sábado, 15 de mayo de 2010

CUANDO DIOS NO PERDONA

Una de las más bellas características de Dios, quizás la más atrayente de todas, es el perdón. ¡Cuánto lo necesitamos!
Es agradable y liberador perdonar y ser perdonado. Pero cuando nuestros semejantes nos perdonan las relaciones ya no son las mismas, pues casi nunca se olvida la ofensa.
Al contrario del perdón humano, el perdón divino no conoce de reproches ni trata al pecador de acuerdo a sus hechos, pues es una expresión de su amor misericordioso. Jesús enseñó a Pedro (y en él a todos nosotros) a perdonar "70 veces 7", o sea, sin medida.
Sin embargo, incluso para nuestro paciente Dios, este perdón tiene un límite. No porque se canse de perdonar, (nunca lo hace) sinó porque su ofrecimiento ya no resulta deseado ni eficaz para salvar.
Veamos algunas lecciones que podemos extraer de casos bíblicos en que Dios no perdonó, tanto a personas como a naciones enteras:
  • El mundo antediluviano: 
    • "Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años". Génesis 6:3
Durante 120 años la voz divina llamó a través de Noé, pregonero de justicia. Pero los hombres de aquel tiempo rechazaron su mensaje hasta el punto sin retorno, de tal modo que el Señor tuvo que poner coto a su maldad enviando el diluvio. La justicia lo imponía para que la maldad no resultara triunfante. Si al mal no se le pusiera freno, el resultado inevitable sería nuestra completa destrucción.
  • Esaú: 
    • "Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí". Romanos 9:13.
    • "No sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas". Hebreos 12:16,17
El primero de estos textos parece indicar cierto capricho de Dios en elegir a algunos y desechar a otros; pero fue la actitud de Esaú la que determinó su propia condenación. Así mismo es hoy cuando la profana persistencia en el pecado silencia la convincente voz del Espíritu.
  • Saúl: 
    • "Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel?" 1ª Samuel 16:1
No importa cuanto amemos a alguien tal como Samuel amaba a Saúl. Cuando el pecador decide obstinadamente vivir al margen de Dios, llega a un punto en que no hay ya más nada que hacer por él. De nuevo, no se trata de arbitrariedad divina, sinó de vivir con las consecuencias de nuestras propias decisiones.
  • La familia de Elí: 
    • "Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: ...  Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco". 1º Samuel 2:28-30. 
    • "Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la casa de Elí en Silo". 1º Reyes 2:27
Lo tremendo del relato de Elí es que a veces las consecuencias de nuestras acciones o decisiones se proyectan en nuestra descendencia. No es poca cosa despreciar los claros mandatos de Jehová, dando honra a las personas en vez de glorificar a nuestro Hacedor. La misericordia y las promesas del Señor son grandes, pero nuestra actitud hacia ellas puede invalidarlas.
  • El reino de Judá: 
    • "Ciertamente vino esto contra Judá por mandato de Jehová, para quitarla de su presencia, por los pecados de Manasés, y por todo lo que él hizo; asimismo por la sangre inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente; Jehová, por tanto, no quiso perdonar". 2º Reyes 24:3,4.
    • "He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores". Isaías 13:9.
    • "Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré". Ezequiel 8:18
Grandes privilegios le fueron dados al antiguo Israel. Fue favorecido con revelaciones grandiosas de su plan de salvación. El fuerte lenguaje de estos textos, que habla de ira, furor, indignación y que ya no perdonaría ni tendría misiericordia de su pueblo, estaba en directa relación con los grandes dones que ellos habían recibido. Dios no se cansa de nosotros, pero los frutos deben corresponder a la semila plantada. Nuestras obras deben estar a la altura de la fe que nos ha sido dada.
  • Israel en días de Cristo: 
    • "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor". Mateo 23:37-39
¡Qué cargadas de tristeza estaban estas palabras del amante Salvador! Pocas veces nos detenemos a pensar en cuánto dolor causan al corazón de Dios nuestros pecados, nuestra impenitencia y nuestra obstinación. Su compasión se desangra por sus hijos y desea traerlos de vuelta al hogar.
Ya ha pagado el precio; el más alto que se podría haber pagado. Realiza intento tras intento de redimirnos con amor y paciencia infinita. Pero finalmente la gracia desechada por su rebelde criatura debe encontrar su justa retribución. Quien es hoy nuestro Salvador se convertirá en Juez con pleno derecho, pues el mismo "no escatimó a su propio hijo sinó que lo entregó por todos nosotros" para que fuera "despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto". (Romanos 8:32; Isaías 53:3). 
Felizmente Cristo sigue hoy intercediendo por nosotros, su perdón aún es accesible, el tiempo de gracia no acabó.
Sigamos pues el consejo que Salomón recibió de su padre antes de ser rey: "Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre". 1 Crónicas 28:9
La inagotable paciencia divina halla su límite en el empedernido corazón humano. Pronto la gracia cesará y los juicios de Dios, las copas de su ira (ver Apoc. 15 y 16), se derramarán desde su santuario en el cielo sobre nuestro mundo, esta vez sin mezcla de misericordia.
Cosa terrible es ser desechado por el Señor. Pronto se dictará la irremediable sentencia: "El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía". Apocalipsis 22:11
El te llama, ¿escuchas hoy Su voz?

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