miércoles, 21 de marzo de 2012

JESÚS ES EL PRÍNCIPE DE PAZ


"Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos". Mateo 7:12
Dondequiera que se emplee el poder del intelecto, de la autoridad o de la fuerza, y no se manifieste la presencia del amor, los afectos y la voluntad de aquellos a quienes procuramos alcanzar asumen una actitud defensiva y rebelde, y se refuerza su resistencia. Jesús fue el Príncipe de paz. Vino al mundo para poner en sujeción a sí mismo la resistencia y la autoridad. Podía disponer de sabiduría y fuerza, pero los medios que empleó para vencer el mal, fueron la sabiduría y el poder del amor...
“Todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos” Mateo 7:12.
Como fruto de una conducta tal se verán resultados bienaventurados. “Con la misma medida que midiereis, os será vuelto a medir” Lucas 6:38.
Estos son los poderosos motivos que deben constreñirnos a amarnos unos a otros con corazón puro y con fervor. Cristo es nuestro ejemplo. El anduvo haciendo bienes. Vivió para beneficiar a otros. El amor embelleció y ennobleció todas sus acciones. No se nos ordena que nos hagamos a nosotros mismos lo que desearíamos que otros hiciesen con nosotros; debemos hacer a otros lo que quisiéramos que ellos nos hiciesen en iguales circunstancias. Siempre se nos vuelve a aplicar la medida con que medimos... El amor puro es sencillo en sus manifestaciones, y distinto de cualquier otro principio de acción.
En Jesús usted puede amar con fervor, con sinceridad. Este amor puede aumentar su profundidad y expandirse hasta el infinito... El amor a Dios asegurará el amor al prójimo, y usted se dedicará a los deberes de la vida con interés profundo y abnegado. Los principios puros constituirán el fundamento de sus acciones. La paz interior conducirá aun sus pensamientos hacia corrientes más saludables...
La paz mental, que es el resultado de las acciones y los motivos puros y santos, le dará un tono de vigor y libertad a todos los órganos del cuerpo. La paz interior y una conciencia desprovista de ofensas a Dios, vivificará y vigorizará el intelecto, como el rocío que se derrama sobre las tiernas plantas... Las meditaciones son placenteras porque están santificadas. La serenidad mental que usted puede poseer será una bendición para todos los que se relacionan con usted. Esta paz y esta calma llegarán a ser naturales con el tiempo, y reflejarán sus preciosos rayos sobre todos los que la rodean, para volver de nuevo a reflejarse sobre usted. Mientras más guste de esta paz celestial y de esta serenidad de la mente, más aumentarán. Es un placer animado y viviente que no sume todas las energías morales en un estupor, sino que las despierta para llevar a cabo una actividad mayor. La paz perfecta es un atributo del Cielo que los ángeles poseen.

Extraído del libro "Exaltad a Jesús" para el 21 de marzo.