, que soportan cada prueba y vencen, a cualquier precio que sea, han escuchado el consejo del Testigo fiel y recibirán la lluvia tardía, y estarán preparados para la traslación.- Joyas de los testimonios, t. 1, pág. 65.
Dios prueba a su pueblo en este mundo. Este es el lugar donde hay que prepararse para comparecer ante él. Aquí, en este mundo, en estos últimos días, las personas pondrán en evidencia cuál es el poder que acepta sus corazones y controla sus acciones. Si es el poder de la verdad divina, conducirá a las buenas obras. Elevará al que lo recibe y lo transformará en una persona de corazón noble y generoso como su divino Señor. Pero si el corazón es controlado por los ángeles malignos, se demostrará en diversas maneras. El fruto consistirá en egoísmo, codicia, orgullo y pasiones bajas.
El corazón es engañoso más que todas las cosas, y desesperadamente perverso. Los maestros de religión no están dispuestos a examinarse cuidadosamente para ver si están en la fe; y es pavoroso descubrir que muchos se apoyan en una esperanza falsa... Parecen creer que una profesión de la verdad los salvará. Cuando subyuguen los pecados que Dios odia, Jesús vendrá y cenará con ellos y ellos con él. Entonces obtendrán fuerzas de parte de Jesús, y se desarrollarán con él y serán capaces de decir en santo triunfo: "Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Corintios 15: 57).- Testimonies, t. I, págs. 187,188.
Extraído del libro "Exaltad a Jesús" página 369

lunes, 26 de diciembre de 2011

NO ES TAN MALO SER LAODICENSE


“Entonces respondió Secanías... y dijo a Esdras: Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios... mas a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel”. Esdras 10:2
El mensaje a las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3, tiene una triple interpretación: literal, abarcante y profética.
En primer lugar, fue un mensaje dirigido a iglesias reales, que existían en los tiempos apostólicos. Esas siete iglesias estaban ubicadas en la provincia romana de Asia (hoy Turquía).
Además, y al igual que otros pasajes de la Biblia, estos mensajes tienen aplicación personal para cada creyente, y para la comunidad de creyentes a lo largo de la historia. Describen condiciones particulares existentes en cada iglesia que pueden aplicarse a distintas fases de la experiencia cristiana.
Por último, éstas representan en la profecía siete etapas de la iglesia, desde la época de Juan hasta la segunda venida de Cristo. Describen el cuidado del Señor por su remanente fiel de todas las edades.
La última de ellas es Laodicea, que significa “juicio del pueblo” o “un pueblo juzgado”. 
Es decir que representa a los cristianos del tiempo actual, que vivirán durante el juicio previo al advenimiento del Señor; quienes serán sellados para pasar por las pruebas finales, rechazarán la marca de la bestia y algunos de ellos tendrán el privilegio de ser  trasladados vivos al cielo al venir Jesús.
Veamos el mensaje que se le dirige:
“Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Apocalipsis 3 14-22
Todos nosotros vivimos en la época de Laodicea,  y eso constituye buenas y malas noticias.
Primero hablemos de las malas. Es la única de las siete de las cuales no se dice nada positivo. Recibe el reproche más duro y fuerte de todas. Se la presenta ostentando una tibieza que da náuseas al Señor, arrogante, orgullosa e ignorante de su verdadera condición -desdichada, miserable,  pobre, ciega y desnuda-.
Careciendo de casi toda gracia espiritual, su situación no puede parecer más desfavorable ¿No pinta eso a las claras a la iglesia cristiana de hoy?
Ante tal diagnóstico, algunos optaron por rendirse ante la evidencia, diciendo en tono conformista -¡y bueno, somos Laodicea, qué se le va a hacer!
Otros han utilizado esto como ariete para golpear a la iglesia; exponen los males de sus miembros y de sus dirigentes como muestra de que la iglesia actual está en apostasía y que pronto Dios la desechará (si no lo ha hecho ya).
Pero estos críticos enfoques fallan en reconocer su verdadero mensaje, que contiene al menos siete buenas nuevas para los laodicenses.
  • Primera buena noticia: Jesús conoce a Laodicea.
El Testigo Fiel no falla en ver las deficiencias de su pueblo, pero las muestra para sanar. Aunque no ignora sus faltas, su más íntimo deseo es que pueda escapar de su tibieza
¡Gocémonos puesto que, aunque débiles y falibles, él nos reconoce como pueblo suyo!
  • Segunda buena noticia: Jesús tiene un mensaje para Laodicea.
El pueblo que vive en estos últimos días predica el mensaje del  "Evangelio eterno", -que incluye el mensaje del Juicio-, y que debe llegar a todos los moradores de la tierra ( Apoc.14:6,7). A la tibia Laodicea le toca la solemne tarea de amonestar al mundo acerca de los inminentes juicios de Dios.
¡Alegrémonos, porque Dios confió en nosotros para dar su mensaje!
  • Tercera buena noticia: Jesús tiene el remedio para Laodicea
Nuestro Salvador ofrece el oro refinado en fuego de la fe y el amor, las vestiduras blancas de su propia justicia y el colirio del Espíritu Santo a todos los que quieran aceptarlos, “sin dinero y sin precio”.
¡Tengamos fe y esperanza! Los mejores dones que el cielo pueda ofrecer están a nuestra disposición.
  • Cuarta buena noticia: Jesús ama a Laodicea
Las reprensiones y castigos tienen una buena razón. Somos sus hijos amados, a quienes él disciplina. Su iglesia es como la niña de sus ojos, adquirida al altísimo costo de su preciosa sangre.
¡Somos amados por Dios, qué maravilloso!
  • Quinta buena noticia: Jesús espera un cambio en Laodicea
El Señor espera vernos reaccionar; espera una reforma y un reavivamiento entre su pueblo. Quiere una iglesia sin mancha ni arruga ni cosa semejante, que pueda subsistir en el día final. Todos los recursos del cielo se invirtieron para ello, incluido el supremo don del Espíritu, que como lluvia tardía, espera descender con poder, para conducir al triunfo a todos los que lo deseen de corazón.
¡No desesperes, Jesús ya triunfó en tu lugar!
  • Sexta buena noticia: Jesús llama a Laodicea
Somos llamados a la cena de las bodas del Cordero, a sentarnos en su trono como vencedores. No tenemos un futuro incierto o miserable aguardando; por el contrario, las más brillantes luces del alba de la eternidad futura ya comienzan a brillar sobre nosotros.
¡Alabemos al Señor Jesucristo por ofrecernos tan alto destino!
  • Séptima buena noticia: Jesús espera la victoria de Laodicea
Todos los que pasen por las puertas de perlas de la Nueva Jerusalén entrarán en ella como vencedores. A los tibios, indecisos, frágiles, mundanos, egoístas y timoratos laodicenses se les recuerda que la victoria sobre el pecado es posible en Cristo. Más que posible, es un hecho que solo nuestra ceguera espiritual puede rechazar.
¡Demos gloria al Señor por permitirnos compartir su victoria!
¿No son estas muy buenas noticias para Laodicea? No es tan malo entonces ser laodicense.
Qué bueno que aún hay esperanza para Israel. Una maravillosa esperanza.

domingo, 25 de diciembre de 2011

VER A JESÚS

“Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. Estos, pues, se acercaron a Felipe... y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús”. Juan 12:20,21
Al final del ministerio del Salvador en la tierra, un grupo de prosélitos griegos se acercó a los discípulos con este pedido. Ver a Jesús debería también ser nuestra primera petición y nuestro mayor anhelo. No necesitamos llegar al cielo para esto; mirar a Cristo es nuestro privilegio aquí mismo en este mundo corrompido por el pecado.
Su rostro debería ser el primero que busquemos cada mañana, su voz la primera que oigamos y su compañía la primera que disfrutemos.
Pero durante el resto de la jornada también necesitamos contemplar a nuestro Señor. Los ojos de la fe necesitan fijarse en su rostro bondadoso y amable a cada instante. Nuestra mente debe espaciarse en su amor, sus enseñanzas y sus acciones; perseverando en mantener el pensamiento cautivo de su maravillosa Persona. Nuestro corazón debe latir de acuerdo al corazón divino, recibiendo oleada tras oleada de su misericordia que transforma el carácter.
Todo el secreto de la vida cristiana victoriosa consiste precisamente en mirar a Jesús y solamente a él.
En las Escrituras podemos encontrar frecuentes y fervientes invitaciones a mirar a Cristo:
  • “Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo”.Mateo 17:8
  • “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” Hebreos 12:2.
  • “Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá”. Miqueas 7:7
¿Cómo hacer para mantener fijos los ojos en Él constantemente?
La mayoría de los cristianos se enfrenta a este problema. No resulta sencillo mantener nuestros pensamientos en Cristo todo el día. Las cargas y las dificultades de la vida diaria distraen nuestra atención constantemente; por más que lo intentemos, en algún momento apartamos nuestra vista de él. Necesitamos de su gracia y de su Espíritu para lograrlo.
Se requiere de nuestra parte que ejerzamos fe, dominio propio, perseverancia y una actitud vigilante para no caer. Y es precisamente el ejercicio de contemplarlo y quedar absortos en Cristo lo que nos ayuda a colocar nuestros afectos en él.
Alguien lo expresó mejor que yo, cuando dijo: “Cuanto más hablemos de Jesús, tanto más reflejaremos su divina imagen. Mediante la contemplación somos transformados. Necesitamos que Cristo forme parte de nuestra experiencia religiosa. Cuando os reunís, sea Cristo y su salvación el motivo de vuestra conversación...Mientras más hablemos de Jesús, más de sus incomparables encantos lograremos contemplar”. ¡Maranata: El Señor Viene! página 329  
¿Qué sucede cuando fijamos nuestros ojos en Jesús?
  • Se llena nuestra vida de un gozo imposible de expresar. La presencia de Dios elimina la aridez espiritual y la  espantosa insatisfacción producida por el pecado, infundiendo calma y paz.
“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario”. Salmos 63:1,2
  • Se alcanza la salvación mediante la fe en su poderosa gracia.
“Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”. Isaías 45:22
  • El carácter es moldeado a la semejanza divina.
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. 2ª Corintios 3:18
  • Recibimos luz, vida y poder de lo alto para cada paso de nuestra experiencia.
“Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados.” Salmo 34:5
Ninguno que acude a contemplar el rostro de Jesucristo será defraudado jamás; pero dejar de hacerlo puede causar una pérdida incomparable.
“Los que no hallan placer en pensar y hablar de Dios en esta vida, no gozarán de la vida venidera, donde Dios estará siempre presente, habitando con su pueblo. Pero los que se deleitan en pensar en Dios, estarán en su elemento respirando la atmósfera del cielo. Los que en esta tierra amen los pensamientos relacionados con el cielo, se sentirán felices con las compañías y los placeres santos”. (Ibid)
Respira la atmósfera del cielo ahora mismo para tu felicidad eterna.
Mira a Jesús.

sábado, 24 de diciembre de 2011

ESPERANDO Y VELANDO

"No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón". Hebreos 10: 35.
Jesús viene pronto, y nuestra posición debería caracterizarse por una actitud de espera y de vigilia en anticipación a su llegada. No deberíamos permitir que nada se interponga entre Jesús y nosotros. Aquí tenemos que aprender el cántico del cielo, para que cuando nuestra lucha haya concluido nos podamos unir al himno de los ángeles celestiales en la ciudad de Dios. ¿Cuál es ese canto? Es la alabanza, el honor y la gloria que se le rinden a Aquel que está sentado sobre el trono y al Cordero por los siglos de los siglos. Encontraremos oposición; la gente nos odiará por causa de Cristo, y también lo hará Satanás, porque sabe que con los seguidores de Cristo existe una fuerza divina que debilitará su influencia. No podemos escapar de su censura . . .
No podemos permitir que nuestro tiempo se mantenga ocupado de tal manera con cosas de naturaleza temporal -ni siquiera con asuntos que tienen que ver con la causa de Dios-, que pase un día tras otro sin que nos acerquemos al costado sangrante de Jesús. Necesitamos sostener una comunión diaria con él. Se nos exhorta a que peleemos la buena batalla de la fe. Para mantener una vida de fe ardiente se necesita pelear una batalla viva; si nos entregamos totalmente a Cristo, con la determinación inquebrantable de aferrarnos únicamente a él, seremos capaces de rechazar al enemigo y de ganar una victoria gloriosa. El apóstol Pablo nos exhorta: "No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón". Luego agrega: "Mas el justo vivirá por fe" (Heb. 10: 38) . . .
Oremos mucho más cuanto menos sintamos la inclinación de tener comunión con Jesús. Si así lo hacemos quebraremos las trampas de Satanás, desaparecerán las nubes de oscuridad, y gozaremos de la dulce presencia de Jesús.- Historical Sketches, págs. 145-146.
Pero aun aquí los cristianos pueden tener el gozo de la comunión con Cristo; pueden tener la luz de su amor, el perpetuo consuelo de su presencia. Cada paso de la vida puede acercarnos más al Señor Jesús, puede darnos una experiencia más profunda de su amor y aproximarnos tanto más al bendito hogar de paz. No perdáis pues vuestra confianza, pero tened una seguridad más firme que nunca antes. "¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!" (1ª Samuel 7: 12), y nos ayudará hasta el fin. Miremos los monumentos conmemorativos de lo que Dios ha hecho para confortarnos y salvarnos de la mano del destructor. Tengamos siempre presentes todas las tiernas misericordias que Dios nos ha mostrado: las lágrimas que ha enjugado, las penas que ha quitado, las ansiedades que ha alejado, los temores que ha disipado, las necesidades que ha suplido, las bendiciones que ha derramado, y fortalezcámonos para todo lo que nos aguarda en el resto de nuestra peregrinación.- El camino a Cristo, pág. 125.
Tan ciertamente como jamás hubo un tiempo en que Dios no existiera, es igualmente cierto el hecho de que nunca hubo un momento cuando para la mente eterna no fuera una delicia manifestarle su gracia a la humanidad.- SDA Bible Comentary, t. 7, pág. 934.
Extraído del libro Exaltad a Jesús Página 366

viernes, 23 de diciembre de 2011

ACUSADOS, ABSUELTOS Y CONDENADOS

“Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Juan 8:11
El relato de la mujer sorprendida en adulterio siempre ha dado mucha tela para cortar. Por un lado están aquellos que ven en la actitud de Cristo una excusa para pasar por alto cualquier pecado; por el otro los que advierten que el Señor condenó los pecados ocultos de los fariseos por sobre los pecados manifiestos. Me parece más bien que esta es una historia sobre el triunfo de la gracia divina.
La clave del asunto está en la declaración que se halla al final del incidente:“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (vs. 12).
Así pues, los que siguen a Jesús andan en la luz, los que no, están en tinieblas. No se trata aquí de pasar por alto este o aquel pecado, sino de si seguimos o no al Salvador.
Veamos el relato, para que hable por sí mismo: “Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Juan 8:3-11
Podemos ver en esta sencilla pero vibrante historia acusados, absueltos y condenados.
  • Dos acusados; la mujer y Cristo mismo.
  • Todos los acusadores se encontraron condenados por sus propias conciencias.
  • Ninguno fue condenado al marcharse estos.
  • La mujer pecadora fue absuelta por Jesús.  
Quisiera resaltar tres asuntos que se evidencian en el relato:
1- El espíritu de condenación es diabólico. Estos hombres presumían justicia cuando eran tanto o más pecadores que la mujer. Una conducta tal no debiera existir entre los que se llaman cristianos.
2- Querían que se cumpla la ley violando la ley. Su demanda ignoraba que para probar adulterio les faltaba la parte masculina ¿Y el adúltero, dónde estaba?  La ley que esgrimían citaba que: “Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos”. Levítico 20:10 (ver también Deuteronomio 22:22-24).
3- Falta de misericordia. El elemento vital de la misión del Señor en esta tierra fue la misericordia, porque era la característica divina que más se había perdido de vista. Jesús podría solamente haber predicado y enseñado, pero sus obras de sanidad, sus palabras de consuelo al débil y marginado, sus atenciones hacia los hambrientos, los niños y los desposeídos mostraban con luz brillante el carácter de amor de su Padre.
Como cada vez que se enfrentaba a personas que presumían justicia sin tenerla o despreciaban lo espiritual, el Señor no contestó sus demandas. 
Solamente escribió en tierra con su dedo, y fue suficiente para que los condenadores se retiraran uno tras otro con el mismo terror que experimentó Belsasar ante la mano divina que escribía en la pared de su palacio en Babilonia (Ver Daniel 5:5,6)
¿Qué escribiría Jesús de nosotros si tuviera que hacerlo?
¡Qué bueno sería que hiciéramos lo mismo ante los chismes, la murmuración y las acusaciones sin fundamento!
Rápidamente veríamos apartarse a las personas faltas de misericordia y de amor por las almas que hay en nuestras congregaciones, y se caerían montañas de problemas que hoy impiden el avance de la iglesia.
Donde los dirigentes judíos veían condenación, Jesús veía almas que salvar. Donde los escribas y fariseos encontraban una oportunidad para dejar mal al Señor, Cristo encontraba un espacio para desplegar la magnífica obra de su gracia.
De la multitud de acusadores bajo condenación, pasamos sin interrupción al casi vacío escenario de un diálogo privado entre la mujer y Jesús.
Él dirige entonces a la mujer tres breves frases, que fueron bálsamo para su alma y otorgaron un nuevo sentido a su vida:
1- ¿Dónde están los que te acusaban?
2- ¿Ninguno te condenó?
3- Vete y no peques más
“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” Romanos 8:33,34.
Estas son las palabras que el mundo necesita escuchar. Sus seguidores no deben pronunciar palabras duras, acusaciones y reproches, sino palabras de absolución, de liberación y vida eterna. Palabras que den esperanza, que cambien vidas y sean un testimonio viviente de Su ilimitado poder para salvar.
Anunciemos hoy las buenas nuevas de Aquel que nació en un pesebre y murió en una cruz para librarnos de condenación. Entonces haremos realidad sus palabras: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (Juan 5:24)
Feliz Navidad.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

PEORES QUE LOS PAGANOS

“No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón.” Hechos 8:21,22
Estas terribles palabras fueron dirigidas a Simón el mago. Había creído en el evangelio durante las labores de Felipe en Samaria y se unió a los discípulos, pero sin haber abandonado del todo su antigua manera de pensar. Cuando vio que el Espíritu descendía sobre aquellos a quienes los apóstoles les imponían las manos, ofreció dinero para tener también ese don. El deseo de lucrar con los bienes espirituales se llama por eso “simonía”.
Siempre hubo y siempre habrá personas como Simón. Ven las ventajas de pertenecer al pueblo elegido, pero su mente todavía continúa en la corriente de las cosas terrenales. Quieren los privilegios ofrecidos a los hijos de Dios, pero no comparten su celo por la verdad, su abnegación y su sacrificio. Son rápidos, eso sí, para medir todo con su propia vara; pero desconocen por completo la misericordia y el amor que sustentan la conducta cristiana.
Hace pocos días me comenzaron a llegar mensajes que decían en letras mayúsculas: “LA NAVIDAD ES SATÁNICA”. Provenían de fuentes cristianas, que bien o mal intencionadas, intentaban convencerme mediante “datos historicos” de dudosa comprobación, que celebrar navidad es caer en el paganismo y la apostasía.
No me quedan dudas de que la manera en que el mundo festeja hoy esa fecha no tiene nada que ver con el magno acontecimiento de Belén. No importa si es la fecha correcta o no; si colocamos un árbol de navidad o no. El espíritu festivo, egoísta y derrochador que predomina en esas ocasiones está bien lejos de lo que significó el milagro de la encarnación. El lujo, la intemperancia y la borrachera jamás serán formas adecuadas de honrar al Señor.
En este sentido, la navidad es hoy más pagana que lo que pudo haber sido en el pasado.
Pero la actitud condenatoria que despliegan y la manera dura y violenta de considerar a quienes difieren de sus pensamientos descalifica a los autores de tales artículos. Flaco favor le hacen a la fe que dicen defender; puesto que cuando actúan de esa forma resultan peores que los paganos.
Cuestiones de este estilo son frecuentes hoy en las publicaciones cristianas y en páginas de Internet, causando gran daño, e inspirando menosprecio hacia nuestra fe.
¿Qué debemos hacer en estos casos?
Comparto con mis lectores este pensamiento: “El mundo no tiene derecho a dudar de la verdad del cristianismo porque en la iglesia haya miembros indignos, ni debieran los cristianos descorazonarse a causa de esos falsos hermanos. ¿Qué ocurrió en la iglesia primitiva? Ananías y Safira se unieron con los discípulos. Simón el mago fue bautizado... Judas Iscariote figuró entre los apóstoles. El Redentor no quiere perder un alma; su trato con Judas fue registrado para mostrar su larga paciencia con la perversa naturaleza humana; y nos ordena que seamos indulgentes como él lo fue” (Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 57, 58).
Ser indulgentes, pues, es nuestro deber.
Indulgentes con las almas débiles, con los que recién están dando sus primeros pasos en la fe, con los que tambalean o se hallan en peligro de caer. No tenemos que desanimar a nadie, no nos toca ser jueces sino sanadores del que se descarría; no debemos apagar la llamita que vacila ni quebrar la caña cascada.
El Señor nos pedirá cuentas de nuestro trato con los débiles. Recordemos eso.
Sin embargo, esto no significa que debamos aprobar todo cuanto que se hace. Nuestra voz debe alzarse, con toda mesura y equilibrio, en favor de la verdad. La tolerancia no es debilidad; el amor no es impotencia, la misericordia no es flojedad.
Hay en la iglesia de Dios falsos hermanos, instrumentos del enemigo, que se han infiltrado para causar división, contiendas y malas sospechas. Hay quienes trabajan para rebajar cada vez más la norma de piedad que revela el evangelio, ante los tales no debemos callar.
Ya en los tiempos apostólicos hubo perversos y apóstatas ¿Qué no debiéramos esperar para el tiempo peligroso en que estamos viviendo?
La inspiración utiliza un durísimo lenguaje -que yo no me animaría a usar- para describir a este tipo de personas:  
“Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo... De la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores... Blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales... Son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.... Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho” Judas 4,8,10,12,13,16.
¡Es cosa terrible participar de ese espíritu!
La Biblia también nos dice:”Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad... Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él”. 2ª Timoteo 2:14,15; 24-26
No olvidemos el consejo del Señor para que no seamos hallados peores que los paganos.

sábado, 17 de diciembre de 2011

CONOCIMIENTO DE DIOS

“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.” Jeremías 9:23,24
¿Conocemos a Dios de veras?
No hablo aquí de un conocimiento teórico o puramente intelectual, de cuantos datos podamos recordar de Dios y de las cosas celestiales. Hablo del conocimiento íntimo del Señor que se obtiene por medio de la experiencia.
Quiero compartir este estudio sobre el conocimiento de Dios, centrado en los tres mensajes angélicos que aparecen en Apocalipsis 14. El mensaje de estos ángeles invita a conocer al Dios verdadero y a entregarle nuestras vidas en gozosa obediencia.
Veamos tres aspectos de ese conocimiento:
I - Conocer a Dios en su terrible majestad
1- Temor y adoración. Nuestro grandioso Señor demanda que le temamos, que le glorifiquemos y le adoremos: “Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. (Apocalipsis 14:7)
2- La reverencia es parte integral de esa experiencia de adoración: “Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios”.  Éxodo 3:4-6
3- Debemos guardar silencio en su presencia como señal de respeto: “Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras... Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra”. Eclesiastés 5:1,2; Habacuc 2:20
II - Conocer a Dios en su carácter
1- El amor es fuera de toda cuestión el atributo supremo del Creador: El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”. 1ª Juan 4:8
2- Dios es misericordia y justicia: “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró”. Éxodo 34:6-8
3- Dios es celoso, no comparte su adoración con nadie más: “Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia,la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación...Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas”.  Apocalipsis 14:8; 18:2-5
III - Podemos conocer a Dios en sus juicios
1- Hay un tiempo señalado para el juicio de Dios: “Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová.”  Jeremías 8:7
2- Debemos buscar ese conocimiento: “También en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma. Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia”. Isaías 26:8,9
3- Los juicios divinos destruirán finalmente al pecado y a los pecadores: “Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira”. Apocalipsis 14:9,10
Aunque la idea del juicio no resulte muy agradable, es un tema de profunda meditación. Solamente los que obedezcan todos sus mandamientos pasarán la prueba del juicio, en el cual toda obra será probada, y todo buen árbol se reconocerá por su fruto.
Al respecto es muy valiosa esta cita: “Toda verdadera obediencia proviene del corazón. La de Cristo procedía del corazón. Y si nosotros consentimos, se identificará de tal manera con nuestros pensamientos y fines, amoldará de tal manera nuestro corazón y mente en conformidad con su voluntad, que cuando le obedezcamos estaremos tan sólo ejecutando nuestros propios impulsos. La voluntad, refinada y santificada, hallará su más alto deleite en servirle. Cuando conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerle, nuestra vida será una vida de continua obediencia. Si apreciamos el carácter de Cristo y tenemos comunión con Dios, el pecado llegará a sernos odioso.” El Deseado de Todas las Gentes pag. 668
Cuando la verdad cause tal impacto en nuestras vidas que lleguemos a conocer a Dios de esta manera, los tres últimos mensajes dirigidos al mundo pecador habrán alcanzado su objetivo y entonces “la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”. ( Habacuc 2:14)