lunes, 13 de febrero de 2012

CRISTIANOS EN SERIO

“Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Juan 1:47,48
¿Qué había en Natanael (también llamado Bartolomé) para que mereciera semejante elogio de Cristo mismo?
Resulta evidente que Natanael estaba orando bajo la higuera; buscando conocer la voluntad del Señor, pidiendo luz y fortaleza. Es evidente además, que era un sincero creyente, un hombre de fe y oración, capaz de sobreponerse a sus prejuicios iniciales y aceptar a Jesús como el Mesías esperado.
Muchos hoy se llaman a si mismos cristianos. Pero hay pocos cristianos en serio. Y cristianos como Natanael, elogiados por su Maestro, todavía menos.
¿Cuáles son las cualidades propias de un cristiano en serio?
Quisiera proponer cinco características; la lista no es exhaustiva, pero estimo que es suficiente para analizarla y medirnos a nosotros mismos a la luz de estos pasajes.
1 - Vida nueva: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Romanos 8:9
Un cristiano en serio ha experimentado la convicción, la conversión y el nuevo nacimiento que son frutos de la obra del Espíritu en su vida. Si no ha nacido de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Y por ser recién nacido, es un proyecto inacabado que crecerá hasta alcanzar la plena estatura de la plenitud de Cristo. Es arcilla que el Alfarero Divino se deleita en moldear para transformarlo en vaso de honra.
2 - Amor: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Juan 13:35
La suprema expresión del cristianismo es estar llenos de amor por las almas que perecen en el pecado. Tal como Pablo lo expresa en 1ª Corintios 13:2 “si no tengo amor nada soy”.
3 - Obediencia: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Juan 14:15
De la misma forma que un hijo demuestra su amor y respeto hacia sus padres obedeciéndoles, un cristiano en serio se deleitará en hacer la voluntad de su Señor. Es inconcebible que un hijo de Dios viva en oposición a cualquiera de sus mandamientos. 
Se diga lo que se diga, la obediencia es el fruto perfecto de una vida transformada y llena de amor. Todo lo demás es vano palabrerío y peligrosísima presunción.
4 - Servicio: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”. Juan 12:26
El que ha nacido de nuevo, que ama y obedece a Dios, encontrará su mayor placer en el servicio amante en favor de sus hermanos en la fe y también por los que viven en las tinieblas del error. En eso imitará a los ángeles del cielo, que se gozan en servirnos a nosotros.
5 - Pureza: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”. 1ª Juan 3:2,3
La inevitable consecuencia de mirar a Jesús es reconocer la nobleza, la inocencia y la pureza de su carácter. Veremos su atractivo y desearemos ser como él.
Al intentar imitarle, descubriremos también lo lejos que estamos del blanco y nos esforzaremos en lograr la meta más alta que un ser humano pueda fijarse: alcanzar la semejanza con Cristo. 
Y cuando por la fe nos empeñemos en esa empresa, Dios nos concederá su gracia y su poder para que podamos reflejar la luz de su rostro. Llegaremos así a ser cristianos en serio.
La gloriosa visión del rostro de Cristo reflejado en nuestras vidas opacará todo los atractivos del mundo y podremos decir con el apóstol: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios. De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. Gálatas 6:14-17

CREADOS DE NUEVO

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Romanos 12:2.
Cristo murió en la cruz para librar al mundo de perecer en el pecado, y en esta obra les solicita su colaboración. Ustedes deben ser sus manos ayudadoras. Con esfuerzos fervorosos e infatigables han de trabajar por la salvación de los perdidos. Recuerden que fueron sus pecados los que hicieron necesaria la cruz. Cuando aceptaron a Cristo como su Salvador ustedes prometieron unirse a él en llevar la cruz. Han echado su suerte con él para vida o muerte, y son parte integrante del gran plan de redención.
El poder transformador de la gracia de Cristo moldea a quien se entrega al servicio de Dios. Cuando se halla imbuido del Espíritu del Redentor, está dispuesto a negarse a sí mismo, listo para tomar su cruz y presto a realizar cualquier sacrificio por el Maestro. Ya no puede ser indiferente a las almas que perecen alrededor suyo. Se eleva por encima del autoservicio. Cristo lo ha transformado en una nueva criatura y el egoísmo no halla lugar en su vida. Comprende que cada aspecto de su existencia pertenece a Cristo, quien lo ha redimido de la esclavitud del pecado; que cada momento de su vida futura ha sido comprado con la preciosa sangre del unigénito Hijo de Dios.
¿Comprende usted tan cabalmente el sacrificio hecho en el Calvario, como para estar dispuesto a subordinar todo otro interés a la obra de salvar almas? La misma intensidad que caracterizaba el deseo de salvar a los pecadores en la vida del Salvador, se revelará también en la de sus verdaderos seguidores. Al cristiano no le interesa vivir para sí. Se deleita en consagrar todo lo que tiene y todo lo que es al servicio del Maestro. Lo motiva un deseo inexpresable de ganar almas para Cristo...
¿Cómo puedo glorificar mejor a Aquel a quien pertenezco por creación y redención? Esta es la pregunta que deberíamos hacernos. La persona verdaderamente convertida tratará de rescatar con ansiosa solicitud a los que se hallan todavía bajo el poder de Satanás; rehusará hacer nada que pudiera estorbarlo en su tarea. Si tiene hijos, se dará cuenta de que su obra debe comenzar en su propia familia. Para él, sus hijos son preciosos en gran manera. Al recordar que son los miembros más jóvenes de la familia del Señor, luchará denodadamente por colocarlos donde se hallen al lado del Señor. Se ha dedicado a servir, honrar y obedecer a Cristo; por lo tanto realizará esfuerzos pacientes e incansables con el fin de educar a sus hijos para que nunca sean hostiles hacia el Salvador.
Dios ha colocado sobre los padres y madres la tarea de salvar a sus hijos del poder del enemigo. Esa es su obra, y no debieran descuidarla por ninguna razón. Los padres que mantienen una conexión viviente con Cristo no descansarán hasta no ver a sus hijos a salvo en el redil. Considerarán que ésta es la responsabilidad de su vida.
Extraído del libro "Exaltad a Jesús", meditación para el 13 de Febrero