martes, 27 de abril de 2010

SENTIR VERGÜENZA

"Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados". (1 Juan 2: 28)

"¿Cómo es posible que justamente tú estés haciendo esto?... ¡No lo puedo creer!"...
Una de las sensaciones más horribles de experimentar es sentir vergüenza. Cuando alguien nos encuentra en una situación comprometida, o cuando vemos descubierta una faceta desagradable de nuestro carácter o cuando simplemente no estamos a la altura de la fe que profesamos, nos avergonzamos.
Y esto, ante los hombres... ¿Cómo será experimentar vergüenza ante la misma santa presencia de Dios?
No solamente será incómodo, sinó un momento catastrófico y desolador.
El salmista lo expresó con estas palabras: "Si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?" Salmos 130:3
Bildad también preguntó a Job: "¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer? He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano, y el hijo de hombre, también gusano?" Job 25:4-6
No, no tenemos nada que nos recomiende ante el Señor. Nuestros pecados, que trajeron oprobio a su Nombre bendito, están grabados a fuego en nuestras conciencias; a menos que estemos tan lejos de Dios que ya no nos interese abandonarlos. Su recuerdo nos trae solamente condenación, tristeza y dolor.
El diablo se aprovecha de ellos para infundir en nosotros un sentimiento de derrota, condenación y frustración.
He visto eso muchas veces, he oído a cristianos sinceros pensar que ya no tienen remedio, que les es imposible vencer y hasta son empujados a dudar que el Espíritu haya obrado en sus vidas.
Si bien es cierto que debemos sentir tristeza por el pecado no debemos desesperar. No hay para el Salvador ningún caso sin remedio ni alma que se halle fuera de su alcance si así lo desea.
Claro que algunos por su orgullo y egoísmo han cerrado la puerta de la gracia para sí mismos. Pero ningún hijo de Dios que desee la salvación debe rendirse al desaliento ni pensar que sus vicios o sus defectos de carácter son invencibles.
Este mensaje de esperanza es el que muchos desean y deben oír, más que consejos, doctrina o reprensiones. Los que se hallan al borde del abismo no necesitan de estas cosas sino más bien de expresiones de estímulo, amor y confianza en el Señor.
Sean nuestras palabras de acuerdo a nuestra fe, hablemos de lo que nuestro Defensor puede hacer por nosotros.
"Dirigid a la gente palabras de aliento; elevadla hasta Dios en oración. Muchos vencidos por la tentación se sienten humillados por sus caídas, y les parece inútil acercarse a Dios; pero este pensamiento es del enemigo. Cuando han pecado y se sienten incapaces de orar, decidles que es entonces cuando deben orar. Bien pueden estar avergonzados y profundamente humillados; pero cuando confiesen sus pecados, Aquel que es fiel y justo se los perdonará y los limpiará de toda iniquidad. No hay nada al parecer tan débil, y no obstante tan invencible, como el alma que siente su insignificancia y confía por completo en los méritos del Salvador. Mediante la oración, el estudio de su Palabra y el creer que su presencia mora en el corazón, el más débil ser humano puede vincularse con el Cristo vivo, quien lo tendrá de la mano y nunca lo soltará". (El Ministerio de Curación, págs. 134-137).
El texto inicial nos recuerda permanecer en él con confianza absoluta. No hay razón para el desaliento porque podemos ser invencibles en Cristo. Aferrémonos a esta brillante promesa.
El salmista concluye: "Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado... Espere Israel a Jehová, porque en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él; y él redimirá a Israel de todos sus pecados". Salmos 130:4,6,7.

LA IGLESIA ¿CIELO O INFIERNO?



¿Cómo quieres que sea tu iglesia?
Veamos algunos modelos bíblicos:






La iglesia es lo más parecido al cielo cuando en ella hay gente como:
  • Abraham, que son amigos de Dios y van donde El les manda
  • Bernabé, que animan a los demás y suman a nuevos Pablos a la obra
  • David, con su celo y devoción por la causa de Dios
  • Demetrio, de buen testimonio ante todos y consecuentes con la verdad
  • Enoc, que caminan diariamente con el Señor esperando su venida
  • Esteban, dispuestos a dar la vida por testificar de Jesús
  • Gayo, amigables, serviciales, hospitalarios y que viven lo que predican
  • José, siempre dispuestos a perdonar y a buscar el bien de los demás
  • Pablo, que solo preguntan: ¿Señor, que quieres que yo haga?
  • María, que dicen “he aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu voluntad”
  • Timoteo, instruidos en la verdad desde niños y fieles misioneros

Por el contrario...

La iglesia es lo más parecido al infierno cuando en ella hay gente como:
  • Ananías y Safira, que pretenden estafar a Dios dando impresión de santidad
  • Judas, que son capaces de traicionar a sus mejores amigos en la fe
  • Simón el mago, que creen que la iglesia es un negocio, donde todo se compra o vende
  • Coré, que no reconocen a los líderes designados por Dios e incitan a la rebeldía
  • Himeneo y Fileto, que introducen doctrinas erróneas y trastornan la fe de muchos
  • Elimas, que critican e impiden a los sinceros escuchar el mensaje divino
  • Caín, que creen que con sus propios méritos pueden ganar la aceptación del cielo
  • Diótrefes, que buscan tener el primer lugar y corren a la gente de la iglesia
  • Balaam, que venden su alma y traicionan al pueblo de Dios
  • Demas, que abandonan el cristianismo y sus labores por amar más el mundo
  • Saúl, que prefieren seguir su orgullo y su propio criterio desechando al Señor

¿En qué lista va tu nombre?