sábado, 5 de junio de 2010

GETSEMANÍ


LA NOCHE

En la noche de tragedia
con mi Maestro salí.
Por la llaga de mi espíritu
se acercó Getsemaní.
Sobre la roca de mi alma
cayó el divino Rabí:
"Pasa, Señor, este cáliz,
pasa este cáliz de Mí".

En la noche de tragedia
me pidió: "Ruega hasta el fin".
En el flanco de la roca
con los demás me dormí.
La mirada del Maestro
sobre la frente sentí:
"Ni una hora de tinieblas
pudiste velar por Mí".
Cuando vi sangre y anhelos
en su frente de marfil;
cuando la copa de ajenjo
vi en la roca del jardín,
de redención traspasada
contra la noche caí:
"La copa de Tu amargura
déjame beber a mi".

El cáliz quedó en mis manos;
un sorbo apenas bebí:
la acritud de largos siglos
en un segundo sentí.
Como una daga de amores
la voz llegó del Rabí:
"La copa henchida de hieles
apuré, hombre, por ti".

EL DÍA

"Basta, divino Maestro,
no puedo esta hiel sufrir".
Y la noche se hizo día:
Jesús la bebió por mi

Leonilda A. Peverini

LA NIÑA DE SUS OJOS

"Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo". Zacarías 2:7,8
En los días de Zacarías, el pueblo de Israel estaba pasando por un momento de gran incertidumbre, que se traducía en debilidad y derrotismo. Tras el entusiasmo inicial de volver a su patria, encontraron grandes dificultades para proseguir. Habían abandonado entonces la obra de reedificación del santuario y se habían dedicado cada uno a sus propios asuntos, con el triste convencimiento de que sus propias fuerzas no alcanzaban a cambiar el rumbo de las cosas.
Cuando todo sale mal y fracasan las mejores expectativas es cuando se hace evidente lo que hay en el corazón.
Es fácil en la bonanza ser amigable; pero cuando las cosas no marchan bien, el inconverso espíritu humano se irrita con sus hermanos, busca culpables, critica, acusa y se olvida de la misericordia.
El pueblo de Israel era consciente de que sus pecados habían causado el cautiverio, que incluso ahora mismo no estaban en la correcta relación con Dios. Les parecía que ya no podrían ser bendecidos por el favor divino. Fue allí cuando entró en acción el espíritu de profecía, por medio del sacerdote Esdras y los profetas Hageo y Zacarías; dándoles mensajes animadores y proveyendo los medios para continuar la obra de reconstrucción.  
Se presenta entonces la significativa visión del sumo sacerdote Josué intercediendo por su pueblo: "Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala. Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie. Y el ángel de Jehová amonestó a Josué, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí están te daré lugar. Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú y tus amigos que se sientan delante de ti, porque son varones simbólicos. He aquí, yo traigo a mi siervo el Renuevo. Porque he aquí... quitaré el pecado de la tierra en un día.". Zacarías 3:1-9
Al atribulado pueblo que había salido de Babilonia se le dirigieron estas palabras llenas de consuelo:
  • Dios estaba decididamente a su lado para echar por tierra las acusaciones de Satanás.
  • En virtud de que los salvó, arrebatándolos del fuego, son suyos, le pertenecen.
  • Él reviste al pueblo de su propia justicia, quitando las viles vestiduras de los méritos humanos.
  • Pone además en su cabeza una mitra limpia, que en los sacerdotes llevaba la inscripción: "Santidad a Jehová".
  • Les invita a la obediencia por la fe.
  • Por medio del prometido Renuevo (Cristo), ofrece quitar sus pecados en "un día".
Esta visión es un símbolo de la obra de gracia que Jesús realiza ahora mismo desde el santuario celestial.
Intercede por su pueblo indigno, revistiendo a los que creen del albo manto de su propia justicia. Se goza en arrebatar sus víctimas al reino infernal de Satanás, para convertirlos en fieles testigos suyos ante el mundo. Los presenta ante el universo como su preciosa adquisición, la "niña de sus ojos".
Me encantó la cita siguiente: "El Señor Jesús está realizando experimentos en los corazones humanos, por medio de la manifestación de su misericordia y abundante gracia. Está realizando transformaciones tan sorprendentes que Satanás, con toda su triunfante jactancia, con toda su confederación del mal unida contra Dios y las leyes de su gobierno, se detiene para mirarla como una fortaleza inexpugnable ante sus sofismas y engaños. Son para él un misterio incomprensible. Los ángeles de Dios... contemplan con asombro y gozo cómo hombres caídos, una vez hijos de la ira, están desarrollando, por la enseñanza de Cristo, caracteres a la semejanza divina, para ser hijos e hijas de Dios, para desempeñar una parte importante en las ocupaciones y los deleites del cielo". La Iglesia Remanente Páginas 15,16
¡Ojalá los cristianos pudieran ver a la iglesia como la ve el Señor!
Aunque es cierto que necesitan correción, Dios no mira a sus hijos con frialdad y reprobación. Aunque conoce su debilidad, no les reprocha su condición caída. Por el contrario, les recuerda sus promesas y les extiende su gracia.
Son sus "experimentos de gracia", que dejan a los ángeles y a los demonios con la boca abierta y al mal sin excusa. Son el muro defensivo de la verdad, cotra el cual se estrella el mundo en rebeldía sin hacerle mella.
¡Ojalá los que rechazan a la iglesia por defectuosa pudieran contemplar esta visión!
Cesarían entonces las quejas, los reclamos, los reproches, las invectivas, las acusaciones y el espíritu de controversia.
Acabarían las demoras y todos nuestros recursos, nuestro tiempo y talentos se volcarían hacia los perdidos.
No tendríamos que preocuparnos por el rumbo de la iglesia ni pensar en crisis.
Jesús nos reconocería como suyos y vendría a buscarnos. 
¡Ojalá! Fea palabra por señalar algo que no se concreta. 
¡Cuánto me gustaría ya no tener que decir ojalá, sinó gozarme en verlo con mis ojos!
Bendiciones en Cristo.
Willy