domingo, 31 de octubre de 2010

CONTROVERSIA, ¿BUENA O MALA?

"El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar". Proverbios 18:19
El texto de referencia nos advierte acerca de entrar en disputas entre hermanos. No solamente causan enojos y discordia, sinó la pérdida de muchas almas. 
Es cierto que entre los cristianos es necesario que haya diferencia de opiniones, porque de lo contrario seríamos sumamente manejables (no hablo aquí de la paz de los cementerios); hay controversias que son inevitables y otras evitables, las hay buenas y malas, necesarias e innecesarias....
¿Cómo establecer la diferencia?
Primero, demos un paseo por el diccionario. Una controversia viene a ser una discusión extensa entre varias personas que defienden opiniones contrarias sobre un mismo asunto. La contienda es la pelea resultante de la diferencia de opiniones.
La Biblia es clara en cuanto a su origen: "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: ... enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias... y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios".  Gálatas 5:19-21
Salomón agrega un tono personal, identificando al promotor de disputas, al decir que "el altivo de ánimo suscita contiendas". Proverbios 28:25
El orgullo no debiera dominar nuestras reacciones. En lo que dependa de nosotros, no demos dar lugar a la controversia o a la contienda entre quienes nos llamamos cristianos. Pablo amonestó a los corintios acerca de estas actitudes diciendo: "pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?" 1º Corintios 3:3
Defender nuestra posición de manera airada, hacer denuncias y acusar al otro con dureza, suelen ser síntomas de falta de conversión. Enojarse por las críticas o las opiniones contrarias a las nuestras también lo es.
¿Pero qué de aquellos que no son de nuestra fe y afirman mentiras? ¿Está mal polemizar con ellos?
La siguiente cita nos puede ser de ayuda: "No debemos entrar en controversia con quienes sustentan teorías falsas. La controversia es inútil. Cristo nunca entró en discusiones. El arma empleada por el Redentor del mundo fue: "Escrito está". Adhirámonos a la Palabra. Dejemos que el Señor Jesús y sus mensajeros den testimonio. Sabemos que su testimonio es verdadero".­ NB 101 (1915).
El método de Jesús no era debatir. Los predicadores no deben hacerlo. Elena White agrega: "No tengáis un espíritu de controversia. Los discursos denunciatorios hacen muy poco bien. El método más seguro para destruir las falsas doctrinas consiste en predicar la verdad. Mantened una actitud positiva. Dejad que las preciosas verdades del Evangelio maten la fuerza del mal. Manifestad un espíritu tierno y misericordioso hacia los que yerran. Acercaos a los corazones".­ Ev 224 (1902).
El consejo final de Pablo a Timoteo como líder de la iglesia incluía estas palabras: "Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas... Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él". 2º Timoteo 2:14-16;23-26
No deberíamos ser culpables de la perdición de nadie ¿verdad?
  • Echar nafta al fuego no constituye la mejor forma de apagarlo
  • No hay sangrado más difícil de detener que una hemorragia interna
No obstante, las disputas no se apagarán por más que los cristianos logremos dejar de debatir. Como lo aprendió por experiencia propia el profeta Jeremías cuando predicaba su impopular mensaje, la controversia que levantó entre los obstinados israelitas tenía su origen, más que en las palabras pronunciadas por el profeta, en la resistencia del pueblo a obedecer la palabra de Dios, lo cual lo hizo exclamar: "¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra! Nunca he dado ni tomado en préstamo, y todos me maldicen". Jeremías 15:10
Hay, por lo tanto, una controversia que resulta positiva.
No se trata de la que es levantada en el seno del pueblo de Dios; sino la que surge como consecuencia de la intrépida predicación de la verdad: "En todos los tiempos los mensajeros elegidos por Dios fueron víctimas de insultos y persecuciones; no obstante, el conocimiento de Dios se difundió por medio de sus aflicciones. Cada discípulo de Cristo debe ocupar un lugar en las filas para adelantar la misma obra, sabiendo que todo cuanto hagan los enemigos redundará en favor de la verdad. El propósito de Dios es que la verdad se ponga al frente para que llegue a ser tema de examen y discusión, a pesar del desprecio que se le haga. Tiene que agitarse el espíritu del pueblo; todo conflicto, todo vituperio, todo esfuerzo por limitar la libertad de conciencia son instrumentos de Dios para despertar las mentes que de otra manera dormirían".­ DMJ 31, 32 (1896).
Este tipo de controversias es inevitable, y debe ser esperada con humildad de corazón. Nada de nuestro yo puede surgir en la defensa de la verdad, porque así estropearíamos su poder e influencia. Daremos mejor testimonio contando con mansedumbre y reverencia lo que Dios hizo en nuestras vidas, que utilizando elaborados y pulidos argumentos en nuestro favor.
La Gran Controversia que Satanás comenzó en el cielo pronto llegará a su fin. Cada uno de nosotros tendrá que dar razón de su fe, y se nos echarán en la cara las palabras apresuradas, los comentarios subidos de tono y las expresiones imprudentes vertidas en tiempos de paz.
Seremos perseguidos y calumniados utilizando falsedades, medias verdades y controversias internas. Por lo tanto, evitemos dar argumentos al enemigo.
¿Cómo estaremos tú y yo en ese día?

sábado, 30 de octubre de 2010

NECESITAMOS DESPERTAR

"Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes,
y levántate de los muertos,
y te alumbrará Cristo.

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos".
Efesios 5:14-16

Quiero compartir con mis lectores estas citas estremecedoras, junto a lo que dice la Palabra de Dios. Vivimos tiempo prestado y necesitamos desesperadamente despertar.

Entender los tiempos:
"Apreciados hermanos y hermanas: Mientras el error progresa rápidamente, debemos procurar estar despiertos en la causa de Dios, y darnos cuenta del tiempo en el cual vivimos. Las tinieblas van a cubrir la tierra, y la obscuridad los pueblos. Y mientras casi todos los que nos rodean están envueltos en densas tinieblas de error y engaño, nos incumbe sacudir el estupor y vivir cerca de Dios, donde podemos recibir divinos rayos de luz y gloria del rostro de Jesús. A medida que las tinieblas se intensifican y el error aumenta, debemos obtener un conocimiento más cabal de la verdad y estar preparados para sostener nuestra posición mediante las Escrituras". Primeros Escritos pág. 104
"Satanás procura mantener al pueblo de Dios en un estado de inactividad, e impedirle que desempeñe su parte en la difusión de la verdad, para que al fin sea pesado en la balanza y hallado falto." (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 88.)

Falta de fervor misionero:

"La falta de actividad y fervor en la causa de Dios es espantosa. Este estupor mortal proviene de Satanás. El domina la mente de los observadores del sábado no consagrados, y los induce a sentir celos unos de otros, a criticarse y censurarse. Es su obra especial dividir los corazones, para que la influencia, la fuerza y la labor de los siervos de Dios sean consumidas por el trabajo entre los observadores del sábado no consagrados, y les toque dedicar de continuo su tiempo precioso al arreglo de pequeñas divergencias, cuando debieran consagrarlo a proclamar la verdad a los incrédulos". Joyas de los Testimonios Tomo 1 pág. 89
"Hermanos y hermanas, ¿Queréis despertar de esta pereza que se asemeja al torpor de la muerte? Id a trabajar, sintáis el deseo o no. Esforzaos personalmente por traer almas a Jesús y al conocimiento de la verdad. Esta labor será para vosotros un estímulo y un tónico; os despertará y fortalecerá. Por el ejercicio vuestras facultades espirituales se vigorizarán, de manera que tendréis más éxito para labrar vuestra propia salvación. El estupor de muerte pesa sobre muchos de los que profesan a Cristo. Haced cuanto podáis para despertarlos. Amonestadlos, suplicadles, argüid con ellos. Rogad que el Espíritu enternecedor de Dios derrita y ablande sus naturalezas glaciales. Aunque se nieguen a escuchar, vuestro trabajo no estará perdido. Mediante el esfuerzo hecho para bendecir a otros, vuestras propias almas serán bendecidas" (Joyas de los Testimonios Tomo 2, págs. 128, 129).

La obra de preparación:

"Es una solemne declaración la que hago a la iglesia, de que ni uno de cada veinte de aquellos cuyos nombres están registrados en los libros de la iglesia se halla preparado para terminar su historia terrenal, y que estaría tan ciertamente sin Dios y sin esperanza en el mundo como el pecador común. Profesan servir a Dios, pero están sirviendo fervientemente a Mammón. Esta obra que se hace a medias es una negación constante de Cristo, más bien que una confesión de Jesús. Muchos han traído a la iglesia su propio espíritu insubordinado, carente de refinamiento. Su gusto espiritual está pervertido por sus propias corrupciones inmorales y degradantes, y simbolizan al mundo en espíritu, en corazón y en propósito, confirmándose a sí mismos en prácticas lujuriosas, completamente llenos de engaño en su profesa vida cristiana. ¡Viven como pecadores, y pretenden ser cristianos! Los que pretenden ser cristianos y confesar a Cristo deben salir de entre ellos, y no tocar cosa inmunda, y separarse. . . .
Dejo mi pluma y elevo mi alma en oración, para que el Señor sople su aliento vivificante sobre sus hijos desviados, que son huesos secos, para que vivan. El fin está cerca, se insinúa sobre nosotros tan imperceptible y silenciosamente, como las furtivas pisadas del ladrón en la noche, para sorprender a los que duermen, estando desprevenidos y sin preparación. Conceda el Señor que su Espíritu Santo descienda sobre los corazones dominados hoy por la comodidad, para que no sigan durmiendo como los demás, sino que velen y sean sobrios." (Boletín de la Asociación General, 1893, pág. 132, 133.)
"Ha llegado la hora de hacer una reforma completa. Cuando ella principie, el espíritu de oración animará a cada creyente, y el espíritu de discordia y de revolución será desterrado de la iglesia". (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 254.)
"Un reavivamiento de la verdadera piedad entre nosotros es la mayor y más urgente de todas nuestras necesidades. El buscar esto debe ser nuestro primer trabajo". (Review and Herald, 22 de marzo de 1887.)

viernes, 29 de octubre de 2010

LIDERAZGO

¿Qué hace que algunas personas sean simples seguidores y otras sean líderes?
En la experiencia del rey Ezequías cuando los asirios sitiaban Jerusalén hay un verdadero modelo de liderazgo cristiano, que haríamos bien en imitar.
A todas luces la situación era desesperada. Los poderosos ejércitos asirios, famosos por su fiereza y crueldad para con los vencidos, estaban a las puertas de la ciudad, habiendo arrasado con todo a su paso.
El método guerrero de aquellas épocas estaba basado en los combates a campo abierto y el sitio de las ciudades amuralladas. El objetivo del sitio era agotar por medio del hambre, la sed y las epidemias a la población encerrada, para que se rindieran sin luchar o con pérdidas mínimas para los invasores.
A diferencia de otros reyes que prefirieron ser tributarios, Ezequías eligió luchar contra un adversario que le superaba largamente en número y recursos. Desde la óptica humana, parecía una empresa perdida desde el inicio.
Notemos lo que dice el texto sagrado para luego sacar algunas conclusiones:
"Viendo, pues, Ezequías la venida de Senaquerib, y su intención de combatir a Jerusalén, tuvo consejo con sus príncipes y con sus hombres valientes, para cegar las fuentes de agua que estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron. Entonces se reunió mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que corría a través del territorio, diciendo: ¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas cuando vengan? Después con ánimo resuelto edificó Ezequías todos los muros caídos, e hizo alzar las torres, y otro muro por fuera; fortificó además a Milo en la ciudad de David, y también hizo muchas espadas y escudos. Y puso capitanes de guerra sobre el pueblo, y los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad, y habló al corazón de ellos, diciendo: Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él está el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá". 2 Crónicas 32:2-8
Siete características se destacan en la intrépida acción del rey, como ejemplo para los líderes de hoy:
  • Buscó el consejo de sus subalternos. No tuvo la presunción de comenzar a dar órdenes sin antes hablar con quienes estaban capacitados, con los que estarían en el frente de batalla, para ver qué hacer y cómo proceder. 
  • Enfrentó la situación con ánimo resuelto. El entusiasmo o la falta de éste son igualmente contagiosos; por ello era imperioso que mostrara determinación para hacer lo que fuera necesario sin importar los riesgos que pudieran correrse.
  • Hizo provisión para la emergencia. Ningún plan marcha si primero no se tienen los recursos necesarios. El largo sitio requería de provisiones y fortificaciones adecuadas para enfrentarlo.
  • Delegó funciones. Sabía que el éxito a escala global depende de la suma de los pequeños éxitos alcanzados en cada nivel. Los que dirigen deben recordar siempre que su bienestar futuro está ligado al triunfo de sus colaboradores.
  • Infundió animo. La palabra oportuna puede encender la esperanza y el ánimo incluso en el corazón más apocado. El líder debe transmitir su visión positiva de la situación a quienes le siguen.
  • Fue creíble. Todos podían ver en sus actitudes, palabras y acciones a un hombre comprometido con el éxito de su empresa.
  • Se apoyó en Dios y no en el hombre. A pesar de sus previsiones y enérgica acción, sabía que la victoria dependía de la ayuda divina. Un dirigente realista ve los peligros y calcula las posibilidades. Los líderes de fe, ven más allá de las apariencias, tomándose del brazo poderoso del Dios Omnipotente.
Este piadoso rey bien pudo haber cantado las palabras del salmo 33:
"El rey no se salva por la multitud del ejército,
ni escapa el valiente por la mucha fuerza.
Vano para salvarse es el caballo;
la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar.
He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen,
sobre los que esperan en su misericordia,
Para librar sus almas de la muerte,
y para darles vida en tiempo de hambre.
Nuestra alma espera a Jehová;
nuestra ayuda y nuestro escudo es él.
Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón,
porque en su santo nombre hemos confiado.
Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros,
según esperamos en ti".
Salmos 33:16-22

DOS MUJERES, DOS ORACIONES


Ana y María, dos grandes madres de la Biblia. Aunque estaban separadas por varios siglos de diferencia, por sus circunstancias, su condición y posición social, elevaron cantos a Dios luego del anuncio del nacimiento de su hijo.
Veamos algunas similitudes entre sendas alabanzas inspiradas en dos santas mujeres por el Espíritu Santo:

CANTO DE ANA
1º SAMUEL 2:1-10
CANTO DE MARÍA
LUCAS 1:46-55
Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, por cuanto me alegré en tu salvación.
No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro. No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones.
Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los débiles se ciñeron de poder. Los saciados se alquilaron por pan,
y los hambrientos dejaron de tener hambre; Hasta la estéril ha dado a luz siete, Y la que tenía muchos hijos languidece. Jehová mata, y él da vida; el hace descender al Seol, y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece. El levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.
Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo. El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su propia fuerza.
Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido.
Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen.
Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes.A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos.
Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre.









  1. El motivo de ambas es el regocijo por el nacimiento de un niño especial.
  2. En el caso de María, un don inesperado en ella, pero prometido por siglos a Israel; el otro esperado ardientemente solo por Ana, pero igual de milagroso.
  3. Ambas entienden que los actos de Dios no son aislados, ni él bendice arbitraramente a una persona sí y a otra no. Preveen que su bendición personal se extenderá como una marea de bondad y justicia hasta alcanzar a todos los demás.
  4. Esto lleva a las dos mujeres a entonar cantos de alabanza, regocijándose por la salvación divina
  5. Reconocen tanto una como otra, su completa falta de mérito por la gracia recibida.
  6. Ambas destacan la santidad y el poder de Jehová. En virtud de ellas, el mal no prevalecerá para siempre y el bien triunfará.
  7. Las dos hacen énfasis en el juicio; destacan la intervención personal de Dios en los asuntos del mundo, que actúa para socorrer a los desvalidos y humillar a los malvados.
  8. Por último, la acción salvadora del Señor, basada en sus promesas y su misericordia, establece una justicia perdurable.   
Nuestras alabanzas a Dios deberían imitar estos hermosos modelos de gratitud.

jueves, 28 de octubre de 2010

MI CONVERSIÓN

“He aquí yo estoy contigo y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho”. Génesis 28:15
En una entrada anterior hablé de cómo fui impulsado a escribir mi testimonio. Ahora que ya han pasado 21 años de esa ocasión y 40 desde el inicio de mi travesía espiritual, considero que tengo algo más para decir.
No estoy seguro de cuándo fue que se despertó en mí la convicción; pero sé que ocurrió bastante temprano en mi vida. Estaba en el 7º grado de primaria cuando comencé a leer la Biblia y otros libros religiosos.
Mi madre había recibido por ese entonces, en lo que era el comienzo de su propia búsqueda de Dios, a personas de diferentes denominaciones religiosas, y a todos ellos les compró literatura. Evangélicos, Testigos de Jehová, "Mormones" y Adventistas desfilaron por mi casa dejando sus publicaciones.
En lo que a mí respecta, los libros eran y siguen siendo un tesoro de valor inestimable. Los leía a todos y me parecía que éstos hablaban específicamente de mi caso. Como adolescente de aquella época, sin cable ni computadoras personales, las imágenes de los libros constituían una preciosa fuente de información y me animaron en la lectura de la Palabra de Dios.
Con seguridad, su buen Espíritu me estaba llamando, pero mi duro corazón se resistía.
Asistí un par de veces con mi madre a la iglesia Adventista, pero mi padre se opuso con firmeza a que siguiéramos ese camino y la relación se cortó. Posteriormente mi hermana mayor fue a estudiar a lo que entonces era el Colegio Adventista del Plata (hoy UAP), por lo que seguimos en contacto con esa denominación. Por entonces, repudié el adventismo; pero en mi interior, los principios de la Biblia habían calado muy hondo y comenzaron a realizar su obra maravillosa.
Sin darme cuenta de cómo sucedió, a los 14 años dejé el alcohol y el tabaco para siempre (aunque sólo bebía en reuniones sociales y fumaba a escondidas desde los 13). El siguiente paso fue convertirme en vegetariano, por influencia de las publicaciones cristianas. En los 6 años siguientes leí varios libros de una mujer llamada Elena de White, que marcaron a fuego mi vida.
Mis compañeros de colegio se burlaron, me probaron hasta el límite, y luego se resignaron a mi "chifladura", con algo de admiración encubierta.
Conocí entonces a varios de los que luego se convertirían en mis hermanos; personas comunes, con aciertos y errores como yo, aunque tenían algo de lo que yo carecía y eso se reflejaba en sus rostros.
Siendo sincero, por entonces me molestaban los discos religiosos, la gente que venía a orar con mi madre y por sobre todo, las caras siempre sonrientes de los misioneros. No advertía en ese tiempo que la paz y la felicidad que mostraban me confundían, por el simple hecho de que yo no las tenía.
En mi desesperación, empecé a orar a escondidas. Pedía a Dios que alguien me ayudara a entender qué camino tomar. En realidad, Cristo era quien faltaba en mi vida.
Cuando terminé el secundario, los acontecimientos se precipitaron. Mi padre falleció tras una larga agonía de un derrame cerebral; colocándome frente a grandes responsabilidades que no quería afrontar. Mis planes para el futuro se vieron frustrados porque tenía que trabajar en el negocio familiar.
A los 20 años comenzó mi etapa más contradictoria. Luchaba contra Dios y conmigo mismo. Me daba cuenta que sin él estaba completamente perdido pero me costaba tomar una decisión.
Fue enntonces que ocurrieron una serie de "milagros" en los que la providencia divina tomó el control de mi vida. Se iniciaron unas conferencias bíblicas en la ciudad, a las que mi madre y mi hermana menor asistieron con gran interés, en tanto que yo hacía grandes esfuerzos por esquivar toda invitación para asistir. Finalmente cedí ante la insistencia, justo el día en que ofrecían estudios bíblicos. Los acepté sin pensar.
De más está decir que escapaba también del instructor, que pacientemente venía a mi casa sólo para no encontrarme. Esto duró varias semanas hasta que finalmente tuve que tomar una decisión: o le decía que no viniera más, o completaba mis estudios.
Por la gracia de Dios, decidí ir más allá; me entregaría totalmente a Cristo.
Poco después fui bautizado, gozando la vivencia más sublime que el ser humano pueda experimentar. Mi felicidad, mi reciente fe y mi entusiasmo alcanzaron un soberbio clímax.
En mi ingenuidad, creí que mi conversión marcaría el fin de mis problemas. No fue así; éstos se hicieron cada vez más graves, sobrepasando mi capacidad humana, durante mis primeros meses de convertido. Lo bueno de esto fue que me mantuvo humilde y necesitado del auxilio divino. Los ataques de Satanás en vez de apartarme del camino, me hicieron ver con mayor claridad que Jesucristo es un poderoso Salvador.
Tampoco puedo decir que mi experiencia cristiana ha sido perfecta desde entonces. Conocí las vacilaciones motivadas por el egoísmo y la complacencia propia, en las que la carne reclama volver al camino ancho que antes parecía tan agradable. Sufrí las pasiones de la juventud y los desvaríos de la justicia propia.
Pero puedo decir con absoluta seguridad que el texto del principio lo he visto cumplido mil veces en mi vida. El Señor no me dejó cuando dudé, cuando fui débil o cobarde, no se apartó de mí en mis infidelidades, ni me descartó por mi pobre fe. Todavía sigue luchando conmigo para llevarme a su reino.
Sí; todavía lo hace...
Su promesa es fiel, así como él es fiel.
Puedo decir como Pablo: "estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo". Filipenses 1:6
Veo que comenzó una buena obra en mí, y por su gracia la acabará (incluso a pesar de mi ocasional resistencia). Sé que me ama de una forma que no puedo expresar, que me protege, me cuida y me abre caminos inesperados a cada paso.
De un joven inseguro y fantasioso, me convertí en un adulto relativamente dueño de sí mismo y cargado de responsabilidades. Yo, que no sabía que hacer con mi vida, me encontré dando consejo a otros. Descubrí el gozo del servicio y de la testificación.  Fui librado de pruebas gravísimas, y cada una de ellas me mostró más a las claras que Dios no me dejaría hasta completar su propósito en mí.
Pude ver almas sinceramente convertidas por medio de este pobre instrumento humano, y dolerme por aquellos amigos que abandonaron su esperanza. A lo largo de los años presencié el cumplimiento de las profecías que leí cuando niño y el avance de su obra que se acerca a una gloriosa culminación. Fui y soy testigo inmerecido de los milagros de su gracia inagotable.
Me ha dado el Señor mucho más de lo que podría haber esperado: una fiel y amorosa compañera, tres buenos hijos, un hogar cristiano y un trabajo en el que cada día puedo testificar libremente de mi maravilloso Dios. 
Toda cosa a la que pude haber renunciado fue compensada por algo superior; todas mis tristezas se opacan ante la esperanza que me mueve; hoy casi todos los lazos familiares rotos por causa de mi fe se han restablecido, y espero algún día tener también algún fruto entre mi familia de sangre.
Únicamente puedo decir al mirar hacia atrás: - ¡Alabado sea el Señor! -

sábado, 23 de octubre de 2010

DECLARACIONES CATEGÓRICAS

"Y los galaaditas tomaron los vados del Jordán a los de Efraín; y aconteció que cuando decían los fugitivos de Efraín: Quiero pasar, los de Galaad les preguntaban: ¿Eres tú efrateo? Si él respondía: No, entonces le decían: Ahora, pues, di Shibolet. Y él decía Sibolet; porque no podía pronunciarlo correctamente. Entonces le echaban mano, y le degollaban junto a los vados del Jordán. Y murieron entonces de los de Efraín cuarenta y dos mil". Jueces 12:5,6
En una de las tantas inútiles guerras fratricidas de los tiempos de los jueces, los soldados de Jefté vencieron a los efrainitas. En la masacre que generalmente seguía a la batalla al perseguir a los que huían, un sonido hizo la diferencia entre la vida y la muerte. Por hablar un dialecto diferente (aunque ambos venían de la tribu de José), los de Efraín no podían pronunciar bien la palabra shibolet ("corriente de agua"), y eran identificados como enemigos. 
Parece mentira que un detalle menor, como la pronunciación de una consonante, causara la perdición de cuarenta y dos mil fugitivos.
Pero esto también sucede en la vida espiritual de los que hoy esperan al Señor. No son los grandes pecados los que nos hacen caer, sinó las transgresiones menores, el apartarse de la voluntad de Dios en "pequeños detalles sin importancia". Son estas cosas, consideradas minucias, las que muestran con quién o qué nos identificamos. Son las que indican la dirección de la vida, la inclinación del corazón. 
Los que son muy puntillosos en cumplir la voluntad divina a veces (con tristeza lo digo), son llamados fanáticos por quienes debieran alentarlos en su fidelidad. Los que quieren obedecer la ley de Dios resultan "extremistas", "fundamentalistas", "estrechos de mente", o cualquier otro calificativo por el estilo, para los que se jactan de liberalismo. 
Podría alguien decir que lo necesario no es ser liberal ni fanático, sinó equilibrado. El problema reside en lo que definimos como equilibrio. Para los más, ser equilibrado significa no adoptar ninguna posición en absoluto. No ser ni frío ni caliente. Tal es el espíritu de Laodicea.
Sin embargo, el evangelio de Cristo es "desequilibrado" en su misma esencia. No admite compromisos ni medias tintas.
Vayan como ejemplo estas cinco declaraciones categóricas de las escrituras:
  • "El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama". Mateo 12:30
  • "El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene". 1 Corintios 16:22
  • "Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". Romanos 8:9
  • "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". Mateo 5:48
  • "Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová". Jeremías 48:10
Bastante fuerte, ¿verdad? Ahora analicemos estas cinco frases una por una.
* La primera de ellas demanda identificación plena con la causa y con los intereses de Cristo. Todo lo demás es desparramar. Es un asunto urgente pensar que estamos haciendo con nuestra vida, cual será el resultado de nuestros esfuerzos. Cualquier cosa que hagamos sin tener en cuenta a Dios nos coloca en oposición a él y resulta en pérdida eterna. Y son los pequeños detalles, no las grandes acciones las que determinan el resultado final. ¿Pensaste alguna vez en lo terrible de ser considerado enemigo de Dios? La Biblia afirma categóricamente: "¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios". Santiago 4:4
* La declaración siguiente pone el acento en las motivaciones. La suprema y más necesaria de todas las motivaciones del cristiano debe ser el amor.
Pero no el difuso sentimiento que hoy se considera amor; que se aproxima más a una blanda aceptación de cualquier clase de práctica o conducta que al principio que el cielo acepta como válido. El amor del que se habla es el amor abnegado y fiel que tiene al Señor Jesucristo como centro. Amar a Jesús involucra rendirle todo, tanto los afectos como la voluntad. Si nuestro amor no es de esa clase, es anatema ¡qué tremendo!
* El tercer versículo se relaciona con el motor de nuestras motivaciones. Sin el Espíritu, nada vale. Y esto es así de terminante porque sin su presencia no puede haber renovación de la vida. Sin un cambio interior, toda nuestra actividad religiosa es pura cáscara, árido formalismo, inútil trabajo y tiempo malgastado. Nicodemo recibió una solemne lección de boca de Jesús mismo, a la que haríamos bien en prestar atención: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios". Juan 3:5
* En cuarto lugar, Dios eleva la marca a un nivel inalcanzable por medios humanos.
¿Quién puede ser perfecto?
Pero la perfección de la que habla la Biblia es la que obtenemos de la diaria comunión con el Señor, dándolo todo y recibiendo todo en retribución. Quiero hacer notar que cuando hablo de dar y recibir todo, hay una enorme diferencia de grado entre lo que damos y lo que se nos otorga. En realidad no damos nada de valor y recibimos TODO a cambio.
Cuando le entregamos todo a Cristo, lo nuestro es pura escoria: nuestro corazón estropeado por el pecado, nuestra vida arruinada por malas decisiones; en fin un registro manchado, sin nada de perfección. Recibimos en su reemplazo el perdón de Jesús, su justicia, el don del Espíritu, poder moral y fuerza para resistir la tentación... Eso sin contar la promesa de la vida eterna y todo lo que trae aparejado...
* El último de los cinco textos apunta a nuestras acciones, que son consecuencia de todo lo antes dicho. Si nos hemos identificado completamente con su causa, si nuestras motivaciones son correctas, impulsadas y guiadas por el Espíritu divino, si hemos recibido la perfección que solo Cristo otorga, el resultado natural será dar testimonio de lo que hemos encontrado y recibido. La indolencia en la obra del Señor, por lo tanto, es una clara muestra de que no tenemos algo relevante para decir y nos coloca bajo maldición.
¿Cómo callar? ¿Callar cuando hemos recibido el perdón, la justificación, la paz del alma, el carácter y la mente de Cristo y además somos parte de la familia celestial con pleno derecho al árbol de la vida? Deberíamos considerarlo un acto criminal.
Las palabras que anteceden pueden resultar duras, pero en realidad, lo que hacen es mostrar que la salvación y la vida eterna no son cosas de poca monta, que el amor de Dios no puede ser menospreciado sin consecuencias, que alcanzar el cielo no es cuestión de broma.
Nuestro amoroso Dios puso en acción todos los recursos disponibles para que seamos salvos, por lo tanto espera que le concedamos toda nuestra atención a sus advertencias, para no errar por el camino. Es nuestro privilegio identificarnos plenamente con la causa del evangelio; cualquier costo que haya que pagar resulta demasiado barato en relación con lo que nos espera.
Finalizo con una bella promesa que es igual de categórica: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre". Juan 10:27-29

viernes, 22 de octubre de 2010

MIA Y LAS MIGAS DE PAN

"Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora". Mateo 15:26-28
Hace un par de años entró a nuestras vidas una simpática y cariñosa perrita, dueña de una sensibilidad muy especial; se convirtió en la sombra de mi hija y en la mimada de toda la familia. Le pusimos por nombre "Mía".
Aunque tratamos de educarla lo mejor posible, adquirió con el tiempo una costumbre singular; su inexplicable pasión por las migas de pan.
Y no es que pase hambre, o que le falte el alimento. Simplemente, cuando advierte que hay migajas, pierde todo interés por cualquier otro alimento que le demos. Espera con paciencia que terminemos de comer, para hacerse cargo con todo entusiasmo de las migas que caen cuando se sacude el mantel, e incluso come las que les lanzamos en el patio a los pajaritos. No presta la más mínima atención a la abundante comida en su plato; las migas son su deleite, su pasión.
Este hábito curioso de mi perrita me hizo recordar el incidente de la mujer sirofenisa que buscó con persistencia el auxilio de Jesús.
Elena White comenta: "La mujer presentaba su caso con instancia y creciente fervor, postrándose a los pies de Cristo y clamando: "Señor, socórreme." Jesús, aparentando todavía rechazar sus súplicas, según el prejuicio despiadado de los judíos, contestó: "No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos"... Esta respuesta habría desanimado completamente a una suplicante menos ferviente. Pero la mujer vio que había llegado su oportunidad. Bajo la aparente negativa de Jesús, vio una compasión que él no podía ocultar. "Sí, Señor  mas los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores." Mientras que los hijos de la casa comen en la mesa del padre, los perros mismos no quedan sin alimento. Tienen derecho a las migajas que caen de la mesa abundantemente surtida. Así que mientras muchas bendiciones se daban a Israel, ¿no había también alguna para ella? Si era considerada como perro, ¿no tenía, como tal, derecho a una migaja de su gracia?" El Deseado de Todas las Gentes pag. 401
De este relato de la Biblia podemos extraer varias lecciones.
La primera de ellas es que todos tenemos el mismo derecho a las abundantes bendiciones de Dios. Tanto los que conocen la verdad como los que buscan al Señor sin conocerla plenamente, tienen acceso a la misma fuente de gracia y plenitud.
El que no hace acepción de personas y hace salir el sol y caer la lluvia sobre buenos y malos, no escatima sus bondades a quien las solicita. "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación". Santiago 1:17
No hay lugar, entonces, para el orgullo denominacional, tan caro para muchos. No existen los "adventistas de cuna" (en el sentido de tener algún privilegio por ello), ni debemos referirnos a los que no son de nuestra fe como "los de afuera".
Los discípulos no vieron en la mujer alguien digno de recibir nada del Salvador, pero Cristo la bendijo conforme a su fe. Cuidemos de parecernos a ellos, siendo exclusivistas.
Por otro lado, corremos el peligro de olvidar las abundantes bendiciones que el Señor tiene disponibles, para alimentarnos con "migajas".
No debemos conformarnos con:
  • Migajas de oración. Oramos poco y recibimos poco de las gracias celestiales que se alcanzan por la persistencia en la oración secreta, que es la llave que da acceso a todos los recursos del cielo. No seamos escasos en pedir, alabar y agradecer Recordemos la promesa: "y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. " Juan 14:13
  • Migajas de comunión. Para muchos, basta ir a la iglesia de vez en cuando; relacionarse con sus hermanos en la fe apenas un poco. Prefieren andar por la vida solos o en compañía de quienes no tienen su misma fe. Deberíamos imitar la actitud de David cuando dijo: "Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos." Salmos 84:10
  • Migajas de su palabra. La lectura de la Biblia no tiene nada de mágico, pero es el medio dispuesto por el cielo para la nutrición espiritual. Que podamos decir con el profeta: "Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón" Jeremías 15:16
¿Qué resultados se obtienen de esta actitud descuidada y pobre? Solamente tendremos:
  • Migajas del Espíritu
  • Migajas de fe
  • Migajas de poder
Por último, Jesús alabó la fe de la mujer, que con una sorprendente humildad ignoró el rechazo de los discípulos y las palabras duras pronunciadas por los labios de Cristo.
Como el corredor que se aproxima a la meta, ella perdió de vista su ego y sus propios intereses en pos de la sanidad de su amada hija. Obtener la gracia estaba antes que su orgullo, y si no podía tenerlo todo, ansiaba al menos las migajas de la plenitud divina.
¿Te han tratado alguna vez de perro?
Jesús mismo había insultado a esta mujer, y sin embargo no hizo caso. Conozco muchas personas que cuando se sintieron maltratadas o insultadas por un hermano, se ofendieron y abandonaron la fe.
Cuando nuestro ego está por encima del deseo de alcanzar la gracia divina, nos encontramos en gravísimo peligro. Que su perseverante humildad, digna de un sincero y contrito hijo de Dios sea nuestro ejemplo a seguir.
¿Te conformas con migas habiendo un suculento banquete a tu disposición?
¿Es tu orgullo un obstáculo para recibir la plenitud del Espíritu?
No pierdas de vista que a pesar de lo que los hombres puedan hacer o decir, Él no ha cambiado. Todavía sigue siendo el mismo.
"Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús". 
Efesios 2:4-7

GRACIAS SEÑOR


Gracias Señor, por tu voz tan quieta
que se hace oír cuando el dolor aprieta
y es como ungüento de consuelo santo
que neutraliza mi cruel quebranto.

Gracias Señor, por tu amistad contínua
que me liberta de toda ruina
dándome fuerza para seguir
por el sendero del buen vivir.

Gracias Señor, porque tú existes
para los pobres, para los tristes,
para el humilde de corazón
que arrepentido busca el perdón.

En fin, Señor, gracias por todo
lo que eres, y por el modo
tan compasivo que hay en tí.
Yo soy tu hijo, ven, mora en mí. 

Autor anónimo

jueves, 21 de octubre de 2010

LA MAYOR EVIDENCIA DE CRISTIANISMO

"¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía! Es como el buen aceite que, desde la cabeza, va descendiendo por la barba, por la barba de Aarón, hasta el borde de sus vestiduras. Es como el rocío de Hermón que va descendiendo sobre los montes de Sión. Donde se da esta armonía, el Señor concede bendición y vida eterna". Salmos 133:1-3 NVI
El plan original de Dios para su iglesia es que sea tanto una escuela en la que aprendamos a conocer a Dios y el modo de vida del cielo, como un hospital en el que los heridos por el pecado puedan ser restaurados a una plena salud espiritual. La materia de estudio y la medicina para cada uno de los que allí acuden se encuentra en la Palabra de Dios.
La Biblia es el medio designado por el Señor para que podamos comprender su voluntad y alcanzar la renovación del alma; pero la comunión con nuestros hermanos es la forma en que encontramos, en medio de las fatigas de la vida, la "bendición y vida eterna".
El sincero afecto de quienes creen como nosotros, su franca y leal amistad, el compartir nuestras cargas y pesares con los que pasan idénticas vicisitudes, poder disfrutar juntos de la adoración ferviente y sincera, son goces que anticipan la patria celestial.
Cuando nuestras cargas parezcan aplastarnos, la iglesia debería ser nuestra ciudad de refugio y nuestros hermanos el bálsamo que calme nuestro dolor y cubra nuestras heridas. En los momentos en que disfrutamos de la bendición del Señor, también deberíamos encontrar allí quienes se alegren con nosotros, sin rastros de envidia o menosprecio.
¡Cuánto necesitamos de la comunión de nuestros hermanos!
En un mundo dividido por el egoísmo, el odio y la maldad, el amor fraternal es la mayor evidencia en favor del cristianismo.
Que podamos apoyarnos unos a otros, convivir en paz, mostrar abnegación y desprendimiento, alegrarnos con los que se alegran y llorar con los que lloran; en suma, en ser una famila unida y feliz, resultan mejores argumentos que cualesquiera otros que podamos presentar. El mayor logro de la iglesia debería resultar en vidas transformadas que puedan vivir en paz consigo mismas y con las demás.
Lamentablemente, no siempre resulta así...
El aceite de la armonía ha dejado en muchos casos de descender sobre quienes profesan ser hijos de Dios. Un espíritu agitado de denuncia, rebelión, murmuración, quejas y descontento, se ha posado sobre la iglesia, empañando las relaciones y convirtiendo en un infierno lo que debería ser un anticipo del cielo.
Quisiera compartir una aleccionadora cita relacionada con la historia de David cuando era fugitivo de Saúl:
"Todo fracaso de los hijos de Dios se debe a la falta de fe. Cuando las sombras rodean el alma, necesitamos luz y dirección, debemos mirar hacia el cielo; hay luz mas allá de las tinieblas. David no debió de desconfiar un solo momento de Dios. Tenía motivos para confiar en él: era el ungido del Señor, y en medio de los peligros había sido protegido por los ángeles de Dios; se le había armado de valor para que hiciera cosas maravillosas; y si tan sólo hubiera apartado su atención de la situación angustiosa en que se encontraba, y hubiera pensado en el poder y la majestad de Dios, habría estado en paz aun en medio de las sombras de muerte... "
Cuando era un jovencito, en la relativa tranquilidad de su vida pastoril, sus hermanos y su familia le menospreciaban. Esto se vió cuando Samuel fue a ungirlo como rey y en el trato despectivo que le dieron en el incidente con Goliat. 
David se encontró más tarde en una situación precaria, sin más remedio que escapar de la ira del rey. Solo y desamparado, flaqueó en la fe. Pero al recibir a sus familiares en la cueva de Adulam, la luz brilló nuevamente en su alma. El apoyo de sus seres queridos afirmó y fortaleció su vacilante confianza.
La cita continúa así: "En las montañas de Judá, David buscó refugio de la persecución de Saúl... "Lo cual como oyeron sus hermanos y toda la casa de su padre, vinieron allí a él." En la cueva de Adulam, la familia se hallaba unida por la simpatía y el afecto. El hijo de Isaí podía producir melodías con la voz y con su arpa mientras cantaba: "!Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos igualmente en uno!" (Sal 133: 1.) Había probado las amarguras de la desconfianza de sus propios hermanos; y la armonía que había reemplazado la discordia llenaba de regocijo el corazón del desterrado". Patriarcas y Profetas Página 657, 658
No fueron simplemente de visita. En aquellos tiempos, cuando alguien caía en desgracia ante un rey, su familia también era exterminada. El peligro común unió entonces a David y sus hermanos. Cuando la casa de Isaí tuvo que compartir la suerte del héroe perseguido, enfrentando la persecución, la pérdida de sus bienes y el riesgo de perder la propia vida, sus lazos familiares se recompusieron y reinó entre ellos la armonía. Las diferencias pasaron a un segundo plano por la urgencia de la situación. Entonces la cueva se convirtió en un palacio.
¿Tendrá que pasarnos lo mismo?
¿Será que únicamente la persecución y la amenaza de muerte inminente nos unirán?
¿Necesitaremos perderlo todo para quedarnos con lo único importante?
¿Tendremos que estar mal para llevarnos bien?
¡Qué paradoja!
Aunque el tiempo de angustia que probará a cada alma está a las puertas, no debemos esperar a que llegue para amar a nuestros hermanos. No hay en el cielo lugar para los celos, la desunión, la desconfianza o las contiendas por el poder. No las deberíamos ver tampoco en la iglesia.
El mundo ya tiene bastante de eso. Es su espíritu, no el nuestro.
Jesús colocó el blanco de la testificación exitosa en el verdadero lugar cuando dijo: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros". Juan 13:35
Lograremos el éxito en nuestra misión cuando el amor, que es el "modus vivendi" del cielo reine en nuestros corazones. Convenceremos a los demás, no con el poder de sonoros argumentos, sino por la callada e irresistible fuerza del afecto fraternal.
Tenemos que aprender a convivir en paz y armoniosamente para recibir "bendición y vida eterna".
Necesitamos hacer hoy un esfuerzo especial en favor de la concordia entre quienes pretendemos habitar las mansiones eternas, porque no habrá para cada uno una nube diferente, sino una única ciudad en la que viviremos todos juntos. 
Llenemos de alegría el corazón de nuestro Padre Celestial cumpliendo su mandamiento más notable: amarnos unos a otros.
"¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía! Es como el buen aceite que, desde la cabeza, va descendiendo por la barba, por la barba de Aarón, hasta el borde de sus vestiduras. Es como el rocío de Hermón que va descendiendo sobre los montes de Sión. Donde se da esta armonía, el Señor concede bendición y vida eterna". Salmos 133:1-3 NVI

sábado, 16 de octubre de 2010

LEER LO QUE ESTÁ ESCRITO

"Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.  Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho. Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio". Tito 3:8-11
Desde que comencé a escribir, me propuse no participar en debates, sinó que intentaría destacar solamente lo positivo.
Abundan por el ciberespacio los burladores, los críticos de todo, los resentidos, los agresivos, los que aman confrontar, pelear y discutir. No quiero  ser uno de ellos.
Nada útil se saca de esto, nada complica más las cosas que discutir sin saber de que se habla, y sin detenerse a escuchar al otro.
Hay también muchos que tienen buenas intenciones, pero que gustan de polemizar por minucias sin sentido.
Aunque para enredar verdaderamente las cosas, están los teólogos (perdón, es broma...). No hablaba de los buenos teólogos ni de la sana teología, sino de aquellos que a lo largo de los siglos se han ocupado en oscurecer lo sencillo con infinidad de detalles e invenciones humanas; los que han ocupado el lugar de los rígidos fariseos de los tiempos de Cristo y fueron condenados por él.
Ninguno de estos ayudan al alma que está sedienta de las gracias de Cristo.
Expresado lo dicho, no puedo permanecer tampoco indiferente a los errores que circulan como si no existieran. Veo como mi deber tomar posición en algunos casos.
Nuestra fe cristiana se halla hoy dividida entre católicos, protestantes, ortodoxos, evangélicos, liberales, fundamentalistas... y la lista puede seguir.
Una de las principales causas de división, instigadas por Satanás mismo, ha sido la mala interpretación de las Escrituras. Numerosas contiendas se han levantado a lo largo de los siglos, obligando muchas veces a los "disidentes" a salir de la denominación que amaban.
Nos hemos escindido, separado, dividido, mutilado, descuartizado y anatematizado unos a otros en nombre del único Dios verdadero (que siempre resulta favorable a nuestra versión).
La Biblia ha sido malinterpretada y deformada para apoyar las doctrinas más diversas y contrarias entre sí. Concilios de eruditos se convocaron para dar legitimidad al error y suprimir la verdad y sus testigos, oscureciendo su claridad con negras tradiciones.
El resultado ha sido que muchos hoy sostienen que la Palabra de Dios es difícil de interpretar y que debe dejarse este asunto en manos de una élite de gente calificada.
Lo que olvidamos es que la revelación de Dios esta dirigida al hombre común.
Nuestro Dios es un Dios sencillo y su mensaje es sencillo de interpretar...  a menos, claro, que no se le quiera obedecer....
Solamente tenemos que leer lo que está escrito...
Hay dos problemas que impiden entender el texto de la Biblia.
  • Jesús le preguntó al confuso intérprete de la ley: "¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?" Lucas 10:26
Dios requiere en primer lugar que al encontrarnos con su Palabra, leamos su mensaje, no lo que nosotros creamos que dice. No podemos abordarla con presuposiciones o ideas preconcebidas.
  • Además, incluso con la actitud correcta, podemos no entender lo que está escrito por falta de iluminación o de adecuada instrucción. Felipe le preguntó al eunuco: "Pero ¿entiendes lo que lees?" Hechos 8:30
Si, al igual que yo, no disponen de formación teológica, no deben desesperar. Es bueno tener conocimiento de los idiomas originales para enriquecer nuestro entendimiento, pero vale recordar que no es indispensable. Existen hoy muy buenas y fiables versiones en casi cada idioma que nos pueden ser de provecho.
Es necesario apenas un poco de conocimiento de las reglas del propio idioma, pues los traductores se sirvieron de dichas reglas y de las de la lengua original para volcar su versión.
También un buen diccionario puede servir de ayuda. Muchas personas tienen dificultades con el significado de las palabras; como aquella que comentando algo muy cómico decía: -yo me "destornillaba" de la risa - (la expresión correcta es desternillaba). O la otra, que leía que en la Tierra Nueva el Señor "enjuagará" (por enjugará) toda lágrima.
Hay palabras que tienen una sola acepción, en tanto que hay otras que admiten varios significados; a esto se lo denomina polisemia. Utilizamos además figuras retóricas* en el lenguaje corriente, que no tenemos dificultad en entenderlas en una conversación:
-Cuando alguien afirma que tiene mil cabezas de ganado, sabemos que no se refiere a que tiene solo las cabezas, sino a mil animales enteros (nombra el todo por la parte).
-Tampoco nadie entendería literalmente la expresión: "cada vez que abre la boca mete la pata"....
Por eso, es necesario leer lo que está escrito.
En cuanto al texto bíblico en particular podemos distinguir un lenguaje coloquial y de significación directa (el habitual de la narración), un lenguaje poético y uno profético; estos dos últimos se sirven de figuras y simbolos para comunicar su mensaje.
El texto del Génesis 1-3, por ejemplo, es coloquial, se trata de un relato, no una poesía ni profecía, que requiera la interpretación de sus símbolos.
Por ello, podemos tomar lo que dice al pie de la letra. No hay lugar para largos períodos de miles de años, la creación se realizó en una semana literal como lo exige la llana lectura del texto. El pecado comenzó con la desobediencia de la pareja original. No se trata de mitos ni leyendas (estos tienen sus propias convenciones que los diferencian de la narración).
En Job, entretanto, las preguntas de Dios están cargadas de poesía y nadie en su sano juicio debería entenderlas literalmente:
"¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.
¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella cordel?
¿Sobre qué están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra angular...?
¿Quién encerró con puertas el mar,
Cuando se derramaba saliéndose de su seno,
Cuando puse yo nubes por vestidura suya,
Y por su faja oscuridad,
Y establecí sobre él mi decreto,
Le puse puertas y cerrojo..."
Job 38:4-10
Está claro que Dios hizo todo, pero... no se presenta aquí una descripción científica, puesto que el mar no tiene puertas ni vestido ni cinto ¿verdad?
Evitemos hacerle decir al texto lo que no tiene intenciones de decir, en un arrebato de literalismo. 
No obstante, una cosa es creer que el relato dice lo que dice, y otra muy diferente es entender la manera maravillosa en la que se realizaron esas simples declaraciones, pues hablamos del poder creador que hizo el universo de la nada.
Dios creó los cielos y la tierra, si ¿pero cómo?
Es allí donde nuestra comprensión se agota y nuestra razón debe inclinarse ante la revelación del Dios soberano. Debemos aceptar lo que dice su palabra ante nuestra incapacidad de explicar como sucedió. Lo mismo vale para los milagros o cualquier otro evento sobrenatural que ella registra.
Hay un gran peligro en una lectura especulativa de la revelación divina, por lo que haríamos bien en considerar el consejo de Pablo a Timoteo: "guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia la cual profesando algunos, se desviaron de la fe". 1º Timoteo 6:20,21
Solamente tenemos que leer lo que está escrito...
Permita el Salvador que tu y yo dejemos que la misma Palabra que hizo los cielos y la tierra hable hoy a nuestro corazón. Aceptemos su mensaje y vivamos sus enseñanzas.
Es todo lo que necesitamos.


*Nota: Figuras de retórica utilizadas en la Biblia (lista breve a título demostrativo)
Aféresis - Alegoría -  Anáfora - Antítesis - Circunlocución - Elipsis - Eufemismo - Hipérbole - Metáfora - Oxímoron - Parábola - Paradoja - Personificación - Pleonasmo - Quiasmo - Recapitulación - Sarcasmo - Símil - Sinonimia - Yuxtaposición - Zeugma

lunes, 11 de octubre de 2010

EL PECADO, ¿TIENE ALGO POSITIVO?

"Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro". Romanos 5:20, 21
¿Tiene algo de positivo el pecado?
Respuesta: No, no, no y mil veces no.
No obstante, algunas personas al leer el texto del principio llegan a la conclusión de que el pecado fue necesario para que conozcamos la gracia y el perdón de Dios. Encuentran un saldo positivo en la aparición del mal, pues dicen que así pudimos experimentar su gracia redentora, lo que no habría sucedido en un universo perfecto y libre de pecado.
Esto es un engaño, porque el carácter y los propósitos de Dios son totalmente contrarios a este fenómeno, llamado en las Escrituras "el misterio de iniquidad". Él no tiene nada que ver con dicho misterio, puesto que:
  • El pecado es enemistad, pero Dios es amor.
  • El pecado es tinieblas, Dios es luz.
  • El pecado es error, Dios es la verdad.
  • El pecado es muerte, Dios es vida.
Podríamos seguir, pero es suficiente. No puede haber mayor contraste.
Sin embargo todavía queda la pregunta ¿cómo surgió?
Las siguientes citas son esclarecedoras al respecto:
Es imposible explicar el origen del pecado y dar razón de su existencia... Nada se enseña con mayor claridad en las Sagradas Escrituras que el hecho de que Dios no fue en nada responsable de la introducción del pecado... El pecado es un intruso, y no hay razón que pueda explicar su presencia. Es algo misterioso e inexplicable; excusarlo equivaldría a defenderlo. Si se pudiera encontrar alguna excusa en su favor o señalar la causa de su existencia, dejaría de ser pecado... Es la manifestación exterior de un principio en pugna con la gran ley de amor que es el fundamento del gobierno divino (El Conflicto de los Siglos, págs. 546-547).
El pecado apareció en un universo perfecto... La razón de su principio o desarrollo nunca fue explicada, y no puede serlo, aun en el último gran día cuando el juez se sentará y se abrirán los libros... En aquel día será evidente para todos que no hay, ni nunca hubo, ninguna causa para el pecado. En la condenación final de Satanás y de sus ángeles y de todos los hombres que finalmente se hayan identificado con él como transgresores de la ley de Dios, toda boca quedará callada. Quedará muda la hueste de la rebelión, desde el primer gran rebelde hasta el último transgresor, Cuando se le pregunte por qué ha quebrantado la ley de Dios (Signs of the Times, 28-4-1890).
Para nuestras mentes racionales resulta extraña una consecuencia sin causa, un fenómeno sin explicación, algo que existe pero que no podemos definir. Queremos saber el orígen y significado de todo, hallar explicaciones para cada cosa. Por eso mismo, es frustrante que el terrible flagelo que quitó la paz y la armonia del universo de Dios sea inexplicable.
Pero aunque no podamos dar razón de su existencia, podemos ver sus efectos: dolor, tristeza, sufrimiento, alienación, conflictos, miseria, odio, angustia, locura, enfermedades, traición, enemistad...
Su corolario, la destrucción eterna de millones de seres creados y amados por Dios.
El abordaje del problema del pecado debe hacerse entonces por contraste.
  1. Así como las estrellas parecen brillar con mayor fuerza cuando la noche es más oscura, la luz de la misericordia y la bondad de Dios se hicieron más evidentes en su trato con el pecado. Las tinieblas no pueden lograr que las estrellas brillen más, sinó que las hacen más visibles a nuestros ojos. La inmutable gracia de nuestro Salvador existió siempre, pues forma parte de su carácter; la aparición del pecado solo manifestó lo que ya estaba allí, con mayor gloria todavía.
  2. Así como el niño enfermo percibe el amor de su madre por su incesante cuidado durante su padecimiento, podemos ver el amor divino en su constante providencia para librarnos del mal. Pero, tal como en el ejemplo, se trata de un amor que no nace con la ocasión sinó uno que se expresa con mayor claridad en la adversidad.
  3. Honramos a los héroes que dan su vida por salvar a otros, pero esa cualidad heroica no se formó debido a la necesidad, es anterior a ella. Del mismo modo, la decisión de Jesús de morir por nosotros para salvarnos del pecado fue anterior a su aparición, un milagro de su gracia que anticipó nuestra necesidad. Él es "el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo" (Apocalipsis 13:8).
No existe el mal por algún acto u omisión del Señor. Existe por una decisión personal. Cuando Lucifer dio cabida a pensamientos equivocados y libremente eligió acariciarlos y engrandecerlos, se colocó en oposición al gobierno divino. Quien debía honrar a Dios se comenzó a honrar a sí mismo. La criatura locamente se convenció que podía llegar a ser como su Creador. La rebelión se gestó en un ser perfecto, y su simiente fructificó y arruinó la existencia de millones de ángeles y de seres humanos que se hundieron para siempre en la desgracia.
Todos los demás tropezamos con la misma piedra.
Si Cristo no hubiera accedido a convertirse en nuestro sustituto, ninguno de nosotros podría ser salvo jamás. Fue en la hora de mayor peligro para el universo que Dios actuó proveyendo el camino de salida para escapar de la condenación. Las acciones de la Deidad fueron simple consecuencia de su carácter misericordioso y amante. Su justicia, su gracia y su poder para redimir se hicieron evidentes, aunque eran preexistentes.
El pecado finalmente engrandeció el amor de Dios; esto no constituye una victoria de parte del  pecado, sino que resultó su mayor derrota.
No le adjudiquemos pues ningún mérito. En el día final, como dice la cita anterior, ningún pecador tendrá nada que decir a su favor. Todos los labios confesarán (incluso Satanás mismo), que Dios fue totalmente justo en su trato con el mal y sus seguidores.
Más bien, anticipemos ese día cuando su amargo reinado por fin terminará: "Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación". Isaías 25:8,9

domingo, 10 de octubre de 2010

DIOS MISMO LOS CASTIGÓ

Vivimos en una época que se jacta de tolerancia y amplio criterio, que rechaza a los "retrógrados", "oscurantistas" y "fundamentalistas", pero que al mismo tiempo recibe y festeja lo inaceptable. Se pregona la defensa de los derechos humanos, pero se da preferencia a los indefendibles. Se promueven causas de pésimo corte moral, pero al mismo tiempo se olvida la causa del pobre y del justo. La impunidad con que los malvados actuan, parece decir que lo malo está bien y que lo bueno está mal. Todo vale. "No me juzgues", es el clamor de la mayoría.
Ninguna idea parece, por consiguiente, más aborrecible que la del juicio y el consiguiente castigo divino sobre las malas acciones. Así se cumple lo que dice la Escritura: "Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal." Eclesiastés 8:11
Pero si bien es cierto que todos los pecados recibirán justa retribución en el gran día del juicio final, en la Biblia aparecen varios ejemplos de personas que sufrieron en forma inmediata el castigo por sus pecados. Estas acciones divinas, aunque dolorosas y casi incomprensibles al provenir de un Dios de amor, están allí para que saquemos lecciones de ellos.
CASO I- Nadab y Abiú
"Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová". Levítico 10:1,2
Dos muchachos consagrados al servicio del santuario, instruídos por el mismo Dios y que habían tenido el privilegio de contemplar su gloria en el monte Sinaí, fueron muertos al ofrecer "fuego extraño". Dios mismo los mató e impidió que fueran llorados por su familia.
Por causa de la bebida y de su propio descuido, los dos jóvenes se habían vuelto incapaces de distinguir entre lo santo y lo común. Esta historia nos muestra que es muy riesgoso mezclar las cosas del Señor con lo profano.
CASO II- Uza
"Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios". 2 Samuel 6:7
Este caso es diferente al anterior en que aparentemente Uza quiso hacer algo bueno al intentar sostener el arca que tambaleaba en el camino. Pero Dios que lee el corazón castigó su presunción con la muerte. La manera en que el relato continúa, nos muestra que su deceso obró como preventivo de una mortandad mayor. El pueblo dejó de utilizar los métodos de los filisteos para transportar el sagrado mueble (un carro), y cargaron el arca sobre los hombros de los levitas como correspondía. No bastan las pretendidas "buenas intenciones" en el servicio del Señor; debe hacerse lo que él mandó. Dios no demanda nada menos que obediencia.
CASO III- los que se burlaban de Eliseo
"Después subió de allí a Bet-el; y subiendo por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad, y se burlaban de él [Eliseo], diciendo: ¡Calvo, sube! ¡calvo, sube! Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos". 2º Reyes 2:23,24
La imagen del Señor no es la de un Júpiter tonante, que lanzaba rayos a los que incurrían en su desagrado; pero tampoco es la de una especie de Santa Claus bonachón. Su mensaje, sus mensajeros y su nombre son dignos del mayor respeto. Hay un terrible peligro en tomarlos con liviandad. La  horrible escena de estos jóvenes despedazados nos habla de la necesidad de prestar atención al mensaje final: "temed a Dios y dadle gloria porque la hora de su juicio ha llegado" (Apocalipsis 14:7).
CASO IV- los hijos de Esceva
"Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos". Hechos 19:13-16
El relato es casi cómico, aunque desembocó en tragedia. Siete muchachos tontos intentando jugar a la religión.
Pero ellos eran hijos de un levita y deberían haber sabido que lo que hacían estaba mal. El mal espíritu que poseía a aquel hombre se hubiera rendido ante Pablo, pero ellos no representaban ningún peligro. La irreverencia es un gran error, pues el demonio es un poderoso enemigo contra el cual no valen artimañas. Recordemos siempre que no "tenemos lucha contra sangre y carne" (Efesios 6:12). Solo los que se hayan consagrado de todo corazón al Señor podrán hacerle frente con éxito.
CASO V - Ananías y Safira
"Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido". Hechos 5:9,10
No podemos agradar a Dios y al mismo tiempo agradarnos a nosotros mismos. La mezquindad nunca recibirá la recompensa de la fidelidad. Una entrega parcial, ya sea de nuestros recursos, talentos, cuerpo, tiempo o capacidades no es aceptable. Él no transige ni se conforma con las migajas de nuestra religiosidad, pues sabe que esa actitud dará como resultado la segura pérdida de nuestras almas.
Todos los personajes aquí mencionados eran parte del profeso pueblo de Dios. Algunos eran o al menos debieron ser líderes en su causa. Triste y lamentable realidad del pasado que se repite hoy con mayor descaro, por la aparente falta de instantánea retribución.
Pero la ausencia de castigo debe alarmarnos aún más. Muchas de estas muertes sirvieron como prevención y ayudaron al pueblo de Dios a corregir actitudes equivocadas en su servicio. El que no suceda lo mismo hoy, ¿es por que ya no surten efecto este tipo de advertencias divinas? Los irreverentes actuales, ¿ya no tienen esperanza?
Terrible es la suerte que nos espera a los que nos encontramos en el borde de la eternidad si no damos oído a estas cosas, si no obramos con reverencia hacia las cosas sagradas, si no educamos a nuestros niños y jóvenes en el temor del Señor. Es un pensamiento de veras solemne.
"La voz de Jehová clama a la ciudad; es sabio temer a tu nombre. Prestad atención al castigo, y a quien lo establece". Miqueas 6:9

miércoles, 6 de octubre de 2010

TU ERES MUY AMADO

¡¡¡Te quiero mucho!!!
En el día del padre, el día del maestro o en mi cumpleaños suelo recibir muchos regalos. Y cada uno de esos regalos, sin importar su calidad, costo o tamaño, funciona como indicador de a quienes les importo bastante para molestarse por mi. Algunas veces incluso fui gratamente sorprendido cuando alguien no tan cercano, o algunos alumnos de años anteriores me traían algun presente.
Sin dudas, recibir muestras de cariño es algo que todos deseamos. Ya sea de nuestros familiares, amigos, alumnos o conocidos, una muestra de aprecio siempre es bienvenida. Pero, otra cosa es que nos digan que una multitud que ni siquiera conocemos nos quiere y nos admira...
El profeta Daniel, ya anciano y olvidado por las clases políticas que antaño lo reverenciaran, observaba con angustia la condición de la ciudad santa de Jerusalén y de su precioso templo. Pareciera que las promesas divinas no podrían cumplirse por la infidelidad de su pueblo. Con gran sentimiento, eleva una oración que es un modelo de intercesión, de humildad, de fe y de total confianza en la gracia de Dios.
"Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente. Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo". Daniel 9:15-19
¿Contestaría el Señor?
¿Cuál sería el mensaje que recibiría en respuesta a tan extraordinaria oración...?
Con total seguridad, las oraciones extraordinarias merecen respuestas extraordinarias:
"Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado".  Daniel 9:20-23
¡Muy amado! ¡Qué hermoso!
Él literalmente era un "hombre de deseos" (RV 1909), (expresión que se repite en el capítulo 10:11) es decir, uno cuya felicidad era muy deseada en el cielo, o bien, un hombre de que traía alegría al corazón de Dios.
Por causa de la fidelidad de su testimonio, no solo era amado; era muy amado. Fue por esta razón que su oración fue escuchada, y que Dios le envió este mensaje tan importante sobre lo por venir.
Varias lecciones se desprenden de esto:
  1. Que nuestras oraciones sinceras se oyen en el cielo "al principio de [nuestros] ruegos",  o sea, tan pronto como son ofrecidas. Entran a los oídos de Dios, y él las considera y responde en el instante. Somos tenidos en cuenta.
  2. Ángeles son comisionados para traernos la respuesta a la velocidad del pensamiento. Esta inmediatez con la que contesta demuestra la importancia que Él nos concede. Somos valiosos.
  3. Los ángeles están listos para comunicarnos la voluntad de Dios. Gabriel (el más importante de todos) vino, evidentemente, con agrado de ser el encargado de llevar buenas nuevas a Daniel. Ser mensajero es tenido entre los hombres en poca estima, pero... ¡qué buen empleo para un ángel! Seres poderosos están a nuestro servicio.
  4. Aunque Dios nos ama a todos, la manera en que respondemos a su influencia y el testimonio que damos con nuestra vida, aumenta el aprecio que los seres celestiales sienten por nosotros. Todo el cielo nos ama.
Tu y yo también somos amados por Dios, pero ¿somos muy amados? ¿De qué depende esto?
Tal como Daniel, que al comienzo de su cautiverio se propuso en su corazón ser fiel, necesitamos rendirnos de todo corazón al Señor; debemos jugarnos por el cielo y por la verdad.
Al hacerlo, y en la medida que permitimos a su Espíritu que obre en nosotros y por nosotros, reflejaremos mejor su imagen. Siendo cada vez más semejantes a él, le traemos gloria al mostrar experimentalmente la eficacia del plan de redención.
Jesús dijo: "Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente".  Lucas 15:10
Si hay gozo por los pecadores arrepentidos, ¿no lo habrá por un justo que se mantiene firme contra el mal, contra el Diablo y contra el mundo?
Piénsalo. Oleadas de gozo y alabanza recorren los coros angelicales cuando esto sucede, trayendo alegría al corazón de nuestro amante Salvador.
Este puede ser hoy nuestro caso si así lo decidimos.
Este pensamiento, ¿no debería impulsarnos a mayor consagración y a mayor fidelidad?
Sé hoy un muy amado del Señor.

EL CARÁCTER DE CRISTO

 "Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos". (Heb. 7: 26.)

El carácter de Cristo tuvo una excelencia sin parangón, conteniendo todo lo que fuera puro, verdadero, amable y deseable. 
En ninguna parte encontramos que haya visitado una reunión de placer o un salón de baile, y sin embargo era el ejemplo perfecto de una conducta amable y cortés. Cristo…se distinguía por las elevadas facultades intelectuales que poseía, aun desde el comienzo de su vida. Su juventud no fue desperdiciada en la indolencia, y tampoco fue desperdiciada en placeres sensuales, indulgencia propia, o malgastada en cosas sin provecho. Ninguna de sus horas de la niñez a la virilidad fue malgastada, ninguna fue malversada...
Jesús no tenía pecado, y no temía las consecuencias del pecado. Con esta excepción, su condición era como la vuestra. Vosotros no tenéis una dificultad, que no haya gravitado con el mismo peso sobre él, no tenéis una tristeza que su corazón no haya experimentado. Sus sentimientos podían ser heridos, por el descuido y la indiferencia de sus amigos profesos, tan fácilmente como los vuestros. ¿Es espinoso vuestro camino? El de Cristo lo fue diez veces más. ¿Estáis angustiados? También él lo estuvo. ¡Con cuánta propiedad Cristo puede ser nuestro ejemplo!...
El registro inspirado dice de él: "Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres" (Luc. 2: 52). A medida que aumentaba en años, también crecía en conocimiento. Vivía temperantemente. Sus horas preciosas no fueron malgastadas en placeres disipadores. Tenía un cuerpo verdaderamente saludable y verdaderos poderes mentales. Las facultades físicas y mentales podían expandirse y desarrollarse como las vuestras, o como las de cualquier otro joven. Su estudio era la Palabra de Dios, como debiera ser el vuestro.
Tomad a Jesús como vuestra norma, imitad su vida. Enamoraos de su carácter. Andad como Cristo anduvo. Vuestras facultades intelectuales recibirán un refuerzo, vuestros pensamientos se ampliarán cuando pongáis vuestras facultades en vigoroso contacto con las cosas eternas, que son intrínsecamente grandiosas. 
Dios nos Cuida -  Página 104  (Reproducido sin comentarios de mi parte)