martes, 31 de agosto de 2010

HEREDEROS DE LA PROMESA

"Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia... Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra...Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar?". Génesis 15:3-5,7,8
Hace algún tiempo, recibí algunos mensajes por mail de un cierto abogado del extranjero, diciendo que me aguardaba una herencia de alguien en Alemania, y que me comunicara con él para tramitarla (por supuesto, quería una generosa comisión del 60%). Pronto caí en la cuenta que no era más que un engaño. El punto estaba en las cosas que debía hacer para obtenerla. Por más atractivo que fuera el relato, daba para desconfiar, pues apelaba a la codicia antes que al derecho.
¿Qué se debe hacer para recibir una herencia?
Respuesta fácil: ser heredero.
Podemos ser herederos por derechos de filiación o ser herederos por designación sin necesidad de parentesco. En el primer caso; somos parientes. En el segundo caso, fuimos elegidos.
Con la herencia que el Señor nos promete sucede lo mismo. Dios nos declara sus hijos adoptivos, aptos para heredar. No podemos adquirirla por nuestros esfuerzos; no hay nada que podamos ofrecer, no hay nada que podamos ganar por nuestra cuenta.
Sin embargo, a lo largo de los siglos, desde que Caín ofreció "lo mejor que tenía", los humanos hemos tratado de ser merecedores de las bendiciones divinas. Por más que se nos diga que la salvación es gratuita, es posible caer en alguno de estos enfoques equivocados:
  • "Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" Marcos 10:17
  • "Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?" Lucas 10:25
Tanto el joven rico como el intérprete de la ley se habían criado con la filosofía de que el camino al cielo estaba jalonado por sus propias buenas realizaciones. Había que hacer ALGO para ganar el favor de Dios. Este es un error fatal. Nuestra justicia es como trapo sucio, y a los trapos sucios hay que tirarlos, no sirven para nada. También es cierto que después de ser designados herederos, debemos vivir como es digno de ellos.
¿Qué dice la Biblia?
Examinemos algunas garantías de nuestra elección:
  • "Para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna". Tito 3:7
  • "Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa". Gálatas 3:29
  • "Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo". Romanos 8:17
Desde la eternidad, El Señor dispuso que todos los que lo quisieran pudieran ser justificados. Que al ser justificados, fuésemos adoptados como parte de su familia. Que al ser parte de la familia, se nos diese parte en la herencia.
Somos sus hijos, redimidos al más alto precio. Somos sus elegidos.
¿Qué heredaremos?
"Pero los héroes de la fe poseen la promesa de una herencia de mayor valor que cualquier riqueza terrenal: una herencia que satisfará los anhelos del alma. Puede ser que el mundo los desconozca y no los tome en cuenta, pero en los libros del cielo están inscritos como ciudadanos. La recompensa final de aquellos a quienes Dios ha hecho herederos de todas las cosas, será una grandeza exaltada, y un inagotable y eterno peso de gloria". Testimonies, t. 4, págs. 525-526.
Lo importante de la herencia es doble: está en el futuro y es nuestra.
Pueda ser que no tengamos nada, pero somos ricos. Aunque todavía no la hemos recibido, es nuestra con toda seguridad. Nada menos que el Todopoderoso Rey del Universo nos la prometió.
Podemos entonces descansar confiados en que ya la tenemos asegurada. Podemos creer, tal como Abraham, simplemente alzando nuestros ojos al cielo. Además podemos dirigir nuestra vista a la cruz y tener una poderosísima seguridad adicional.
Esta promesa fue la que sostuvo a los patriarcas, quienes a pesar de que se les prometió "toda esta tierra" (Génesis 12:7), jamás fueron dueños de nada (excepto una tumba, pagada bien cara).
Podría parecer un contrasentido que los herederos de la promesa no recibieran la tierra prometida, pero si miramos bien, ellos no estaban pensando en realidad en heredar un simple pedazo de tierra. No, esperaban mucho más.
"Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios". Hebreos 11:9,10
Pronto recibiremos la herencia. Junto con los santos de todas las épocas, iremos al encuentro de nuestro Salvador para recibir la corona de vida eterna, las mansiones celestiales, felicidad y salud eternas; pero por sobre todo, recibiremos lo verdaderamente importante: ver a Dios y vivir en la luz de su presencia para siempre.
¿No deberían estas promesas arrancar de nuestros labios la más gozosa alabanza?

sábado, 28 de agosto de 2010

ILUSIONES ÓPTICAS

"Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo". 2ª Corintios 11:3
Alicia no lo podía creer.
Había llevado a la escuela en que trabajaba, una lámina con una ilusión óptica como la de la imagen. A todos nos costaba creer que las líneas oscuras fueran iguales. Pero mi colega, después de mirarlas largo rato y de medirlas luego con una regla, exclamó:
- Parece que son iguales, pero...¡no, no es posible, no lo puedo creer!
Es impresionante como, no solamente la vista, sinó todos nuestros sentidos nos pueden engañar. Estos no son infalibles, pues dependen de la interpretación que hace nuestra mente de la información que le llega. Por ejemplo, cuando observamos un video, vemos imágenes en movimiento, pero eso no es lo que sucede en realidad. Tanto ell calor como el frío dan al tacto la misma sensación de quemar.
Como mi confundida amiga Alicia, muchos hoy (millones de personas), por más que hayan recibido con toda claridad el mensaje divino de salvación, reaccionan de la misma manera: - No puede ser cierto, no lo puedo creer...
¿Cuál es la razón de tanta confusión? ¿Es tan difícil de entender el evangelio?
Tan cierto como que Dios tiene un pueblo, sus depositarios del mensaje de salvación para la humanidad; Satanás, el maestro del engaño, tiene sus agentes humanos trabajando activamente para el extravío y la perdición de los descuidados.
Debo confesar que me resistí bastante a escribir lo que sigue...
Porque creo que a todos los seres humanos se les extiende la gracia divina; que aun a los peores malvados que la historia pueda registrar, el Señor los amó y los invitó a ser salvos. Incluso creo que entre los que se oponen decididamente al evangelio, puede haber un Saulo de Tarso. (O por el contrario, hay algunos "Pedros" haciendo la obra del diablo). 
No estoy a favor de tildar ligeramente a cualquiera de adversario, apóstata o enemigo de Dios. En la iglesia están mezclados el trigo con la cizaña.
Pero también estoy seguro de que no debemos ser ingenuos y creer en la bondad universal.
NO, hay personas muy malas y peligrosas.
La Biblia lo afirma sin vueltas en textos como estos:
  • "Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne". Judas 4,19-23
  • "Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis". 1º Corintios 5:11
  • "Y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe". 2ª Tesalonicenses 3:2
Justamente, los más peligrosos no son los que se encuentran fuera, sinó dentro de la iglesia de Dios. Introducidos a escondidas, sin consagración, ni amor por las almas, sin fe y sin misericordia. Eso sí, con un celo y una energía para trabajar que ojalá tuvieran todos los verdaderos hijos de Dios.
A algunos su aspecto exterior los recomienda como personas piadosas, pero por dentro destilan peligro para las almas que los siguen. Otros, por su actitud y conversación evidencian que en su vida falta la acción transformadora de la gracia, pero hacen igualmente su obra, desviando y corrompiendo la fe de muchos.
Ahora mismo hay quienes están obrando así; en lo futuro, veremos multiplicarse los engaños y la oposición interna en un grado infinitamente mayor.
¿Cómo tratar con esta clase de personas?
Recomiendo el modelo de Cristo. Él podía manejarse entre sus adversarios igual que con sus seguidores. Su cortesía y su tacto fueron insuperables. Nunca creó un conflicto, ni rechazó a sus oponentes, que lo seguían a todas partes.  
Sin embargo, no tuvo empacho en dar al pecado su nombre, pronunciar ayes sobre los rígidos fariseos, y llamarlos "hipócritas", "generación de vívoras", etc.
Tenemos dos deberes (o dos necesidades) que a veces entrarán aparentemente en conflicto el uno con el otro.
El primero es de ser luces del mundo, mostrando el mismo amor y misericordia que desbordaban el corazon de nuestro Maestro. No es facil, pero nos toca hacerlo, para que los demás puedan también ser salvos.
El segundo, igualmente difícil, es ser firmes en rechazar el error y las obras de las tinieblas, a fin de que otros no pierdan el rumbo.
Si no tenemos lo primero, nos equivocaremos en lo segundo.
Como los centinelas de la antiguedad, debemos ver con claridad para poder dar la voz de alarma. No podemos darnos el lujo de la miopía espiritual, que traiga derrota a la causa de Cristo. "A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida". Ezequiel 33:7-9
No nos dejemos extraviar por el error, ni permitamos que otros sean descarriados.
Roguemos hoy que nuestro buen Dios nos conceda el colirio celestial para distinguir la verdad del error, el oro refinado de la fe y el amor para tratar con ellos, y las albas vestiduras de su justicia para no mancharnos de su inmundicia.

miércoles, 25 de agosto de 2010

PARADOJA DE LA BÚSQUEDA










Señor, voy tras ti y al mismo tiempo
parece que de ti estoy huyendo.
Te sigo y no te sigo, aun queriendo,
aunque esto resulte inconsecuente,
en las encrucijadas de mi mente
seguirte y no seguirte voy sufriendo.

Ansío estar contigo y cobijarme
en tu dulce regazo buen Jesús.
Seguir tras la bandera de tu cruz,
aunque ¡fatal! a cada instante
olvido lo que tengo por delante,
y esquivo la presencia de tu luz.

Yo sé que en mi no mora el bien
la carne y el Espíritu contienden.
Amor y fe ante mi se extienden,
mas quisiera yo victoria y derrotado,
acudo a tus pies desamparado,
mi ser, mi alma ¡no lo entienden!

¡Acude en mi rescate, oh Señor!
¡Triunfa sobre el mal y el desaliento!
Pues bien yo sé que en un momento,
puedes barrer con todos mis pecados,
dejarlos para siempre olvidados,
eliminar del todo mi tormento.

Concédeme mi Dios, la claridad,
produce hoy en mi la diligencia,
para poder morar en tu presencia.
Que al buscarte con alma y corazón.
y al poder gozar así de tu perdón,
¡alabar tu amor sea mi ciencia!

WILLY GROSSKLAUS

ANDANDO EN LA LUZ

"Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos". Marcos 9:2,3
Los discípulos necesitaban ver la gloria de Jesús, de modo que se manifestó en el monte mediante una luz brillante. Marcos intenta en vano explicar la blancura de la apariencia de Cristo usando una comparación tras otra, hasta que al final se rinde. El brillo no tiene comparación con ninguno que haya visto. Es que fuera de Su presencia, el resto no es sino oscuridad, negras e impenetrables tinieblas.
Continuando con la entrada anterior, recuerdo un incidente que relataba el oceanógrafo Jacques Costeau en su libro "Mundo sin sol" acerca de sus primeras incursiones submarinas. Había bajado más de 50 metros y atrapó con el arpón un pez. Grande fue su sorpresa cuando la sangre de ese pez tenía ¡color verde! Decidió subir a examinar ese pez curioso, pero a medida que ascendía la sangre iba cambiando de color paulatinamente; hasta que cerca de la superficie ya había adquirido el familiar color rojo.
Una propiedad de la luz es la dispersión refractiva, es decir, la capacidad de la luz "blanca" de separarse en sus colores constituyentes; un fenómeno familiar que se ve en el arco iris, por ejemplo. La luz que nos llega del sol es en realidad una mezcla de colores.
Cuando Jesús se transfiguró delante de sus discípulos apareció de un blanco indescriptible; cuando se presenta la visión de Cristo glorioso en Apocalipsis 1 sucede algo similar: su rostro, cuerpo y ropas se ven blanquísimos.
Esto se debe a que nuestros ojos solamente pueden captar cierta intensidad de luz. Cuando el umbral es muy bajo, vemos todo de color pardo (como sucede al atardecer o en penumbras); por el contrario, si la luz es demasiado intensa, solamente captamos el color blanco.
Por eso la Biblia dice: "mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo". (Efesios 5:13)
La luz se equipara en las Escrituras con Dios mismo, con Cristo, con la Biblia, con su ley y con la verdad. Quiero concentrarme en esta última, pues procede del Señor y de su Palabra como luz para nuestra senda (Salmos 43:3; 119:105). 
La verdad, como la luz, puede tanto "blanquear" nuestras vidas (con la perfecta justicia del Cordero de Dios), como poner en evidencia las deficiencias del carácter de quienes no se han rendido a su gracia. Tiene la capacidad de discernir en lo profundo del alma y mostrar lo que hay dentro con claridad, iluminando las conciencias y revelando las más ocultas manchas de pecado.
La luz de la verdad nos fue dada para conocer el amor del Salvador: "Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo". 2º Corintios 4:6
La verdad, más que una serie de conocimientos abstractos, es un principio transformador, cuando es manifestada en la vida de los que "recibieron el amor de la verdad para ser salvos" (2º Tesalonicenses 2:10).
  • Conocerla nos hace libres para obedecer su voluntad.
"Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" Juan 8:32
  • Seguirla nos asegura la vida eterna.
"Compra la verdad, y no la vendas". Proverbios 23:23
  • Practicarla nos ayuda a avanzar por la fe hacia la salvación.
"Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto". Proverbios 4:18
  • Ejemplificarla nos hace la luz del mundo
"Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder". Mateo 5:14

No debemos engañarnos con la idea de que basta con simplemente creer cualquier cosa para ser salvos. No todos los caminos conducen a Roma. Necesitamos creer en la verdad que purifica el alma para que se cumplan los propósitos de Dios en nuestra vida. Únicamente así reflejaremos el carácter de Dios. Para ver, andar y gozarnos en la luz de la verdad, necesitamos en todo momento fijar los ojos en nuestro único y suficiente Sumo Sacerdote, Cristo Jesús. Ese es el objetivo final de la verdad, conducirnos de las tinieblas de este mundo a su luz admirable.
Hagamos nuestras las palabras de este precioso himno:

Tan triste y tan lejos de Dios me sentí
Y sin el perdón de Jesús
Mas cuando su voz amorosa oí
que dijo: “Oh, ven a la luz”

Yo todo dejé para andar en la luz
No moro en tinieblas ya mas
Encuentro la paz en seguir a Jesús
Y vivo en la luz de su faz

Himnario Adventista  - Himno 222 -

lunes, 23 de agosto de 2010

DIOS ES LUZ

"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella...  Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo". Juan 1:1-5, 9
Estaba en la sala de la casa de mis suegros, contemplando una hermosa maceta con flores de color morado intenso, cuando me pidieron que la llevara al comedor. Para mi sorpresa, al llevarla a la siguiente habitación, las flores habían mudado a un tono violáceo mucho más suave.
¿Qué había pasado? Porque las flores eran las mismas, sin duda.
Ocurrió que en la primera de las dependencias de la casa había un tubo fluorescente y en la segunda un foco (bombillo) común. La diferencia entre las fuentes de luz le habían jugado una mala pasada a mis limitados sentidos.
Nuestra vista apenas puede captar una pequeña parte del espectro electromagnético (ver imagen abajo), para lo demás, somos completamente ciegos; tanto para las ondas que están en el espectro de alta energía: ultravioleta, rayos x, rayos gamma, etc. ; como en las de menor energía, tales como el infrarrojo, las ondas de radio, tv, radar, microondas, etc.
En realidad, no solamente vemos, sino que vivimos gracias a la luz. Aunque apenas somos conscientes de ello, recibimos sus beneficios en muchas áreas de la vida; todas indispensables. Podemos ver, distinguir colores, profundidades y distancias, nuestros cuerpos sintetizan vitaminas por su intermedio, las plantas realizan la fotosíntesis, etc. Podemos utilizarla de diferentes maneras para mejorar nuestra vida y conocer el universo. Podemos incluso definir algunas de sus propiedades como la reflexión y la refracción, medir su velocidad u observar su dispersión.
No obstante, la luz sigue siendo un misterio para la ciencia. Se han ensayado diversas teorías para explicarla, como la teoría corpuscular de Newton, pasando por la teoría ondulatoria, la teoría electromagnética, hasta la síntesis actual de considerarla al mismo tiempo como onda y como partícula. Ninguna de estas teorías puede explicar todos los comportamientos de la luz.
La pregunta de Dios a Job sigue vigente: "¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz...?" Job 38:19 -Nadie lo sabe con certeza-
La Biblia tiene un enfoque particular sobre la luz. Nos dice que:
  • "Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él". (1º Juan 1:5);
  • "Habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver" (1º Timoteo 6:16),
  • "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida". (Juan 8:12)
El Señor no es sólo el creador de la luz, es la luz misma. La visión de su presencia siempre incluye una luz deslumbrante; Él es glorioso, inalcanzable e indefinible como ella. Trae vida a todo lo visible y alumbra el entendimiento de las cosas celestiales e invisibles.
En las Escrituras Cristo se presenta a sí mismo como la luz del mundo, en agudo contraste con las tinieblas del pecado.
Su luz es concedida a los mortales como un gran privilegio. Podemos verla a través del conocimiento de sus obras; en su sagrada Palabra, la Biblia; experimentarla mediante las más tiernas y amantes relaciones humanas; en la obra regeneradora del Espírtu Santo en nuestra vida y en la contemplación de la hermosura del carácter de Jesús.
La vida sobre la Tierra depende de la luz. Nuestra vida eterna depende también de la luz que viene del conocimiento del Señor. La revelación dada mediante las profecías a los profetas y santos de la antiguedad, (y los del presente) tiene carácter probatorio para los que dicen ser sus hijos. De la manera en que reaccionamos a la luz de la verdad determinará si estaremos entre los salvados o nos perderemos por la eternidad.
"Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios". Juan 3:19-21
Entre los insectos (y otros animales) hay una clara ilustración de lo dicho. Todos hemos visto como las mariposas son atraídas por la luz, danzando alrededor de ella, incluso hasta consumirse en su calor. Por otro lado, también notamos el efecto que produce en las cucarachas; al encenderse la luz, huyen de ella para refugiarse en la oscuridad.
La luz es la misma, pero lo que es atractivo, cálido y vivificante para unas, es motivo de temor y repulsión para otras.
¿A cuáles nos pareceremos?¿Seremos mariposas o cucarachas?

sábado, 21 de agosto de 2010

PELIGROS QUE NOS AGUARDAN

"En caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos". 2ª Corintios 11:26
Recuerdo cuando era niño, que frente a la casa de mi tía había un terreno baldío en el cual nos gustaba jugar. Incluso desmalezamos una parte para practicar fútbol. Había también allí una ruinosa casa abandonada que tomamos empeño en derribar. Ese lugar era nuestro mayor placer, parte indispensable del cielo de nuestra infancia. 
Pero un día vinieron unos trabajadores y comenzaron a limpiar el terreno para edificar lo que luego sería la compañía telefónica. Para mi sorpresa, sacaron del lugar ¡no menos de 14 serpientes venenosas!
¡Y nosotros creíamos que el lugar era perfectamente seguro!
Del mismo modo, transitamos hoy por terreno peligroso. No me refiero a la violencia e inseguridad que abundan en nuestro mundo, el crimen, el robo o las violaciones, por decir algo; hablo de los peligros espirituales que hoy son mayores que en ninguna otra época de la historia.
Coincido con la siguiente cita:"Vivimos en el período más solemne de la historia de este mundo. La suerte de las innumerables multitudes que pueblan la tierra está por decidirse. Tanto nuestra dicha futura como la salvación de otras almas dependen de nuestra conducta actual. Necesitamos ser guiados por el Espíritu de Verdad. Todo discípulo de Cristo debe preguntar seriamente: "¿Señor, qué quieres que haga?" Necesitamos humillarnos ante el Señor, ayunar, orar y meditar mucho en su Palabra, especialmente acerca de las escenas del juicio. Debemos tratar de adquirir actualmente una experiencia profunda y viva en las cosas de Dios, sin perder un solo instante. En torno nuestro se están cumpliendo acontecimientos de vital importancia; nos encontramos en el terreno encantado de Satanás. No durmáis, centinelas de Dios, que el enemigo está emboscado, listo para lanzarse sobre vosotros y haceros su presa en cualquier momento en que caigáis en descuido y somnolencia". CS pag. 601
Tal como en el baldío de mi niñez, la Serpiente Antigua se halla agazapada por todas partes, lista para atacar, pues nos encontramos en su territorio; -la Biblia dice que "el mundo entero está bajo el maligno" 1º Juan 5:19- no hay lugar donde esconderse, ni aspecto de la vida que no esté contaminado por el pecado.
Ante esta situación, los más concienzudos buscan el mal en todas partes (y lo encuentran), haciendo mucho ruido por su descubrimiento. En un tiempo, era frecuente que algunos escucharan cintas de casette al revés para encontrar mensajes subliminales. De la lista de cantantes o grupos musicales que daban, la mayoría ¡ni necesitaba ser escuchada al revés para descartarla!
En el extremo opuesto, algunos minimizan las cosas diciendo que no hay que ser fanáticos y que solamente necesitamos criterio.
Es sumamente riesgoso ser alarmista, pero todavía es peor ser indiferentes o descuidados con los peligros que vendrán. La temeridad es mortal.
Pero como hijos de Dios, nuestra mayor necesidad no está en saber donde está el peligro, porque estamos rodeados de ellos; ni confiar en nuestro pobre criterio o nuestro sentido ¿común?; necesitamos la protección divina.
Nuestra respuesta ante el peligro determinará la salvación o la perdición de nuestra alma y de las que están bajo nuestra influencia. Nos hace falta vigilar, orar, ayunar, buscando la dirección divina.
Nos esperan horas peligrosas. Aunque no combatimos contra carne y sangre, todo mal posible, la oposición del mundo entero, se prepara para lanzarse contra los que quieren ser fieles a Dios. Son dominados por la "potestad de las tinieblas" (Colosenses 1:13), la hueste de Lucifer.
El mensaje de los tres ángeles que está siendo predicado a la humanidad tiene la contraparte de su falsificación satánica: "vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso". Apocalipsis 16:13,14
El enemigo procura que nos durmamos en la seguridad de las cosas materiales, o en el "éxito" espiritual de miles de bautismos, o en la rutina de simplemente asistir a la iglesia. Intenta seducirnos con doctrinas extrañas, nuevas y fascinantes. Quiere que nos desgastemos discutiendo por temas que no son vitales para la salvación o que discutamos por el poder y la supremacía; porque así nos tendrá justo donde él quiere: sin preparación para la vida eterna.
Al meditar en estos aspectos, entiendo que en aquel terreno de mi infancia, las serpientes no nos mordieron sólo gracias a la protección divina y que así será también hoy. Debo buscarla con fervor y sin vacilación, tengo que hacer de Dios mi fortaleza, pues Satanás no tendrá mayor poder sobre mi vida que el que yo mismo le otorgue.
Decide conmigo en este día ser vigilante, humilde y sumiso ante la voluntad divina, concluyendo con el apóstol: "Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte". 2º Corintios 12:10

jueves, 19 de agosto de 2010

ORDENA TU CASA

"En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás". 2º Reyes 20:1
Cuando uno es niño, cree que todo el mundo es inmortal. Cuando se llega a ser joven, le parece que los viejos mueren pero uno es inmortal. Al llegar a la edad adulta, se descubre que nadie es inmortal. Avanzando en edad, se es penosamente consciente de que uno es mortal.
Al rey Ezequías, que había sido un buen rey de Judá, el Señor le mandó este triste mensaje por medio del profeta Isaías.
En primer lugar vale preguntarse; ¿por qué le avisó de su muerte?
Dios no avisa regularmente a nadie que va a morir. La muerte nos sorprende a casi todos sin aviso formal y preciso del día y la hora de nuestro deceso. Pero en el caso del rey, el motivo estaba dado por las palabras : "ordena tu casa".
¿Qué asuntos debía ordenar el rey?
Veamos el resto del relato para intentar comprenderlo: "Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová y dijo: Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro. Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó. Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día? Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados? Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados. Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás". 2º Reyes 20:2-11
Surgen aquí tres asuntos que preocupaban al rey:
  • Su enfermedad
  • Tiempo adicional
  • La invasión asiria
Antes de avanzar, es bueno notar la reacción del soberano: lo primero que hizo fue volverse a Dios en oración. Después, el texto menciona que subiría al Templo; lo siguiente que haría sería agradecer a Jehová. Finalmente, escribió un canto de gratitud por testimonio del milagro obrado en su vida (ver Isa. 38: 9-20).
Su enfermedad, entonces, lo perturbaba. No era simplemente por miedo a la muerte. Moriría, según él, "en la mitad de mis días" y su obra quedaría sin terminar. Como hombre de fe, Ezequías estaba empeñado en el restablecimiento de su reino, tanto en lo administrativo como en lo religioso. Después de años de decadencia espiritual, quería conducir al pueblo a una mejor relación con Dios.
Era lógico entonces que deseara más tiempo, pues no tenía en ese momento un hijo que le sucediera. Seguramente, entremezclando su fe con la duda, habrá pensado que si moría no podría cumplirse la promesa hecha por el Señor a David, de que siempre habría un descendiente suyo en el trono.
El tercer punto que lo inquietaba era que al haberse rebelado contra el rey de Asiria le esperaba una difícil campaña contra sus poderosos vecinos.
La respuesta del Señor resuelve todos estos puntos y excede además cualquier expectativa.
No solamente le ofrece promesas de sanidad y liberación; también actúa por medio de dos milagros para confirmar la fe del rey. El primero de ellos fue hacer retroceder la sombra del reloj de sol y luego obró por medio de un sencillo remedio natural una curación asombrosa.
¡Imagínense! Para contestar la oración de una sola persona, Dios trastocó el orden del universo.
No importa realmente si el sol marchó hacia atrás, o si la tierra giró al revés; las consecuencias de cualquiera que haya sido el fenómeno ocurrido son asombrosísimas y superan nuestra comprensión de las leyes físicas.
¿No tenemos un Dios maravilloso?
Pero nada de lo que preocupaba al rey le preocupaba al Señor. Su interés principal era que Ezequías "ordenara su casa".
En nuestro caso, ¿qué cosas tenemos que ordenar en nuestra casa?
¿Nuestra vida espiritual? ¿El altar de familia? ¿La relación con los hijos? ¿La asistencia o la participación en la iglesia?
Para Él ordenar nuestra vidas es un asunto sencillo, ya sea que se trate del alimento, el vestido, las cuentas por pagar, la educación de los hijos o cualquier otra cosa que nos cause preocupación o temor.
Pero no hará lo que nos corresponde hacer a nosotros. Nos toca revisar con cuidado cada aspecto de nuestra existencia para ver si está de acuerdo con los propósitos del Señor.
Lo dice mejor que yo la siguiente cita: "Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: "Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo y sea toda mi obra hecha en ti". Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios y será cada vez mas semejante a la de Cristo". El camino a Cristo pag. 70
Ordenar nuestra casa implica caminar con fidelidad, confiar en sus promesas, ocuparnos de lo verdaderamente importante, vivir como si ya estuviéramos en el cielo, esconder continuamente nuestra vida en él.
Ordenar nuestra casa, por último, es dar testimonio a los ángeles y a los hombres de que somos felices al caminar en obediencia a su voluntad ahora mismo, y que también lo seremos por la eternidad.
Jesús mismo lo expresó con estas inmortales palabras: "busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas". Mateo 6:33 NVI

martes, 17 de agosto de 2010

GLORIA Y ALABANZA

"Entonces Moisés dijo: Esto es lo que mandó Jehová; hacedlo, y la gloria de Jehová se os aparecerá".  Levítico 9:6
En el antiguo relato de la consagración de Aarón y sus hijos, tal como aparece en Levítico capítulos 8 y 9,  podemos encontrar preciosas lecciones para los cristianos de la actualidad.
En la construcción del tabernáculo en el desierto hay un sinnúmero de detalles sobre ceremonias, materiales y procedimientos, que a primera vista resultan fatigosos. Algunos concluyen que no tienen el menor sentido o que, cuando mucho, son partes anecdóticas de la Biblia.
Pero nuestro Dios es detallista. Si se toma el trabajo de hacer una simple flor o una hojita de pasto con infinito cuidado y perfección, ¿con cuánto más detalle no revelaría lo concerniente a nuestra salvación?
Por eso, creo que hallaremos campo fértil para la meditación en esos "detalles sin importancia"
Cuando se acabó de construir el tabernáculo, todavía quedaba un asunto pendiente de resolución. En un edificio santo, ¿podrían oficiar seres pecadores? ¿Era Aarón o cualquier otro digno de hacerlo?
El Señor mismo proporcionaría la respuesta: "Entonces Moisés hizo acercarse a Aarón y a sus hijos, y los lavó con agua. Y puso sobre él la túnica, y le ciñó con el cinto; le vistió después el manto, y puso sobre él el efod, y lo ciñó con el cinto del efod, y lo ajustó con él. Luego le puso encima el pectoral, y puso dentro del mismo los Urim y Tumim. Después puso la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra, en frente, puso la lámina de oro, la diadema santa, como Jehová había mandado a Moisés. Después Moisés hizo acercarse los hijos de Aarón, y les vistió las túnicas, les ciñó con cintos, y les ajustó las tiaras, como Jehová lo había mandado a Moisés.
Hizo acercarse luego los hijos de Aarón, y puso Moisés de la sangre sobre el lóbulo de sus orejas derechas, sobre los pulgares de sus manos derechas, y sobre los pulgares de sus pies derechos; y roció Moisés la sangre sobre el altar alrededor".
Levítico 8:6-9, 13, 24
Lo notable del rito es que Aarón y sus hijos no hicieron nada por sí mismos. Incluso lavarse y vestirse fueron tareas que les fueron negadas, debiendo permitir que lo haga Moisés. Es un símbolo adecuado de la obra de la gracia, en la cual nuestra parte consiste en dejar que Dios haga todo el trabajo.
Fueron lavados, vestidos, y finalmente se les colocó sangre en varias partes del cuerpo. Sin la sangre de Cristo "no hay remisión de pecados", seguiríamos siendo pecadores condenados a muerte. Necesitamos ser lavados en ella, vestidos con su justicia y coronados con la tiara de la "santidad a Jehová" (Exodo 39:30).
Siete días después de esta ceremonia, Aarón y sus hijos oficiaron por primera vez los ritos del santuario. Delante de todo el pueblo debían realizar las ceremonias exactamente como el Señor les había mandado. No debían apartarse en nada de su mandato. No había lugar para la improvisación o el exhibicionismo.
"Entonces Moisés dijo: Esto es lo que mandó Jehová; hacedlo, y la gloria de Jehová se os aparecerá.
Después alzó Aarón sus manos hacia el pueblo y lo bendijo; y después de hacer la expiación, el holocausto y el sacrificio de paz, descendió. Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron al pueblo; y la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo. Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros".
Levítico 9:6, 22-24
Cuando el Señor nos manda a hacer algo, nos capacita para hacerlo. Dudar en obedecer sus mandatos es dudar de su poder para salvar.
Aunque la obediencia no salva, siempre es el fruto de la salvación. Si bien esta no tiene méritos en sí misma, nuestro pasaje nos revela una progresión: la obediencia es el camino que lleva a contemplar la gloria de Dios. Contemplar su gloria da paso a la alabanza.
¿Por qué suele ser tan pobre a veces nuestra alabanza? Porque no hemos contemplado suficientemente su gloria. Y no contemplaremos su gloria a menos que obedezcamos en plenitud su voluntad en nuestras vidas.
¿Obediencia? ¡Alerta! ¡Tengan cuidado!, eso es cosa de fanáticos...
Hemos escuchado tanto y tan seguido de los males y peligros del legalismo, que la obediencia hasta parece pecado, siendo en realidad una cuestión de fe. Dios es el autor de la fe y la obediencia y requiere de ambas. Cuando simplemente obedezcamos por fe toda la luz que brilla en nuestro camino, entonces tendremos algo que decir al mundo, y en consecuencia la tierra sera iluminada con su gloria (ver Apocalipsis 18:1).
Recordemos siempre que Él nos llamó para que revelemos su gloria y le demos alabanza, como está escrito: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable". 1ª Pedro 2:9

domingo, 15 de agosto de 2010

OBRA MAESTRA DEL ENGAÑO

"Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos".  2ª Tesalonicenses 2:8-10
El coronel alemán Otto Skorzeny se hizo famoso durante la II Guerra Mundial por organizar el rescate de Benito Mussolini. Pero también pasó a la historia por organizar la mayor campaña de comandos de esa guerra. Esta operación secreta recibió el nombre de "Operación Greif".. Esta tenía como finalidad preparar un cuerpo de soldados disfrazados como aliados, con jeeps americanos para infiltrarse en las líneas aliadas y desarticular las comunicaciones telefónicas, confundir a las unidades mediante informaciones erróneas, cambiar señales viarias, propagar informaciones que llevaran a la confusión, volar puentes, polvorines, robar combustible y en resumidas cuentas, sembrar el caos. Su propósito no tuvo éxito a largo plazo, pero de todos modos lograron confundir a muchas unidades militares. Se presentaban como aliados pero eran en realidad enemigos. Esta estrategia militar fue utilizada con frecuencia en las guerras, pues como dijo Nicolás Maquiavelo, "Aunque el engaño sea detestable en otras actividades, su empleo en la guerra es laudable y glorioso, y el que vence a un enemigo por medio del engaño merece tantas alabanzas como el que lo logra por la fuerza."
Nuestro enemigo el diablo está también empeñado en una guerra a muerte contra Cristo y su iglesia en la tierra. El engaño es su arma preferida, pues le otorga con frecuencia la victoria. "Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él". Apocalipsis 12:9
Hace pasar a lo malo por bueno, a la oscuridad por luz y a la mentira por verdad. Sus ángeles suelen disfrazarse como "ministros de justicia" (2º Corintios 11:15) para engañar a los que no tienen las Sagradas Escrituras como referente. Jesús advirtió que en los últimos tiempos abundaría el engaño: "mirad que nadie os engañe";  "Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos" (Mateo 24:4,24), de tal manera que debemos estar preparados para enfrentarlo conociendo bien la verdad.
De la forma que engañó a nuestros primeros padres, engaña a millones hoy con la idea de que los muertos en realidad no están muertos. Se encuentran en otro plano de existencia, más elevado y mejor, independientemente de lo que hayan hecho en esta vida. Esta terrible mentira tiene múltiples manifestaciones, pero un solo padre, el diablo.
Lo peor del caso es que su obra de engaño ha encontrado terreno fértil dentro de la iglesia. Las filosofías orientales, la meditación trascendental, la muy "científica" parapsicología, el control mental; son algunas de sus civilizadas formas actuales. Otros más son dominados por las sugestiones de los movimientos llamados "del Espíritu", en los cuales el espíritu que se manifiesta produce rechazo a la Palabra de Dios y frutos de exaltación y fanatismo. Por el otro lado las sofisticaciones de la Nueva Era entrampan al resto.
Elena de White afirma: "El espiritismo es la obra maestra del engaño. Es la mentira más fascinante y de más éxito de Satanás, calculada para lograr la simpatía de los que han depositado a sus amados en la tumba. Ángeles impíos vienen asumiendo la forma de esos amados, y relatan incidentes relacionados con sus vidas, y llevan a cabo actos que ellos realizaron mientras estaban vivos. De ese modo inducen a las personas a creer que sus amigos fallecidos son ángeles que están volando por encima de ellos y que se pueden comunicar con ellos. Estos ángeles impíos, que pretenden ser los amigos desaparecidos, reciben un cierto grado de idolatría, y para muchos sus palabras tienen más peso que la Palabra de Dios. De ese modo se induce a hombres y mujeres a rechazar la verdad, y a escuchar "a espíritus engañadores". Cada día con Dios pag. 247
Recuerda que no todo lo que parece es. El demonio actua con gran prisa y pone en juego todos los elementos posibles para engañar al mundo entero. Si no sabemos lo que creemos seremos engañados. Esta no es una invitación a desconfiar de todo y de todos, sinó a ejercer completa fe en el Señor y en su palabra para estar seguros.
¿Has recibido el amor de la verdad para ser salvo?

sábado, 14 de agosto de 2010

LO QUE APRENDÍ DE UNA LESIÓN

"Aunque afligido yo y necesitado,
Jehová pensará en mí.
Mi ayuda y mi libertador eres tú;
Dios mío, no te tardes".
Salmos 40:17
El miércoles fui a jugar al básquetbol con algunos alumnos y profesores y me lesioné el pie izquierdo de una forma algo extraña. El especialista que me revisó me dio para 3 semanas de reposo. Aunque lo sucedido fue motivo de simpatía para algunos que me llamaron para averiguar como estaba, también motivó las burlas de mis amigos y familia diciendo que a mi edad "ya no estoy para esos trotes".
Pero mi limitación física y la forzosa inactividad resultante me han recordado siete claras lecciones espirituales que quisiera compartir.
  1. Me recordaron mi fragilidad: Yo bien sabía que me exponía a lesiones por mi estilo de vida sedentario y el poco ejercicio; pero con algo de soberbia, confié en mis fuerzas más allá de lo razonable. Mi cuerpo se deteriora y no importa cuanto lo cuide, un día fallará por completo. Por eso, cada día debo recordar consagrarme al Señor como si fuera el último de mi existencia. (ver entrada "Efímeros")
  2. La sumisión: cuando el médico me indicó que debía pedir licencia, no consultó mis planes o las responsabilidades que debía cumplir. Tampoco si me agradaban o no las medicinas. Simple y llanamente debí obedecer y olvidarme de lo que deseaba hacer. Necesito reconocer que no soy dueño de mi vida y que "en tu mano están mis tiempos". Salmos 31:15
  3. El dolor: cuando al pisar sentí una terrible punzada en la planta del pie, afronté la realidad del desagradable "efecto colateral" que el pecado trae consigo. Sufrir es por demás desagradable, pero en ciertos casos es un "último recurso" divino sumamente aleccionador. Su presencia me debería conducir a cambiar las cosas que ofendan a nuestro Señor.
  4. La dependencia es quizá el elemento más irritante. Nos gusta valernos por nosotros mismos y no queremos aceptar las limitaciones. Pero con el tiempo (o los contratiempos), nos vamos dando cuenta de que dependemos de la ayuda de los demás. Pablo, ya anciano suspiraba por la compañía y ayuda de su camarada Timoteo: "procura venir pronto a verme... trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos". 2ª Timoteo 4:9 y 13
  5. La humildad: es un subproducto de la dependencia. Cuando estamos desvalidos y nuestra pretendida omnipotencia queda por el piso, el yo es puesto a a un lado. Buscamos entonces la ayuda de los demás y suplicamos el favor divino (que siempre hemos necesitado). Bueno sería que esta fuera mi actitud en todo momento.
  6. La paciencia: Una larga afección nos enseña a ser pacientes y esperar. Esperar el fin del dolor, esperar la recuperación física, esperar encontrarnos otra vez en plenitud. Esperar con paciencia en Dios...En medio de las prisas y el afán de la vida diaria debo evitar que me pase como decía una canción; "me olvidé de vivir" para esta vida y para la venidera.
  7. La devoción: en el dolor, la necesidad y el alejamiento de las responsabilidades, se me da un precioso tiempo para reflexionar, orar, leer la santa Palabra de Dios y para el culto de familia. Necesito apartar más tiempo para estas cosas también cuando esté sano.
Finalmente, este incidente me ayuda a enfocarme en Jesús y en el cielo, cuando todas nuestras penas, limitaciones, dolores y tristezas se habrán ido para siempre. La esperanza de ese día es mi mayor gozo. Alégrense conmigo en la anticipación del día en que "los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido." Isaías 35:10

miércoles, 11 de agosto de 2010

¿DESCARTADOS?


"Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente". Salmos 51:10-12
Vivimos en una generación "descartable", tanto en lo material como en lo referente a relaciones humanas. Las personas también se usan y se tiran. Basta la mas mínima ofensa o descuido de nuestra parte (o tan solo haber perdido utilidad), para que seamos dejados de lado por los demás, como si de un trapo sucio se tratase.
Produce mucho dolor descubrir que aquellos a quienes amamos, en los que confiamos y depositamos nuestros afectos, nos han dejado de lado. Cuando un familiar nos deja de hablar, un amigo nos retira su amistad o cuando nuestros colegas nos tratan con frialdad "profesional", algo se quiebra en nosotros. No importa en verdad qué hayamos hecho o dejado de hacer, tengamos algo de culpa o no en lo sucedido; nos llegamos a sentir como parias. Es que el desafecto es devastador para cualquiera, puesto que somos básicamente seres sociales.
  • El hijo que olvida a sus padres, o peor todavía, la madre que olvida a sus hijos...
  • Un hermano que desprecia a su hermano...
  • El jefe que no valora a su sobordinado (o viceversa)...
  • El amigo que nos traiciona y habla a nuestras espaldas...
Pero si ser descartado por las personas es triste, ¿cuánto más será ser dejados de lado por Dios mismo?
El rey David había cometido un grave pecado, y en una actitud singular escribió el  bello salmo 51, en el que registró sus sentimientos de pesar y tristeza por el pecado.
¿Cantaría yo un canto de reconocimiento por mis pecados? No estoy seguro...
Su mayor preocupación era que Dios no lo abandonara. No quería perder su preciosa compañía ni permanecer alejado de él. Todo su interés se centra en el gozo que sentía cuando se hallaba en comunión con Dios, el dolor de la separación y el deseo de ser restaurado a una correcta relación con su Señor.
¡Qué ejemplo maravilloso de un hombre que, aún sabiéndose pecador, sigue confiando en su Salvador!
Es que aunque nuestros familiares, hermanos, amigos o colegas renieguen de nosotros y nos desechen, nuestro persistente Dios y Señor no nos descarta. Su amor no se rinde ante nuestras reiteradas flaquezas, doblez e inconsistencia ni se muda ante la más necia ingratitud. En ello se basa nuestra seguridad de salvación. Como prueba nos ha dejado registradas sus promesas, que incluyen todo recurso imaginable para alcanzar la vida eterna:
  • "He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho". Génesis 28:15
  • "Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré". Hebreos 13:5
No obstante, la gracia de Dios no debe ser vista como un signo de debilidad de su parte. Un día la gracia habrá hecho su tarea y desplegará sus alas para no retornar. Nuestro gran Sumo Sacerdote culminará su obra mediadora y vendrá a buscar a los suyos.
Los que como David reconocen sus faltas y buscan su misericordia hallarán perdón; pero los que rechazan su amor un día se encontrarán sin intercesor, y serán rechazados en el juicio. Jesús no descartará a nadie que no lo haya previamente descartado a él: "Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles". Mateo 25:41
Entonces, el fuego final, que solamente estaba destinado para Satanás y su hueste, abrasará también a los que resistieron locamente toda invitación de la misericordia divina.
Digamos como David: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente". Salmos 51:10-12

sábado, 7 de agosto de 2010

ENAJENACIÓN

"Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!" Lucas 15:17
 Esta expresión se repite en Hechos 12:11, que dice: "Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba."
¿Es posible estar ausente de uno mismo?
Entiendo que la frase se usa en aquí el sentido de recapacitar, de darse cuenta, de advertir la propia condición. Tanto el hijo pródigo como Pedro se encontraban enajenados; sin una adecuada percepción de la realidad, aunque por diferentes motivos.
La palabra enajenación tiene varias acepciones:
  1. Significa figurativamente distracción, falta de atención, embeleso.
  2. En el derecho legal, es el acto de transmitir a otra persona la propiedad o derecho que se tiene sobre una cosa.
  3. En la sicología es definida como enajenación mental, locura, privación del juicio.
  4. Falta de atención a causa de un pensamiento o de una impresión fuerte.
(Fuente: Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial)
En la parábola de Lucas 15, el jóven se había apartado del hogar paterno por propia voluntad, encandilado por el deseo de gozar de los placeres que no hallaba en su hogar y felicitándose de su independencia del Padre. Todo terminó abruptamente en el chiquero, sin brillo, ni gloria, ni gozo ni libertad. Caben para este caso los tres primeros significados de enajenación, que son efecto del pecado.
Cuando niño, era un ávido coleccionista de historietas. Recuerdo una ocasión en que un muchacho, bastante mayor que yo, me mostró un nuevo ejemplar, diciendo que era un número que todavía no había salido (¿?) y que me lo cambiaría por la gruesa pila de revistas que tenía. Aprovechándose de mi inocencia, se llevó todo lo mío a cambio de una sola que, para mi disgusto, pude encontrar más tarde en el kiosco.
El pecado distrae, embelesa, hipnotiza a sus víctimas con las antiguas y falsas promesas de superación y libertad. Despierta la codicia y nos hace creer que apartados de Dios y de su ley nos irá mejor; que fuera de su "restrictiva" presencia serán abiertos nuestros ojos y llegaremos a ser dioses. Pero como lo descubrieron Adán y Eva en el Edén, son solamente mentiras de Satanás que nos arrebatan todo lo que tenemos.
Aturdidos por el encanto de la transgresión cedemos, de propia voluntad y al más terrible precio, nuestra voluntad a manos del Maligno. Podríamos afirmar como Pablo: "Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago". Romanos 7:14, 15
En tercer lugar la persistencia en el mal lleva a un estado mental que se puede definir como locura. Cambiamos oro por baratijas; la vida eterna por la infelicidad y la culpa. Cuando nos hemos vendido (o más bien regalado) al pecado, perdemos el dominio propio y nos degradamos en forma progresiva hasta recoger los frutos de nuestra elección: la muerte y la separación eterna de Dios.
Finalmente, y para bien, aún nos queda la cuarta acepción y la segunda historia.
Es imposible por propia cuenta escapar del dominio del pecado. Si el Señor no interviniera, nunca recobraríamos la razón.
Pero por el milagro misterioso de su gracia, él nos alcanza, nos convence y nos eleva del fango del pecado y la degradación. Nos quita nuestra vestidura manchada por el pecado revistiéndonos de su perfecto manto de justicia, pone en nuestro dedo el anillo de su pacto de amor y nos restaura a la condición de hijos e hijas de Dios.
Cuando esa liberación se produce, al igual que Pedro no nos queda otra cosa que despertar y maravillarnos de la gloria del amor redentor manifestado en nuestro favor. Nuestra pobre fe se abruma ante la fuerte impresión que las realidades celestiales abren al entendimiento por obra del Espíritu que aviva la conciencia. Alabemos a Dios por esto.
¿Te encuentras hoy enajenado o liberado?