lunes, 11 de enero de 2010

MOVIDOS POR EL ESPÍRITU


"Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel". Lucas 2:25-32
En la reunión de jóvenes de ayer, mi amigo Roberto planteó en base a este texto un interrogante que generó muchos comentarios. La pregunta que quedó en el aire era: ¿Qué significa ser "movido" por el Espíritu"?
Las respuestas fueron varias y debo decir que las que di en esa ocasión me resultaron poco satisfactorias. Este es un asunto que merece atención, y que debemos poder comprender bien, al punto de poder expresarlo claramente.
Nada mejor que ir a la Biblia para comprender correctamente lo que  significa este concepto.
En Romanos capítulo 8, Pablo menciona varias características de los que son guiados por el Espíritu de Dios, de las cuales examinaremos tres:
  1. Son los que están en Cristo, es decir los que han pasado de muerte a vida, han sido perdonados y justificados por él: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu". (vs. 1)
    Le pertenecen tanto por creación como por redención y han dejado sus propios caminos para seguir obedientemente los caminos del Señor.
  2. "Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". (vs. 9) No podemos afirmar que somos cristianos y al mismo tiempo dudar de si recibimos el Espíritu Santo cuando creímos. La morada del Consolador en el alma es la señal inequívoca de que somos suyos; es su sello de garantía. Tener el Espíritu es tener a Cristo formándose en nosotros como la esperanza de gloria; es reflejar su imagen, la perfección de su vida en la nuestra.
  3. "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios". (vs. 14) Finalmente, cuando la sagrada persona del Espíritu vive en nosotros, nuestros planes e intereses coincidirán con los suyos; nos resultará natural seguir sus dictados porque estaremos haciendo al mismo tiempo nuestra voluntad y la suya. Implica también que si no permitimos que nos guíe, perderemos su presencia en nuestra vida. El rechazo permanente da lugar a la pérdida permanente.
En la persona del Espíritu, se halla la mayor bendición que el cielo pueda concedernos. No digo que sea lo más importante, puesto que sin la muerte de Cristo en la cruz sería inútil su intercesión para guiarnos al arrepentimiento.
Pero a los efectos de la salvación, Él es quien nos convence, nos guía al arrepentimiento, aplica los méritos de la sangre de Jesús, intercede por nosotros y concede sus frutos en nuestra vida y sus dones a la iglesia.
Esto se ve en la práctica cuando las personas son llamadas a aceptar el amor, el perdón y la justicia de Cristo. Son muchos los que responden, pero son pocos los que pueden permanecer, porque la vida cristiana les resulta "dificil". En realidad no es que sea dificil, sinó que es imposible vivirla sin el Espíritu.
Estar en Cristo significa tener su Espíritu y ser guiados o movidos por él.
¿Es posible? SI.
Enfático, absoluto y categórico SI. Dios no es mezquino con el don que más necesitamos.
Requiere únicamente de nuestra voluntad. Debemos someternos diariamente a su dirección para recibirlo. El don no debe ser nuestro sinó que nosotros debemos ser suyos.
Esto no quiere decir que es algo que podamos "lograr". Por el contrario, debemos morir al yo para alcanzar la bendición prometida. No elimina además la necesidad de hacer planes sino que los corrige y orienta en el sentido correcto.
Se mencionan de manera especial en los dos primeros capítulos de Lucas preciosos e inspiradores ejemplos de personas movidas por el Espíritu Santo:
  • Juan el Bautista: "porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre". Lucas 1:15
  • La virgen María: "Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios". Lucas 1:35
  • Elizabet: "Elisabet fue llena del Espíritu Santo". Lucas 1:41
  • Zacarías: "Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo"... Lucas 1:67
  • Simeón: (ver textos anteriores especialmente Lucas 2:27)
  • Ana: (su llamado está implícito) "Estaba también allí Ana, profetisa... y no se apartaba del templo... Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén". (vs. 36-38)
Cuando el viento del Espíritu sopla, todos los que han aprestado sus velas son movidos con santo poder. La gracia divina va al encuentro de la gracia que ya opera en el corazón y las personas comunes se vuelven extraordinarias.
Regresando al principio, Simeón es un ejemplo perfecto de alguien movido por el Espíritu.
Creyente, justo, piadoso; vivía bajo la dirección del Espíritu, se dejaba conducir por él y lo reconocía en perfección de fe. Había recibido la promesa de que vería al Mesías antes de su muerte y creyendo en ella, fue llevado al templo por el Espíritu en donde vio consumadas sus esperanzas.
Es un símbolo y un modelo para los que esperamos no ya la primera, sinó su segunda venida.
Permitamos que el Espíritu Santo sea quien dirija nuestra vida a cada paso, para poder decir como Simeón en aquel día: "han visto mis ojos tu salvación"...