viernes, 20 de noviembre de 2009

Hazte a un lado

¿Cuál era el secreto que tenía Juan el Bautista como predicador para atraer a vastas multitudes y llevarlas al arrepentimiento y la conversión en forma tan exitosa?
Como planteaba en una entrada anterior, entiendo que lo hacía en el poder de Dios, guiado por el Espíritu Santo.
Pero... ¿Cómo llegó a ser tan formidable instrumento divino? ¿Cómo se logra esto, en términos prácticos?
La mayoría de nosotros es preparado desde la niñez, ya sea por influencia de los padres, los establecimientos educativos, la sociedad y aun la  misma iglesia para desempeñarse por su propia cuenta en el mundo. La alternativa es ser un fracasado, un don nadie.
Se nos envían constantemente mensajes de "tu puedes"... Los filmes exaltan a los héroes que resuelven los conflictos por su cuenta, los libros de autoayuda que tanto se venden, los escriben personajes exitosos, y en las noticias se presentan como estrellas a los que logran algo por sí mismos.
Entre los cristianos también sucede algo parecido, pues los líderes se eligen entre los más capaces, lo cual es lógico. Catalogamos así a  las personas que demuestran que logran manejar las situaciones conflictivas con cierto grado de eficiencia.
Solo valen los que pueden.

Los logros llegan a ser entonces algo a que aferrarse, constituyen nuestra afirmación, demuestran lo que somos.
¿Esto es bueno? Creo que no.
No estoy diciendo que sea bueno ser incapaz, pero en el ámbito espiritual, cuando el elemento humano es preponderante, no se deja al Señor lugar para actuar.
Puede ser incluso un elemento retardador del progreso del evangelio cuando los "exitosos" compiten entre sí por destacarse en la iglesia.
El anonadamiento, aunque pasado de moda en esta sociedad hambrienta de notoriedad, es la clave del éxito.
Observemos cual fue el ejemplo de Juan el Bautista:
"Se entabló entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío en torno a los ritos de purificación. Aquéllos fueron a ver a Juan y le dijeron: -Rabí, fíjate, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, y de quien tú diste testimonio, ahora está bautizando, y todos acuden a él. -Nadie puede recibir nada a menos que Dios se lo conceda -les respondió Juan-. Ustedes me son testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él.” El que tiene a la novia es el novio. Pero el amigo del novio, que está a su lado y lo escucha, se llena de alegría cuando oye la voz del novio. Ésa es la alegría que me inunda. A él le toca crecer, y a mí menguar". Juan 3:25-30 BLS
En otras palabras, debía dejar su lugar de éxito y pasar al anonimato para que el evangelio pudiera avanzar en manos de Aquel a quién él predicaba.
Es cierto que las personas llegan a conocer a Cristo a través de sus testigos; pero cuando los interesados ponen su confianza en nosotros, debemos ser cuidadosos en transferir dicha confianza a la Palabra y de allí al Autor de la Palabra. Nuestro lugar en sus corazones debe ser ocupado por Cristo y por él solamente.
Elena de White lo dijo con palabras mejores que las mías:
"Suspendido de la cruz, Cristo era el Evangelio. . . "He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1: 29). ¿No mantendrán nuestros miembros de la iglesia sus ojos fijos en un Salvador crucificado y resucitado, en quien se cifran sus esperanzas de vida eterna? Este es nuestro mensaje . . . para los impenitentes, nuestra exhortación para los afligidos, la esperanza para cada creyente. Si podemos despertar en la mente de los hombres un interés que les haga fijar sus ojos en Cristo, podemos hacernos a un lado y pedirles que continúen fijando sus ojos en el Cordero de Dios. Aquel cuyos ojos estén fijos en Jesús, lo abandonará todo. Morirá al egoísmo. Creerá en toda la Palabra de Dios, que está tan gloriosa y maravillosamente exaltada en Cristo". ¡Maranata: El Señor Viene! Página 97
¿Estás tu igual de dispuesto a hacerte a un lado para que Jesús tenga el primer lugar?