viernes, 9 de julio de 2010

PREPARACIÓN PARA LO QUE NOS ESPERA


“Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizás seréis guardados en el día del enojo de Jehová”. (Sofonías 2: 3).
La transgresión casi ha llegado a su límite. La confusión llena el mundo y pronto ha de sobrecoger a los seres humanos un gran terror. El fin está muy cerca. El pueblo de Dios debiera estarse preparando para lo que ha de sobrevenir al mundo como una sorpresa abrumadora.
El "tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente" se iniciará pronto; y para entonces necesitaremos tener una experiencia que hoy por hoy no poseemos y que muchos no pueden lograr debido a su indolencia. Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no resultan tan grandes como uno se los había imaginado; pero éste no es el caso respecto de la crisis que nos espera. La imaginación más fecunda no alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba. En aquel tiempo de tribulación, cada alma deberá sostenerse por sí sola ante Dios. "Si Noé, Daniel y Job estuvieren" en el país, "¡vivo yo! dice Jehová el Señor, que ni a hijo ni a hija podrán ellos librar por su justicia; tan sólo a sus propias almas librarán" (Eze. 14: 20, VM).
El último gran conflicto entre la verdad y el error no es más que la última batalla de la controversia que se viene desarrollando desde hace tanto tiempo con respecto a la ley de Dios. En esta batalla estamos entrando ahora; es la que se libra entre las leyes de los hombres y los preceptos de Jehová, entre la religión de la Biblia y la religión de las fábulas y de la tradición.
Deberíamos estudiar los grandes hitos que nos señalan los tiempos en que vivimos. . . Deberíamos orar fervientemente para estar listos para las luchas del gran día que Dios está preparando.
Los que se colocan bajo el control de Dios para ser guiados y dirigidos por él, captarán la marcha firme de los sucesos que él ordenó. Inspirados por el Espíritu de Aquel que dio su vida por la vida del mundo, no continuarán inactivos en la impotencia, señalando lo que no pueden hacer. Colocándose la armadura del cielo, avanzarán hacia la batalla deseosos de hacer cosas osadas en favor de Dios, sabiendo que la omnipotencia divina suplirá su necesidad. 
¡Maranata: El Señor Viene! Página 159