domingo, 23 de mayo de 2010

AUTOEXAMEN

Hace ya algún tiempo fui a ver a un doctor para hacerme un chequeo. Parecería una cosa sin importancia, a no ser por lo que sucedió después.
El Señor me ha bendecido con buena salud, y soy bastante reacio a ir al médico o a medicarme, pero por esos días estaba trabajando demasiado y bajo mucho estrés. El facultativo, después de controlarme, me dió unos días de licencia y me recetó un sedante. Lo tomé y fui a dormir... al menos eso creía...
Al despertarme por la mañana, entré al baño y para mi sorpresa...  ¡catástrofe! 
El lavatorio estaba roto y sus pedazos esparcidos por el suelo. Cuando pregunté qué había pasado, mi  hijo me miró con cara de pena y me contó que me había quedado dormido frente al espejo, arrastrándolo todo en mi caída y de no haber sido que él  estaba cerca y me sostuvo, hubiera terminado  en  el piso, tal vez recibiendo un fuerte golpe con los artefactos sanitarios. Al principio no lo podía creer, me parecía que estaba bromeando, pero tuve que rendirme finalmente a la evidencia.
Es feo quedarse dormido cuando se supone que uno debería estar consciente.
Este incidente de mi vida me hizo pensar que no solamente era culpable del destrozo en el baño, sino de las causas de él, al ser intemperante, abusando de mis fuerzas y mis nervios (confieso que al principio le echaba la culpa a la pastilla que tomé).
En la vida espiritual, sucede lo mismo. Podemos creer que estamos despiertos cuando en realidad estamos dormidos. ¿Será que al despertar veremos con sorpresa que hemos destrozado sin remedio nuestras posibilidades de vida eterna?
Elena de White escribió: "¿Qué diré para despertar al pueblo remanente de Dios?. . . Insto a todos los que profesan el nombre de Cristo a que se examinen, y hagan una plena y cabal confesión de todos sus yerros, para que vayan delante de ellos al juicio, y el ángel registrador escriba el perdón frente a sus nombres. Hermanos míos, si no aprovecháis estos preciosos momentos de misericordia, quedaréis sin excusa. Si no hacéis un esfuerzo especial para despertaros, si no manifestáis celo para arrepentiros, estos momentos áureos pasarán pronto, y seréis pesados en la balanza y hallados faltos". ¡Maranatha: El Señor Viene! Página 55
Tenemos una imperiosa necesidad de estar despiertos. La oscura noche de este mundo está avanzada y se acerca velozmente el día en que el Señor vendrá. Muchos se ocupan y se preocupan por examinar la condición espiritual de la iglesia, -de los otros- pero es necesario dejar esa tarea al Testigo fiel y analizarnos mas bien a nosotros mismos.
Es hora de un autoexamen riguroso para ver en qué podemos estar fallando. La cita anterior continúa así: "Al exhortarnos a vigilar y orar, Jesús nos señala la única conducta segura. Necesitamos vigilar. Nuestros corazones son engañosos; estamos rodeados por las debilidades y fragilidades de la humanidad, y el propósito de Satanás es destruirnos. Aunque nosotros bajemos la guardia, nuestro adversario jamás estará ocioso. Puesto que estamos informados acerca de su incansable vigilancia, no durmamos, como los demás, sino "velemos y seamos sobrios". Tenemos que enfrentar el espíritu y la influencia del mundo, pero no debemos permitir que tome posesión de nuestra mente y nuestro corazón. Examinad escrupulosamente vuestro corazón a la luz de la eternidad. No escondáis nada. Examinadlo, ¡oh, sí! examinadlo como si en ello os fuera la vida, y condenaos, dictad sentencia sobre vosotros, y entonces, por fe, pedid que la sangre purificadora de Cristo elimine toda mancha de vuestro carácter cristiano. No os aduléis ni os excuséis. Tratad lealmente con vuestra propia alma. Entonces, al veros pecadores caed quebrantados a los pies de la cruz. Jesús os recibirá, tan contaminados como estáis, y os lavará con su sangre, y limpiará de vosotros toda contaminación, y os hará idóneos para participar de la compañía de los ángeles celestiales, en un cielo puro y armonioso. No hay contiendas ni discordias allí. Todo es salud, felicidad y gozo".  Ibid. Página 55 
Se nos anima aquí a realizar un "control de calidad" de nuestra experiencia en Cristo; debe ser emprendido con toda rapidez y con honestidad.
El tiempo lo exige y la Biblia confirma estos solemnes pensamientos al decir: "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?" 2 Corintios 13:5
¿Pasaremos el exámen o seguiremos dormidos?