sábado, 23 de octubre de 2010

DECLARACIONES CATEGÓRICAS

"Y los galaaditas tomaron los vados del Jordán a los de Efraín; y aconteció que cuando decían los fugitivos de Efraín: Quiero pasar, los de Galaad les preguntaban: ¿Eres tú efrateo? Si él respondía: No, entonces le decían: Ahora, pues, di Shibolet. Y él decía Sibolet; porque no podía pronunciarlo correctamente. Entonces le echaban mano, y le degollaban junto a los vados del Jordán. Y murieron entonces de los de Efraín cuarenta y dos mil". Jueces 12:5,6
En una de las tantas inútiles guerras fratricidas de los tiempos de los jueces, los soldados de Jefté vencieron a los efrainitas. En la masacre que generalmente seguía a la batalla al perseguir a los que huían, un sonido hizo la diferencia entre la vida y la muerte. Por hablar un dialecto diferente (aunque ambos venían de la tribu de José), los de Efraín no podían pronunciar bien la palabra shibolet ("corriente de agua"), y eran identificados como enemigos. 
Parece mentira que un detalle menor, como la pronunciación de una consonante, causara la perdición de cuarenta y dos mil fugitivos.
Pero esto también sucede en la vida espiritual de los que hoy esperan al Señor. No son los grandes pecados los que nos hacen caer, sinó las transgresiones menores, el apartarse de la voluntad de Dios en "pequeños detalles sin importancia". Son estas cosas, consideradas minucias, las que muestran con quién o qué nos identificamos. Son las que indican la dirección de la vida, la inclinación del corazón. 
Los que son muy puntillosos en cumplir la voluntad divina a veces (con tristeza lo digo), son llamados fanáticos por quienes debieran alentarlos en su fidelidad. Los que quieren obedecer la ley de Dios resultan "extremistas", "fundamentalistas", "estrechos de mente", o cualquier otro calificativo por el estilo, para los que se jactan de liberalismo. 
Podría alguien decir que lo necesario no es ser liberal ni fanático, sinó equilibrado. El problema reside en lo que definimos como equilibrio. Para los más, ser equilibrado significa no adoptar ninguna posición en absoluto. No ser ni frío ni caliente. Tal es el espíritu de Laodicea.
Sin embargo, el evangelio de Cristo es "desequilibrado" en su misma esencia. No admite compromisos ni medias tintas.
Vayan como ejemplo estas cinco declaraciones categóricas de las escrituras:
  • "El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama". Mateo 12:30
  • "El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene". 1 Corintios 16:22
  • "Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". Romanos 8:9
  • "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". Mateo 5:48
  • "Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová". Jeremías 48:10
Bastante fuerte, ¿verdad? Ahora analicemos estas cinco frases una por una.
* La primera de ellas demanda identificación plena con la causa y con los intereses de Cristo. Todo lo demás es desparramar. Es un asunto urgente pensar que estamos haciendo con nuestra vida, cual será el resultado de nuestros esfuerzos. Cualquier cosa que hagamos sin tener en cuenta a Dios nos coloca en oposición a él y resulta en pérdida eterna. Y son los pequeños detalles, no las grandes acciones las que determinan el resultado final. ¿Pensaste alguna vez en lo terrible de ser considerado enemigo de Dios? La Biblia afirma categóricamente: "¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios". Santiago 4:4
* La declaración siguiente pone el acento en las motivaciones. La suprema y más necesaria de todas las motivaciones del cristiano debe ser el amor.
Pero no el difuso sentimiento que hoy se considera amor; que se aproxima más a una blanda aceptación de cualquier clase de práctica o conducta que al principio que el cielo acepta como válido. El amor del que se habla es el amor abnegado y fiel que tiene al Señor Jesucristo como centro. Amar a Jesús involucra rendirle todo, tanto los afectos como la voluntad. Si nuestro amor no es de esa clase, es anatema ¡qué tremendo!
* El tercer versículo se relaciona con el motor de nuestras motivaciones. Sin el Espíritu, nada vale. Y esto es así de terminante porque sin su presencia no puede haber renovación de la vida. Sin un cambio interior, toda nuestra actividad religiosa es pura cáscara, árido formalismo, inútil trabajo y tiempo malgastado. Nicodemo recibió una solemne lección de boca de Jesús mismo, a la que haríamos bien en prestar atención: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios". Juan 3:5
* En cuarto lugar, Dios eleva la marca a un nivel inalcanzable por medios humanos.
¿Quién puede ser perfecto?
Pero la perfección de la que habla la Biblia es la que obtenemos de la diaria comunión con el Señor, dándolo todo y recibiendo todo en retribución. Quiero hacer notar que cuando hablo de dar y recibir todo, hay una enorme diferencia de grado entre lo que damos y lo que se nos otorga. En realidad no damos nada de valor y recibimos TODO a cambio.
Cuando le entregamos todo a Cristo, lo nuestro es pura escoria: nuestro corazón estropeado por el pecado, nuestra vida arruinada por malas decisiones; en fin un registro manchado, sin nada de perfección. Recibimos en su reemplazo el perdón de Jesús, su justicia, el don del Espíritu, poder moral y fuerza para resistir la tentación... Eso sin contar la promesa de la vida eterna y todo lo que trae aparejado...
* El último de los cinco textos apunta a nuestras acciones, que son consecuencia de todo lo antes dicho. Si nos hemos identificado completamente con su causa, si nuestras motivaciones son correctas, impulsadas y guiadas por el Espíritu divino, si hemos recibido la perfección que solo Cristo otorga, el resultado natural será dar testimonio de lo que hemos encontrado y recibido. La indolencia en la obra del Señor, por lo tanto, es una clara muestra de que no tenemos algo relevante para decir y nos coloca bajo maldición.
¿Cómo callar? ¿Callar cuando hemos recibido el perdón, la justificación, la paz del alma, el carácter y la mente de Cristo y además somos parte de la familia celestial con pleno derecho al árbol de la vida? Deberíamos considerarlo un acto criminal.
Las palabras que anteceden pueden resultar duras, pero en realidad, lo que hacen es mostrar que la salvación y la vida eterna no son cosas de poca monta, que el amor de Dios no puede ser menospreciado sin consecuencias, que alcanzar el cielo no es cuestión de broma.
Nuestro amoroso Dios puso en acción todos los recursos disponibles para que seamos salvos, por lo tanto espera que le concedamos toda nuestra atención a sus advertencias, para no errar por el camino. Es nuestro privilegio identificarnos plenamente con la causa del evangelio; cualquier costo que haya que pagar resulta demasiado barato en relación con lo que nos espera.
Finalizo con una bella promesa que es igual de categórica: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre". Juan 10:27-29