martes, 24 de febrero de 2009

No desistas

Cuando vayan mal las cosas
como a veces suelen ir
Cuando haya en tu camino
solo cuestas que subir
Cuando haya poco haber
y haya mucho que pagar
Y precisas sonreír
aún teniendo que llorar,
Cuando ya el dolor te agobie
y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debas
¡pero nunca desistir!

Tras las nubes de la duda,
ya plateadas ya sombrías,
puede bien surgir el triunfo
no el fracaso que temías
Y no es dable a tu ignorancia
figurarse cuan cercano
puede estar el bien que anhela
y que juzgas tan lejano
Lucha pues, por más que tengas
en la brega que sufrir
cuando todo está peor
¡Más debemos persistir!

RUDYARD KIPLING

La bendición de las consecuencias

A pesar de las apariencias, hay una bendición en ello.
¿Que tiene de bueno sufrir por las consecuencias de nuestras propias acciones?
Desde el día en que Adán pecó, se le comunicó que "comería el pan con el sudor de su frente". De allí en más, todos los seres humanos, también por nuestra propia causa, nos sumergimos en un horrible pantano de dolor, angustia, sufrimiento y muerte.
En Gálatas 6.7 dice:
"No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará".
Es una ley de la que nadie escapa. Sin olvidar que no todo sufrimiento viene por nuestra propia acción (o inacción), sino de la maldad de nuestro Enemigo; Dios la diseñó como salvaguardia contra el mal, la presunción, la insensatez, la desesperanza y la temeridad.
Las heridas sanan, pero queda la cicatriz. Los divorcios pasan pero los hijos no dejan de sufrir por ellos. Podemos sacar el clavo, pero no hay forma de sacar el agujero que dejó el clavo.
Años de intemperancia que arruinan el aparato digestivo. Cientos de mentiras que destruyen para siempre nuestro respeto y credibilidad. O tal vez un solo acto apresurado que puede terminar con una relación, una única acción impremeditada y violenta que acaba con una vida. Hay tantas cosas que no se pueden reparar.
¿Debe el Señor intervenir para evitarnos estos sufrimientos?
Para nosotros es necesaria la disciplina de enfrentar las consecuencias de nuestras decisiones.
De otra manera no podríamos ver la "pecaminosidad" del pecado, nos manejaríamos con la teología de "peco y luego me confieso", y lo que es peor, distorsionaríamos la imagen de Dios al convertirlo en una especie de Papá Noel arreglalotodo.
Pero para el hombre incrédulo y egoísta que únicamente quiere librarse del dolor y los problemas, la intervención divina no le traería ningún beneficio.
Traspasando lo didáctico, es Su plan, que al enfrentar nuestros errores lleguemos a ser conscientes de nuestra incapacidad y dependencia y ello nos lleve al arrepentimiento, la confesión y a la conversión.
Había en Jerusalén un hombre en el estanque que estaba sufriendo por 38 años las consecuencias de sus pecados y estaba en una condición miserable y sin esperanza (Juan 5). Jesús se acerca y lo sana. El desdichado vuelve a caminar y a disfrutar de la salud.
¿Era eso justo? ¿Acaso al sanar a los enfermos, Cristo les permitía escapar de las consecuencias de sus malas acciones?
No, más bien es la excepción que confirma su regla al advertirle "no peques más para que no te venga otra cosa peor(vs. 14)"
Quizá el paralítico volvió a enfermarse; sin duda, murió. Lázaro resucito, tan solo para luego regresar a la tumba. Ningún milagro fue un acto definitivo, apenas un respiro, un vaso de agua fresca para el sediento. Aliviador, pero efímero y transitorio.
Aunque no se debe desmerecer el poder y el valor de las curaciones efectuadas por Jesús, no eran su propósito final. Los sanamientos eran esperanzadoras incursiones temporales de Jesús en el terreno de Satanás, advirtiéndole que un día todos sus cautivos le serían arrebatados, que todo el mal que causó y que indujo a cometer terminaría para siempre.
No tenían por objeto un bien parcial, un alivio momentáneo, sino un beneficio que alcanzaría a la eternidad. Estaban diseñados para traer fe y esperanza al sufriente y hacer que fijara sus ojos en Aquel que es su todo suficiente y compasivo salvador.
Recordemos lo que dice de los héroes de la fe en Hebreos 11: 39,40 "Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros."
En su eterna sabiduría, permite que en la mayoría de los casos, la ley de la siembra y la cosecha nos traiga el "beneficio" del pesar, el envejecimiento, la degradación y finalmente la muerte, para que los creyentes esperemos lo mejor, lo final, lo definitivo; que ocurrirá cuando Él venga.
Retorna Maestro.

lunes, 23 de febrero de 2009

Retorna

Retorna Maestro, te necesitamos,
esta vida nuestra , no es vida sin tí,
pon fin a este loco y audaz frenesí,
que humilla y agota lo que más amamos

¿Qué vale la vida si no la vivimos,
desde que la matan pecado y dolor?
¿Qué vale la tierra desde que el horror
de todos los males en ella sufrimos?

Señor Jesucristo, tú lo has prometido
y no has fracasado en ninguna ocasión
Vuelve por aquellos a los que has querido

Y de quienes eres única ilusión
¡Vuelve ya Maestro! Te espera rendido,
del amor más tierno nuestro corazón

Anónimo

No me mueve Señor

No me mueve mi Dios, para quererte,
El cielo que me tienes prometido,
Ni me mueve el infierno tan temido
Para dejar por esto de ofenderte.

Tú me mueves Señor, muéveme el verte,
Clavado en esa cruz y escarnecido,
Muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
Muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme en fin tu amor y en tal manera
Que aunque no hubiera cielo yo te amara
Y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
Pues aunque lo que espero no esperara,
Lo mismo que te quiero, te quisiera.


Anónimo

Gigantes...¿Deberíamos temerles?

Los gigantes asustaron a los israelitas al borde mismo de la Tierra Prometida. Los negativos informes de los 10 espías enviados hicieron desanimar al pueblo y los llevaron a vagar 40 años por el desierto, con la única y lóbrega expectativa para sus hombres de guerra, de caer muertos en él.
En los temas anteriores sobre Deuteronomio 2 vimos que a Israel no se le permitió posteriormente adueñarse de los territorios de Moab, Amon y Edom. Lo paradójico es que estas naciones también tuvieron que enfrentarse con gigantes. Notemos los siguientes pasajes:
" 9-11 Y Jehová me dijo: No molestes a Moab... porque yo he dado a Ar por heredad a los hijos de Lot. (Los emitas habitaron en ella antes, pueblo grande y numeroso, y alto como los hijos de Anac. Por gigantes eran ellos tenidos también, como los hijos de Anac; y los moabitas los llaman emitas)".
Todavía hay más:
"
19-22 Y cuando te acerques a los hijos de Amón, no los molestes, ni contiendas con ellos; pues a los hijos de Lot la he dado por heredad. (Por tierra de gigantes fue también ella tenida; habitaron en ella gigantes en otro tiempo, a los cuales los amonitas llamaban zomzomeos; pueblo grande y numeroso, y alto, como los hijos de Anac; a los cuales Jehová destruyó delante de los amonitas. Estos sucedieron a aquéllos, y habitaron en su lugar, como hizo Jehová con los hijos de Esaú que habitaban en Seir, delante de los cuales destruyó a los horeos; y ellos sucedieron a éstos, y habitaron en su lugar hasta hoy. "
Bastante reproche para ellos y para el pueblo remanente actual ya sería que los paganos e idólatras parientes del pueblo de Dios vencieron a los amedrentadores gigantes .
¡Cuántas veces los no creyentes avanzan y conquistan aquello que los hijos del Señor no se atreven a alcanzar, desconfiando de las promesas de victoria que nos han sido dadas!
Jesús dijo que "Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él". (Mateo 11:12)
y agregó algo que debiéramos notar: "los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz" (Lucas 16:8).
Pero lo sorprendente del relato que consideramos es que el que destruyó a los gigantescos emitas, zomzomeos e incluso a los horeos, fue el Señor mismo - así o dice la Biblia-
"Jehová destruyó. " Él es poderoso.
Se involucró con la suerte de estos pueblos que no lo amaban ni lo reconocían como su Dios, para cumplir sus promesas dadas a Abraham. Él es fiel.
Esto nos debe enseñar lecciones de humildad, sumisión y fe; pero recordar además, que estas virtudes no están divorciadas de la valentía y la santa osadía.
Avancemos a la conquista de este mundo pecador, no hay gigantes que valgan, porque si "Dios es por nosotros... ¿quién contra nosotros?"
Recordemos nuestra comisión de Mateo 28:18,20 "y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id ...y haced discípulos... (es el mandato de Dios) y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
Gigantes... (pruebas, tentaciones, persecuciones, incomprensión, sufrimiento...) ¿deberíamos temerles?


miércoles, 18 de febrero de 2009

Dios cumple sus promesas

Uno de los reclamos que más temía de mis hijos cuando eran niños, era: ¡me lo prometiste...!
porque en muchos casos yo ni si quiera recordaba qué promesa les había hecho, o haber dicho una palabra al respecto...
Dios, en cambio, no olvida sus promesas, ni las hace a la ligera, pero, ¡Con cuánta frecuencia le recordamos y hasta exigimos que lleve a cabo determinadas promesas que encontramos en la Biblia, como si estuviera remiso en cumplirlas!
Una de las cosas más desconcertantes para el cristiano es el hecho de que las promesas del Señor no siempre parecen cumplirse, sobre todo aquellas que tienen que ver con nuestra prosperidad material y familiar, nuestra salud, y especialmente nuestros deseos.
¿Entonces qué? ¿Son todas sus promesas para nosotros o no?
Continuando con el tema anterior, en Deuteronomio 2 encontramos un incidente del peregrinaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida que nos puede dar lecciones valiosas al respecto.
En los versículos 4-7 se cita lo siguiente:
"Y manda al pueblo, diciendo: Pasando vosotros por el territorio de vuestros hermanos los hijos de Esaú, que habitan en Seir, ellos tendrán miedo de vosotros; mas vosotros guardaos mucho. No os metáis con ellos, porque no os daré de su tierra ni aun lo que cubre la planta de un pie; porque yo he dado por heredad a Esaú el monte de Seir. Compraréis de ellos por dinero los alimentos, y comeréis; y también compraréis de ellos el agua, y beberéis; pues Jehová tu Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos; él sabe que andas por este gran desierto; estos cuarenta años Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado."
Lo mismo se indica de Moab y Amón en los versículos 9 y 19 de este capítulo.
¿Por qué no les daría la tierra de los edomitas, moabitas y amonitas?
La promesa de Dios a Abraham fue "a tu descendencia -o a tu parentela- daré esta tierra"(Génesis 15:18)
Pocas veces pensamos que la descendencia de Abrahám no incluía sólo a los judíos, sino también al resto de sus familiares. Tanto los hijos de Esaú, hermano de Jacob, como Moab y Amón, hijos de Lot fueron alcanzados por las promesas de Aquel que siempre honra su palabra.
Y mirando un poco el mapa, ya poseían esta tierra los madianitas, que eran descendientes de Cetura, segunda esposa de Abraham.
Muchos años antes que el quejoso pueblo de Israel pudiera alcanzar las promesas de Dios, los edomitas, moabitas, amonitas y madianitas, aún cuando eran idólatras, ya habían echado a los gigantes y recibido la Tierra de la promesa
¡Qué lección para nosotros!
En su eterno propósito, nuestro Padre Celestial tiene en cuenta no sólo al remanente de su pueblo, sino a toda la humanidad. Hace bondadosamente salir su sol y descender la lluvia, sobre "buenos y malos, sobre justos e injustos".
Las promesas están allí, para sus hijos y para toda la humanidad, pero no nos corresponde a nosotros decidir cuándo ni en qué circunstancias las recibiremos, como si Dios nos debiera algo.
A veces no recibimos sus bendiciones simplemente por que no las pedimos. Otras, nuestra impaciencia o nuestra falta de fe nos inhabilitan para recibirlas. En ocasiones incluso la prosperidad material puede resultar un estorbo para sus planes, porque cuando todo anda bien nos olvidamos de El
Debemos, sí, reclamarlas al Señor con humildad y constancia, pero siempre teniendo en cuenta su gloria y sus propósitos, recordando las palabras "Hágase tu voluntad".
La mayor y más relevante promesa de las Escrituras, sin embargo, felizmente no depende de nosotros para su cumplimiento.
Jesús -antes de su ascención- prometió volver, y lo hará, porque El cumple, Pero nos dio la tarea de pedir por ella, diciendo: "venga tu reino". ¿Lo estás haciendo? Y lo que es mejor, ¿te estás preparando para su regreso?

martes, 10 de febrero de 2009

Lecciones de Deuteronomio 2

¿Qué puede haber en este capítulo que se relacione con la Venida del Señor?
Mucho. Tanto que a él dedicaré las siguientes tres entregas del blog.
Antes de seguir, relataré brevemente la historia de por qué escribo esto.
Estaba preparando una predicación, y como siempre, el viernes de noche antes de presentar a la congregación la Palabra de Dios, me puse a revisar el tema y hacer los últimos ajustes. Mi esposa estaba a mi lado leyendo su Biblia, cuando de pronto rompió el silencio y exclamó: ¡Es increíble lo que dice aquí! Su atención se había dirigido al capítulo 2 de Deuteronomio. Luego de compartir conmigo sus descubrimientos, yo dejé el texto que había preparado, me puse a investigar, lo escribí, y ese sábado hable de lo que a continuación les presento.
En el libro de Deuteronomio, Moisés recapitula la experiencia de los hebreos desde su salida de la cautividad hasta su muerte en el monte Nebo.
El pueblo de Israel había salido de Egipto, cruzado el mar en seco, recibido su Ley en el Sinaí, recorrido el desierto, pero al llegar a Cades-barnea, en lugar de entrar a la tierra que Dios le otorgaba, al ver las ciudades amuralladas y los gigantes, tuvo temor, se rebeló, desconfió de Su poder y llegó al extremo de desear volver al lugar de donde habían salido.
Esto les costó largos y dolorosos años de vagar por el desierto, sin poder heredar la promesa, hasta que murió el último de esa generación incrédula y rebelde
"Luego volvimos y salimos al desierto, camino del Mar Rojo, como Jehová me había dicho; y rodeamos el monte de Seir por mucho tiempo. Y Jehová me habló, diciendo: Bastante habéis rodeado este monte; volveos al norte(vs. 1-3)".
Era suficiente el tiempo que estuvieron dando vueltas, ahora debían avanzar, en una nueva oportunidad de alcanzar la bendición prometida.
No importa cual haya sido nuestra experiencia anterior, si alcanzamos su blanco o no, si fuimos fieles o desleales, si pasamos tiempo suficiente en la presencia de Dios o nos olvidamos de Él (salvo cuando tenemos problemas), nos ofrece continua y constantemente nuevas oportunidades, "teniendo paciencia para con nosotros".
Cuando no se cumplen los objetivos de Dios para sus hijos, el emplea la disciplina del sufrimiento y la adversidad para que se cumpla su propósito eterno de salvación. Así ha sido siempre y así es todavía hoy. Solamente nuestras dudas, nuestros temores e incredulidad nos mantienen en el desierto de este mundo. ¿No será que el Señor nos dice también a nosotros hoy lo mismo, "Bastante habéis rodeado este monte?"
¿No será hora ya de avanzar y alcanzar la Tierra Prometida, la nueva Jerusalén de Dios?
"Bastante habéis rodeado este monte?"
¿No hemos estado bastante en este mundo de pecado, maldad y sufrimiento?
"Bastante habéis rodeado este monte?"
Depende de la decisión de Dios y de nuestra respuesta.
Tenemos hoy la oportunidad de rogar al Señor que nos saque de este desierto gobernado por Satanás, de anhelar "una tierra mejor", de pedir el fin de nuestro peregrinaje.
¿Contestará Él?
Queda el asunto de las promesas divinas y el de los gigantes para las siguientes entradas...

lunes, 9 de febrero de 2009

Un susto mayúsculo

Mi búsqueda de Dios comenzó... cuando Él comenzó a buscarme.
Alrededor de los 12 o 13 años sentí gran interés por saber de Jesús, y fui llamado a conocerle a través de su Palabra. Esa búsqueda divina derivó en mi conversión 8 años más tarde
En una visita a la iglesia Adventista por ese tiempo, compré una Biblia y comencé a leer libros religiosos, el más destacado de todos fue "El Conflicto de los Siglos" de E. G. White, que cautivó mi atención y me sacudió en gran manera.
De todas las formas en que el Señor llamó a mi vida desde que tuve conciencia, una acude a mi mente con fuerza, tal vez determinante para mis convicciones posteriores:
Estaba ya cursando el colegio secundario, cuando un día de lluvia, en el momento de la salida, las nubes negras y espesas que cubrían el cielo, se replegaron como arrollándose en forma extraña y salió el sol.
Acudió entonces a mi mente con la energía de una explosión devastadora, un pasaje bíblico que había leído, que dice así:
Apocalipsis 6:14 "Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar".
Miedo, pánico, espanto, terror... no sé cual sería la palabra, pero me quedé paralizado. Pensé que ¡Jesús estaba llegando! Y yo... ¡¡¡no estaba preparado!!!
Por un rato quedé parado en medio de la plaza contemplando la escena...
Cuando me repuse, volví a mi casa, pero el recuerdo del incidente me persiguió por mucho tiempo, haciéndome pensar y llorar por el temor de sentirme culpable y sin perdón, destinado seguramente a la perdición eterna.
Todavía hoy ese incidente juvenil me recuerda el momento en que sentí su poderoso llamado
La venida de Cristo no es para mí hoy un pensamiento terrorífico, más bien es un anhelo feliz y un acontecimiento que llena mi vida de paz y seguridad.
¿Habrá algo mejor que el fin de todas nuestras ansiedades y temores, el fin del mal y del sufrimiento, el fin de la inseguridad, el dolor y la muerte?
Del temor a la esperanza, del miedo a la confianza, de la culpa a la paz de su aceptación...
¿Qué hizo cambiar mis sentimientos? Fue sin duda el haber experimentado la gracia perdonadora de Dios en mi vida, saber que me ama, que tiene para mí -y para todo el que cree y lo acepta- un futuro glorioso y que me considera su hijo a pesar de mis constantes fallas.
¿Cuáles son los sentimientos o emociones que te produce este magno acontecimiento?


jueves, 5 de febrero de 2009

Qué hacer con la demora

Yo tenía 7 años cuando por primera vez viajamos a Buenos Aires en auto. En aquella época, teníamos una Estanciera modelo 62, ¡qué antigüedad! (aunque vendría a ser el equivalente de los vehículos 4x4 actuales). Los caminos no eran muy buenos y para llegar desde Formosa había que transitar por caminos de tierra y cruzar el río en balsa para llegar a Resistencia (Chaco), parar en un hotel en Santa Fe; en suma, tomaba dos largos días llegar.
Para mí el viaje era fascinante, pero largo y cansador. En los últimos tramos del viaje, preguntaba a cada rato cuándo llegaríamos y la respuesta tranquilizadora era siempre la misma:
Falta poco...
(Aunque mi padre, como buen alemán, sabía con bastante precisión la hora de llegada)
Me parecía que nunca llegaríamos, hasta que pudimos ver a bastante distancia las luces de la gran ciudad... ¡Habíamos llegado al fin!
Lo mismo sucede con la Segunda Venida de Cristo.
Como niños impacientes nos parece que cuanto más pasa el tiempo, más lejos estamos de llegar, o tal vez, nunca lleguemos; cuando en realidad sucede todo lo contrario .Cada vez estamos más cerca, día a día, minuto a minuto, el magno acontecimiento se aproxima irreversible y glorioso
La impaciencia nuestra está en parte justificada por la brevedad de nuestra vida, pero en los planes de Dios no hay apuro ni demora.
Ante nuestra ansiedad por el tiempo, que anticipamos como tardanza; tal como mi padre lo hizo aquella vez, el Señor sólo contesta:
Falta poco...
Renovemos nuestras ansias por llegar, nuestro deseo de estar allí, porque...
Falta poco...
Compartamos la esperanza ante un mundo que desespera, porque...
Falta poco...
Pablo lo expresa con estas inolvidables palabras:
"Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos".
Romanos 13:11

Curso de Apocalipsis - enlaces

Este curso es un Apocalipsis no apocalíptico, es decir está orientado a despertar interés en el estudio de la Biblia y satisfacer las más importantes necesidades del alma al presentar sus grandes temas
Aqui están los enlaces:
http://docs.google.com/Doc?id=dddr97jz_1f6t7g62s&hl=en
http://docs.google.com/Doc?id=dddr97jz_0cvhvhggm&hl=en
http://docs.google.com/Presentation?docid=dddr97jz_3frb77nfk&hl=en
DISFRUTENLO Y COMPARTANLO si les resulta útil
Willy

Saquemos fuerzas de donde no hay

Si sentimos que estamos cansados o sin fuerzas, que todo parece negativo y pensamos que es muy difícil la vida cristiana, recordemos esta cita valiosísima:
Cuando la religión de Cristo sea más despreciada, cuando su ley sea más menoscabada, entonces deberá ser más ardiente nuestro celo, y nuestro valor y firmeza más inquebrantables. El permanecer de pie en defensa de la verdad y la justicia cuando la mayoría nos abandone, el pelear las batallas del Señor cuando los campeones sean pocos, ésta será nuestra prueba. En este tiempo, debemos obtener calor de la frialdad de los demás, valor de su cobardía, y lealtad de su traición".- 2JT 31 (1882).

Tengan ánimo en Dios
Willy

Reclamo

Esto no es lo que piensas…
Todos estamos cansados de escuchar reclamaciones en forma de quejas y lamentos, y sobre todo de aquellos que opinan que “todo tiempo pasado fue mejor”
Pero existen otras acepciones de la palabra reclamo que quisiera considerar contigo
Veamos algunas acepciones de esta palabra:
Reclamo (según la Real Academia Española)
2. m. Voz con que un ave llama a otra de su especie.
5. m. Voz o grito con que se llama a alguien.
8. m. Cosa que atrae o convida.
Es decir, que reclamo es una voz, un grito, una llamada, un convite
Por lo tanto, quisiera usar estos significados para dirigirte una carta personal
  • RECLAMO que tú y yo centremos nuestros anhelos y energías en amar a Jesús y en apresurar su venida.
  • RECLAMO tu fe y la mía, que avancen y destruyan las fortalezas del enemigo (el diablo) para mostrar que somos un pueblo diferente, no en razón de nosotros mismos, sino por ser propiedad de Cristo
  • RECLAMO tu voz y la mía, que se alcen para bendecir y compartir el amor de Dios, diciéndole al mundo que ya viene nuestro amado Señor y que no se levante jamás para polemizar ni herir a nadie gratuitamente
  • RECLAMO tus brazos y los míos para sostener al débil y vacilante y para rescatar al que perece en sus pecados
  • RECLAMO tus rodillas y las mías para buscar al Señor con espíritu de confesión y arrepentimiento, pidiendo la lluvia tardía del Espíritu
  • RECLAMO tu presencia y la mía en cada culto y en cada lugar de oración, adorando a Dios ”en espíritu y en verdad”
  • RECLAMO que tú y yo alcemos una barrera contra el mal y las divisiones en la iglesia, que seamos fuertes en la fe una vez dada a los santos y fervientes en defenderla, pero siempre con mansedumbre, amor y compasión
  • RECLAMO finalmente, que tú y yo estemos en aquel día cruzando las puertas de perlas de la Nueva Jerusalén y recibiendo nuestra corona de Sus manos
No tengo dudas de que nuestro reclamo será contestado porque así lo prometió:
"Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre".  Malaquías 3:16
Agrego además esta cita que me parece muy pertinente:
Cuando el creyente se inclina en súplica ante Dios, y en humildad y contrición ofrece su petición con labios no fingidos, pierde todo pensamiento egoísta. Su mente se llena del pensamiento de qué debe poseer para poder formar un carácter semejante a Cristo. El ora: "Señor, si debo ser un canal a través del cual tu amor debe fluir día tras día y hora tras hora, reclamo por la fe la gracia y el poder que tú has prometido". Se aferra firmemente de la promesa: "Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios..., y le será dada". (Dios nos cuida pag. 166)
¿Atenderás mi reclamo?

Justificación del título del blog

¿Por qué CRISTO VIENE HOY?
Simplemente, sin torcer ningún principio teológico, porque considero que Dios tiene en cuenta nuestros anhelos, y el mío más ferviente es el de ver regresar a Nuestro Señor Jesús
Después de todo, si el deseo de todos sus hijos es que venga ya, ¿no lo contestará nuestro Padre Celestial?
Recordemos la Parábola de la viuda y el juez injusto
Lucas 18:1-8
"También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. " Y dijo el Señor:
"Oíd lo que dijo el juez injusto.
¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia
Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?"
Por lo tanto, todas las cosas que figuren aquí tendrán ese objetivo, de hacer crecer en mí y en los que lean el interés ardiente por el retorno de nuestro Maestro, el fin de este mundo de pecado y maldad, la comunión sin interferencias con el resto de la creación de Dios, en armonía durante las edades sin fin de la eternidad
Con afecto en el Señor
Willy