lunes, 9 de febrero de 2009

Un susto mayúsculo

Mi búsqueda de Dios comenzó... cuando Él comenzó a buscarme.
Alrededor de los 12 o 13 años sentí gran interés por saber de Jesús, y fui llamado a conocerle a través de su Palabra. Esa búsqueda divina derivó en mi conversión 8 años más tarde
En una visita a la iglesia Adventista por ese tiempo, compré una Biblia y comencé a leer libros religiosos, el más destacado de todos fue "El Conflicto de los Siglos" de E. G. White, que cautivó mi atención y me sacudió en gran manera.
De todas las formas en que el Señor llamó a mi vida desde que tuve conciencia, una acude a mi mente con fuerza, tal vez determinante para mis convicciones posteriores:
Estaba ya cursando el colegio secundario, cuando un día de lluvia, en el momento de la salida, las nubes negras y espesas que cubrían el cielo, se replegaron como arrollándose en forma extraña y salió el sol.
Acudió entonces a mi mente con la energía de una explosión devastadora, un pasaje bíblico que había leído, que dice así:
Apocalipsis 6:14 "Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar".
Miedo, pánico, espanto, terror... no sé cual sería la palabra, pero me quedé paralizado. Pensé que ¡Jesús estaba llegando! Y yo... ¡¡¡no estaba preparado!!!
Por un rato quedé parado en medio de la plaza contemplando la escena...
Cuando me repuse, volví a mi casa, pero el recuerdo del incidente me persiguió por mucho tiempo, haciéndome pensar y llorar por el temor de sentirme culpable y sin perdón, destinado seguramente a la perdición eterna.
Todavía hoy ese incidente juvenil me recuerda el momento en que sentí su poderoso llamado
La venida de Cristo no es para mí hoy un pensamiento terrorífico, más bien es un anhelo feliz y un acontecimiento que llena mi vida de paz y seguridad.
¿Habrá algo mejor que el fin de todas nuestras ansiedades y temores, el fin del mal y del sufrimiento, el fin de la inseguridad, el dolor y la muerte?
Del temor a la esperanza, del miedo a la confianza, de la culpa a la paz de su aceptación...
¿Qué hizo cambiar mis sentimientos? Fue sin duda el haber experimentado la gracia perdonadora de Dios en mi vida, saber que me ama, que tiene para mí -y para todo el que cree y lo acepta- un futuro glorioso y que me considera su hijo a pesar de mis constantes fallas.
¿Cuáles son los sentimientos o emociones que te produce este magno acontecimiento?