martes, 28 de julio de 2009

Negligencia

Siempre fui algo indolente en algunos aspectos de mi vida.
-"Mañana cortaré el pasto, mañana arreglaré el jardín, etc."- son las promesas que me hacía a mí mismo.
Pero ese mañana no llegaba nunca...
¿Por qué será que para las cosas que no nos gustan existe siempre un mañana?
Veamos con relación a esto, el siguiente incidente registrado en la Biblia:
"Toda la congregación de los hijos de Israel se reunió en Silo, y erigieron allí el tabernáculo de reunión, después que la tierra les fue sometida. Pero habían quedado de los hijos de Israel siete tribus a las cuales aún no habían repartido su posesión. Y Josué dijo a los hijos de Israel: ¿Hasta cuándo seréis negligentes para venir a poseer la tierra que os ha dado Jehová el Dios de vuestros padres?" Josué 18:1-3
La conquista de Canaán había comenzado, y con el poder de Dios, las victorias se habían sucedido unas a otras; pero no todos emprendieron la tarea de buen ánimo. Las conquistas iniciales fueron seguidas por un período de estancamiento.
El libro de Jueces en su primer capítulo registra que tribu tras tribu fueron infieles a su cometido de arrojar a los cananeos de la tierra que les fue asignada. Las comodidades que encontraron en las ciudades cananeas abandonadas por sus temerosos moradores o conquistadas por Israel, tentaron a un gran número de tribus a dejar de avanzar tierra adentro y a no seguir el plan de Dios para ellos.
Josué los llamó negligentes a causa de su demora. ¿Qué es ser negligente? En el ámbito espiritual, es postergar una tarea que no nos agrada. Es también posponer un deber conocido. Es, por sobre todo, consecuencia de no estar conscientes de la hora en que estamos viviendo.
Según la Escritura, tal es la condición del pueblo de Dios justo antes de Su venida.
Jesús contó varias historias referidas a la preparación para ese momento. Tienen como común denominador el elemento de "dejar para mañana lo que debemos hacer hoy". Las diez vírgenes de la parábola de Mateo 25 se durmieron antes que llegara el esposo. El siervo inútil escondió su talento en tierra. Los cabritos simplemente dejaron de ocuparse de los demás. El siervo infiel del capítulo anterior pensaba "mi señor se tarda en venir".
¿Qué en cuanto a la Laodicea escatológica del Apocalipsis, la iglesia del tiempo final? Su mayor tragedia no consiste en su tibieza, sino en ignorar la verdadera condición en la que se encuentra: desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda.
Pero Laodicea no es pobre porque Dios le escatime recursos. Nada de ello. Posee todos los dones que el Señor le prometió. Tiene sobradas muestras de su favor. El mensaje del segundo advenimiento se esparce con rapidez por toda la tierra.
Lamentablemente, como Israel en tiempos de Josué, su mayor bendición es también su perdición.
Por gozar de tantas ventajas terrenales y grandes beneficios espirituales, la mayor parte de los miembros de la iglesia ignora hoy lo que significan el sacrificio, el renunciamiento y la abnegación.
El amor a la comodidad y la falta de oposición (¿será que a Satanás ya no le molestamos?), hacen que muchos duerman el sueño de la indolencia y posterguen lo que debe hacerse con sentido de urgencia.
Es necesario que despertemos. Recordemos que el Diablo trabaja con todo empeño "sabiendo que tiene poco tiempo".
¿Y nosotros? ¿Acaso lo ignoramos?
Tú y yo necesitamos despertar. Lo necesitamos desesperadamente.
Lo que dejemos de hacer hoy, lo tendremos que hacer penosamente en tiempos de gran desaliento y oposición. Como lo dice la poesía de la entrada anterior, tal vez con dolor nos tengamos que preguntar: "¿qué será del trigo que no se segó?"
No seamos hallados negligentes. Tal vez ya no haya un mañana que cubra nuestra demora...
El sabio Salomón afirmó: "El que recoge en el verano es hombre entendido; El que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza". Proverbios 10:5.


martes, 21 de julio de 2009

¡Vuelve el Señor! Lo afirman los albores

¡Vuelve el Señor! Lo afirman los albores
del triunfo de la luz sobre el pecado
la claridad del día prefijado
que se anuncia con vivos resplandores

Lo proclaman los andantes rumores,
el torbellino de odios desatado,
lo dice el terremoto y el tornado,
de la angustia en los pueblos los dolores.

¡Viene el Señor! Promesa no ilusoria
indicios mil confírmala a porfía
señales que son cortas de victoria
a todo aquel que guarda en su memoria
la fiel palabra que dijera un día
¡Vendré otra vez en majestad y gloria!

Autor desconocido

GOZOSO ARRIBA EL NAVEGANTE AL PUERTO

Gozoso arriba el navegante al puerto
y acaba su viaje el peregrino
¡con qué placer termina su camino
el que cruzó por áridos desiertos!

Grato es mirar el horizonte abierto
después de negro abrumador destino,
o disfrutar en cambio repentino,
glorioso triunfo, tras combate incierto.

Mas grato mucho más sin semejanza
será acabar la obscura travesía,
donde tanta miseria nos alcanza.

Y en el cielo a la luz de la eternidad
ver a Dios, satisfecha la esperanza
con la visión feliz que el alma ansía.

Carlos Araujo

ERA PRIMAVERA, LA MAÑANA HERMOSA

Era primavera, la mañana hermosa
llena de perfume, de trino de sol
se filtro alegre y gozosamente
dentro de los pliegues de mi corazón
y el Maestro vino, me hablo quedamente
-¿Irás a mis campos como sembrador?-
pero la mañana me llenaba el alma
y dije: -Maestro, no podré ir hoy,
cuando primavera apague sus luces,
cuenta con mi ayuda como sembrador.

Y vino el estío, la aurora nacía
con su explosión de luz y calor
todo lo incendiaba con chispas de oro
todo lo cubría con regio capuz
Y de nuevo el Maestro se acerco y me dijo:
-¿Mis tiernas semillas irás a sembrar?-
pero era tan lindo, tan lindo el estío,
que dije sintiendo mi pecho cantar
-Cuando del verano se extinga la gloria
iré a tus campos gozoso a sembrar.

Y vino el otoño y el primer rocío
que cayo abundante sobre la amplia mies,
puso en el aire su hálito sedante
como mano piadosa refresco mi sien,
de nuevo el Maestro se acerco y me dijo:
-¿Mis maduras mieses irás a segar?
si no te retardas aun llegas a tiempo-
Mas dije: -Maestro déjame quedar
cuando haya gustado la ambrosía de otoño
correré a tus campos y podré segar.

Y vino el invierno, todo estaba blanco
hacia mucho frío, no brillaba el sol,
la nieve y el hielo todo lo cubrían
hasta se acercaron a mi corazón
y entonces, entonces voluntariamente
me acerque al Maestro, todo se lo di,
todo don precioso que habitaba en mí,
más el tristemente movió la cabeza
y me dijo: -Pasose la cosecha,
solo queda en el campo un poco de trigo
a espera de que tú voluntario
lo fueras a sembrar, y como no fuiste
aun esta en el campo
y fue tu descuido el que lo dejó.

-El placer del año gustaste afanoso
cuando te llamaba no oíste mi voz,
¿de que sirve ahora tu remordimiento?
¿Qué será del trigo que no se segó?

Autor desconocido

domingo, 19 de julio de 2009

¿Cordero indefenso?

Uno de los más bellos títulos adjudicados a Jesús en la Biblia es el de "Cordero de Dios".
Inmediatamente lo relacionamos con el texto de Juan 1:29 como el Mesías anunciado por el Bautista, o también con Isaías 53, en su faceta del sustituto inocente que daría su vida por los pecados del mundo. Vemos en estos pasajes al Señor rodeado de debilidad, sufriendo en silencio, siendo humillado y maltratado hasta la muerte en su bondadoso afán de salvarnos.
Pero en el Apocalipsis, donde se lo menciona 25 veces, vemos aspectos singulares del cordero que no se relacionan para nada con las anteriores características.
Veamos los siguientes ejemplos:
"Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos. Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra". Apocalipsis 5:5
Aquí Juan mira esperando ver un león y ve ¡un cordero degollado! No podía ser mayor el contraste entre estos dos simbólicos animales...
Sin embargo, el cordero se presenta aquí, no para ser sacrificado nuevamente, sino para recibir la alabanza y el honor de toda la creación.
"Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos". Apocalipsis 5:13
En otro de los pasajes, al abrirse el sexto sello profético, los perdidos tiemblan de terror ante su aparición en su segunda venida y en la demostración de su ira: "...y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero". Apocalipsis 6:16
Finalmente, el Cordero se presenta en "desigual" lucha contra el dragón del capítulo 12 y sus aliados terrenales, obteniendo para sus hijos un completo y resonante triunfo: "Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte". Apocalipsis 12:11
"Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles". Apocalipsis 17:14
Debemos aliarnos con el Cordero, puesto que el resultará en indisputable vencedor en el conflicto final. Ningún poder terrenal o diabólico se le iguala, nadie puede derrotarlo, así como tampoco puede derrotar a todo aquel, que aunque indefenso, echa mano del poderoso e invencible Cordero. Su fuerza reside no obstante, en el inmenso y suficiente sacrificio que realizó como manso cordero sobre la cruz del Calvario.
¿Eres de los que son llamados, elegidos y fieles?