lunes, 21 de diciembre de 2009

RESOLUCIONES PARA EL AÑO NUEVO

Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Fil. 3: 13-15.

Ayer fue Navidad. ¿Hicieron como los sabios que ofrecieron sus dones a Jesús? ¿O cambió el enemigo el orden de las cosas, haciendo que la adoración se dirigiera hacia él?
Los regalos se otorgan ahora a los amigos en vez de ofrendarlos a quien hizo un sacrificio tan grande por nosotros. Todos los regalos debieran fluir hacia otro canal, donde puedan ser usados en la salvación de los hombres.
El nuevo año está delante de nosotros. ¿No debieran los regalos ser colocados en una cuenta mejor que en la que los depositaron ahora? ¿No debiéramos confesar y apropiarnos de la sangre de Cristo, quien está dispuesto a limpiarnos de todo pecado? Fue por nosotros que Cristo se hizo pobre.
En el gran día final seremos juzgados por lo que hicimos. Cristo dirá: "Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos les responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?" (Mat. 25: 42-44). Cristo dirá entonces: "En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeñitos, tampoco a mí lo hicisteis" (vers. 45). Y añadirá: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (vers. 41).
Cristo vino y dejó un ejemplo de sacrificio y, si somos de Cristo, haremos sus obras. En vez de agradarnos a nosotros mismos, buscaremos hacer el bien a otros e impartir beneficios a la humanidad sufriente. A menos que lo hagamos, no podemos esperar tener parte con Cristo.
Hay almas que salvar en todo nuestro derredor. Cada uno debe hacer una obra de reconciliación con Cristo. Esta es la obra que debemos emprender en el nuevo año. Estamos viviendo para el tiempo y la eternidad. Deseamos que la luz brille sobre nuestro sendero, y deseamos extender sus bendiciones a otros. La única forma de ser representantes de Cristo es amándonos los unos a otros. Si reflejamos su imagen, cuando entremos por las puertas en la ciudad, se nos dirá: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor" (Mat. 25: 21).
Esforcémonos por tener un registro mejor en el año venidero, y por vivir tan cerca de Dios que podamos estar rodeados con la atmósfera del cielo, y ser así representantes de Cristo (Manuscrito 60, del 26 de diciembre de 1886, sermón predicado en el salón Municipal de Tramelan, Suiza).