martes, 16 de febrero de 2010

HIJOS DEL REMANENTE

Un sábado por la mañana, luego de la historia infantil, el predicador hizo quedar a todos los niños en el frente de la iglesia y preguntó: Sabemos que no todos los adultos o niños que vienen a la iglesia se salvarán. Algunos inevitablemente se perderán. Si tuvieran que elegir: ¿Cuál de estos niños quisieran ustedes que se pierda? Por supuesto, nadie levantó su voz para elegir a ninguno de ellos. Todos deseamos que nuestros niños se salven.
Consideremos el siguiente pasaje lleno de dolor, amargura y llanto, pero no exento de esperanza: "Así ha dicho Jehová: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron. Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra". Jeremías 31:15-17
Como todo pasaje profético de la Biblia, el texto anterior tiene varias aplicaciónes. Una inmediata a lo que sucedería en los días de Jeremías, una referencia mesiánica a la matanza de los niños de Belén por Herodes y finalmente una general destinada a todas las personas de todas los tiempos.
Como en los días de la antigüedad, nuestros hijos se encuentran en peligro por el enemigo, que ya no son los caldeos o los romanos, sino el Maligno.Uno de los blancos preferidos del ataque de Satanás en nuestro tiempo es la familia. Y las víctimas inmediatas de ese ataque son nuestros hijos.
El diablo se goza en destruir física y espiritualmente a nuestros niños y jóvenes por todos los medios a su alcance. Pero no son las drogas, el alcohol, el sexo, la pornografía, la violencia o la tecnología los principales responsables de la degradación; sino la educación que reciben en sus hogares, la escuela y la sociedad.
Vivimos en una época complaciente y permisiva en la cual se impulsa el paradigma de "comamos y bebamos porque mañana moriremos". El pensamiento de la mayoría es que la satisfacción de nuestros deseos no puede postergarse, como la publicidad de un banco que decía: "¿querés disfrutar de la vida hoy?".
Esto ha arruinado el carácter de millones de jóvenes que hoy deambulan por la vida sin metas ni ideales, sin fe y sin Dios. Y sucede también en hogares cristianos, con padres justos que ven con dolor e impotencia que sus hijos se alejan de la gracia y de la salvación para correr apresuradamente hacia ninguna parte.
La situación claramente va a empeorar. A nosotros como padres nos toca hacer todo esfuerzo posible para evitar, por medio de nuestras oraciones, nuestras palabras, ejemplo e influencia, que la corrupción reinante se lleve a los que amamos. Pero lo que no podemos hacer por ellos es transferirles nuestro carácter. La Biblia enseña con claridad que la justicia de los padres no sirve para los hijos. La salvación es personal.
En el texto que sigue, aplicable especialmente a los últimos días, se presenta el asunto con toda gravedad, pero también con un glorioso rayo de esperanza:
"Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, cuando la tierra pecare contra mí rebelándose pérfidamente, y extendiere yo mi mano sobre ella, y le quebrantare el sustento del pan, y enviare en ella hambre, y cortare de ella hombres y bestias, si estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor... O si enviare pestilencia sobre esa tierra y derramare mi ira sobre ella en sangre, para cortar de ella hombres y bestias, y estuviesen en medio de ella Noé, Daniel y Job, vivo yo, dice Jehová el Señor, no librarían a hijo ni a hija; ellos por su justicia librarían solamente sus propias vidas...  Sin embargo, he aquí quedará en ella un remanente, hijos e hijas, que serán llevados fuera; he aquí que ellos vendrán a vosotros, y veréis su camino y sus hechos, y seréis consolados del mal que hice venir sobre Jerusalén, de todas las cosas que traje sobre ella. Y os consolarán cuando viereis su camino y sus hechos, y conoceréis que no sin causa hice todo lo que he hecho en ella, dice Jehová el Señor". Ezequiel 14:12-23
Tenemos que tener presente que si nosotros somos el remanente, nuestros hijos son los hijos del remanente.  Así como Dios disciplinó al pueblo de Israel por medio de castigos y pruebas severas como las que pasaron Noé, Daniel y Job; él anhela hacer volver el corazón de los hijos a los padres y salvar a nuestros vástagos aún más que nosotros mismos.
Cuando a pesar de todo lo que hacemos (o a causa de ello) los hijos son arrastrados por el mundo, todavía hay esperanza a la cual aferrarnos.
Así dijo Jehová el Señor: He aquí, yo tenderé mi mano a las naciones, y a los pueblos levantaré mi bandera; y traerán en brazos a tus hijos, y tus hijas serán traídas en hombros. Reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y conocerás que yo soy Jehová, que no se avergonzarán los que esperan en mí. ¿Será quitado el botín al valiente? ¿Será rescatado el cautivo de un tirano? Pero así dice Jehová: Ciertamente el cautivo será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos.  Isaías 49:22-25
Tres alentadoras conclusiones se desprenden del texto:
  • Nuestra esperanza en Dios no será avergonzada.
  • Dios no nos abandonará. Él peleará por nosotros pues es fiel a sí mismo y a sus promesas.
  • El Señor está comprometido con la salvación de nuestros hijos. Es su todopoderoso Defensor y Redentor.
No debemos temer pues los recursos del cielo están obrando por la salvación de los hijos del remanente. Alabemos al Señor por sus maravillosas promesas. Nuestro buen Dios es un Dios de esperanza y sus promesas se cumplen. Sin embargo, eso no quita la responsabilidad de los padres, maestros y de los miembros de la iglesia toda, en hacer esfuerzos decididos por la salvación de los niños y jovenes. Se nos pedirá cuenta de ello.
Cómo responderemos cuando en el día final se nos pregunte: "¿Dónde está el rebaño que te fue dado, tu hermosa grey?" Jeremías 13:20
Recuerda: nuestros hijos son los hijos del remanente que Él prometió rescatar.