domingo, 4 de abril de 2010

DOS MISTERIOS


 
Dos textos consecutivos en la Escritura presentan dos misterios que son también consecutivos.
El primero es el gran misterio de la piedad, llamado así en el texto siguiente:
"E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria".
1 Timoteo 3:16
La Biblia lo llama misterio, no por ser algo no comprensible para el ser humano, sino por serlo únicamente a través de la revelación divina.
El persistente amor de Dios por su indigna criatura es increible y será objeto de estudio de los salvados por toda la eternidad; pero no necesitamos llegar al cielo para comenzar su estudio, es nuestro privilegio comenzar a recibir vislumbres de la eternidad ahora mismo.
Que el Señor otorgara a Adán y Eva un estatus diferente al resto de la creación, dotándolos de libre albedrío y colocándolos en directa comunión con él es un enorme privilegio, pero que fuera además capaz de salvar el abismo creado por el pecado entregando la vida de su Hijo por nosotros es algo realmente abrumador.
Jesús tomó la naturaleza humana, no como algo temporario, sinó para siempre. Compartió la pobreza, la marginación y la opresión de su propio pueblo. Sufrió lo indecible y descendió a inconcebibles abismos de padecimiento y miseria por amor a sus criaturas en rebelión. Resucitó, ascendió a los cielos a interceder por nuestros pecados, sin agotar su interés por nuestro bien. Por medio de su iglesia planea extender la invitación de misericordia a todo nuestro sufrido planeta antes de su venida. Pero aun no acabó. Pronto vendra a buscarnos y recién allí comenzaremos a entender todo lo que tiene reservado para sus hijos. Y todavía nos quedarán las edades sin fin para apreciar cada vez más los detalles y el conjunto de su plan de redención.
¿Habrá algún tema o campo de estudio más abarcante, más profundo o más hermoso que este misterio? Yo no lo creo.
A continuación viene otro misterio, opuesto al primero y con efectos específicos en los creyentes: "Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios". 1 Timoteo 4:1
Este misterio recibe su nombre en el siguiente pasaje de las escrituras: "Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio". 2 Tesalonicenses 2:7
A la obra de Cristo se opone la obra de Satanás. Desea específicamente perjudicar a los siervos del Señor. Su blanco son los creyentes porque a los demás ya los tiene en sus manos.
Uno hasta podría encontrar cierta lógica (retorcida por cierto) en que los pecadores caigan en la fascinación del pecado, pero ¿los que una vez creyeron?
También esta operación diabólica resulta inexplicable a la luz del misterio anterior.
¿Cómo es posible que los que dicen creer en la maravillosa manifestación del amor divino renuncien a su fe, cambiándola por unas "migajas" de absolutamente nada...?
Sin embargo, sucedió, sucede y sucederá, que muchos de aquellos que participaron del misterio de la piedad amarán más el mundo que a su Señor y venderán su vida eterna y a sus hermanos; inmolándose a sí mismos y a otros que los sigan sobre el altar del orgullo, el egoísmo y la vanidad.
La Biblia coloca en esta categoría de insensatos a Caín, a Balaam, a Coré, a Judas, a Demas y a cada falso maestro de todas las edades.
Terrible locura. Enorme despropósito. Fatal incoherencia. Deberíamos temblar por sus almas y las nuestras.
No obstante, muchos cristianos no lo ven así. Menosprecian las "pequeñeces" tales como el estudio personal de la Biblia, la oración ferviente y la búsqueda de la santidad. Se fastidian con los detalles de la religión como algo innecesario y limitante para su desarrollo espiritual. Juegan con el pecado, confiando en su propio juicio y caen irremediablemente en la trampa.
No se dan cuenta que las voces que siguen no son las de su propia conciencia, que creen superior a la de sus hermanos, sino las de "espíritus engañadores y doctrinas de demonios".
La terrible cosecha solo se revelará en el día en que la crisis final nos golpee como ladrón en la noche.
El misterio de la piedad en nuestros días corre paralelo al plan satánico, pero pronto este será detenido y el misterio de la iniquidad verá su culminación. Sin embargo la gracia divina no tendrá fin, continuará por la eternidad extendida sobre toda la creación inteligente creada y por venir.
¿Soy yo parte de ese misterio glorioso y eterno de la piedad, o estoy siendo parte del otro?