sábado, 27 de marzo de 2010

PERSONAJES DE LA CRUZ

Continuando con los temas de Semana Santa, quisiera aportar algo más a los conceptos anteriores.
En el camino al calvario, nuestro Salvador se encontró con un significativo número de personas, buenas y malas, alcanzables y empedernidas; todas  ellas necesitadas de su gracia. En esos encuentros manifestó un derroche de abnegación, bondad, misericordia y amor, tanto más sorprendentes considerando la agonía y el sufrimiento por los que estaba pasando.
En en jardín del Getsemaní había bebido hasta el fondo la copa de la ira divina, sin embargo su corazón rebosaba de compasión por sus hijos caídos. Su preocupación no era su propia situación sino la de aquellos a quienes había venido a salvar. ¡Qué maravilloso Señor tenemos!
A continuación, una lista de algunos de ellos:
  • Pedro: le advirtió de su negación y le dijo que oraba por él. Lucas 22:31
  • Sus discípulos: Al ser arrestado pidió a sus captores "si me buscáis dejad ir a estos" Juan 18:8
  • Malco: Sanó la oreja del siervo del Sumo Sacerdote que Pedro había cortado. Lucas 22:51
  • Pilatos: Dios le advirtió por medio de un sueño dado a su mujer que no condenara a Jesús. Mateo 27:19
  • Barrabás: ocupó su lugar y éste salió libre. Verdadero microcosmos de la redención. Mateo 27:21
  • Simón de Cirene: Fue obligado a llevar la cruz literal de Jesús para que llevase la cruz el resto de su vida. Marcos 15:21
  • Las mujeres que lloraban por él: Dirigió su vista proféticamente a los juicios que vendrían a Jerusalén. Lucas 23:28
  • Los que le crucificaban: le oyeron orar pidiendo perdón por ellos "porque no saben lo que hacen". Lucas 23:34
  • Su madre: En la cúspide del dolor, hizo provisión para su cuidado encargándola a su discípulo amado. Juan 19:25-27
  • El ladrón en la cruz: Fue salvado en la hora undécima y murió con la seguridad del perdón divino. Lucas 23:42
  • El centurión: Viendo la actitud de Cristo durante su tortura, se vio impulsado a exclamar "¡Verdaderamente este era hijo de Dios!". Marcos 15:39
Presento con más detalle tres de dichos personajes que me llamaron especialmente la atención.
I- SIMÓN PEDRO
"Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces". Lucas 22:31-34
Cuando se le advirtió sobre su fracaso, el orgulloso corazón de Pedro rechazó la amonestación pues pensaba que su amor por Cristo era tan firme que nada lo movería. Pero se engañaba a sí mismo y pagaría un alto precio por su descuido en velar.
Tuvo que ser confrontado con su derrota y llorar amargamente; pero no fue empujado a la desesperación debido a lo que sucedió en el momento en que negaba a su Maestro:"Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces". Lucas 22:61
¿Qué había en la mirada de Jesús que produjo en Pedro un sincero y cabal arrepentimiento?
Sin dudas fue una mirada de amor, la misma que dirige a cada uno de sus hijos. La misma mirada de misericordia se extiende hoy sobre mí y sobre tí y demanda de nosotros una mirada de fe.
¿Cómo respondemos?
II- SIMÓN DE CIRENE
"Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo (ver Romanos 16:13), que venía del campo, a que le llevase la cruz". Marcos 15:21
La mención de sus hijos en estas referencias, demuestra que la desagradable tarea que le impusieron se convirtió en una bendición para él y toda su familia. 
Elena de White comenta: "En ese momento, un forastero, Simón cireneo, que volvía del campo, se encontró con la muchedumbre. Oyó las burlas y palabras soeces de la turba; oyó las palabras repetidas con desprecio: Abrid paso para el Rey de los judíos. Se detuvo asombrado ante la escena; y como expresara su compasión, se apoderaron de él y colocaron la cruz sobre sus hombros. Simón había oído hablar de Jesús. Sus hijos creían en el Salvador, pero él no era discípulo. Resultó una bendición para él llevar la cruz al Calvario y desde entonces estuvo siempre agradecido por esta providencia. Ella le indujo a tomar sobre sí la cruz de Cristo por su propia voluntad y a estar siempre alegremente bajo su carga". DTG pag. 742
Las pruebas, la adversidad y el dolor pueden ser los medios por los cuales nos obliga a echar mano de su gracia y rendirnos a su amor. Nunca te quejes de cargar la cruz, es tu mayor privilegio y gozo llevarla.
III- EL LADRÓN EN LA CRUZ
"Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre,  y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso". Lucas 23:33-43
Nadie hizo menos que este ladrón para alcanzar el cielo (si se alcanzara por méritos) pero nadie creyó más que él. Demostró una fe de calidad tal como la que debemos poseer si queremos ser salvos al final.
Jesús pensó en los demás en su hora más negra porque, después de todo, este es el espíritu que impera en el cielo. En su reino no hay egoísmo sinó abnegación y servicio gozosos y amantes.
También pensó en tí y en mí y es su supremo deseo vernos allí.

miércoles, 24 de marzo de 2010

VILLANCICO DE LAS MANOS VACÍAS









Yo tenía
tanta rosa de alegría,
tanto lirio de pasión,
que entre mano y corazón
el Niño no me cabía...

Dejé la rosa primero.
Con una mano vacía
- noche clara y alba fría -
me eché a andar por el sendero.

Dejé los lirios después.
Libre de mentiras bellas,
me eché a andar tras las estrellas
con sangre y nieve en los pies.

Y sin aquella alegría,
pero con otra ilusión,
llena la mano y vacía,
cómo Jesús me cabía
- ¡y cómo me sonreía! -
entre mano y corazón
José María Pemán

LA FE








En medio del abismo de la duda
lleno de oscuridad, de sombra vana
hay una estrella que reflejos mana
sublime, sí, mas silenciosa, muda.

Ella, con su fulgor divino, escuda,
alienta y guía a la conciencia humana,
cuando el genio del mal con furia insana
golpéala feroz, con mano ruda.

¿Esa estrella brotó del germen puro
de la humana creación? ¿ Bajó del cielo
a iluminar el porvenir oscuro?

¿A servir al que llora de consuelo?
No sé, mas eso que a nuestra alma inflama
ya sabéis, ya sabéis, la Fe se llama.
 Rubén Darío

SEMANA SANTA

"Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,  y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios." Efesios 3:17-19
Esta mañana me propuse preparar los temas de Semana Santa que tengo que presentar a mis alumnos y después de pensar un poco y de orar bastante, me vi desbordado por la tarea de presentar el más sublime acontecimiento de la historia del universo con el limitado vocabulario del que disponemos los seres humanos.
No creo ser capaz de comprender plenamente el amor de Cristo como dice el texto citado arriba. La tarea es abrumadora para cualquiera.
Comparto en todos sus términos lo que dice el siguiente pensamiento:
"Todo el amor paterno que se haya transmitido de generación a generación por medio de los corazones humanos, todos los manantiales de ternura que se hayan abierto en las almas de los hombres, son tan sólo como una gota del ilimitado océano, cuando se comparan con el amor infinito e inagotable de Dios. La lengua no lo puede expresar, la pluma no lo puede describir. Podéis meditar en él cada día de vuestra vida; podéis escudriñar las Escrituras diligentemente a fin de comprenderlo; podéis dedicar toda facultad y capacidad que Dios os ha dado al esfuerzo de comprender el amor y la compasión del Padre celestial; y, sin embargo, queda infinitamente más allá. Podéis estudiar este amor durante siglos, sin comprender nunca plenamente la longura y la anchura, la profundidad y la altura del amor de Dios al dar a su Hijo a fin de que muriese por el mundo. La eternidad misma no lo revelará nunca plenamente. Sin embargo, cuando estudiemos la Biblia, y meditemos en la vida de Cristo y el plan de redención, estos grandes temas se revelarán más y más a nuestro entendimiento."-TS 4, 254, 255.
Dicho esto y confesada mi incapacidad, debo seguir adelante.
Cuando era niño (ya hace rato), recuerdo haber visto la cartelera del cine de mi ciudad, anunciando un filme cuyo título me impresionó vivamente: "la más grande historia jamás contada". Obviamente, era la historia de Jesús. 
¿Cómo contarla?
Uno no va de vacaciones a la costa del mar para medirlo, analizarlo y comprenderlo. Va allí a contemplarlo plácidamente, a gozar de la fresca brisa salobre, a deleitarse con su maravillosa extensión y a mecerse relajado en el oleaje. En fin, está allí para disfrutarlo.
Con la historia del océano del amor divino manifestado en la Cruz sucede lo mismo. No alcanzará jamás el tiempo para sondear toda su belleza. Pero sí para disfrutar en plenitud de las orillas de ese amor inefable. 
Podemos traer a la memoria las imágenes de los tiernos gozos de la niñez en el regazo de nuestros padres, la inalterable fidelidad de nuestra mascota, la risa desbordante de un niño, la gentileza y amor de nuestros amigos y hermanos, la abnegación y sacrificio de los mártires. Podemos reunir todos esos cuadros, y con ellos comenzar a formarnos una idea leve  e insuficiente del amor que movió a Cristo a morir por nosotros. 
La imaginación puede ser de ayuda al tratar de expresar lo inexpresable:
  • Contemplar su mirada redentora en el patio de la residencia del Sumo Sacerdote en donde Pedro lo negó, gesto amoroso que condujo al culpable discípulo al arrepentimiento y a la entrega total. 
  • Llevar su cruz como Simón Cireneo y descubrir como él que esa santa carga es nuestro mayor privilegio.
  • Ver con los ojos de la mente al Señor rogando por quienes le crucificaban "porque no saben lo que hacen".
  • Intentar instalarnos en los pensamientos del ladrón en la cruz cuando pudo descubrir que el sangrante y moribundo hombre a su lado era el "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" y rendirle su alma con fe increíble. 
  • Mirar a Jesús trascendiendo su agonía y poniendo bajo el cuidado de Juan a su propia madre terrenal.
  • Escuchar su voz elevarse triunfante sobre el poder del pecado y de la frustrada huestre satánica, exclamando antes de entregar su vida: "Consumado es" (Juan 19:30). 
  • Verlo salir del dominio de la muerte en la gloriosa mañana de la resurrección garantizando la salvación y la vida eterna para cada uno de los que creen en su nombre.
  • Contemplar finalmente el feliz momento de nuestro propio primer encuentro con el Señor, o aquel en que finalmente le rendimos nuestra vida.
Todas estas visiones nos deberían llevar a exclamar con el apóstol:
"¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos!" Romanos 11:33 NVI

jueves, 18 de marzo de 2010

CAER EN MANOS DE DIOS

"¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!" Hebreos 10:31
Este es un texto difícil de abordar, pues parece entrar en violenta colisión con la imagen que tenemos de un Dios paciente, compasivo y amoroso. No obstante, en su contexto esta frase está dirigida a los que rechazan con desprecio el ofrecimiento de la gracia divina y se colocan fuera del alcance del poder transformador del Espíritu ¿"Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia"? (vers. 29)
Caer en manos de Dios en realidad es deseable, como lo descubrió el rey David cuando cometió el pecado de censar al pueblo y por ello por medio del vidente Gad se le dio a elegir su castigo. Habiendo experimentado muy frecuentemente la bondad del Señor y la maldad del hombre durante su vida, su rápida respuesta fue: "En grande angustia estoy; caigamos ahora en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas, mas no caiga yo en manos de hombres". 2º Samuel 24:14
En todo trato con el ser humano, la misericordia triunfa sobre el juicio (ver Santiago 2:13), y así será mientras Cristo actúe como Sumo Sacerdote intercediendo por nosotros en el santuario del cielo. Pero no debemos olvidar que un día la gracia habrá cumplido su objetivo, cesará el ofrecimiento del perdón (ver Apocalipsis 22:11) y los juicios del Todopoderoso caerán sobre la tierra para terminar con el pecado y los pecadores. Juicios que son consecuencia de lo realizado por Cristo en la cruz del Calvario.
"Es terrible para el pecador impenitente caer en las manos del Dios vivo. La prueba de esto es la destrucción del mundo antiguo por el diluvio, y el relato del fuego que cayó del cielo para destruir a los habitantes de Sodoma. Pero nunca esto había sido probado con tanta amplitud como en la agonía de Cristo, el Hijo del Dios infinito, cuando soportó la ira de Dios por un mundo pecador. Como consecuencia del pecado, la transgresión de la ley de Dios, el jardín del Getsemaní ha llegado a ser el lugar preeminente del sufrimiento por un mundo pecaminoso. Ninguna pena, ninguna agonía pueden compararse con las que soportó el Hijo de Dios". La maravillosa gracia pag. 168
Como el portador del pecado Jesús soportó la condenación que nos correspondía por nuestra transgresión. Para todos los que lo aceptan como Salvador, su muerte pagó completamente (y aún sobrepasó) el costo de llevar muchos hijos a la gloria. Despreciar su sacrificio es algo muy serio.
¿Qué sucederá con aquellos que lo rechazan?
"Ese Cordero cuya ira será tan terrible para los burladores de su gracia, será gracia y justicia y amor y bendición para todos los que lo han recibido. La columna de nube que era tinieblas, terror e ira vengadora para los egipcios, para el pueblo de Dios era una columna de fuego y luz. Así acontecerá con los hijos de Dios en los últimos días. La luz y la gloria de Dios para su pueblo que guarda sus mandamientos son tinieblas para los incrédulos. Ven que es terrible caer en manos del Dios viviente. El brazo, extendido durante tanto tiempo, fuerte para salvar a todos los que acuden a él, es poderoso para ejecutar su juicio sobre todos los que no quieren ir a él para tener vida. Dios quiera que mientras aún dura la misericordia, mientras todavía se escucha la voz de la invitación, haya un vuelco hacia el Señor. Se han hecho provisiones seguras para proteger a cada alma y a los que observan sus mandamientos hasta que pase la ira".
(Carta 137, 1896).
Cae hoy en las amantes manos de su misericordia para no tener que caer en sus manos en el espantoso día de la retribución.

martes, 16 de marzo de 2010

TERREMOTOS FÍSICOS Y ESPIRITUALES

Los recientes y devastadores terremotos de Haití y Chile, entre otros han hecho correr ríos de tinta en la prensa mundanal y en las publicaciones cristianas; algunos tratando de explicar la razón de los terremotos como algo natural, otros como señales de los tiempos, otros como ominosos presagios de un Dios airado y todavía algunos como juicios divinos a gente pecadora (olvidando que murieron en ellos muchos cristianos).
Los terremotos ciertamente tienen algo que decirnos.
Con seguridad, el Señor no es el causante de tanta destrucción, muerte y desgracia. Aunque los elementos están bajo su control, dio cierto grado de autonomía a Satanás, el verdadero responsable del mal (ver por ej. Job 1). Permite que estas calamidades sucedan teniendo en vista su objetivo final: la salvación eterna de sus hijos. 
Ya desde el Sinaí el Señor se manifestó por medio del fuego y del sacudimiento de la tierra para grabar poderosamente en las mentes de los israelitas dos cosas que habían olvidado en su cautiviero; el concepto de su majestad y la santidad de su ley.
De la misma manera nos habla hoy a nosotros con un mensaje por lejos más apremiante. El autor de Hebreos lo dice así: "Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba... y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo...  Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor". Hebreos 12:18-27
Los que nos hallamos en el umbral del reino eterno deberíamos considerar estas palabras. Si el "espectáculo de luz y sonido" del Sinaí fue magnífico y quienes lo contemplaban debían prestar atención, ¡cuánto más nosotros! Dios se propone conmover la tierra, y lo está haciendo, pero por sobre todo desea conmover nuestros corazones.
"Hoy las señales de los tiempos declaran que estamos en el umbral de acontecimientos grandes y solemnes. En nuestro mundo, todo está en agitación. Ante nuestros ojos se cumple la profecía por la cual el Salvador anunció los acontecimientos que habían de preceder su venida: "Y oiréis de guerras y rumores de guerras... Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares" (Mat. 24: 6-7)". Dios nos cuida pag. 350
Las señales, más allá de indicar la cercanía del fin, persiguen el objetivo de salvarnos del terremoto moral que hoy sacude la Tierra y del que pocos son conscientes. Deben hacernos mirar no hacia afuera, sino hacia adentro, a fin de que podamos abrir los ojos a las realidades celestiales y permitir la obra del Espíritu en nuestra vida antes de que se pase para nosotros el tiempo de gracia.
"Está muy cerca el momento en que habrá en el mundo una tristeza que ningún bálsamo humano podrá disipar. Se está retirando el Espíritu de Dios. Se siguen unos a otros en rápida sucesión los desastres por mar y tierra. ¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido de peligro que corren". Conflicto y Valor pag. 231
Necesitamos temer mucho más a los terremotos espirituales que amenazan derribar la iglesia y a los cristianos que a los que sólo pueden sacudir la tierra.
"Muy pronto una furiosa batalla contra los que sirven a Dios será entablada por aquellos que no le sirven. Muy pronto todo lo que es susceptible de ser removido lo será, de modo que sólo lo inquebrantable subsista. (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 284)
Entonces vendrán tiempos cuando las almas de los hombres serán probadas, pues la confederación de la apostasía exigirá que los fieles súbditos de Dios repudien la ley de Jehová y la verdad de su Palabra. Entonces el oro será separado de la escoria, y entonces se pondrá de manifiesto quiénes son piadosos, leales y sinceros y quiénes son desleales. . .  Todo aquel cuya vida no esté centrada en Cristo no podrá soportar la prueba de ese día. En tanto que los que están vestidos con la justicia de Cristo permanecen fíeles a la verdad y al deber, los que han confiado en su propia justicia se alistarán bajo el tétrico estandarte del príncipe de las tinieblas. Entonces se hará notorio si se ha elegido a Cristo o a Belial... muchos que en apariencia eran árboles florecientes, pero sin fruto, se unirán a las multitudes para hacer el mal y recibirán la señal de la apostasía en su frente o en su mano."
¡Maranata: El Señor Viene! pag. 202
¿Estás preparado para ser sacudido? ¿Tu vida espiritual es antisísmica?

viernes, 12 de marzo de 2010

CRISTO COMO JUEZ

"Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas." Apocalipsis 14:6,7
Revisando las entradas anteriores del blog, encontré que una de ellas (ver http://willygrossklaus.blogspot.com/2009/10/los-tres-tronos-del-juicio.html) todavía esperaba continuación y quiero volver sobre el tema.
La declaración bíblica inicial nos llama a prestar atención al evangelio eterno y a adorar al creador en el contexto del juicio de Dios.
Yo sé que el juicio no es un tema agradable para muchos, que prefieren hablar únicamente del amor divino manifestado en Jesús que vino a morir por los pecadores.
Pero ver a Jesús sólo como quién murió por nuestros pecados es limitar el alcance del plan de redención. 
La Biblia menciona que Cristo es también nuestro Creador, Sustentador, Garante, Sustituto, Justicia de Dios, Propiciación por el pecado, Abogado, Intercesor y Juez. Su obra en nuestro favor es necesariamente compleja y abarcante pues debe dar una respuesta definitiva a los interrogantes que el pecado introdujo sobre el carácter de Dios.
El juicio en verdad no trata tanto sobre nosotros, sino sobre Dios mismo, que es acusado por Satanás de ser un tirano duro y arbitrario que somete el libre albedrío de los seres que creó por medio de una ley injusta y limitante. Su justicia debe ser vindicada ante el universo entero.
No obstante, cada actor del drama tiene una responsabilidad por la cual dar cuenta, por ello el juicio nos incluye. Y aunque somos salvados por gracia por medio de la fe, seremos juzgados por nuestras obras (que son la respuesta humana a la gracia de Dios).
La norma del juicio será su ley (los 10 mandamientos) como expresión de Su carácter.
Respecto a quién nos juzgará, hay algunas declaraciones bíblicas que suenan aparentemente contradictorias:
  • "Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo". Juan 12:47
  • "Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo". Juan 5:22
  • "Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros... os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel". Mateo 19:28
Al final: ¿nos juzgará el Padre, el Hijo, o lo haremos nosotros mismos?
Todas estas afirmaciones son correctas. Sólo que en tiempos diferentes.
Primero, la Escritura afirma que lo hará Jesús: "por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos". Hechos 17:31
Será nuestro Juez porque primero ha sido nuestro Redentor en el Calvario y nuestro Sumo Sacerdote intercesor en el Santuario del cielo. Tiene todo el derecho, adquirido en la cruz, de dar a cada uno el pago conforme a la aceptación o el rechazo de su gracia.
Los justos deben ser examinados primero, (ver Hebreos 9:27-28 ) y luego los impíos, como lo afirma este pasaje: "Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?" 1 Pedro 4: 17,18
Ese juicio es previo al advenimiento de Cristo, como profetizó Daniel: "Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días... millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos... Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido". Daniel 7:9-14
En segundo lugar, dice que lo haremos nosotros: "¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?" 1 Corintios 6:2,3
La parte del juicio que nos toca es simplemente comprobar que el Señor ha obrado con equidad en su trato con el mal (ver Dan. 7:22; Apoc. 20:4). Durante los mil años posteriores a su venida, que pasaremos en el cielo, podremos revisar los registros divinos y desechar por completo las dudas que podríamos tener sobre su justicia.
Finalmente, también nos juzgará el Padre: "Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras." Apocalipsis 20:11,12
Cuando toda duda quede aclarada y toda objeción haya sido resuelta para satisfacción de cada criatura que puebla el cosmos, Él se sentará para dictar la sentencia final, aniquilando a los rebeldes (tanto los hombres como Satanás y sus ángeles) y restableciendo la armonía del universo para toda la eternidad venidera.
¿Te imaginas un mundo libre de toda clase de mal, sin tristeza, injusticia, mentira, dolor y sufrimiento? Ya viene. El juicio lo hará realidad.
Anhelemos ese día cuando "en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre". Filipenses 2:10,11

Nota final:
Ver también los siguientes pasajes referidos al tema: Eclesiastés 12:13-14  - Juan 12:48 - Romanos 14:10 - Apocalipsis 11:18 - Mateo 25:31

martes, 9 de marzo de 2010

HERIDAS DE GUERRA

Todos llevamos cicatrices. Algunas son visibles y otras invisibles pues se hallan en lo más profundo de nuestras almas. Las cicatrices evidentes pueden en algunos casos ser motivo de verguenza y tratamos de cubrirlas, pero hay otras de las que nos enorgullecemos. Los soldados muestran sus heridas de guerra con manifiesta satisfacción como prueba de su valor en combate y les agrada contar como las recibieron. Los mayores gozan en mostrar las huellas de su trabajo y son fuente de repetidas e inagotables historias para sus hijos y nietos.
Las heridas emocionales son otra cosa, pues sin excepción tratamos de ocultarlas de la vista de los demás.
Cada hijo e hija de Adán ha sido herido, mutilado y desgarrado por el pecado, que nos ha golpeado por fuera y por dentro con una terrible furia proveniente del Maligno y clamamos como el salmista:"Mi corazón está dolorido dentro de mí, y terrores de muerte sobre mí han caído. Temor y temblor vinieron sobre mí, y  terror me ha cubierto. Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad." Salmos 55:4-8
Familias desgarradas por hijos rebeldes, divorcios y contiendas, la enfermedad, la pobreza, las calamidades, la violencia irracional, la guerra y un sinnúmero de otras desgracias acosan a la humanidad con saña creciente haciendo que el siguiente abismo de maldad que nos espera sea más insondable que el anterior.
Sin embargo hay esperanza en las heridas. Las manos y pies lacerados de Cristo que Tomás deseaba tocar abrieron para nosotros el camino de la salvación. Las heridas de guerra de nuestro Salvador, que fue varón de dolores y experimentado en quebranto, son la garantía de nuestra paz eterna. "Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos". Zacarías 13:6
Los estigmas causados por nuestros pecados y transgresiones en su cuerpo bendito nos han reconciliado con el Padre, nos han abierto las puertas del Paraíso de Dios y dado acceso al árbol de la vida.
Las marcas imborrables de los clavos que Jesús llevó al cielo nos dicen que nuestras propias heridas un día desaparecerán. Tanto las cicatrices externas como las que llevamos grabadas a fuego en nuestro ser más íntimo, serán borradas cuando acabe el conflicto y seamos tranformados en un instante al recibir cuerpos inmortales y perfectos.
"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra han pasado" (Apoc. 21: 1, VM). El fuego que consume a los impíos purifica la tierra. Desaparece todo rastro de maldición. . .     Sólo queda un recuerdo: Nuestro Redentor llevará siempre las señales de su crucifixión. En su cabeza herida, en su costado, en sus manos y en sus pies se ven las únicas huellas de la obra cruel efectuada por el pecado. . . En sus manos y su costado heridos, de donde manó la corriente purpurina que reconcilió al hombre con Dios, allí está la gloria del Salvador, "allí mismo está el escondedero de su poder". "Poderoso para salvar" por el sacrificio de la redención, fue por consiguiente fuerte para ejecutar la justicia para con aquellos que despreciaron la misericordia de Dios. Y las marcas de su humillación son su mayor honor; a través de las edades eternas, las llagas del Calvario proclamarán su alabanza y declararán su poder. 
    La cruz de Cristo será la ciencia y el canto de los redimidos durante toda la eternidad. En el Cristo glorificado contemplarán al Cristo crucificado.... Cuando las naciones de los salvos miren a su Redentor y vean la gloria eterna del Padre brillar en su rostro; cuando contemplen su trono, que es desde la eternidad hasta la eternidad, y sepan que su reino no tendrá fin, entonces prorrumpirán en un cántico de júbilo: "¡Digno, digno es el Cordero que fue inmolado, y nos ha redimido para Dios con su propia preciosísima sangre!" ¡Maranata: El Señor Viene! Página 360

sábado, 6 de marzo de 2010

DIOS GUIARÁ A SU PUEBLO

Reproduzco esta meditación que me gustó mucho, tal cual como aparece:
"Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti". (Isa. 43: 2).

"Dios tiene una iglesia en la tierra, que es su pueblo escogido, que guarda sus mandamientos. Él está conduciendo, no ramas extraviadas, no uno aquí y otro allá, sino un pueblo.
No hay motivo para dudar, ni temer que la obra fracase. Dios está al frente de ella y dirigirá todas las cosas. Si hay asuntos que necesitan enmienda en la dirección de la obra, Dios atenderá eso y corregirá los errores. Tengamos fe en que Dios conducirá el noble barco que lleva su pueblo hasta el puerto de seguridad.
Mientras viajaba de Portland a Boston hace muchos años (fines del siglo XIX), se levantó una tormenta y las inmensas olas nos azotaban sin piedad. Los candelabros cayeron y los baúles rodaban de un lado a otro como pelotas. Los pasajeros estaban atemorizados y muchos gritaban temiendo perecer.
Después de un rato el piloto subió a bordo. Mientras tomaba el timón, el capitán se puso en pie junto a él y expresó su temor en cuanto al rumbo del barco. "¿Quiere tomar el timón?" le preguntó el piloto. El capitán no estaba dispuesto a hacerlo porque sabía que le faltaba experiencia. Luego algunos pasajeros se pusieron nerviosos y expresaron su temor de que el piloto los iba a estrellar contra las rocas. "¿Quieren tomar el timón?" les preguntó el piloto. Pero ellos sabían que no podían hacerlo. Cuando penséis que la obra está en peligro, rogad: "Señor, toma el timón. Condúcenos a través de las perplejidades. Llévanos a salvo hasta el puerto". ¿No tenemos acaso razones para creer que el Señor nos conducirá triunfalmente? . . .   Con vuestra mente finita no podéis entender todas las providencias de Dios. Permitid que él dirija su obra".
¡Maranata: El Señor Viene! Pág. 127