viernes, 15 de enero de 2010

SOLO EL SATISFACE

El Señor ha llenado este mundo de cosas buenas y agradables. Podemos hallar siempre renovadas fuentes de alegría, recreación y plena satisfacción en la contemplación de la naturaleza, que es el susurro de Dios en nuestros oídos.
En las relaciones de familia y con nuestros amigos podemos encontrar gozo, comunión, apoyo y consuelo en las luchas cotidianas.
En la franca y cristalina risa de un niño. En una sencilla comida compartida con amor. En un paseo a solas. En nuestra mascota que nos muestra amor incondicional. En la lectura de un buen libro. En la gloriosa intimidad de dos que se aman.
La lista podría continuar indefinidamente. Nuestro amante y bondadoso Dios quiere que seamos felices.
Sin embargo, desde que el pecado plantó su estandarte en este mundo, los motivos de dolor, tristeza y sufrimiento se han multiplicado a tal grado que empañan casi por completo la vida de millones que vagan a tientas por la oscuridad preguntándose si la vida tiene sentido.
La publicidad nos bombardea intentando vendernos productos para nuestro confort o para solucionar nuestros problemas con el recurrente lema: "satisfacción garantizada o le devolvemos su dinero".
Los que los adquieren descubren pronto que los objetos amados pierden interés y tienden a cansarnos con el tiempo o simplemente son remplazados por ansia de otro mejor, que nunca llegará a cubrir nuestras expectativas.
Hay en la Biblia una terrible historia acerca de un hijo de David llamado Amnón que, lleno de un deseo impuro por su media hermana Tamar, urdió un plan para poseerla. Luego de tomarla por la fuerza, sin haber atendido a sus ruegos, la Biblia dice que: "Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado." 2ª Samuel 13:15
Aquello que tanto deseaba llegó a ser objeto de aborrecimiento. El malvado hijo del rey respondió sólo a sus pasiones deseando lo que no podía tener y terminó siendo asesinado por su hermano Absalón.
Así sucede al buscar las cosas del mundo sin tener en cuenta a Dios, cuando nuestros malos deseos son los que rigen nuestra voluntad; no pueden jamás proporcionar satisfacción durable y verdadera. .
Tanto el placer como el dolor son exteriores a nosotros. No los podemos producir por nuestra cuenta. No necesitamos algo efímero, sino plenitud que provenga de una fuente duradera.
¿Cómo alcanzarla?
La respuesta ha sido y será siempre la misma.
Lo único que puede colmar nuestra existencia se encuentra en lo dicho por el salmista:
"Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré;
mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
en tierra seca y árida donde no hay aguas,
para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario.
Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán.
Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos.
Como de meollo y de grosura será saciada mi alma,
y con labios de júbilo te alabará mi boca.
Cuando me acuerde de ti en mi lecho,
cuando medite en ti en las vigilias de la noche.
 Porque has sido mi socorro,
y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido".

Salmos 63:1-8
Sólo Jesús satisface todo anhelo del alma. Búscalo hoy.