viernes, 29 de octubre de 2010

LIDERAZGO

¿Qué hace que algunas personas sean simples seguidores y otras sean líderes?
En la experiencia del rey Ezequías cuando los asirios sitiaban Jerusalén hay un verdadero modelo de liderazgo cristiano, que haríamos bien en imitar.
A todas luces la situación era desesperada. Los poderosos ejércitos asirios, famosos por su fiereza y crueldad para con los vencidos, estaban a las puertas de la ciudad, habiendo arrasado con todo a su paso.
El método guerrero de aquellas épocas estaba basado en los combates a campo abierto y el sitio de las ciudades amuralladas. El objetivo del sitio era agotar por medio del hambre, la sed y las epidemias a la población encerrada, para que se rindieran sin luchar o con pérdidas mínimas para los invasores.
A diferencia de otros reyes que prefirieron ser tributarios, Ezequías eligió luchar contra un adversario que le superaba largamente en número y recursos. Desde la óptica humana, parecía una empresa perdida desde el inicio.
Notemos lo que dice el texto sagrado para luego sacar algunas conclusiones:
"Viendo, pues, Ezequías la venida de Senaquerib, y su intención de combatir a Jerusalén, tuvo consejo con sus príncipes y con sus hombres valientes, para cegar las fuentes de agua que estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron. Entonces se reunió mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que corría a través del territorio, diciendo: ¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas cuando vengan? Después con ánimo resuelto edificó Ezequías todos los muros caídos, e hizo alzar las torres, y otro muro por fuera; fortificó además a Milo en la ciudad de David, y también hizo muchas espadas y escudos. Y puso capitanes de guerra sobre el pueblo, y los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad, y habló al corazón de ellos, diciendo: Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él está el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá". 2 Crónicas 32:2-8
Siete características se destacan en la intrépida acción del rey, como ejemplo para los líderes de hoy:
  • Buscó el consejo de sus subalternos. No tuvo la presunción de comenzar a dar órdenes sin antes hablar con quienes estaban capacitados, con los que estarían en el frente de batalla, para ver qué hacer y cómo proceder. 
  • Enfrentó la situación con ánimo resuelto. El entusiasmo o la falta de éste son igualmente contagiosos; por ello era imperioso que mostrara determinación para hacer lo que fuera necesario sin importar los riesgos que pudieran correrse.
  • Hizo provisión para la emergencia. Ningún plan marcha si primero no se tienen los recursos necesarios. El largo sitio requería de provisiones y fortificaciones adecuadas para enfrentarlo.
  • Delegó funciones. Sabía que el éxito a escala global depende de la suma de los pequeños éxitos alcanzados en cada nivel. Los que dirigen deben recordar siempre que su bienestar futuro está ligado al triunfo de sus colaboradores.
  • Infundió animo. La palabra oportuna puede encender la esperanza y el ánimo incluso en el corazón más apocado. El líder debe transmitir su visión positiva de la situación a quienes le siguen.
  • Fue creíble. Todos podían ver en sus actitudes, palabras y acciones a un hombre comprometido con el éxito de su empresa.
  • Se apoyó en Dios y no en el hombre. A pesar de sus previsiones y enérgica acción, sabía que la victoria dependía de la ayuda divina. Un dirigente realista ve los peligros y calcula las posibilidades. Los líderes de fe, ven más allá de las apariencias, tomándose del brazo poderoso del Dios Omnipotente.
Este piadoso rey bien pudo haber cantado las palabras del salmo 33:
"El rey no se salva por la multitud del ejército,
ni escapa el valiente por la mucha fuerza.
Vano para salvarse es el caballo;
la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar.
He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen,
sobre los que esperan en su misericordia,
Para librar sus almas de la muerte,
y para darles vida en tiempo de hambre.
Nuestra alma espera a Jehová;
nuestra ayuda y nuestro escudo es él.
Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón,
porque en su santo nombre hemos confiado.
Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros,
según esperamos en ti".
Salmos 33:16-22

DOS MUJERES, DOS ORACIONES


Ana y María, dos grandes madres de la Biblia. Aunque estaban separadas por varios siglos de diferencia, por sus circunstancias, su condición y posición social, elevaron cantos a Dios luego del anuncio del nacimiento de su hijo.
Veamos algunas similitudes entre sendas alabanzas inspiradas en dos santas mujeres por el Espíritu Santo:

CANTO DE ANA
1º SAMUEL 2:1-10
CANTO DE MARÍA
LUCAS 1:46-55
Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, por cuanto me alegré en tu salvación.
No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro. No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones.
Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los débiles se ciñeron de poder. Los saciados se alquilaron por pan,
y los hambrientos dejaron de tener hambre; Hasta la estéril ha dado a luz siete, Y la que tenía muchos hijos languidece. Jehová mata, y él da vida; el hace descender al Seol, y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece. El levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.
Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo. El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su propia fuerza.
Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido.
Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen.
Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes.A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos.
Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre.









  1. El motivo de ambas es el regocijo por el nacimiento de un niño especial.
  2. En el caso de María, un don inesperado en ella, pero prometido por siglos a Israel; el otro esperado ardientemente solo por Ana, pero igual de milagroso.
  3. Ambas entienden que los actos de Dios no son aislados, ni él bendice arbitraramente a una persona sí y a otra no. Preveen que su bendición personal se extenderá como una marea de bondad y justicia hasta alcanzar a todos los demás.
  4. Esto lleva a las dos mujeres a entonar cantos de alabanza, regocijándose por la salvación divina
  5. Reconocen tanto una como otra, su completa falta de mérito por la gracia recibida.
  6. Ambas destacan la santidad y el poder de Jehová. En virtud de ellas, el mal no prevalecerá para siempre y el bien triunfará.
  7. Las dos hacen énfasis en el juicio; destacan la intervención personal de Dios en los asuntos del mundo, que actúa para socorrer a los desvalidos y humillar a los malvados.
  8. Por último, la acción salvadora del Señor, basada en sus promesas y su misericordia, establece una justicia perdurable.   
Nuestras alabanzas a Dios deberían imitar estos hermosos modelos de gratitud.