sábado, 16 de octubre de 2010

LEER LO QUE ESTÁ ESCRITO

"Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.  Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho. Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio". Tito 3:8-11
Desde que comencé a escribir, me propuse no participar en debates, sinó que intentaría destacar solamente lo positivo.
Abundan por el ciberespacio los burladores, los críticos de todo, los resentidos, los agresivos, los que aman confrontar, pelear y discutir. No quiero  ser uno de ellos.
Nada útil se saca de esto, nada complica más las cosas que discutir sin saber de que se habla, y sin detenerse a escuchar al otro.
Hay también muchos que tienen buenas intenciones, pero que gustan de polemizar por minucias sin sentido.
Aunque para enredar verdaderamente las cosas, están los teólogos (perdón, es broma...). No hablaba de los buenos teólogos ni de la sana teología, sino de aquellos que a lo largo de los siglos se han ocupado en oscurecer lo sencillo con infinidad de detalles e invenciones humanas; los que han ocupado el lugar de los rígidos fariseos de los tiempos de Cristo y fueron condenados por él.
Ninguno de estos ayudan al alma que está sedienta de las gracias de Cristo.
Expresado lo dicho, no puedo permanecer tampoco indiferente a los errores que circulan como si no existieran. Veo como mi deber tomar posición en algunos casos.
Nuestra fe cristiana se halla hoy dividida entre católicos, protestantes, ortodoxos, evangélicos, liberales, fundamentalistas... y la lista puede seguir.
Una de las principales causas de división, instigadas por Satanás mismo, ha sido la mala interpretación de las Escrituras. Numerosas contiendas se han levantado a lo largo de los siglos, obligando muchas veces a los "disidentes" a salir de la denominación que amaban.
Nos hemos escindido, separado, dividido, mutilado, descuartizado y anatematizado unos a otros en nombre del único Dios verdadero (que siempre resulta favorable a nuestra versión).
La Biblia ha sido malinterpretada y deformada para apoyar las doctrinas más diversas y contrarias entre sí. Concilios de eruditos se convocaron para dar legitimidad al error y suprimir la verdad y sus testigos, oscureciendo su claridad con negras tradiciones.
El resultado ha sido que muchos hoy sostienen que la Palabra de Dios es difícil de interpretar y que debe dejarse este asunto en manos de una élite de gente calificada.
Lo que olvidamos es que la revelación de Dios esta dirigida al hombre común.
Nuestro Dios es un Dios sencillo y su mensaje es sencillo de interpretar...  a menos, claro, que no se le quiera obedecer....
Solamente tenemos que leer lo que está escrito...
Hay dos problemas que impiden entender el texto de la Biblia.
  • Jesús le preguntó al confuso intérprete de la ley: "¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?" Lucas 10:26
Dios requiere en primer lugar que al encontrarnos con su Palabra, leamos su mensaje, no lo que nosotros creamos que dice. No podemos abordarla con presuposiciones o ideas preconcebidas.
  • Además, incluso con la actitud correcta, podemos no entender lo que está escrito por falta de iluminación o de adecuada instrucción. Felipe le preguntó al eunuco: "Pero ¿entiendes lo que lees?" Hechos 8:30
Si, al igual que yo, no disponen de formación teológica, no deben desesperar. Es bueno tener conocimiento de los idiomas originales para enriquecer nuestro entendimiento, pero vale recordar que no es indispensable. Existen hoy muy buenas y fiables versiones en casi cada idioma que nos pueden ser de provecho.
Es necesario apenas un poco de conocimiento de las reglas del propio idioma, pues los traductores se sirvieron de dichas reglas y de las de la lengua original para volcar su versión.
También un buen diccionario puede servir de ayuda. Muchas personas tienen dificultades con el significado de las palabras; como aquella que comentando algo muy cómico decía: -yo me "destornillaba" de la risa - (la expresión correcta es desternillaba). O la otra, que leía que en la Tierra Nueva el Señor "enjuagará" (por enjugará) toda lágrima.
Hay palabras que tienen una sola acepción, en tanto que hay otras que admiten varios significados; a esto se lo denomina polisemia. Utilizamos además figuras retóricas* en el lenguaje corriente, que no tenemos dificultad en entenderlas en una conversación:
-Cuando alguien afirma que tiene mil cabezas de ganado, sabemos que no se refiere a que tiene solo las cabezas, sino a mil animales enteros (nombra el todo por la parte).
-Tampoco nadie entendería literalmente la expresión: "cada vez que abre la boca mete la pata"....
Por eso, es necesario leer lo que está escrito.
En cuanto al texto bíblico en particular podemos distinguir un lenguaje coloquial y de significación directa (el habitual de la narración), un lenguaje poético y uno profético; estos dos últimos se sirven de figuras y simbolos para comunicar su mensaje.
El texto del Génesis 1-3, por ejemplo, es coloquial, se trata de un relato, no una poesía ni profecía, que requiera la interpretación de sus símbolos.
Por ello, podemos tomar lo que dice al pie de la letra. No hay lugar para largos períodos de miles de años, la creación se realizó en una semana literal como lo exige la llana lectura del texto. El pecado comenzó con la desobediencia de la pareja original. No se trata de mitos ni leyendas (estos tienen sus propias convenciones que los diferencian de la narración).
En Job, entretanto, las preguntas de Dios están cargadas de poesía y nadie en su sano juicio debería entenderlas literalmente:
"¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.
¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella cordel?
¿Sobre qué están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra angular...?
¿Quién encerró con puertas el mar,
Cuando se derramaba saliéndose de su seno,
Cuando puse yo nubes por vestidura suya,
Y por su faja oscuridad,
Y establecí sobre él mi decreto,
Le puse puertas y cerrojo..."
Job 38:4-10
Está claro que Dios hizo todo, pero... no se presenta aquí una descripción científica, puesto que el mar no tiene puertas ni vestido ni cinto ¿verdad?
Evitemos hacerle decir al texto lo que no tiene intenciones de decir, en un arrebato de literalismo. 
No obstante, una cosa es creer que el relato dice lo que dice, y otra muy diferente es entender la manera maravillosa en la que se realizaron esas simples declaraciones, pues hablamos del poder creador que hizo el universo de la nada.
Dios creó los cielos y la tierra, si ¿pero cómo?
Es allí donde nuestra comprensión se agota y nuestra razón debe inclinarse ante la revelación del Dios soberano. Debemos aceptar lo que dice su palabra ante nuestra incapacidad de explicar como sucedió. Lo mismo vale para los milagros o cualquier otro evento sobrenatural que ella registra.
Hay un gran peligro en una lectura especulativa de la revelación divina, por lo que haríamos bien en considerar el consejo de Pablo a Timoteo: "guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia la cual profesando algunos, se desviaron de la fe". 1º Timoteo 6:20,21
Solamente tenemos que leer lo que está escrito...
Permita el Salvador que tu y yo dejemos que la misma Palabra que hizo los cielos y la tierra hable hoy a nuestro corazón. Aceptemos su mensaje y vivamos sus enseñanzas.
Es todo lo que necesitamos.


*Nota: Figuras de retórica utilizadas en la Biblia (lista breve a título demostrativo)
Aféresis - Alegoría -  Anáfora - Antítesis - Circunlocución - Elipsis - Eufemismo - Hipérbole - Metáfora - Oxímoron - Parábola - Paradoja - Personificación - Pleonasmo - Quiasmo - Recapitulación - Sarcasmo - Símil - Sinonimia - Yuxtaposición - Zeugma