sábado, 3 de octubre de 2009

CORREGIR EL MAL

En una entrada anterior escribí que la historia de Micaía  y el levita (ver la entrada en http://willygrossklaus.blogspot.com ), es una de las peores que presenta la Biblia.
Alguien me señaló que a continuación de ella aparece la historia del levita y su concubina, que parece todavía peor. En lo único que este relato y sus consecuencias (narrados en Jueces capítulos 19 al 21) son mejores que aquella es en que en alguna medida, los israelitas hacen juicios de valor sobre una mala acción y consultan a Dios el camino a seguir.
Resumo el contenido de esos capítulos para llegar a la lección que considero importante:
  1. Un levita llega con su concubina a un pueblo de la tribu de Benjamín y es alojado por un anciano (cap. 19)
  2. Hombres perversos irrumpen en la noche y violan a su mujer causándole la muerte. (cap. 19)
  3. El insensible hombre la parte en pedazos y los envía al resto de las tribus de Israel. (cap. 19)
  4. El pueblo delibera y deciden pedir la entrega de los culpables. (cap. 20)
  5. Por un mal sentido de solidaridad, los benjamitas se resisten a entregar a los depravados. (cap. 20)
  6. Entonces las otras tribus se ponen en pie de guerra contra Benjamín, solo para ser derrotados en dos oportunidades.(cap. 20)
Esta cadena de eventos llama a la reflexión a los atacantes y entonces "los israelitas, con todo el pueblo, subieron a Betel, y allí se sentaron y lloraron en presencia del Señor. Ayunaron aquel día hasta el anochecer y presentaron al Señor holocaustos y sacrificios de comunión. Después consultaron al Señor, pues en aquel tiempo estaba allí el arca del pacto de Dios, y Finés, hijo de Eleazar y nieto de Aarón, ministraba delante de ella. Preguntaron: —¿Debemos subir y volver a luchar contra los de Benjamín, nuestros hermanos, o nos retiramos? El Señor respondió: —Suban, porque mañana los entregaré en sus manos". Jueces 20:26-28 NVI
El dolor del pueblo era legítimo y pensaron en consultar a Dios qué hacer; sin embargo esto no significa que siguieron haciendo su voluntad en lo que seguiría, consignado en el capítulo 21. Su arrepentimiento y búsqueda de Dios no fueron duraderos.
No contentos con alcanzar la victoria contra sus enemigos, los ejércitos de la coalición israelita "se volvieron contra los de Benjamín y mataron a filo de espada a los habitantes de todas las ciudades, incluso a los animales, y destrozaron todo lo que encontraron a su paso. También les prendieron fuego a todas las ciudades". Jueces 20:48 NVI
En el descontrol de la batalla y atendiendo únicamente al deseo de vengar sus anteriores derrotas, casi exterminaron a los benjamitas, dejándoles apenas 600 hombres y ninguna mujer.
Para peor, habían hecho juramento de no dar sus hijas a los benjamitas. Cuando vieron el resultado de sus acciones, en vez de corregir el mal cancelando su voto apresurado y no solicitado por el Señor, idearon una estrategia que llevó inicialmente a la muerte a los habitantes de Jabes de Galaad: "Vayan y maten a filo de espada a los habitantes de Jabés Galaad. Maten también a las mujeres y a los niños. Esto es lo que van a hacer: Exterminarán a todos los hombres y a todas las mujeres que no sean vírgenes". Jueces 21:10,11 NVI
Como no había mujeres para todos, autorizaron el secuestro de jovencitas desprevenidas para que cada uno de los sobrevivientes tuviera mujer israelita.
Venganza, matanzas y secuestros fueron el resultado de un "acto de justicia", que creían aprobado por Dios, porque lo habían consultado en principio. En su afán de retribución, permitieron que sus sentimientos gobernaran la razón, causando un daño mayor del que querían enmendar.
El relato de estos capítulos nos advierte sobre la manera de hacer justicia que pretende seguir la dirección divina cuando en realidad solo sigue sus propias inclinaciones. Se afirma al final del libro como un triste pero adecuado corolario que: "En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor" (Jueces 21:25 NVI).
Si consultamos al Señor, debemos estar dispuestos a hacer su voluntad en todo, dejando de lado nuestros propios caminos y humillando nuestro corazón. Recordemos que para sacar la paja del ojo de nuestro hermano debemos sacar primero la viga del nuestro.
Los criterios humanos suelen estar empañados por sus sentimientos y pasiones, que inevitablemente, alejan al Espíritu de Dios y traen desgracia y confusión a su obra.
El Dios Todopoderoso es quien arreglará las cosas en su viña, él se encargará de cortar los pámpanos que no lleven fruto para su gloria. Recordemos siempre que al corregir el mal, debemos hacerlo bajo su dirección para no caer en errores de juicio que causen más mal que bien.