viernes, 29 de mayo de 2009

PRUEBAS, CHASCOS Y DESALIENTO

Cuando yo era niño, mi padre recibió como premio -por cuestiones comerciales- un viaje a los EEUU y se propuso llevarnos además a mi primo, a mi hermano y a mí. La increíble noticia produjo en nuestras cabecitas infantiles una alegría enorme y un entusiasmo desbordante, poblado de ilusiones, pero debido a causas que de pequeño yo no podía comprender, el viaje soñado nunca se realizó.
Cuando nos enteramos, lloré durante un día entero. Fue, no obstante, apenas la primera de muchas desilusiones que experimentaría en mi vida.
¿No pasa lo mismo en la vida cristiana? ¿Por qué será que tiene que estar el camino de los creyentes sembrado de pruebas, chascos y amargo desaliento?
En la vida de Cristo encontramos una experiencia que nos puede ayudar a comprender en parte la razón de las pruebas en nuestra vida.
El había alimentado una multitud con cinco panes y dos peces, y todos, con gran entusiasmo, pensaban hacerle rey por la fuerza y de inmediato, sólo pensando en derrocar a los odiados romanos. Sin embargo, el Salvador dispersó a la multitud, enfrió sus ánimos y se fue de allí. "Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él." (Juan 6:66)
La reacción popular resultó en que la mayoría abandonó a Jesús. Su orgullo no les dejó ver en Cristo al Mesías esperado; la senda de la abnegación y la humildad que proponía no cuajaba con sus deseos de exaltación propia y poder mundanal. El egoísmo de sus corazones y sus prejuicios rechazaron a Aquel que era el pan de vida y su garantía de vida eterna.
¿Por qué desanimó él a tan entusiastas seguidores? Encontré un brillante comentario al respecto:
"Aunque no podemos comprender ahora las obras y los caminos de Dios, podemos discernir su gran amor, que está a la base de todo su trato con los hombres. El que vive cerca de Jesús comprenderá mucho del misterio de la piedad. Reconocerá la misericordia que administra reprensión, que prueba el carácter y saca a luz el propósito del corazón.
Cuando Jesús presentó la verdad escrutadora que hizo que tantos de sus discípulos se volvieran atrás, sabía cuál sería el resultado de sus palabras; pero tenía un propósito de misericordia que cumplir. Preveía que en la hora de la tentación cada uno de sus amados discípulos sería severamente probado. Su agonía de Getsemaní, su entrega y crucifixión, serían para ellos una prueba muy penosa. Si no hubiese venido una prueba anterior, habrían estado relacionados con ellos muchos impulsados solamente por motivos egoístas. Cuando su Señor fuese condenado en el tribunal; cuando la multitud que le había saludado como Rey le silbase y le vilipendiase; cuando la muchedumbre escarnecedora clamase: "Crucifícale;" cuando sus ambiciones mundanales fuesen frustradas, estos egoístas, renunciando a su fidelidad a Jesús habrían abrumado el corazón de los discípulos con una amarga tristeza adicional al pesar y chasco que sentían al ver naufragar sus esperanzas más caras. En esa hora de tinieblas, el ejemplo de los que se apartasen de él podría haber arrastrado a otros con ellos. Pero Jesús provocó esta crisis mientras podía por su presencia personal fortalecer todavía la fe de sus verdaderos seguidores. ¡Compasivo Redentor que, en pleno conocimiento de la suerte que le esperaba, allanó tiernamente el camino para los discípulos, los preparó para su prueba culminante y los fortaleció para la aflicción final!"
Deseado de Todas las Gentes pag. 394
Él también nos desafía hoy a cada uno de nosotros. ¿Contestaremos igual que Pedro?

"Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna." (Juan 6:67,68)



martes, 26 de mayo de 2009

ACEPTACIÓN

"Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso... Entonces Ananías respondió: Señor, he oído... cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén... El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste... Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo." Hechos 9:10-17
En esta historia de la Biblia hay, por sobre muchos otros, un elemento conmovedor.
La inmediata y sencilla obediencia de Ananías incluye la aceptación de Saulo como su igual, pese a conocer de él una historia terrible como perseguidor de los creyentes.
¡Qué impresionante cambio de actitud y sentimientos! Mi enemigo ahora es mi hermano...
Ananías se constituye así en ejemplo para nosotros de bondadosa aceptación, de inclusión en la familia de Dios, hasta de los que consideraríamos los peores candidatos.
No se trata de simple cortesía, ni de una aceptación ingenua de cualquiera, ni de pretendido universalismo, sino más bien de una verdadera actitud cristiana que nace de una auténtica relación con el Señor.
Está bien claro, por otro lado, que también tenemos que orar "para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe" 2º Tesalonicenses 3:2
Lo que quiero resaltar es que en tanto Dios no lo indique, tenemos que considerar como nuestros hermanos a todos aquellos que buscan conocer y obedecer a Dios.
A los que predican la amonestación final para este mundo, el Señor les dice lo que dijo a sus discípulos que se opusieron a uno que predicaba a Cristo fuera de su círculo, "el que no es contra nosotros, por nosotros es." Marcos 9:40
No estoy hablando de que debamos ignorar la perversión de la doctrina, o los males que hay en los demás. Pero en lo que nos compete, debemos recibir y aceptar a todos los que hacen la obra de Dios sin considerar si creen exactamente como creemos nosotros. (¿no es fácil, verdad?)
Una historia más:
"Y habían quedado en el campamento dos varones, llamados el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu; estaban éstos entre los inscritos, pero no habían venido al tabernáculo; y profetizaron en el campamento. Y corrió un joven y dio aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campamento. Entonces respondió Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, y dijo: Señor mío Moisés, impídelos. Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos." (ver Números 11:26-29)
A veces como Josué tenemos la idea de impedir la labor de los que no parecen estar siguiendo al Señor, pero al llamar a los setenta ancianos, Dios envió su espíritu tanto sobre los que se encontraban reunidos como sobre los que no estaban allí.
Nuestro amado Señor no tiene cartelitos. Son los hombres quienes los ponen.
No distingue entre católicos, protestantes, evangélicos o no cristianos.
No clasifica a los hombres entre fundamentalistas, legalistas, liberales u ortodoxos.
Para Él no existen esas categorías, solamente tiene ovejas. Dentro y fuera de la iglesia, como en el caso de Ananías y Saulo.
Jesús mismo lo explicó en Juan 10 que tiene "otras ovejas" que no están en el redil.
El trabajo de los que están dentro es traer las ovejas que están fuera, no determinar quién es digno de estar en el aprisco. La nuestra es una labor de inclusión, no de separación.
La tarea de separar las ovejas de los cabritos le pertenece al Señor en el juicio de las naciones.
Debemos derribar la pared de separación, dejar de lado nuestros prejuicios y considerar a los demás como Moisés y Ananías lo hicieron, poniendo en primer lugar los intereses de la causa de Dios, antes que su apreciación negativa de las personas.
Recordemos que somos "aceptos en el Amado" (Efesios 1:6) no por lo que creemos ni por lo que hacemos, sino porque Jesús murió por nosotros.
No debemos ocuparnos en enderezar, sino en aceptar a los demás, pues la obra de cada uno se hará manifiesta tarde o temprano por sus frutos.
En el día final, se verá quien edificó con paja y quién lo hizo con buen material.
No nos toca a nosotros determinarlo. Nuestro omnisapiente Dios lo hará.
Recibámonos unos a otros en el amor de Jesús.

lunes, 25 de mayo de 2009

SI TÚ ME DICES "¡VEN!"

Si tú me dices «¡ven!», lo dejo todo...
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada...
Pero dímelo fuerte, de tal modo

que tu voz, como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.

Si tú me dices «¡ven!», todo lo dejo.
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular;
mas he de compensarte mi retardo,
difundiéndome ¡Oh Cristo! ¡como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar!

Amado Nervo

UNIDAD CRISTIANA

Es muy bueno y delicioso
Habitar en comunión;
Es divino, es hermoso
Ser de un solo corazón.

No buscando ya lo nuestro
Sino el bien de los demás;
El ejemplo del Maestro,
Imitarlo más y más.

Perdonando las ofensas
Y olvidándolas también
Deben ya quedar suspensas
Procurémonos el bien.

Reduciendo a la memoria
Al Divino y buen Jesús:
No buscó jamás su gloria,
Prefiriendo aun la cruz.

El pecado dividiónos,
Tristes huellas nos dejó,
Mas el Cristo restaurónos,
Con su amor nos vinculó.

Arturo Borja Anderson

domingo, 24 de mayo de 2009

NADA TE TURBE

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda.

La paciencia
todo lo alcanza.

Quién a Dios tiene,
Nada le falta,
Sólo Dios basta.

Santa Teresa de Jesús

Señor, Señor, Tú antes, Tú después; Tú en la inmensa
hondura del vacío y en la hondura interior:
Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa;
Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor.

Tú en el cenit a un tiempo y en el nadir; Tú en todas
las transfiguraciones y en todo el padecer;
Tú en la capilla fúnebre y en la noche de bodas;
Tú en el beso primero y en el beso postrer.

Tú en los ojos azules y en los ojos obscuros;
Tú en la frivolidad quinceañera, y también
en las graves ternezas de los años maduros;
Tú en la más negra sima, Tú en el más alto edén.

Si la ciencia engreida no te ve, yo te veo;
si sus labios te niegan, yo te proclamaré.
Por cada hombre que duda, mi alma grita: «Yo creo.»
¡Y con cada fe muerta se agiganta mi fe!

Amado Nervo

CULTIVO UNA ROSA BLANCA

Cultivo una rosa blanca
En Junio como en Enero,
Para el amigo sincero,
Que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca
El corazón con que vivo,
Cardo ni ortiga cultivo
cultivo una rosa blanca.

José Martí

Un niño escondido en el templo

Cuenta la BIblia en 2º de Reyes capítulo 11, la historia de una terrible mujer que accedió al trono de Judá. Era hija de Jezabel (reina de Israel y sacerdotisa pagana) y se apoderó del trono luego de haber mandado a asesinar a ¡todos sus nietos!, con terribles consecuencias para el pueblo y especialmente para la familia real. Al igual que su madre, Atalía favoreció el culto a Baal entre el pueblo haciendo que olvidaran a Dios.
En este incidente encontramos preciosas lecciones para los padres, los maestros y la iglesia.
"Cuando Atalía madre de Ocozías vio que su hijo era muerto, se levantó y destruyó toda la descendencia real. Pero Josaba hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a Joás hijo de Ocozías y lo sacó furtivamente de entre los hijos del rey a quienes estaban matando, y lo ocultó de Atalía, a él y a su ama, en la cámara de dormir, y en esta forma no lo mataron. Y estuvo con ella escondido en la casa de Jehová seis años; y Atalía fue reina sobre el país".(vs. 1-3)
¡Un niño escondido en el templo! ¡Qué figura poderosa!
En una simple aplicación del texto, somos llamados a "esconder" nuestros niños de la contaminación mortal de las modernas Atalías que los inducen al mal ¿Cuáles serían?
La Biblia dice que "el mundo entero está bajo el maligno" 1º Juan 5:19 !Qué pavoroso! O sea que ¡Atalía reina incluso entre nosotros!
Algunos cristianos comprometidos emprenden la fatigosa tarea de combatir el mal tratando inútilmente de frenar su avance; (no digo que no hagamos nada) pero recordemos que nuestra preocupación primaria no debería ser si van a mirar este o aquel programa de Tv o ir a tal o cual lugar sino que aprendan a amar a Dios y la verdad y jugar su suerte con Cristo y su iglesia en sus primeros años.
Así como Joiada organizó a los soldados en tres compañías para defender la vida del pequeño Joás -único sobreviviente de los hijos del rey- existen en la sociedad tres grupos clave que deberían hacerse cargo de su responsabilidad de defender a nuestros niños.
Ciertamente la familia debe ser la primera línea de defensa de nuestros hijos contra el mal, pero también la iglesia debe ocupar un lugar relevante en esta tarea, finalmente, las escuelas de iglesia deben constituirse en cuidad de refugio de nuestros niños y adolescentes.
Necesitamos ser más firmes en esto. Afuera hay peligro de muerte.
Yo he visto con tristeza a varias generaciones de niños que asistían a nuestras iglesias y escuelas abandonar la fe y entregarse al mundo y a la carne ¿Esto es acaso inevitable?
Padres, maestros, líderes; ¿estamos haciendo todo lo necesario?
"Mas al séptimo año envió Joiada y tomó jefes de centenas, capitanes, y gente de la guardia, y los metió consigo en la casa de Jehová, e hizo con ellos alianza, juramentándolos en la casa de Jehová; y les mostró el hijo del rey".(vs. 4)
¿Quién es hoy el hijo del rey ?
Cualquier niño que nace en nuestro pecaminoso mundo es un hijo del Rey Celestial, y así debería ser tratado. Con mayor razón los hijos de la iglesia.
No alcanza con hacer el culto de familia, instituir un Ministerio más en la iglesia o realizar semanas de oración en la escuela. Hay algo más que debemos hacer.
Los niños deberían ver en nosotros un vivo interés por ellos y un sincero y total compromiso con la verdad. Somos llamados a estrechar filas a su alrededor, siendo sus amigos, sus guías y sus modelos de conducta cristiana. No tenemos que tolerar el avance del mal.
"Y estaréis alrededor del rey por todos lados, teniendo cada uno sus armas en las manos; y cualquiera que entrare en las filas, sea muerto. Y estaréis con el rey cuando salga, y cuando entre. Los jefes de centenas, pues, hicieron todo como el sacerdote Joiada les mandó; Y el sacerdote dio a los jefes de centenas las lanzas y los escudos que habían sido del rey David, que estaban en la casa de Jehová. Y los de la guardia se pusieron en fila, teniendo cada uno sus armas en sus manos, desde el lado derecho de la casa hasta el lado izquierdo, junto al altar y el templo, en derredor del rey. Sacando luego Joiada al hijo del rey, le puso la corona y el testimonio, y le hicieron rey ungiéndole; y batiendo las manos dijeron: !!Viva el rey!" (vs.8-12)
Tengamos presente que las armas con que los soldados iban a defender al niño no eran las suyas propias, sino las que recibirían en el Templo. De idéntica forma, en la guerra contra el mal no valen nuestras propias armas, tenemos que usar las que Dios provee.
En nuestra lucha espiritual, tal como en el capítulo que estamos considerando, se destacan el pacto, la reforma y la eliminación de los ídolos como pasos previos necesarios para que el niño pudiera acceder al trono.
"Entonces Joiada hizo pacto entre Jehová y el rey y el pueblo, que serían pueblo de Jehová; y asimismo entre el rey y el pueblo. Y todo el pueblo de la tierra entró en el templo de Baal, y lo derribaron; asimismo despedazaron enteramente sus altares y sus imágenes... Y el sacerdote puso guarnición sobre la casa de Jehová. Después tomó a los jefes de centenas, los capitanes, la guardia y todo el pueblo de la tierra, y llevaron al rey desde la casa de Jehová, Y todo el pueblo de la tierra se regocijó, y la ciudad estuvo en reposo".(vs.17-20)
Para que nuestra tarea sea eficaz, primeramente debemos decidir ser pueblo de Jehová, realizando los cambios que sean precisos en nuestras vidas y en la vida de la iglesia y expulsar todo ídolo reverenciado en el corazón.
Jesús mandó a Pedro como prueba de su amor: "apacienta mis corderos" (Juan 21:15)
Sólo habrá regocijo y reposo cuando hayamos cumplido nuestra tarea y nuestros niños y niñas estén a salvo entronizados con Cristo en la patria celestial.
¡Qué desafío!

viernes, 22 de mayo de 2009

EL CUIDADO DE DIOS POR SU IGLESIA


Publico esto sin comentarios de mi parte

CADA DÍA CON DIOS pag. 172


Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Rom. 16: 17.

En todas las épocas del mundo ha habido hombres que han creído que tenían una obra que hacer para el Señor sin tomar en cuenta para nada a los que el Señor ya estaba usando. Su aplicación de las Escrituras no es correcta pues las tuercen para que apoyen sus propias ideas. Cualesquiera sean las pretensiones de los que se apartan del cuerpo de la iglesia para proclamar teorías de su propia invención, están al servicio de Satanás para poner en marcha un nuevo procedimiento con el fin de desviar a las almas de la verdad para este tiempo.
Tengan cuidado de los que se levantan con la gran responsabilidad de denunciar a la iglesia. Los elegidos que están de pie para hacer frente a las tormentas de la oposición del mundo, y están levantando los pisoteados mandamientos de Dios para exaltarlos como santos y honorables, son ciertamente la luz del mundo. ¿Cómo se permiten juzgarlos estos mortales y llamar ramera a la iglesia, Babilonia, cueva de ladrones, habitación de toda ave sucia y aborrecible, morada de demonios, que da de beber a las naciones el vino de su fornicación, que se confedera con los reyes y grandes de la tierra, que se enriquece gracias a la abundancia de sus delicias, para proclamar que sus pecados han llegado hasta el cielo y que sus iniquidades han venido en memoria delante de Dios? ¿Es este el mensaje que le tenemos que dar a los adventistas del séptimo día? ¡Les digo que no! Dios no le ha confiado a nadie tal mensaje. Humillen esos hombres sus corazones delante de Dios, y con verdadera contrición arrepiéntanse por haberse puesto siquiera por un instante al lado del acusador de los hermanos que los acusa delante de Dios de día y de noche. . .
Les digo, mis hermanos, que el Señor tiene un cuerpo organizado por medio del cual obra. Puede haber más de media docena de Judas entre ellos; puede haber algún Pedro apresurado que al ser sometido a prueba sea capaz de negar a su Señor; puede haber personas como Juan, a quien Jesús amaba, pero con tal celo que pueden estar dispuestos a destruir vidas humanas clamando que descienda fuego del cielo para vengar un insulto dirigido a Cristo y a la verdad. Pero el gran Maestro trata de dar lecciones y de instruir para corregir estos males (Manuscrito 21, del 12 de junio de 1893).

miércoles, 20 de mayo de 2009

EL MÁS GRANDE DE TODOS LOS PECADOS II

Mi infancia y mi juventud transcurrieron entre motores. Primero en la vieja central eléctrica donde trabajaba mi padre y luego en el taller de rectificación de motores que estableció.
De todas las actividades del taller, siempre cautivó mi atención la soldadura.
Veía con frecuencia a los operarios usar con destreza los diferentes tipos de soldadura para unir partes metálicas que se habían roto o para cubrir agujeros y rajaduras. Parecía que todo tenía arreglo con un poco de soldadura.
Pero en el terreno espiritual, ¿hay alguna clase de soldadura? La respuesta no se halla en un simple sí o no.
Comencemos primero considerando el carácter de Dios y su relación con el mal.
"Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: !!Jehová! !!Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró". Éxodo 34:6-8
Él es un Padre amoroso, perdonador y misericordioso, pero también es un Dios que no pasa por alto nuestras faltas ni evita sus consecuencias. (ver las entradas: El problema del pecado I y II)
No deberíamos entonces minimizar el pecado ni ignorarlo, pues Dios no lo hace.
Cuando éste halla cabida en el corazón, produce efectos visibles e invisibles. Los visibles son los que generalmente ponderamos, juzgamos y condenamos, como el adulterio, la mentira, el homicidio, la intemperancia, etc.
Los invisibles (el orgullo, el egoísmo, la vanidad, los malos pensamientos, etc.), por su misma naturaleza, son mucho más peligrosos y más difíciles de desarraigar.
David comprendiendo esto, exclamó: "¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión". Salmos 19:12,13
El problema de Laodicea, no consiste en la tibieza, sino en que cree no necesitar nada y no se da cuenta de su real situación. El Testigo Fiel le dice:"y no sabes que eres desventurado, pobre, miserable, ciego y desnudo" - Apocalipsis 3:17
Como el arrogante fariseo de la parábola contada por Jesús, el laodicense da gracias por ser mejor que los demás, sin ver que está condenándose en su misma oración.
Esta condición de ignorancia voluntaria, lleva inevitablemente a la auto justificación.
Pero, ¿cómo cambiar sin sentir necesidad de cambio? (pues la iglesia necesita cambiar con urgencia, y mucho). Los remedios que se proporcionan a la iglesia de Laodicea son la clave:
"Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas." Apocalipsis 3:18
Todos estos bienes se compran de Dios "sin dinero y sin precio" (Isaías 55:1), las gracias celestiales no se consiguen por nuestros propios esfuerzos, sino de pura gracia.
Oro refinado en fuego: el amor y la fe son la áurea soldadura que el cielo utiliza. Pero lo que es de mayor valor no se alcanza en la comodidad o en la complacencia. Es en el fuego de las pruebas donde conseguiremos los dones que nos habilitarán para vencer en el tiempo final.
Vestiduras blancas: la justicia perfecta de Cristo es lo único que nos justificará en el juicio.
Colirio: la iluminación del Espíritu Santo nos permitirá ir a Dios buscando justicia y perdón.
Los laodicenses no están sin esperanza ni fuera del alcance de la gracia, pues recordemos que el Señor disciplina y reprende "a los que ama"
Laodicea es sin duda la iglesia del tiempo final, (pues no hay una octava iglesia en el Apocalipsis) y espera ansiosamente recibir sanidad. Tú y yo, los que decimos formar parte de ella debemos clamar por estos bienes prometidos por nuestro amoroso Testigo Celestial.
Cuando lo hagamos, el Rey de reyes vendrá a buscarnos.

sábado, 16 de mayo de 2009

EL MÁS GRANDE DE TODOS LOS PECADOS I

¿Cuál es el más grande de todos los pecados?
Según la encuesta que realicé en el blog, el mayor de los pecados es el orgullo, y no está mal, porque fue el primero que halló lugar en el corazón de un ser creado (Lucifer).
Un lector con conocimiento de la Biblia, por otra parte, me escribió que "es rechazar a Cristo y blasfemar contra el Espíritu Santo".
Jesús dijo en cierta ocasión, que el pecado contra el Espíritu Santo no les sería perdonado a los hombres. De veras es un asunto grave.
Pero trae a su vez la pregunta de cómo se comete dicho pecado.
Puede esto llegar a ser incluso desalentador para algunos creyentes, que con sensible conciencia, al contemplar sus reiteradas infidelidades, creen haber pecado imperdonablemente.
¿Se cansa Dios de perdonar? ¡NO! ¡Mil veces no!
Precisamente aquellos que tienen conciencia del pecado y se dan cuenta de sus faltas son los que están más al alcance del perdón.
Perdonar no es problema para Dios. La gracia de nuestro bondadoso Señor es ilimitada y suficiente para cubrir cualquier pecado. No hay límite de grado o cantidad para su perdón.
Más bien, aquellos que son incapaces de reconocer la gravedad de su situación, que no buscan el perdón, no aceptan la reprensión y que orgullosamente se creen superiores a los demás, están camino a rechazar definitivamente la suave voz del Espíritu.
Entonces, habiendo establecido esto, quiero abordar el tema de cuál es el peor de todos los pecados.
En la sociedad hay pecados más graves que otros. No es lo mismo un asesino que un mentiroso, ni un violador que un vanidoso. Nuestros parámetros se han vuelto relativos.
En nuestro competitivo mundo, incluso apreciamos a los que apasionadamente se llevan el mundo por delante, los agresivos y rápidos para contestar. Hasta la ironía, la mordacidad y el sarcasmo han sacado ya patente de grandeza, no sólo entre los incrédulos, sino dolorosamente también entre los creyentes.
Por otra parte, en nuestra pobre escala, donde figuramos siempre en primer lugar, consideramos en forma diferente nuestro pecado de aquel que cometen los demás contra mí.
Hasta en la iglesia tenemos una escala relativa de pecados contra los que reaccionamos de diferente manera. (¿Qué es acaso más frecuente, desfraternizar a una persona por adulterio o por ser orgulloso?)
Pero la valoración personal o la aceptación social de ciertas conductas no constituye guía segura de la voluntad de Dios. Ante el Señor no hay diferencia "por cuanto todos pecaron" - Romanos 3:23
Lejos estoy de afirmar que no debemos dar al pecado el nombre que le corresponde, o que la iglesia no deba disciplinar a los miembros. Hay claros y positivos mandatos bíblicos al respecto.
Solamente que aunque haya diferencia de pecados, cualquier pecado es mortal en sus efectos.
Si consideramos que el pecado es estar separados de Dios y obrar en rebeldía contra su Ley, el problema de la gravedad del pecado radica no en una escala, sino en qué lugar está alojado.
No es el mayor de todos los pecados el que la sociedad considera gravísimo. Tampoco el que los creyentes pueden considerar probado. Menos aún el pecado que ofende nuestro deforme yo.
Todas estas valoraciones están fuera de nosotros y son fáciles de realizar.
Hay una valoración infalible, la que hace Dios, y en ella, nos dice cuál es el pecado más ofensivo a su vista y de mayor riesgo para nosotros.
A riesgo de sonar obvio o evidente, quiero decir que el más grave de todos los pecados es el que se halla oculto en nuestro propio corazón.
Como un tumor inoperable alojado en nuestro cerebro, que se enquista y resiste con más persistencia que los tumores superficiales, el pecado es más difícil de erradicar cuando se aloja en el recóndito interior del ser humano, en su mente, sentimientos y convicciones.
Es el mejor escondite del mal, porque allí es más difícil de detectar y de desalojar.
Digamos hoy como el salmista: "Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón. " Salmo 26:2
En la próxima entrada veremos como tratar con el pecado que se enquista en la mente y el corazón.

viernes, 15 de mayo de 2009

EL HOMBRE SIN DIOS

Hoja seca que el viento arrebata;
errante cometa que cruza el azar;
leve espuma que empujan los vientos
y azota la mar;

ruiseñor que en el fondo del bosque
ni canta sus dichas ni llora el pesar;
paloma sin nido que muda aletea
cruzando el erial;

arpa muda que yace escondida
y al paso del alma no sabe vibrar;
ni llanto ni notas el amor que pasa
le puede arrancar.

Fuego fatuo que súbito brilla
alumbrando una tumba sin flor;
es cual ángel sin alas, caído,
el hombre sin Dios

Carlos Liñán

sábado, 9 de mayo de 2009

RELIGIÓN A MEDIDA

A la muerte de Salomón, su hijo Roboam fue incapaz de mantener el reino unido. Diez tribus pasaron, según fue profetizado, a manos de Jeroboam. Este hombre, en vez de recordar que Dios lo había honrado, pensó únicamente en cuidar sus propios intereses.
Tristemente la Biblia señala cual fue su decisión en asuntos espirituales:
"Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David, si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá , y me matarán a mí... Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto.Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan. Y esto fue causa de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan. Hizo también casas sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví. Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne... y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado. Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso". 1º Reyes 12:26-33
Este incidente, poco tenido en cuenta, tuvo consecuencias devastadoras para el reino de Israel, para toda la región a corto y largo plazo e incluso tuvo derivaciones de alcance eterno.
En primer lugar, el haber inventado Jeroboam una religión "de su propio corazón", llevó a las 10 tribus del norte a la apostasía, a una sucesión de reyes cada vez más impíos y finalmente a la ruina y la disolución a manos de los crueles asirios.
A largo plazo, toda la región fue poblada por pueblos paganos que mezclaron su idolatría con la verdadera religión, en un confuso sincretismo (ver 2º Reyes 17:24-41). Estos se opusieron posteriormente al regreso y asentamiento de los exiliados de Babilonia, siendo fuente de numerosos conflictos. Más tarde todavía, en la época de Jesús, los samaritanos descendientes de aquellos siguieron siendo enemigos declarados de los judíos
Por último, es un dato no menor, diría que premeditado, que entre los sellados de las 12 tribus de Israel mencionadas en el Apocalipsis (Apoc. 7:4-8) no están las tribus de Dan y Efraín, .
Aunque la Biblia no lo aclara, pienso que no figuran porque en estas tribus prevaleció la idolatría y fue allí donde estaban ubicados los santuarios idólatras creados por Jeroboam
¡Qué lección para nuestros tiempos!
Quiera el Señor librarme a mí y a tí de ser Jeroboam modernos que diseñen una religión a su propia medida, apartándose de lo que Dios reveló claramente en su segura Palabra profética.

viernes, 8 de mayo de 2009

ESTUDIO DE LA TRINIDAD EN EGW

Muchos hoy cuestionan la creencia en la Trinidad en la Iglesia Adventista.
Se basan en el supuesto de que es una doctrina pagana tomada de la iglesia católica.
En realidad, con la iglesia católica, los protestantes y los evangélicos compartimos muchas doctrinas, sin que por ello sean heréticas. Solamente son nuestra herencia común.
Tomemos por caso el Padrenuestro. No por que ellos lo recen es el vino de Babilonia.
O incluso el Credo, del que podemos decir que coincidimos casi palabra por palabra (si entendemos correctamente el término católico como universal).
También afirman que los pioneros, inclusive Elena White no creían en la Trinidad. Esto es una distorsión de la realidad. Va como pequeña muestra este material que me gustaría que ampliaran.

Recopilación de citas de Elena G. de White:

1- Sin polémicas, busquemos la unidad

Recordemos que es peligroso dudar. Si se las alimenta, las dudas conducen a la incredulidad. . . Todo nuestro pueblo necesita tratar ahora de recibir el Espíritu Santo. No participemos de discusiones; por el contrario, dejemos a un lado las disensiones y contiendas, y tratemos de contestar la oración que aparece en el capítulo 17 de Juan. Les ruego que oren, con el corazón, el alma y la voz (Carta 58, del 16 de enero de 1906, dirigida a los Hnos. Washburn, Prescott, Daniells y Colcord).

2 - La Trinidad

Antes que los discípulos pasen el umbral, debe imprimirse el sagrado nombre, bautizando a los creyentes en el nombre de los tres poderes del mundo celestial.
La mente humana se impresiona con esta ceremonia, que es el comienzo de la vida cristiana. Significa mucho. La obra de la salvación no es un asunto pequeño, sino tan vasto que las más elevadas autoridades aprenden por la fe expresada por el instrumento humano. La eterna Deidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, está involucrada en la acción requerida para dar seguridad al instrumento humano y unir a todo el cielo para que contribuya al ejercicio de las facultades humanas, a fin de alcanzar la plenitud de los tres poderes para unirlos en la gran obra designada. Uniendo los poderes celestiales con los humanos, los hombres pueden llegar a ser, por medio de la eficacia celestial, partícipes de la naturaleza divina y obreros juntamente con Cristo. Alza tus ojos - Pag. 146 (nótese aquí el uso del singular)

3 - Divinidad de Cristo

Jesús declaró: "Yo soy la resurrección y la vida." En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra. "El que tiene al Hijo, tiene la vida." La divinidad de Cristo es la garantía que el creyente tiene de la vida eterna. El Deseado de Todas las Gentes Pág. 530
"En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres". Aquí no se especifica la vida física, sino la vida eterna, la vida que es exclusiva propiedad de Dios. El Verbo, que estaba con Dios y que era Dios, poseía esa vida. La vida física es algo que ha recibido cada individuo. No es eterna ni inmortal, pues la toma de nuevo Dios, el Dador de la vida. El hombre no tiene control sobre su vida. Pero la vida de Cristo no era prestada. Nadie puede arrebatarle esa vida. "Yo de mí mismo la pongo", dijo. "En él estaba la vida": original, no prestada, no derivada de otro. Comentario bíblico adventista, t. 5, pág. 1104.

4- Divinidad del Espíritu Santo

El Consolador que Cristo prometió enviar después de ascender al cielo, es el Espíritu en toda la plenitud de la Divinidad, poniendo de manifiesto el poder de la gracia divina a todos los que reciben a Cristo y creen en él como un Salvador personal. Hay tres personas vivientes en el trío celestial; en el nombre (singular) de estos tres grandes poderes -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo- son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe, y esos poderes colaborarán con los súbditos obedientes del cielo en sus esfuerzos por vivir la nueva vida en Cristo (Special Testimonies, Serie B, Nº 7, págs. 62, 63. Año 1905).

domingo, 3 de mayo de 2009

CONTIENDAS

A fines de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes idearon un plan para detener el avance aliado. Comandos disfrazados con uniformes y jeeps norteamericanos fueron introducidos tras las líneas del frente, para confundir con contraórdenes y falsa información a los aliados.
La estrategia era brillante, y los infiltrados eran indistinguibles de los verdaderos, porque conocían al dedillo el idioma, las costumbres y la cultura de sus enemigos. Sin embargo un pequeño detalle hizo fracasar la operación que de otro modo les hubiera causado grandes dolores de cabeza al ejército invasor: el número de soldados que podían ir en los vehículos.
¿Pasa lo mismo entre los cristianos? ¿Hay infiltrados en nuestras filas?
Lamentablemente sí. El Diablo introduce cuando puede en la iglesia a sus agentes humanos con el fin de confundir y retrasar la marcha del pueblo de Dios.
Estos no se distinguen fácilmente de los verdaderos cristianos como la cizaña no se distingue del trigo al principio, pero sus motivos y acciones opuestas al plan del Señor se hacen manifiestos tarde o temprano. Los efectos de su accionar y de sus palabras corrompen a muchos y manchan los registros de la historia de la iglesia militante.
Notemos el siguiente ejemplo de la Biblia:
"Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente, y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre. Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: !Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?"
Números 16 1-3
¡Qué precio hubo que pagar por esas palabras!
En la mente de los profanos Coré, Datán On y Abiram, ellos y el pueblo eran santos y merecían el liderazgo. Suponían que tenían ideas más claras que Moisés y Aarón sobre lo que debía hacerse. Como si fuera poco, pretendían el sacerdocio.
Pero sus mismas palabras de rebeldía, celos y descontento los inhabilitaban para toda función espiritual. No advirtieron que el espíritu que los movía era el de Satanás.
Primero 250 hombres con sus familias y seguidamente miles más que quedaron tendidos en el tórrido desierto fueron el costo de la revuelta.
Su espíritu maduró en la rebelión de Cades, haciendo que toda una generación perdiera el derecho a entrar en Canaán y lo que es peor, a la vida eterna.
El libro de Judas nos advierte de los efectos funestos de imitar la actitud de incrédula rebelión de Coré y sus aliados.
"Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. !Ay de ellos! porque... perecieron en la contradicción de Coré". Judas 3,4,11
Hay sin embargo una gran diferencia entre contender por la fe y contender entre nosotros por el poder, el prestigio, las opiniones o las doctrinas. La primera es una lucha espiritual conducida por el Espíritu y la segunda surge del yo y es carnal, dañina y mortal.
Todo desacuerdo entre nosotros debe ser enfrentado con misericordia, tolerancia, paciencia y sincero deseo de ver progresar la obra de Dios.
No debemos dejar espacio a las contiendas, aunque seguramente vendrán.
Las desavenencias deben zanjarse con amor, buscando con humildad la dirección divina.
Más que nada debemos clamar por la unidad en el Espíritu, sosteniéndola con firme resolución.
La verdad se defiende, no por la fuerza de los argumentos, sino exponiéndola afirmativamente y con claridad, al presentarla engarzada en la belleza del carácter amante de Cristo.
No tenemos que apagar el pábilo humeante ni quebrar la caña cascada. Ni somos nosotros los indicados para separar la cizaña del trigo. No podemos distinguir entre Pedros y Judas.
Esa obra le corresponde al que pesa los corazones.
No debe haber nada de nosotros en la defensa de lo que creemos.
Nuestra tarea consiste más bien en estar muy seguros de en quién y a quién hemos creído. Tenemos que examinarnos a nosotros mismos si estamos en la fe.
Recordemos: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. " 1º Juan 5:4
¿Estás tan firme en tu fe como para contender victoriosamente?