sábado, 25 de febrero de 2012

CRISTO NUESTRO INTERCESOR II

“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. 2 Corintios 5:10
Dice un conocido refrán: “más vale que sobre y no que falte”. 
Que el Espíritu interceda en este mundo por nosotros y que al mismo tiempo, Jesús sea nuestro intercesor en los cielos resulta una gran ventaja:
  • “El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad... el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. Romanos 8:26,27
  • “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. Romanos 8:34
Ambas intercesiones tienen un objetivo común: la salvación de nuestras almas y el perfeccionamiento del carácter; no obstante son de distinta naturaleza.
Uno oficia en la tierra, el otro en el cielo; uno presenta ante el trono de gracia nuestras oraciones, en tanto que el otro las mezcla con el incienso de su propia justicia. 
Nuestro Salvador presenta los méritos de su sangre en nuestro favor, en tanto que el “otro Consolador” presenta ante el pecador al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 
Jesús demuestra ante el universo que Dios es justo en su trato con el pecado; por otra parte, el Espíritu nos muestra que Dios es justo en su trato con el pecador. 
Observa el siguiente cuadro:
INTERCESOR
CRISTO
ESPÍRITU SANTO
Función
Expiar los pecadosConvencer de pecado y guiar al arrepentimiento
NombreDel griego parakletos Abogado o Consolador
(1ª Juan 2:1)
Allos Parakletos
“Otro Consolador“
(Juan 14:16).
Lugar Desde el Santuario del cieloEn nuestros corazones
Participación
del creyente
Ninguna
Necesaria
RecibimosJustificaciónSantificación
ResultadoNos declara justos ante DiosPerfecciona nuestras oraciones

Necesitamos de las dos para poder perfeccionar un carácter que sea digno de ser recibido en el cielo; recordemos que allí no podrá entrar ninguna cosa inmunda, ni nada relacionado con el pecado. En la presencia de Dios solo puede habitar la pureza y la santidad.
La siguiente cita es muy solemne, les invito a considerarla con oración:
“Los que vivan en la tierra cuando cese la intercesión de Cristo en el santuario celestial deberán estar en pie en la presencia del Dios santo, sin mediador. Sus vestiduras deberán estar sin mácula; sus caracteres, purificados de todo pecado por la sangre de la aspersión. Por la gracia de Dios que dio eficacia a sus diligentes esfuerzos, deberán ser vencedores en la lucha con el mal. Mientras prosigue el juicio investigador en el cielo, mientras se eliminan del santuario los pecados de los creyentes arrepentidos, debe llevarse a cabo una obra especial de purificación, de liberación del pecado, entre el pueblo de Dios en la tierra... Cuando esta obra se haya consumado, los discípulos de Cristo estarán listos para su venida”. Cristo en su santuario pag. 114
Habla allí de que hay un juicio en marcha en las cortes del cielo y que nos toca a nosotros asegurarnos de que nuestras vestiduras estén sin mancha ante el Señor. Abordaremos este asunto en la próxima entrada.
Muy pronto, nuestro Abogado se transformará en nuestro Juez. El mismo que es hoy nuestro intercesor, pronto terminará su obra y saldrá para dar a cada uno su recompensa. Al mismo tiempo, el Espíritu se irá retirando de la tierra, dejando sin protección a aquellos que amen más el mundo que su verdad 
¡Que terribles momentos estamos viviendo!
Aprovecha hoy la doble intercesión del Hijo y del Espíritu, a fin de recibir la gracia necesaria para triunfar contra el mal.