“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48.
Dios quiere que el perfeccionamiento constituya la obra de la vida de
todos sus seguidores y que esté guiada y controlada por una experiencia
correcta. El verdadero hombre es aquel que está dispuesto a sacrificar
sus propios intereses por el bien de los demás y se ejercita a sí mismo
en vendar a los quebrantados de corazón. El verdadero propósito de la
vida ha comenzado escasamente a ser comprendido por el hombre...
De
acuerdo con la norma divina, el intelecto solo no hace al hombre. El
intelecto tiene poder si está santificado y controlado por el Espíritu
de Dios. Se trata de algo superior a las riquezas y a la fuerza física,
sin embargo debe de ser cultivado si ha de formar al hombre...
La
vida espiritual es lo que constituirá una bendición para la humanidad.
Si el hombre está en armonía con Dios, dependerá continuamente de él
para sus fuerzas.“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que
está en los cielos es perfecto”. La obra de nuestra vida debe ser un
esfuerzo continuo por alcanzar la perfección del carácter cristiano,
esforzándonos siempre por conformarnos a la voluntad de Dios. Los
esfuerzos comenzados en la tierra continuarán durante toda la eternidad.
La norma divina para el hombre se eleva al significado más completo del
término, y si se comporta de acuerdo con la calidad humana que Dios le
ha dado promoverá una felicidad tal en esta vida que lo conducirá a la
gloria y a la recompensa eterna de la vida venidera.
Los
miembros de la familia humana merecen el nombre de hombres y mujeres
únicamente cuando emplean sus talentos de cualquier forma posible para
el bien de los demás. Delante de nosotros tenemos la vida de Cristo para
que nos sirva de modelo, y los seres humanos se hallan íntimamente
ligados con Dios sólo cuando ministran a las necesidades de los demás
como ángeles de misericordia. La naturaleza del cristianismo consiste en
promover la felicidad de las familias y de la sociedad. La discordia,
el egoísmo y la rivalidad serán erradicados de cada hombre y mujer que
posea el verdadero espíritu de Cristo.
Los
que participan del amor de Cristo no tienen derecho a pensar que haya
un límite para su influencia y la obra de esforzarse por beneficiar a
la humanidad. ¿Se cansó Cristo en sus esfuerzos por salvar al ser
humano caído? Nuestra obra consiste en ser constantes y
perseverantes. Encontraremos trabajo que realizar hasta el día cuando el
Maestro nos ordene colocar nuestra armadura a sus pies. Dios es un
gobernador moral, y debemos esperar, sumisos a su voluntad, listos y
dispuestos a cumplir con nuestro deber dondequiera que se necesite
hacer algún trabajo.
Nuestro
Salvador, como el Hijo de Dios, llevó al cielo la verdadera
relación de un ser humano. Somos hijos e hijas de Dios. Para saber cómo
comportarnos debidamente, debemos seguir las pisadas de Cristo. El vivió
la vida de un hombre perfecto durante treinta años, cumpliendo con
la más excelsa norma de perfección.
Extracto del libro "Exaltad a Jesús" pag. 90