jueves, 19 de agosto de 2010

ORDENA TU CASA

"En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás". 2º Reyes 20:1
Cuando uno es niño, cree que todo el mundo es inmortal. Cuando se llega a ser joven, le parece que los viejos mueren pero uno es inmortal. Al llegar a la edad adulta, se descubre que nadie es inmortal. Avanzando en edad, se es penosamente consciente de que uno es mortal.
Al rey Ezequías, que había sido un buen rey de Judá, el Señor le mandó este triste mensaje por medio del profeta Isaías.
En primer lugar vale preguntarse; ¿por qué le avisó de su muerte?
Dios no avisa regularmente a nadie que va a morir. La muerte nos sorprende a casi todos sin aviso formal y preciso del día y la hora de nuestro deceso. Pero en el caso del rey, el motivo estaba dado por las palabras : "ordena tu casa".
¿Qué asuntos debía ordenar el rey?
Veamos el resto del relato para intentar comprenderlo: "Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová y dijo: Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro. Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó. Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día? Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados? Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados. Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás". 2º Reyes 20:2-11
Surgen aquí tres asuntos que preocupaban al rey:
  • Su enfermedad
  • Tiempo adicional
  • La invasión asiria
Antes de avanzar, es bueno notar la reacción del soberano: lo primero que hizo fue volverse a Dios en oración. Después, el texto menciona que subiría al Templo; lo siguiente que haría sería agradecer a Jehová. Finalmente, escribió un canto de gratitud por testimonio del milagro obrado en su vida (ver Isa. 38: 9-20).
Su enfermedad, entonces, lo perturbaba. No era simplemente por miedo a la muerte. Moriría, según él, "en la mitad de mis días" y su obra quedaría sin terminar. Como hombre de fe, Ezequías estaba empeñado en el restablecimiento de su reino, tanto en lo administrativo como en lo religioso. Después de años de decadencia espiritual, quería conducir al pueblo a una mejor relación con Dios.
Era lógico entonces que deseara más tiempo, pues no tenía en ese momento un hijo que le sucediera. Seguramente, entremezclando su fe con la duda, habrá pensado que si moría no podría cumplirse la promesa hecha por el Señor a David, de que siempre habría un descendiente suyo en el trono.
El tercer punto que lo inquietaba era que al haberse rebelado contra el rey de Asiria le esperaba una difícil campaña contra sus poderosos vecinos.
La respuesta del Señor resuelve todos estos puntos y excede además cualquier expectativa.
No solamente le ofrece promesas de sanidad y liberación; también actúa por medio de dos milagros para confirmar la fe del rey. El primero de ellos fue hacer retroceder la sombra del reloj de sol y luego obró por medio de un sencillo remedio natural una curación asombrosa.
¡Imagínense! Para contestar la oración de una sola persona, Dios trastocó el orden del universo.
No importa realmente si el sol marchó hacia atrás, o si la tierra giró al revés; las consecuencias de cualquiera que haya sido el fenómeno ocurrido son asombrosísimas y superan nuestra comprensión de las leyes físicas.
¿No tenemos un Dios maravilloso?
Pero nada de lo que preocupaba al rey le preocupaba al Señor. Su interés principal era que Ezequías "ordenara su casa".
En nuestro caso, ¿qué cosas tenemos que ordenar en nuestra casa?
¿Nuestra vida espiritual? ¿El altar de familia? ¿La relación con los hijos? ¿La asistencia o la participación en la iglesia?
Para Él ordenar nuestra vidas es un asunto sencillo, ya sea que se trate del alimento, el vestido, las cuentas por pagar, la educación de los hijos o cualquier otra cosa que nos cause preocupación o temor.
Pero no hará lo que nos corresponde hacer a nosotros. Nos toca revisar con cuidado cada aspecto de nuestra existencia para ver si está de acuerdo con los propósitos del Señor.
Lo dice mejor que yo la siguiente cita: "Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: "Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo y sea toda mi obra hecha en ti". Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios y será cada vez mas semejante a la de Cristo". El camino a Cristo pag. 70
Ordenar nuestra casa implica caminar con fidelidad, confiar en sus promesas, ocuparnos de lo verdaderamente importante, vivir como si ya estuviéramos en el cielo, esconder continuamente nuestra vida en él.
Ordenar nuestra casa, por último, es dar testimonio a los ángeles y a los hombres de que somos felices al caminar en obediencia a su voluntad ahora mismo, y que también lo seremos por la eternidad.
Jesús mismo lo expresó con estas inmortales palabras: "busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas". Mateo 6:33 NVI