“Jehová
te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y
tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti
paz.” Números 6:24-26
Todos
necesitamos un momento de paz. En el agitado mundo en que vivimos, la
tranquilidad se ha vuelto un bien escaso, a veces inexistente.
Al
acercarnos al fin del año, cuando se acumulan las obligaciones y los
plazos se acortan; cuando la prisa y los nervios son el denominador
común, todos deseamos un poco de paz y quietud.
En
mi caso, parece que al llegar al final del año lectivo, los niños y
jóvenes están más acelerados de lo “normal” (¿o seré yo quien lo está?),
y todo se torna más dificultoso: el trabajo en el aula, el diálogo, la
disciplina, la convivencia.
Y
esto también sucede en nuestros hogares. Los arreglos de la casa, los
preparativos para fin de año y el afán por poner al día lo pendiente, se
llevan nuestras últimas y agotadas fuerzas.
Esperamos
las vacaciones para descansar; pero cuando se acaba el tiempo que
tuvimos lejos de las obligaciones, sentimos que no nos hemos repuesto lo
suficiente. Queremos algo más.
- ¿Y si fuéramos a tal o cual lugar...?- Tal vez, si tuviéramos un poco más de dinero, podríamos...
Pero
no... No importa de cuánto tiempo o recursos dispongamos, no hay lugar
en este mundo que nos proporcione la calidad de reposo que nos hace
falta.
¿Dónde conseguir auténtica paz y reposo duradero?
Para
descubrir en qué estamos fallando o qué nos falta para alcanzarlo, nada
como apoyarse en las sabias palabras de las Escrituras:
- “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33
En
primer lugar, la verdadera paz se halla en aquel que es la fuente de la
paz; Jesucristo. Únicamente él proporciona lo que satisface la
necesidad del cuerpo, la mente y el alma. Todo lo que mundo pueda
brindarnos -dinero, lujo, diversiones, placeres-, es un miserable y
fugaz sustituto de una correcta relación con el Vencedor del Mundo.
Gran
parte de nuestro frenesí viene de la insatisfacción producida por el
pecado; y en vez de acudir a Cristo con fe sencilla, buscamos aturdirnos
en actividades que solo consiguen alejarnos más de nuestro Salvador.
- “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.” Job 22:21
Se
nos advierte aqui que las cargas de la vida serían un tanto más
soportables si nos apoyáramos en la providencia dvina; conformándonos
con lo que tenemos y dejando de lado toda ambición egoísta.
- “Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.” Proverbios 16:7
Las
relaciones interpersonales también pueden beneficiarse de este consejo.
Estar en armonía con nuestro Dios nos hace estar en paz con nosotros
mismos y con los demás.
- “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:7
.
Finalmente recordemos que la paz es un don del Espíritu. Está a
disposición de quienes lo piden con sinceridad de corazón y quieren
hacer la voluntad de Dios.
Nuestro Señor nos ha dado varias fuentes de reposo en este mundo:
- La paz que se obtiene al obedecer su voluntad.
- El reposo que hay en una familia que se ama y que ama a Dios.
- Los espacios tranquilos que nos brinda la naturaleza, lejos de la agitación humana.
- El sábado, que es el espacio de tiempo que el Señor bendijo y santificó para que reposemos en él.
- Hay paz en la esperanza de la vida eterna, aquel sábado que nunca acabará y que pronto podremos disfrutar.
- Pero, por sobre todo, hay paz cuando permitimos que Jesús tenga el primer lugar en nuestros corazones.
Mi deseo es que hoy experimentes esa paz inefable que solo Cristo da.