jueves, 30 de diciembre de 2010

LUCHANDO CON DIOS

"Pleito tiene Jehová con Judá para castigar a Jacob conforme a sus caminos; le pagará conforme a sus obras. En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel. Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bet-el le halló, y allí habló con nosotros".  Oseas 12:2-4
¿Has pasado alguna vez una noche de angustia?
Ante la soledad o el derrumbe financiero, ante el dolor de la enfermedad o el fallecimiento de un ser amado, o a causa de un accidente, o por la tristeza de un divorcio...
Estoy seguro que cada ser humano que habita o habitó este castigado mundo tiene alguna noche penosa para computar.
En la larga jornada de regreso a su hogar; Jacob tuvo tiempo de pensar en sus enredos, mentiras y falsedades. Aún más, al enterarse de que su hermano venía a su encuentro con hombres armados se angustió mucho. Pero no era su relación con los hombres su mayor temor; sino su situación ante Dios la que realmente le angustiaba.
¿Habían sido perdonados sus engaños anteriores? ¿Tendría aún algún pecado sin confesar? El recuerdo de sus pasadas transgresiones torturaba su conciencia y deseaba obtener la plena seguridad del perdón divino.
"Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices".  Génesis 32:22-26
Al llegar al arroyo había decidido pasar la noche solo, velando en oración, pero sus ruegos se vieron interrumpidos por un visitante a quién tomó por adversario. Al advertir que era un ser celestial dejó de luchar, se aferró a él, y suplicó su bendición.
"Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera". Génesis 32:27-31
La lucha de Jacob con el "ángel" (al parecer era el Señor mismo), es un símbolo adecuado del combate que cada cristiano debe enfrentar; incluso es un símbolo del conflicto final que tendremos con los poderes del mal antes que Cristo venga.
Es paradójico, pero vencemos cuando dejamos de confiar en nuestras propias fuerzas y nos aferramos de Jesús; triunfamos cuando reconocemos la inutilidad de nuestros propios esfuerzos por lograr la salvación; somos fuertes al sabernos débiles y triunfamos en la derrota.
Dice una gran verdad el siguiente comentario: "Mediante la humillación, el arrepentimiento y la sumisión, aquel mortal pecador y sujeto al error, prevaleció sobre la Majestad del cielo. Se aferró tembloroso a las promesas de Dios, y el Amor infinito no pudo rechazar la súplica del pecador. Como señal de su triunfo y como estímulo para que otros imitasen su ejemplo, se le cambió el nombre; en lugar del que recordaba su pecado, recibió otro que conmemoraba su victoria. Y al prevalecer Jacob con Dios, obtuvo la garantía de que prevalecería al luchar con los hombres. Ya no temía arrostrar la ira de su hermano; pues el Señor era su defensa". El Conflicto de los Siglos Página 617
En el tiempo del fin, cuando la mediación de Cristo haya terminado, cada caso haya sido decidido, y todas las fuerzas del mal se hayan aliado para destruir al pueblo fiel de Dios, tendremos una experiencia similar. El foco del conflicto final estará en estos tres aspectos: la obediencia, la lealtad y la adoración.
A quién rindamos fidelidad hará la diferencia entre salvarse o perderse.
Ante la perspectiva del encuentro con el Señor, cada verdadero creyente será asaltado por Satanás para que deje de poner su confianza en el amor perdonador de Dios. Nos tentará a pensar que nuestros pecados son demasiado graves para ser perdonados, que la mancha de transgresión no puede ser borrada. Nuestra fe será probada hasta lo sumo. Pero así como Jacob venció, podemos vencer nosotros.
Para entrar al cielo debemos ser santos, así como él es santo. Nuestro carácter debe reflejar el carácter sin mancha de Cristo Jesús. Nuestras vestiduras deben tener la blancura de su justicia.
Y aunque no alcanzaremos el blanco por medio de nuestros esfuerzos, se requiere una lucha.
Luchar con Dios en oración, buscando ser "aceptos en el amado" (Efesios 1:6). Debemos prevalecer además contra el mundo, el diablo y la carne; esforzándonos no para ser buenos y justos ante Dios, sino para aferrarnos a Jesús y soltar los ídolos de este mundo que hemos aferrado. Debemos obrar en ese sentido nuestra salvación "con temor y temblor" (Filipenses 2:12).
Me gusta mucho la expresión que vierte la RVR 1960: dice allí que "le salió el sol".
No dice simplemente que amaneció, sino que el sol salió para él. En esa vivencia intensamente personal, para Jacob había salido el Sol de Justicia trayendo sanidad en sus alas. Tenía ahora un nombre nuevo, una nueva experiencia y una renovada esperanza. Había luchado con Dios y los hombres y había vencido. Su victoria debe ser la nuestra, porque cada hijo e hija de Dios cruzará las puertas de perlas de la ciudad celestial como vencedor.
Dios te dice hoy como a Jacob en Betel: "alcanza la victoria".
Aférrate pues a los pies de Jesús, resuelto a no soltarte hasta haber obtenido su bendición.

martes, 28 de diciembre de 2010

LOS OJOS DE DIOS VIGILAN A SU PUEBLO

"¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia". Luc. 18: 7, 8
En el tiempo de angustia, si el pueblo de Dios conservase pecados aún inconfesos cuando lo atormenten el temor y la angustia, sería aniquilado; la desesperación acabaría con su fe y no podría tener confianza para rogar a Dios que lo librase. Pero por muy profundo que sea el sentimiento que tiene de su indignidad, no tiene culpas escondidas que revelar. Sus pecados han sido examinados y borrados en el juicio; y no puede recordarlos. . .
Los cristianos profesos que lleguen sin preparación al último y terrible conflicto, confesarán sus pecados con palabras de angustia consumidora, mientras los impíos se reirán de esa angustia. . .
La historia de Jacob nos da además la seguridad de que Dios no rechazará a los que han sido engañados, tentados y arrastrados al pecado, pero que hayan vuelto a él con verdadero arrepentimiento. Mientras Satanás trata de acabar con esta clase de personas, Dios enviará sus ángeles para consolarlas y protegerlas en el tiempo de peligro. Los asaltos de Satanás son feroces y resueltos, sus engaños, terribles, pero el ojo de Dios descansa sobre su pueblo y su oído escucha su súplica. Su aflicción es grande, las llamas del horno parecen estar a punto de consumirlos; pero el Refinador los sacará como oro purificado por el fuego. El amor de Dios para con sus hijos durante el período de su prueba más dura es tan grande y tan tierno como en los días de su mayor prosperidad; pero necesitan pasar por el horno de fuego; debe consumirse su mundanalidad, para que la imagen de Cristo se refleje perfectamente.
Los tiempos de apuro y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de soportar el cansancio, la demora y el hambre, una fe que no desmaye a pesar de las pruebas más duras. El tiempo de gracia les es concedido a todos a fin de que se preparen para aquel momento. . . Todos los que se aferren a las promesas de Dios como lo hizo él, y que sean tan sinceros como él lo fue, tendrán tan buen éxito como él.

Reproducido sin comentarios de: ¡Maranata: El Señor Viene! Página 272

lunes, 27 de diciembre de 2010

VUESTRA SOY, PARA VOS NACÍ

Vuestra soy, para Vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?

Soberana Majestad,
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía;
Dios alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra pues que me llamastes,
vuestra porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandáis hacer de mí?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
amor dulce, veisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición;
dulce Esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida:
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí:
¿qué mandáis hacer de mi?

Dadme, pues, sabiduría,
o por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía;
dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí o allí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Si queréis que esté holgando,
quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme Calvario o Tabor,
desierto o tierra abundosa;
sea Job en el dolor,
o Juan que al pecho reposa;
sea viña fructuosa
o estéril, si cumple así:
¿qué mandáis hacer de mí?

Sea José puesto en cadenas,
o de Egipto adelantado,
o David sufriendo penas,
o ya David encumbrado;
sea Jonás anegado,
o libertado de allí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Esté callando o hablando,
haga fruto o no le haga,
muéstreme la ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo vos en mí vivid:
¿qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, para vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?
  Teresa de Jesús

TIEMPO DE LLORAR

"Así ha dicho Jehová: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron. Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra". Jeremías 31:15-17
En los difíciles días del profeta Jeremías, cuando el pueblo de Israel era llevado al cautiverio por los babilonios, aparece este cuadro simbólico de llanto y consolación: "Se presenta a Raquel como si fuera testigo de la angustia experimentada por sus descendientes y como si llorara amargamente por sus hijos. Mateo, inspirado por el Espíritu Santo, aplicó el cumplimiento de este pasaje a la matanza de los niños de Belén ordenada por Herodes". (Comentario Bíblico Adventista sobre Jeremías 31 ed. electrónica)
Nuevamente, en tono poético, Jeremías se expresa así en sus Lamentaciones: "Por esta causa lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas, Porque se alejó de mí el consolador que dé reposo a mi alma; Mis hijos son destruidos, porque el enemigo prevaleció". Lamentaciones 1:16
Uno no debería llorar por sus hijos...¿verdad?
Pero lo cierto es que con triste frecuencia, como la Raquel simbólica, lloramos por nuestros hijos. 
Me ha tocado la indeseable experiencia de sepultar mi primer hijo varón. Falleció al día siguiente de haber nacido y tuve que cargar su féretro yo solo. Lo hice llorando la pérdida, pero esperando por fe el momento de la resurrección, cuando podré tenerlo en mis brazos por primera vez.
Además:
  • Lloramos cuando ellos ceden al mal, cuando olvidan su fe y abandonan la iglesia, cuando rechazan los valores de sus padres, cuando la atracción del mundo pesa más sobre ellos que el amor de Dios. Y no hablo solamente de los hijos biológicos, porque cada nuevo creyente y cada niño que nace en el pueblo de Dios es hijo nuestro. Aquellos que deberían ser nuestra fuente de alegría a veces nos traen infinito dolor al ver que el enemigo los destruye, sin que podamos hacer mucho por ellos.
  • Lloramos por los niños que nacen sin un verdadero hogar, una verdadera familia o sin la garantía de ser amados y cuidados por padres cristianos. Nos lamentamos amargamente por los jóvenes encandilados por las luminarias de la vanidad y el placer temporal.
  • También lloramos por aquellos que la iglesia misma arrojó en brazos del mundo por no reflejar el amante carácter de Jesús. Innumerables jóvenes han emprendido el camino del hijo pródigo para luego regresar con vidas haraposas por haber servido al pecado. Muchos otros (¡demasiados!), no regresan jamás al hogar ni a la fe de sus padres.
  • Además derramamos lágrimas por los niños espirituales, los nuevos creyentes, cuando son desalentados por las palabras y actitudes de quienes debieran haberlos estimulado en su reciente fe. 
Pero es tiempo de que dejemos de llorar la angustia de lo aparentemente irremediable; o al menos de que lloremos por una causa diferente.
En este mundo de pecado, "todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora...[hay] tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar." Eclesiastés 3:1 y 4
Podemos aferrarnos por fe a la promesa de que nuestros hijos "volverán de la tierra del enemigo". El Señor prometió su ayuda a cada madre y padre creyentes para rescatar a sus hijos y no fallará. Aunque las apariencias nos digan otra cosa, reclamemos con fe esta maravillosa promesa, porque "salario hay para tu trabajo".
Aunque es una actitud aparentemente egoísta, la Biblia nos invita a llorar por nosotros mismos, en vez de hacerlo por otros.
Ha llegado el tiempo de asumir una tristeza que no es según la carne, sino según Dios para arrepentimiento y conversión.
La tristeza del reconocimiento de nuestros propios pecados, de nuestra falta de fe y consagración, de nuestro descuido, de nuestro amor al mundo, del orgullo y el egoísmo que todavía anidan en nuestros corazones. Es la única tristeza que será seguida de gozo inacabable.
Para ello, tenemos que mirar a Jesús. Nuestros ojos deben derramar lágrimas por el dolor que hemos causado a Aquel que dio su vida por nosotros. Debemos buscar, mediante el arrepentimiento y la confesión sincera, la gracia prometida en la figura de la lluvia tardía.
Solamente mirando la belleza del carácter de Cristo reflejada en su palabra y mediante ferviente oración llenaremos las condiciones de la promesa: "Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito". Zacarías 12:10
Cuando esto suceda, las frescas corrientes del Espíritu renovarán la tierra estéril, revivirán los huesos secos y harán que el desierto de muchas vidas florezca en vidas cambiadas.
"De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo... También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo". Juan 16:20-22
La segura promesa divina es que pronto: "[secará] Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron". Apocalipsis 21:4
Es hoy tiempo de llorar...
Llora conmigo.

viernes, 24 de diciembre de 2010

PERFUMADOS

"Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha bendecido". Génesis 27:27
Desde que era niño tenía cierta repulsión por los olores fuertes y los perfumes. No sé por qué; tal vez sea algo irracional, pero me molestan los aromas fuertes; es algo que no puedo evitar.
Sin embargo, es bueno estar perfumado. El olor natural del cuerpo (sobre todo en regiones muy calurosas como la mía), puede degenerar rápidamente en insoportable hedor de transpiración y suciedad.
Un poco de perfume puesto, no para esconder la falta de higiene  sino para agregar un toque personal a nuestra apariencia, es bueno y legítimo. El tipo de fragancia que elegimos nos identifica, nos hace socialmente aceptables, atrae, y marca nuestra presencia incluso después de habernos marchado.
El texto inicial menciona que Isaac estaba esperando que llegara su hijo Esaú para bendecirlo, cuando apareció Jacob vestido con sus ropas para engañar a su padre que había perdido la vista en gran medida. Cuando el suplantador se acercó, el patriarca fue confundido por el olor de sus vestidos y pronunció una bendición sobre el hijo equivocado.
Está claro que el olor de las vestiduras de Esaú no provenían de jabón o de alguna fragancia de costosa marca; eran el de un cazador, tal vez sudoroso y sin aroma a detergentes o suavizantes de ropa. En definitiva, olor "a campo". No obstante, eran el olor de su hijo preferido, que encendía recuerdos agradables en el corazón del anciano padre.
Al parecer, todos poseemos una "memoria olfativa", que asocia lo que olemos a un momento especial que hayamos vivido. Un buen aroma despierta ocultas emociones y puede hacernos sentir casi inadvertidamente apetito, felicidad, tristeza o repulsión, por ejemplo.
La fragancia que emanamos es principalmente un símbolo de la influencia personal. En el antiguo testamento, se agregaba incienso a los sacrificios, los cuales ascendían a Dios en "olor grato". Así lo hizo Noé al salir del arca; también Abraham construía altares para elevar ofrendas como "olor agradable" al Señor, y finalmente los sacrificios y sus ofrendas accesorias fueron regulados por Dios mismo en las instrucciones dadas a Moisés.
En la Biblia, los buenos aromas se asocian también con:
  • La generosidad - "Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios". Filipenses 4:18
  • La gratitud - "Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume". Juan 12:3
  • El bienestar - "En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza". Eclesiastés 9:8
  • El testimonio cristiano -  "Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?" 2ª Corintios 2:14-16
El mundo necesita que haya cristianos fragantes para contrarrestar el hedor de muerte que emana del pecado.
¿Y tú, hueles bien?
Pidamos hoy al Señor que tú y yo seamos llenados del perfume de su amor redentor, a fin de que seamos para los demás "grato olor de Cristo...olor de vida para vida".

jueves, 23 de diciembre de 2010

NAVIDAD


NA
VI
DAD
Es gozo
Es Pesebre
Es felicidad
Es alabanza a Dios
Es Sagrada Familia
Es Dios hecho hombre
Es Promesa cumplida
Es compañía de ángeles
Es Compartir en el humilde Portal
Con los pobres pastores y los ricos reyes
Es aprender a vivir en  Comunidad
Es Paz en el alma en Presencia de Dios
Fe
li
ci
da
des !
¡¡¡Que tu árbol sea como éste!!!

(Este poema fue escrito por mi querida esposa Norma)

martes, 21 de diciembre de 2010

PATAS ARRIBA

En este mundo de pecado, las cosas se han puesto patas arriba. 
Se han trastocado al punto en que casi todo lo que el Señor diseñó para que sea provechoso y feliz se ha convertido en motivo de tristeza y fuente inagotable de lágrimas.
  • Los bosques de fresco verdor se volvieron desiertos desolados.
  • La brisa refrescante se convierte en tornados, tifones y huracanes que siembran la destrucción a su paso.
  • La dulzura de la uva se ha transformado (por obra nuestra) en la amargura de la borrachera.
  • La agradable compañía de los animales se ha vuelto una molestia o un peligro (como las ratas, las cucarachas o las vívoras por ejemplo).
  • La música que debería alegrar el corazón ensordece los oídos, despierta las bajas pasiones y corrompe los sentidos.
  • La sincera amistad se ha arruinado por la desconfianza y reemplazado por la más artera competencia.
  • La tan necesaria hermandad, marca distintiva de los verdaderos cristianos, dio paso a la indiferencia de algunos y a la crítica ácida de la labor ajena por parte de otros.
  • El trabajo que dignifica se ha vuelto una estresante forma moderna de esclavitud; en la que terminamos siendo simultáneamente esclavizadores y esclavos.
  • El sexo en vez ser santo y de proporcionar placer, acarrea dolor, inmundicia y culpa, por haberlo sacado de los límites que Dios le trazó.
  • El deleitoso lazo matrimonial se echó a perder por causa de la infidelidad y las reyertas.
  • El nacimiento de un hijo es temido en vez de esperado por muchas parejas, el niño por llegar no es una bendición, sino un "error de cálculo"
Y así se podría seguir largamente...
Es dentro del alma en donde la alienación de Dios impactó con mayor fuerza. La angustia, el vacío existencial, la codicia y el desenfreno, así como la rotura de las sanas relaciones empañan lo que debería ser el gozo de vivir. Todos nuestros logros y posesiones no alcanzan a llenar la ausencia del Creador en nuestro interior.
¡Qué terrible es que las cosas que deberían ser nuestra mayor alegría se hayan convertido en nuestra mayor tristeza!
La globalización de la sociedad solo ha terminado por poner de manifiesto la globalización del dolor, la tristeza, la angustia y el desconcierto por el rumbo que lleva nuestra civilización. La misma naturaleza parece protestar por el deterioro de la condición humana.
Jesús lo expresó con ojo profético cuando dijo que en la Tierra habría "angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas". Lucas 21:25,26
También hace muchos años, Elena White escribió esta cita que describe acertadamente la situación actual:
"Está muy cerca el momento en que habrá en el mundo una tristeza que ningún bálsamo humano podrá disipar. Se está retirando el Espíritu de Dios. Se siguen unos a otros en rápida sucesión los desastres por mar y tierra. ¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren". (Profetas y Reyes, pág. 207.)
¿Quién entre todos los habitantes del planeta, solo o en conjunto, podrá poner remedio a todos estos males?
Todos los esfuerzos en ese sentido por parte del ser humano, no han sido más que remiendos cuyo mayor efecto fue agrandar la rotura. Cada nueva "solución" trajo nuevos y acuciantes problemas, que ocultan los anteriores, pero sin dar respuesta a los más básicos reclamos de corazones hastiados de tantos pesares.
¿Quién entonces tiene la capacidad de voltear lo que está patas arriba?
Nadie más que Aquel que creó todo lo que existe, y que en el principio de los tiempos sentó las bases de una sociedad próspera, feliz y destinada a la eternidad. El muy profundo anhelo humano de alcanzar paz, justicia, salud, felicidad y trascendencia, únicamente puede ser satisfecho por el Divino Originador de estos bienes.
Así lo espero yo y así lo expresó además el salmista cuando dijo:
"Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; de cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta. ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío." Salmos 42:1-5

lunes, 20 de diciembre de 2010

EXTRAÑA MUERTE

Víctima de una horrible enfermedad, falleció la señora Reunión de Oración miembro de la Primera Iglesia Descuidada, sita en la gran Avenida Mundana. Su dolencia se manifestó lentamente, advirtiéndose los siguientes síntomas:
  • Inflexibilidad en las rodillas
  • Frialdad en el corazón
  • Voluntad debilitada
  • Finalmente, una total inactividad
Sus últimos días los pasó postrada en una cama y sus palabras finales mostraban un gran interés por las cosas materiales.
Dos experimentados facultativos le administraron varias dosis de organización, de reuniones sociales, de concursos y de motivación religiosa, pero todo fue en vano. Más aún, estas dosis parecieron acelerar el desenlace.
La autopsia de la mencionada señora Reunión de Oración reveló deficiencia de nutrientes espirituales y una falta total de ayuno, fe y de experiencia personal.
Las pocas personas que acudieron a su funeral, recordaron con dolor su pasada hermosura y fortaleza.
No se entonó su himno favorito: "Roca de la eternidad", pero en su lugar una jovencita cantó "La hermosa isla lejana".
Sus restos descansan en el cementerio "Las glorias del pasado".
En consecuencia de tan irreparable pérdida, las puertas de la iglesia permanecerán cerradas a la hora de la oración, excepto una vez al mes, en la que la sociedad "Añoranzas" servirá un refresco en memoria de la desaparecida.

(Tomado de un muy antiguo recorte que conservo de un periódico evangélico de Formosa, llamado "Impacto de Dios", sin fecha de publicación).
Puede parecer broma, pero es para pensar, ¿no?

miércoles, 15 de diciembre de 2010

CRISIS Y LIBERACIÓN

"Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos". Isaías 26:4
Cuando era estudiante secundario, se podían adquirir en las librerías unos pequeños libritos (los resúmenes "LERÚ"), que contenían un compendio de cada materia. Tanto los alumnos como los profesores los amábamos, porque eran una síntesis genial de pesados volúmenes de estudio. Nos daban una visión de conjunto y ahorraban tiempo de lectura. Hasta creo que los docentes preparaban sus clases con ellos.
Es que a todos nos agradan las síntesis; más todavía en esta época en que se valora tan poco la lectura y nadie quiere enfrentarse a largos y dificultosos textos.
Este breve pasaje de Isaías 26, con apenas 21 versículos, tiene el valor de ser un resumen de la lucha entre el bien y el mal, además de contener también el gérmen de la doctrina de la justificación por la fe y hermosas exhortaciones.
En tiempos de Isaías, los asirios eran una gran amenaza y los ejércitos de Senaquerib habían llegado a atacar la ciudad de Jerusalén. Los israelitas confiaban en las seguras murallas de su ciudad, pero únicamente el poder de Dios los había librado milagrosamente en esa ocasión. Se anima entonces al pueblo a celebrar la victoria con un cántico. No obstante, en un futuro cercano los ejércitos de Babilonia irrumpirían destruyendo la ciudad que los judíos consideraban inexpugnable. La verdad que necesitaban aprender es que la única y verdadera fortaleza se encuentra en el Señor.
En este hermoso pasaje bíblico podemos anticipar con gozo la protección que nos brinda el Señor; vislumbrar por fe la victoria de Cristo sobre las huestes satánicas y elevar un canto de alegre confianza.
"En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro. Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades. Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos". Isaías 26:1-4
Dios es nuestro poderoso refugio contra el ataque del enemigo, hoy al igual que en la antigüedad. Los justos, la gente guardadora de verdades, o la "que se mantiene fiel" (versión Nacar Colunga); recibirá como recompensa una perfecta paz que será su herencia en el reino de Dios; pero también debe ser la feliz experiencia de su pueblo ahora mismo. La perfecta sumisión a la voluntad de Dios trae consigo la bendición de la perfecta serenidad. El cristiano maduro está en paz con Dios, consigo mismo y con los demás, porque persevera en confiar en Jesús.
Después (en sentido escatológico), se presenta un contraste entre la suerte de la Jerusalén simbólica y la Babilonia simbólica. Una es un refugio seguro y la otra será destruida por los juicios de Dios; una representa seguridad para los justos, la otra la opresión del enemigo. Los juicios divinos que caen sobre los malos proclaman tanto su poder como su justicia, cumpliendo así el deseo de sus fieles.
"Porque derribó a los que moraban en lugar sublime; humilló a la ciudad exaltada, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo. La hollará pie, los pies del afligido, los pasos de los menesterosos. El camino del justo es rectitud; tú, que eres recto, pesas el camino del justo. También en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma. Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia".  Isaías 26:5-9
Por otra parte, estos castigos tienen un efecto negativo sobre los que resisten la voz de su misericordia. Los impíos no escucharán y serán arrasados. La impenitencia de los malos, a su vez, tiene como contraparte el arrepentimiento de los fieles, el cual dará paso a una abundante y gloriosa cosecha final.
"Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová. Jehová, tu mano está alzada, pero ellos no ven; verán al fin, y se avergonzarán los que envidian a tu pueblo; y a tus enemigos fuego los consumirá. Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras. Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de nosotros; pero en ti solamente nos acordaremos de tu nombre. Muertos son, no vivirán; han fallecido, no resucitarán; porque los castigaste, y destruiste y deshiciste todo su recuerdo. Aumentaste el pueblo, oh Jehová, aumentaste el pueblo; te hiciste glorioso; ensanchaste todos los confines de la tierra".  Isaías 26:10-15
Por medio de la aflicción de la tribulación del tiempo del fin, Dios se propone separar la paja del trigo y dar a cada uno su recompensa. Tal como la angustia de Jacob junto al río Jaboc (ver Génesis 32), los que serán salvos estarán en riesgo cierto de ser exterminados; por eso buscarán la preciosa seguridad de estar en paz con el cielo. El conflicto será tan intenso que se invitará al pueblo de Dios a esconderse "en tanto que pasa la indignación". Su único refugio será la gracia y el perdón de Cristo; ninguna otra fortaleza de factura humana les servirá. Los que serán redimidos en esa ocasión reconocerán que no tienen mérito que reclamar, que sus obras o su justicia propia no tienen valor en absoluto. Se pinta al fin un cuadro de seguridad en el conflicto final, los justos son protegidos y los malos castigados
"Jehová, en la tribulación te buscaron; derramaron oración cuando los castigaste. Como la mujer encinta cuando se acerca el alumbramiento gime y da gritos en sus dolores, así hemos sido delante de ti, oh Jehová. Concebimos, tuvimos dolores de parto, dimos a luz viento; ninguna liberación hicimos en la tierra, ni cayeron los moradores del mundo. Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos. Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos". Isaías 26:16-21
¡Animo en el Señor!
Él es la Fortaleza de los Siglos, un seguro refugio para todo hijo suyo débil y temeroso.
Cantemos hoy alabanzas anticipando la maravillosa liberación que nos espera.

jueves, 9 de diciembre de 2010

LA IGLESIA ¿INSTITUCIÓN DIVINA O INVENTO HUMANO?

"Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo". Gálatas 1:9-12
Hace algún tiempo compré una rosca de Pascua. La saqué de la heladera por la tarde y comimos algunas porciones con mi esposa en la merienda. Ella le sintió un gusto raro, y al observar lo que quedaba, advirtió que estaba llena de moho en la base. Al rato tuve que llevarla de urgencia al hospital (mi estómago fue más resistente pese a que yo comí más), por haberse intoxicado. Tuvieron que aplicarle suero y pasó un día internada y con mucho malestar.
¿Por qué pasó esto? Por mi incapacidad de notar lo que estaba corrompido. No advertí que la masa estaba verde por debajo ni sentí el amargo sabor de lo descompuesto.
¿No estará pasando lo mismo con la iglesia?
Si nos descuidamos, si nuestros sentidos espirituales están dormidos, podemos no ver lo podrido u olfatear lo descompuesto en ella. La consecuencia sería una intoxicación masiva con falsas doctrinas de hombres corruptos. Pero para advertirlo, tenemos que estar alertas.
Podemos también caer en el extremo opuesto de arrancar el trigo junto con la cizaña. Recordemos que esta obra nos fue prohibida por el Señor.
Continuando con el tema anterior, repaso los ítems faltantes de la entrada "¿CUERPO O CORPORACIÓN?"
5- No hay ninguna esperanza para la iglesia, a menos que se destruya TODA su estructura y se la cambie por una nueva.
6- Si la iglesia no es la transmisora de la verdad y la justicia, no cumple ninguna función.
7- Sería mejor en aras de la libertad humana, que ella no existiera.
8- Los diezmos y ofrendas no son prueba de fidelidad, porque van a engrosar las arcas de gente inescrupulosa.
9- La predicación del evangelio es en realidad un medio de reclutamiento de adeptos para dominarlos.
10- La victoria en este caso le pertenece a una maquinaria humana de dominación y no a Dios.
Creo firmemente que la iglesia, aunque necesitada de reformas, es de origen divino. Creo también, que no dejó librado el triunfo en la lucha contra el mal en manos de débiles mortales, sino que él mismo la dirige y la llevará a buen puerto.
Anteriormente afirmé que: "tal como en la figura del cuerpo, la iglesia es a la vez la obra de Dios y lo que hemos hecho de ella".
Si aceptamos la tesis de la "corporación" terminaríamos desconfiando de la obra que el Señor lleva a cabo por medio de hombres falibles. La predicación del evangelio y la fidelidad en los diezmos se reducirían a simples engañabobos. Satanás sería el vencedor, como siempre quiso.
La experiencia humana acerca de los movimientos reaccionarios, anarquistas y revolucionarios ha sido siempre que se destruye lo anterior para tener luego más de lo mismo. No quisiera ver esto en mi iglesia.
El cuerpo de Cristo es Su creación, no un invento humano. Pero aunque establecido divinamente, es profundamente afectado por lo que los hombres hacemos con él. 
La iglesia fue establecida por el Señor con un propósito santo; pero a veces los que debieran velar por ella son descuidados, indolentes o cortos de miras y causan dificultades. La belleza de la verdad se contamina con el orgullo, la suficiencia propia, el egoísmo y toda clase de males que surgen del corazón que no está anclado en Cristo. Basta una palabra irreflexiva o un instante de negligencia espiritual para causar la ruina de muchas almas. "Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien". Eclesiastés 9:18
En el incidente que sigue se ve un claro ejemplo de la inconsistencia humana en agudo contraste con el poder divino:
"Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo". Mateo 16:13-20
Hasta aquí, todo va bien. Los discípulos confiesan su fe en Cristo como el Mesías prometido a Israel mediante la inspiración del Espíritu Santo. Pedro, como la voz cantante del grupo hace una grandiosa confesión y el Señor confirma en los doce el nacimiento, la misión y la victoria de su iglesia.
La iglesia está edificada sobre la roca que es Cristo mismo y sobre una confesión de fe en Jesús. Y esto es válido no solo para Pedro; es necesario que todos y cada uno de los cren en Él la vuelvan a hacer individualmente. El Señor es la roca de los siglos, que resistirá los embates del Hades, y todos los creyentes estarán seguros en él.
Unos pocos versículos más adelante, el cuadro cambia por completo: "Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!;  me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará". Mateo 16:21-25
¿Qué paso con la bienaventuranza, la revelación del Espíritu y las llaves del reino?
¿Dónde quedó la seguridad que antes tenía Pedro?
Felizmente, la vacilación, la cobardía o la infidelidad de los hombres no anula los planes y los propósitos que tiene para con nosotros.
Pablo no se equivoca cuando afirma: "antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso". Romanos 3:4
Aunque debemos estar alertas ante las señales de apostasía, no deberíamos dar cabida al pensamiento de que la iglesia ha fallado. Fallan los seres humanos porque son pecadores.
Tengamos cuidado además de no seguir ideas que puedan apartarnos de la sincera fidelidad al evangelio y terminar cambiando algo por nada. Considerar la iglesia como una institución puramente humana es negar que Dios tiene un pueblo aquí en la tierra y concederle la victoria al enemigo.
"Dios ha hecho de nosotros un pueblo para que sea su tesoro peculiar, propiedad suya. Ha determinado que su iglesia en la tierra permanezca perfectamente unida en el Espíritu y el consejo del Señor de los ejércitos hasta el fin del tiempo". (Carta 54. Escrita el 21 de enero de 1908).

martes, 7 de diciembre de 2010

CUERPO O INDIVIDUALISMO

"De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular".  1º Corintios 12:26,27
Tengo 52 años, necesito usar anteojos, tengo una importante pérdida auditiva, mi vientre se abultó, mi cabello abandonó varias áreas de mi cabeza y se cubrió de canas; mi digestión ya no es tan buena, me canso más rápido y mis huesos se resisten a algunos esfuerzos que antes hacía con facilidad.
Aunque tengo mejor salud que muchos otros de mi edad, me doy cuenta que el vigoroso cuerpo de mi juventud está en franca declinación. Y dentro de unos años me fallará por completo...
- Tal vez debería abandonarlo...
- ¡¡¡UPS...!!!
- ¡No tengo otro cuerpo adonde ir...!
Como ven, encuentro que mi condición física es muy similar a la condición del cuerpo de Cristo.
La iglesia de hoy muestra signos alarmantes de decadencia; hay en ella descuido, mundanalidad, incredulidad, formalismo, luchas internas, celos, envidias, además de hombres corruptos y doctrinas de demonios que buscan infiltrarse.
Sin embargo es el cuerpo de Cristo; su deterioro no indica que deba descartarse, sino que necesita cuidado.
"Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos". Efesios 5:29,30
Tal como mi cuerpo, la iglesia es a la vez la obra de Dios y lo que hemos hecho de ella.
No soy responsable por el deterioro normal de mi cuerpo, resultado del pecado, pero sí soy el culpable de su funcionamiento negativo, ya sea por abuso o por descuido. 
En forma similar, cuando nos espanta la condición de la iglesia deberíamos preguntar qué hemos hecho para que se encuentre así, o para mejorarla...
Pero, a diferencia de mi cuerpo físico que un día cesará de funcionar, sin importar cuánto lo haya cuidado, el cuerpo de Cristo no perecerá sino que será gloriosamente renovado por el Señor. Dejará de ser la iglesia militante para transformarse en la iglesia triunfante.
El gran peligro de considerar a la iglesia una corporación (negocio) está en olvidar su condición de cuerpo, dada por Cristo mismo y registrado en su Palabra. Cuando una sociedad comercial no funciona bien, tal vez,  lo mejor es abandonarla y seguir cada uno por su lado. Pero esto no es aplicable a la iglesia.
Aunque la individualidad es valiosa y debe ser preservada, el individualismo no es el método elegido por Dios para la evangelización del mundo y la proclamación de su último mensaje de amonestación.
Elena White afirma:"Dios ha constituido a su iglesia en la tierra en un canal de luz, y por su medio comunica sus propósitos y su voluntad. El no dará a uno de sus siervos una experiencia independiente de la iglesia y contraria a la experiencia de ella. No da a conocer a un hombre su voluntad para toda la iglesia, mientras la iglesia ­-el cuerpo de Cristo­- sea dejada en tinieblas. En su providencia, coloca a sus siervos en estrecha relación con su iglesia, a fin de que tengan menos confianza en sí mismos y mayor confianza en otros a quienes él está guiando para hacer adelantar su obra". Los Hechos de los Apóstoles,  Página 163
En mi condición de soldado raso del evangelio, sin más compromisos que el que hice con mi Señor -de servirle-, creo que tengo algo para decir; aunque no necesito defender a la iglesia.
Si alguien espera que haga un minucioso análisis sociológico o una poderosa refutación de lo que otro dijo, quedará decepcionado porque no es mi intención.  Expreso nada más que mi criterio al respecto. No puedo, ni es necesario, dar razones de alta teología o de gran nivel académico, puesto que si la experiencia del cristiano común no es suficiente para dar razón de su fe, ninguna otra cosa serviría. 
Repaso algunos puntos que escribí en la entrada anterior:
1- Si la Iglesia es una burocracia dominante y sometedora, se transformó en Babilonia y Dios no está dirigiéndola.
2- Todo aquel que confía en la iglesia es entonces un crédulo o es cómplice de la dominación.
3- El calificativo da por sentado que la organización de la iglesia es corrupta por completo.
4- La autoridad final no estaría en la iglesia como delegada de Dios sino en el criterio individual.
  • 1a) En lo referente al primer punto, sucede con la iglesia como con el cuerpo. Lo verdaderamente importante no sucede en los altos niveles. 
    • La vida del cuerpo se rige por lo que pasa a nivel molecular; no son los grandes órganos o sistemas los determinantes, sino los intercambios que suceden entre las moléculas individuales.
    • La vida de la iglesia se determina por lo que pasa en cada miembro y en cada congregación local. En la iglesia local tienen mucho mayor impacto las decisiones locales que las que vienen de los administradores regionales o nacionales. Se debe ver la dirección de Dios por la calidad de sus conversos y la profundidad de su experiencia religiosa.
  • 2a) El siguiente promueve el individualismo, en oposición a la búsqueda del consenso y del peso del criterio de los que han servido fervientemente al Señor por años.
  • 3a) El tercer ítem invita a desconfiar de todo y de todos, pero la abolición de la confianza deja como saldo la parálisis espiritual del conjunto.
  • 4a) El cuarto punto nos vuelve a la situación inicial: si el cuerpo no funciona, hay que descartarlo, pero, los que proponen  eso, ¿qué tienen para dar a cambio?
¿Qué cosa superior a lo que ya tenemos hemos de recibir?
¿Hay algún otro cuerpo que reemplace al cuerpo de Cristo?
¿Cambiaríamos la segura palabra profética por la opinión de algunos hombres?
La conclusión es evidente. Cambiaríamos TODO por NADA.
En un cuerpo saludable, la individualidad de cada miembro es reconocida y preservada con dedicación por el conjunto. Cuando estamos sanos, ni siquiera nos acordamos de que tenemos corazón, hígado, riñones o pulmones. Los echamos de ver cuando fallan o se enferman, es decir, cuando nos duelen o funcionann mal.
Los líderes sanos deberían ser igualmente anónimos. No necesitan notarse mientras la iglesia marcha bien. He trabajado en algunas iglesias perfectamente saludables en las que algunos miembros ¡ni siquiera conocían el nombre de su pastor local!
Todos los cuestionamientos al liderazgo surgen pues de una dirigencia afectada y/o de una membresía contagiada por la recurrente enfermedad del individualismo (fruto del pecado).
Cuando el cuerpo de la iglesia deja de actuar en concierto, cuando los miembros dejan de confiar el uno en el otro, cuando sólo se ve lo negativo y se desprecia lo positivo; entonces se halla en graves problemas.
El arrogante egoísmo que proclama "solo yo tengo razón" actúa igual que un cáncer devastador que termina por destruir el cuerpo.
La Biblia contiene esta solemne advertencia al respecto: 
"Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras". 2º Juan 1:8-11
No demos lugar al individualismo. 

lunes, 6 de diciembre de 2010

¿CUERPO O CORPORACIÓN?

"Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular". 1º Corintios 12:27
En los últimos tiempos estuve leyendo publicaciones en las que se compara a la iglesia (en fuentes de varias denominaciones cristianas), con una "Corporación". De todas las que leí, me tocó profundamente una que se refería a la iglesia a la que pertenezco; motivo de un supuesto análisis sociológico.
El término "Corporación" tiene varias acepciones, pero ninguna en castellano está referida a la iglesia. En realidad es un vocablo tomado del idioma inglés (un barbarismo), con una connotación mercantil. Lo más aproximado que encontré es esta definición:

CORPORACIÓN: designación general que se da a las sociedades anónimas en los Estados Unidos. La corporación monopolista contemporánea sirve a la oligarquía financiera de principal instrumento para enriquecerse y dominar. Fuente http://es.mimi.hu/economia/corporacion.html

Al trasladar el concepto y comparar la iglesia con una "corporación oligárquica", se tiene como objetivo último descalificar, ya sea a la institución, a sus doctrinas o a sus dirigentes (aunque el autor del escrito hacía referencia a la organización como tal). Usa el  término en forma peyorativa e insultante. Presenta a la institución eclesiástica como una monstruosa máquina de engaño, que busca el poder y la riqueza sirviéndose de la credulidad de los ingenuos.
Para comenzar quiero decir que me dolió. Las críticas, acusaciones, ataques y diatribas, son atendibles desde la óptica de un pagano o de un incrédulo ¿Pero... en boca de quienes se dicen cristianos? Me cuesta digerirlo.
Es frecuente y cómodo aplicar este calificativo a otras denominaciones. Los "otros" (¡pobre gente!), están en el error, los "otros" son Babilonia, los "otros" son los sometidos; pero la salida fácil es generalmente la equivocada.
Ahora bien, reitero que si este tipo de comparaciones viene de enemigos de la iglesia, resentidos, cínicos, críticos de todo, fanáticos de las conspiraciones o de  ignorantes, pasemos por alto sus conceptos y sigamos adelante...
En cambio si vienen de sinceros y preocupados cristianos...
¿Qué tal si tuvieran razón? ¿Qué tal si soy yo el engañado?
¿A quién estoy sirviendo, al hombre o a Dios?
O peor todavía: ¿Significa que derrotó Satanás a la iglesia cristiana?
Las evidencias de males en la iglesia, por desagradables que parezcan, no se inventaron y no deben ser ignoradas, a riesgo de nuestras propias almas. Si la iglesia cristiana se volvió en su conjunto o en parte una CORPORACIÓN, estamos ante un peligro muy serio.
Después de leer y analizar el tema  llegué a las siguientes conclusiones:
1- Si la Iglesia es una burocracia dominante y sometedora, se transformó en Babilonia y Dios no está dirigiéndola.
2- Todo aquel que confía en la iglesia es entonces un crédulo o es cómplice de la dominación.
3- El calificativo da por sentado que la organización de la iglesia es corrupta por completo.
4- La autoridad final no estaría en la iglesia como delegada de Dios sino en el criterio individual.
5- No hay ninguna esperanza para la iglesia, a menos que se destruya TODA su estructura y se la cambie por una nueva.
6- Si la iglesia no es la transmisora de la verdad y la justicia, no cumple ninguna función.
7- Sería mejor en aras de la libertad humana, que ella no existiera.
8- Los diezmos y ofrendas no son prueba de fidelidad, porque van a engrosar las arcas de gente inescrupulosa.
9- La predicación del evangelio es en realidad un medio de reclutamiento de adeptos para dominarlos.
10- La victoria en este caso le pertenece a una maquinaria humana de dominación y no a Dios.
El desarrollo de estos conceptos me llevará más espacio del que dispongo, pero continuaré en las siguientes entradas.
Al llegar a este punto, quisiera dejar de lado mi "corazoncito adventista" y analizar el tema sin apasionamientos, pero no es fácil, pues atacan algo que amo. No obstante, les concederé el beneficio de la duda.
¿Dice algo la Biblia de esto?
De corporación, nada...
Aunque la Escritura presenta a la iglesia bajo diferentes símbolos, como por ejemplo, la llama "la esposa de Cristo", "edificio espiritual", "columna y baluarte de la verdad", "manada pequeña" etc.; el que más se le aproxima al calificativo de marras es el del "cuerpo":
"Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo... y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos... Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?...  pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular".
1º Corintios 12:12-27
En un cuerpo, ninguna parte es dominante, sino dependiente. Los miembros más humildes son los que reciben más honra. Nadie ejerce supremacía, porque ésta le pertenece al Espíritu Santo. Se enfatiza la unidad, la cooperación, el mutuo acuerdo. Su objetivo no es perpetuarse, sino dar paso al Reino de Dios. Busca, no el poder, sino la salvación de la humanidad. La cabeza es Jesucristo, sus dones vienen de Dios, su autoridad es delegada y su capacidad depende de la interacción de sus partes. La idea del Señor al establecer la iglesia fue crear un espacio donde el amor, la bondad, la abnegación, la solidaridad, la comprensión y la paciencia pudieran ser ejercidas y practicadas por sus miembros. Que el mundo pudiera ver en la práctica de estas virtudes cómo es el carácter divino. Es a la vez su campo de entrenamiento para el cielo, su agencia misionera y la vindicadora de su justicia.
¿No es lo mismo, verdad?
Pero hablo del ideal, al cual no siempre alcanzamos... ¡No lo perdamos de vista por completo!
Seguimos en otra entrada.

viernes, 3 de diciembre de 2010

A SALVO EN LA ROCA

La situación de Israel cuando Isaías fue llamado al oficio profético era tal que Dios mismo advierte a su siervo que sus mensajes serían rechazados. Se presenta el caso del pueblo elegido casi como sin esperanza, y se le encargan al profeta una serie de mensajes de juicio tan terribles que éste queda anonadado; la desolación sería tan completa que parecería no haber más remedio para la condición caída de los judíos. Desoían llamado tras llamado, avanzando  con frenesí en la senda de su propia destrucción, completamente ciegos y sordos a lo espiritual.
La situación se describe con palabras de gran severidad: "Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra. Y si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa". Isaías 6:10-13
A la rebeldía y maldad de su pueblo seguirían inevitablemente la miseria, la destrucción y toda clase de calamidades, provocadas por las sucesivas invasiones de los asirios y babilonios, culminando en el cautiverio y la desaparición de Israel como nación independiente.
Pero los castigos divinos tienen un propósito redentor, durarían solo "hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque. Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia. Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo". Isaías 32:15-18
¿Qué remediaría la triste condición de esa nación tan insensata y pecadora?
En cuanto dependiera de los hombres,  la justicia, la paz y el reposo serían tan solo una buena idea que nunca se concretaría. La dirección que le habían imprimido a sus vidas se alejaba más y más de ellas. Por su propia cuenta no lo lograrían.
El profeta anticipa entonces el reinado de un rey justo que haría volver los corazones hacia el verdadero Dios. Si bien el buen rey Ezequías fue el cumplimiento parcial de estos mensajes, el último y verdadero Rey que pondría fin a este estado de cosas, no sería otro que nuestro buen Señor Jesucristo.
"He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa. No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos. Y el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos hablará rápida y claramente". Isaías 32:1-4
Como habitante de una tierra en donde suele hacer mucho calor (tanto que se dice que en Formosa solo hay dos estaciones: la del verano y la del ferrocarril, que ya no funciona), puedo entender muy bien la hermosa figura bíblica.
La enorme roca que sirve de protección contra el calor con su sombra y ampara de los fuertes vientos, es signo adecuado de la presencia de Cristo en el corazón. Él es nuestro divino Protector. Su amparo es indispensable y refrescante para los agobiados por las luchas de la vida. Sean cuales fueren nuestras dificultades, podemos confiar en que Jesús nos ama y que podemos encontrar asilo en sus brazos cuando los problemas parezcan aplastarnos.
Hay esperanza, incluso cuando el árbol de nuestra vida parezca un tocón seco, pues para Dios ese tronco es su valiosa "simiente santa".
Los sentidos ofuscados, las capacidades muertas, los sentimientos bondadosos, los afectos reprimidos y olvidados, todo revive junto a Cristo. El amante Salvador es nuestro "escondedero", aquel que nos proporciona refugio del asalto de nuestro enemigo mortal, Satanás. En sus manos heridas hay escondite para los que están cercados por el mal.
Esto debiera ser motivo de constante gozo para el cristiano que experimenta aflicciones. Todo cuanto es necesario para nuestra felicidad lo podemos encontrar en su aliviadora presencia.
Nos concede su Espíritu para que podamos caminar en novedad de vida, siendo transformados en nuevas criaturas. La segunda persona de la Divinidad es el agente regenerador por excelencia, que hace eficaz el sacrificio de la cruz y nos ayuda a obedecer por fe.
El Rey nos otorga además su justicia, convirtiéndonos en los "príncipes [que] presidirán en juicio". Los indignos seres humanos objetos de su gracia seremos convertidos en habitantes de pleno derecho en un universo sin pecado ¿No es algo demasiado maravilloso?
Hay amor, salvación, cuidado, protección, justicia, dignidad, compañía; todo esto se encuentra en Cristo y solamente en Cristo. Son sus dones de gracia para quienes los aceptan. Los brinda sin costo, aunque los consiguió a un precio elevadísimo, su propia vida inocente.
Tan grandioso es Jesús, su poder para redimir del pecado es tan asombroso, tan maravillosamente abarcante su obra en nuestro favor, que la eternidad no alcanzará para comprender la profundidad de su amor.
Cuando todo haya terminado y el mal no exista más, entonces "sólo queda un recuerdo: nuestro Redentor llevara siempre las señales de su crucifixión. En su cabeza herida, en su costado, en sus manos y en sus pies se ve las únicas huellas de la obra cruel efectuada por el pecado. El profeta, al contemplar a Cristo en su gloria, dice "Su resplandor es como la luz, y salen de su mano rayos de luz; y allí mismo está el escondedero de su poder." En sus manos y su costado heridos, de donde manó la corriente purpurina que reconcilió al hombre con Dios -allí está la gloria del Salvador, "allí mismo está el escondedero de su poder-." "Poderoso para salvar" por el sacrificio de la redención, era por consiguiente fuerte para ejecutar la justicia para aquellos que despreciaron la misericordia de Dios. Y las marcas de su humillación son su mayor honor; a través de las edades eternas, las llagas de Calvario proclamarán su alabanza y declararán su poder." CS 732, 733.
Podemos confiar en nuestro poderoso Escondedero. Él quiere llevarnos a su reino para gozarse con nosotros por las edades sin fin.
No obstante, no necesitamos esperar llegar al cielo para alabarlo. Hagámoslo hoy mismo.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

NAVIDAD ¿SIN CRISTO?

"Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres"! Lucas 2:10-14
Fiestas navideñas: ocasión para el regocijo, para dar regalos, para estrenar ropas nuevas, para la reunión familiar, para el reencuentro con los amados que están lejos, para disfrutar de ricos manjares...
Pero también, tristemente, ocasión para riñas, excesos, juerga y borracheras; para sembrar de basura las calles; para dilapidar egoístamente nuestro dinero en cosas pasajeras. Tiempo para los accidentes en el hogar, la calle y la ruta, con su saldo de heridos y muertes innecesarias (siempre lo son), como triste fruto de la "celebración".
Noche en que recordamos el advenimiento del Redentor del mundo ignorándolo por completo ¡Qué paradoja!
Hemos acumulado tantas tradiciones locales y foráneas que se nos olvidó el verdadero motivo por el cual nos reunimos en estas fechas.
En vez de Cristo, Papá Noel. El pesebre y los ángeles son reemplazados por nueces, almendras, turrones, luces y arbolitos.
No que sean malas estas cosas por sí mismas; sinó que terminaron desplazando al verdadero Personaje de esta fiesta.
¿Y qué tenemos?
En lugar de paz y buena voluntad, nervios y apresuramiento; en lugar de hablar de fe, se privilegia la "magia". Más que buscar la gloria de Dios, casi todos buscamos atiborrarnos de comida.
Resulta más importante no olvidarse del pan dulce, que gustar de la dulce compañía del Dios encarnado.
En vez de ser un momento de reflexión, es la hora del aturdimiento.
En lugar de acercarnos a Dios, lo hacemos a un lado para "disfrutar" de algunos placeres sanos y de otros más bien dudosos.
¿De que vale un cumpleaños sin el cumpleañero?
Por otro lado, poco importa si el 25 fue o no la verdadera fecha del nacimiento de Jesús. Siempre será bueno recordarlo.
Aunque pareciera que el destino de Jesús como hombre es ser ignorado:
  • Cuando nació, ni siquiera tuvo lugar en alguna cuna decente, siendo despreciado por los hombres. "Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él" (Mateo 2:1-3). Ninguno de los que supieron de su nacimiento fue a verlo; apenas algunos pastores y unos pocos extranjeros lo honraron.
  • Al comenzar su ministerio, Juan el Bautista lo anunció como el "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", sin embargo apenas dos personas lo siguieron, el resto siguió ignorándolo. Su Mesías resultó un desconocido: "...Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado".  Juan 1:25-27
  • Después de su resurrección, se unió en el camino a dos angustiados discípulos, sin ser conocido por ellos: "Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos.  Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen".Lucas 24:15,16
Pero el niño ignorado no se olvidó de sus ingratas criaturas.
Creció, se hizo hombre, vivió una vida perfecta para ser nuestro ejemplo, y murió para pagar la deuda de nuestros pecados y así poder ofrecernos la vida eterna.
Ese mismo Jesús que resucitó de la tumba y ascendió al cielo, es hoy nuestro Salvador y nuestro Amigo Celestial, pronto a socorrernos.
Por último y mejor todavía, es la mayor esperanza de la humanidad. El Rey que nació en Belén es el Rey que viene en las nubes de los cielos.
Esta esperanza sublime es proclamada en el Padrenuestro, cuando decimos "venga tu Reino", anunciada en el credo como el que "ha de venir a juzgar a vivos y muertos" y confirmada en abundantes pasajes de la Sagrada Escritura.
Pronto vendrá. Él lo prometió ¿Por qué no recibirle hoy?
Tengamos en esta Navidad un lugar para el Señor Jesucristo en nuestra mesa, familia y corazón. Leamos un pasaje del evangelio, comentemos su profundo significado, elevemos una oración de gratitud, pero por sobre todo, gocemos el privilegio de su compañía en cada día de nuestras vidas.
No lo dejemos afuera en estas fiestas.