miércoles, 23 de noviembre de 2011

UN POCO DE PAZ

“Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.” Números 6:24-26
Todos necesitamos un momento de paz. En el agitado mundo en que vivimos, la tranquilidad se ha vuelto un bien escaso, a veces inexistente.
Al acercarnos al fin del año, cuando se acumulan las obligaciones y los plazos se acortan; cuando la prisa y los nervios son el denominador común, todos deseamos un poco de paz y quietud.
En mi caso, parece que al llegar al final del año lectivo, los niños y jóvenes están más acelerados de lo “normal” (¿o seré yo quien lo está?), y todo se torna más dificultoso: el trabajo en el aula, el diálogo, la disciplina, la convivencia.
Y esto también sucede en nuestros hogares. Los arreglos de la casa, los preparativos para fin de año y el afán por poner al día lo pendiente, se llevan nuestras últimas y agotadas fuerzas.
Esperamos las vacaciones para descansar; pero cuando se acaba el tiempo que tuvimos lejos de las obligaciones, sentimos que no nos hemos repuesto lo suficiente. Queremos algo más.
- ¿Y si fuéramos a tal o cual lugar...?
- Tal vez, si tuviéramos un poco más de dinero, podríamos...
 Pero no... No importa de cuánto tiempo o recursos dispongamos, no hay lugar en este mundo que nos proporcione la calidad de reposo que nos hace falta.
¿Dónde conseguir auténtica paz y reposo duradero?
Para descubrir en qué estamos fallando o qué nos falta para alcanzarlo, nada como apoyarse en las sabias palabras de las Escrituras:
  • “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33
En primer lugar, la verdadera paz se halla en aquel que es la fuente de la paz; Jesucristo. Únicamente él proporciona lo que satisface la necesidad del cuerpo, la mente y el alma. Todo lo que  mundo pueda brindarnos -dinero, lujo, diversiones, placeres-, es un miserable y fugaz sustituto de una correcta relación con el Vencedor del Mundo.
Gran parte de nuestro frenesí viene de la insatisfacción producida por el pecado; y en vez de acudir a Cristo con fe sencilla, buscamos aturdirnos en actividades que solo consiguen alejarnos más de nuestro Salvador.
  • “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.” Job 22:21
Se nos advierte aqui que las cargas de la vida serían un tanto más soportables si nos apoyáramos en la providencia dvina; conformándonos con lo que tenemos y dejando de lado toda ambición egoísta.
  • “Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.” Proverbios 16:7
Las relaciones interpersonales también pueden beneficiarse de este consejo. Estar en armonía con nuestro Dios nos hace estar en paz con nosotros mismos y con los demás.
  • “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:7
. Finalmente recordemos que la paz es un don del Espíritu. Está a disposición de quienes lo piden con sinceridad de corazón y quieren hacer la voluntad de Dios.
Nuestro Señor nos ha dado varias fuentes de reposo en este mundo:
- La paz que se obtiene al obedecer su voluntad.
- El reposo que hay en una familia que se ama y que ama a Dios.
- Los espacios tranquilos que nos brinda la naturaleza, lejos de la agitación humana.
- El sábado, que es el espacio de tiempo que el Señor bendijo y santificó para que reposemos en él.
- Hay paz en la esperanza de la vida eterna, aquel sábado que nunca acabará y que pronto podremos disfrutar.
- Pero, por sobre todo, hay paz cuando permitimos que Jesús tenga el primer lugar en nuestros corazones.
Mi deseo es que hoy experimentes esa paz inefable que solo Cristo da.