domingo, 4 de septiembre de 2011

IMITADORES DEL MAESTRO III

“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”. 1ª Corintios 11:1
En esta última entrada de la serie quisiera reflexionar sobre un aspecto un tanto olvidado de la imitación de Cristo: las malas copias.
Existen buenas zapatillas de marcas reconocidas que son costosas, y hay otras parecidas que pueden comprarse muy baratas en tiendas informales. Hay celulares de diseño exclusivo y también buenas imitaciones, pero de resistencia, duración y confiabilidad muy inferiores. En nuestro mundo se ha creado la industria de imitar a las marcas famosas con productos similares pero de baja o pésima calidad.
En mi país -la Argentina-, hemos acuñado para calificar a este tipo de malas imitaciones la palabra “trucho”, que significa falso, fraudulento.
Lamentablemente, esta moda comercial se ha trasladado al ámbito espiritual, y pueden verse en abundancia cristianos “truchos”, malas copias de nuestro supremo Modelo.
Repasemos un poco lo visto en las entradas anteriores:
Imitar a Jesús es identificarse con el al punto de sumergir nuestra individualidad en la suya, despojarnos de nuestros méritos para recibir los de su sangre, cambiar nuestra debilidad por su poder.
Imitar a Cristo implica tener un íntimo conocimiento de nuestro Salvador, pues “la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste” (Juan 17:3 versión DHH). Ese conocimiento nos lleva gradualmente a la perfección cristiana.
Finalmente, imitar a Jesús es participar con él de sus sufrimientos por amor de su causa. El apóstol Pablo consideraba esto como la mayor ganancia de su vida, ante la cual todo lo demás era como basura.
Cuando aceptamos a Jesucristo como salvador, somos hechos perfectos en él mediante su gracia. Pero todavía hay mayores alturas que alcanzar. Un nuevo creyente dista mucho de reflejar plenamente el carácter de Cristo, debe ir creciendo diariamente en la ejemplificación de las virtudes cristianas, obteniendo más y más gracia a fin de imitar al modelo.
Esto es así porque nuestro modelo, el Señor Jesús es superlativamente perfecto; por ello la meta todavía está por delante, aún hay que avanzar hacia su perfección; “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Filipenses 3:14
La justicia de Cristo que nos da derecho al cielo sigue obrando en nuestras vidas produciendo en nosotros idoneidad para el cielo y la eternidad; para habitar en compañía de los ángeles. Todo lo que recibimos de él es perfecto y completo, pero nuestros caracteres manchados por el pecado no lo son y necesitan ser renovados diaria y progresivamente mediante su gracia y poder.
En síntesis, se puede decir que somos “perfectos que avanzan hacia la perfección”,
Tristemente, algunos de sus contemporáneos eran plagiadores del verdadero modelo, llevando su nombre sin ser como él. Pablo se refirió a ellos diciendo: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. Filipenses 3:18-21
¿Qué de los cristianos actuales?
¿Qué de mí y de ti?
¡Qué triste, que existiendo suficiente poder y gracia para ser como Jesús, algunos prefieran una copia de bajo costo! Multitudes prefieren vivir un remedo de cristianismo: sin Jesús y sin fe; sin amor ni poder; sin gozo, ni paz, ni verdadera esperanza; sin la justicia de Dios (pero repletos de la suya propia), sin perdón ni vida eterna.
Seremos enemigos de la cruz o caeremos rendidos ante ella. Se nos llamará hijos de Dios o esclavos del dios del vientre. Pondremos nuestros pensamientos en lo terrenal o en las cosas de arriba. Recibiremos gloria o vergüenza. Seremos imitadores sinceros de nuestro Señor o seremos “truchos”. Y lo que es peor... ¿obraremos nuestra propia salvación y la de otros con ayuda del Señor, o seremos causa de la perdición de aquellos que  nos tienen por modelos?
Las opciones siempre están reducidas a dos 
¿Buscas tu (-busco yo-), ser un cristiano de marca o una pésima copia?
Dios nos conceda hoy su poder abundante para alcanzar el blanco, ser transformados y poder habitar por la eternidad con el Único que es digno de imitar.