lunes, 27 de febrero de 2012

VIVIR CON JESÚS


Vivir con Jesús llena de alegría,
tal como nunca creí que sería.  
Vivir con Jesús me trae libertad,
libre soy de amar y decir la verdad.

Mientras lo sigo, camino seguro,
Él ilumina este mundo oscuro.
Quitó ya mi culpa y me perdonó,
con su roja sangre Cristo me salvó.

Miro hacia delante, marcho con Jesús,
ando en el camino que abrió su cruz.
Proclamando a todos la gran salvación,
¡Que el llanto se torne en bella canción!

Ando yo con Él, todo es nuevo ya,
soy su hijo amado y me guardará.
Odio ni mentira, ni grande dolor,
han de derrotarme, me guarda el Señor.

Con voz jubilosa ya puedo decir
en la Tierra Nueva pronto iré a vivir.
¿Quieres tú conmigo compartir su luz?
¡Pues ven mi amigo, vive con Jesús!
WILLY GROSSKLAUS

CRISTO NUESTRO INTERCESOR III

“Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos”. Hebreos 7:24-26
De niños, mi hermano y yo teníamos pasión por los modelos a escala. Podían conseguirse en aquella época aviones de plástico para armar, muy similares a los verdaderos. Dedicábamos mucho tiempo y paciencia para armarlos y luego nos deleitábamos en jugar con ellos. Aprendí de esta forma cómo eran los aviones de la Segunda Guerra Mundial; a reconocer las formas, escudos y marcas de cada uno.
De idéntica manera, Dios mismo diseñó -con propósitos didácticos- un santuario, que era un modelo a escala del verdadero Templo del cielo.
En el capítulo 9 de Hebreos se resume su diseño y objetivo. Constaba de un atrio, en el cual se realizaban los sacrificios y la purificación y del Tabernáculo, al cual se transportaba la sangre. Esta tienda estaba dividido en dos partes por una cortina exquisitamente bordada; el Lugar Santo y el Santísimo.
¿Cuál era la razón de esta división? ¿Por qué el autor siguió el modelo del Tabernáculo del desierto en vez del Templo de Salomón o el de Herodes?
Sin duda, se debe a que del primero se dice en forma expresa que era un modelo. Y sus partes señalaban hacia dos funciones distintas: una de intercesión y la otra de juicio.
El Lugar Santo era el centro de las ceremonias diarias, en el cual era depositada la sangre de los sacrificios de todo tipo que se presentaban ante Dios. Pero el Santísimo era visitado únicamente una vez al año -también con sangre-, para cerrar el año ceremonial.
Todo era una representación de verdades más amplias y más trascendentes. “Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios... pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”. Hebreos 9:23-26
Cuando Jesús ascendió a los cielos, lo hizo para comenzar su intercesión en nuestro favor. La sangre derramada en el Calvario, estaba ahora ante el trono de Dios para abogar por nosotros.
Cada pecado confesado por los hijos de Dios, cada arrepentimiento sincero, son cubiertos por los méritos superabundantes de nuestro Salvador. Sus pecados son perdonados y su nombre es escrito en el libro de la vida.
Pero, tal como vemos en este pasaje, a la intercesión sigue el juicio. Y al juicio sigue su venida.
De la misma manera que el Sumo Sacerdote en el servicio terrenal se despojaba de sus vestiduras sagradas para entrar en el Lugar Santísimo en el día de la expiación, Jesús comenzó una obra de juicio en el lugar correspondiente del Santuario Celestial .
Si el juicio es anterior al regreso de Cristo en las nubes del cielo, es porque ese juicio está en marcha ahora mismo. No se trata del gran juicio final, sino de uno realizado en el cielo en favor de los santos (Ver Daniel 7:9,10,22 y  1ª Pedro 4:17).
En el gran día de la expiación del ritual hebreo, todos debían arrepentirse de sus pecados y confesarlos; pues estos sacrificios, que incluían al macho cabrío “para Jehová”, no se ofrecían a fin de perdonar pecados, sino para “purificar” el santuario de todos los pecados ya cometidos.
Desde 1844 en adelante, Jesús ha estado realizando una obra final de juicio a nuestro favor, para demostrar ante el universo que sus redimidos son dignos de heredar la vida eterna.
Este juicio no quita ni agrega nada a nuestra condición. Los pecados que confesamos ya fueron perdonados, su justicia ya nos fue acreditada. Pero los registros de ellos son eliminados del cielo y el carácter amoroso de Dios queda fuera de toda objeción.
Recién cuando esta obra termine, Jesús podrá venir. Su remanente ha sido sellado, su obra mediadora habrá concluido y se pronunciará la sentencia. “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía” Apocalipsis 22:11.
Cristo pronto vendrá a buscar a su pueblo. Todas las energías celestiales están en acción, todos sus recursos se hallan disponibles para que podamos estar listos.
Jesús ministra en el Santuario Celestial para acabar con el pecado. El Espíritu gime por nosotros, esperando que acudamos a nuestro fiel Sumo Sacerdote para hallar salvación. Los ángeles vuelan de aquí para allá llevando fortaleza y gracia a cada tentado hijo de Dios. Los habitantes de otros mundos observan expectantes, impacientes de aquel momento en que las familias del cielo y la tierra puedan ser al fin reunidas. Todo se apresura hacia el fin.
Solo faltamos tú y yo. Acude hoy ante el trono de la gracia.