domingo, 30 de enero de 2011

DE TEÓLOGOS Y TEOLOGÍA III

"Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida". Juan 8:12
Teólogos que no creen en la Biblia como inspirada o que no creen en la creación tal como la relata el génesis; pastores que son o se declaran ¡ateos!; teologías de corte "liberal", "fundamental", "feminista" o "de la liberación"...
Por ellas el mundo cristiano se halla fragmentado en mil ramas y con creencias que suelen diferir tanto entre sí que la unidad de los creyentes en un solo cuerpo parece una utopía. Si se levantaran hoy los reformadores o los grandes predicadores evangélicos, se sentirían como extraños en muchas de las iglesias que orgullosamente llevan sus nombres.
En la primer entrada de la serie recordaba que la teología y los teólogos deberían tener como objetivo magnificar la gloria de Dios. El consejo de Pablo a Timoteo sigue siendo pertinente: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad”. 2ª Timoteo 2:15,16
En nuestra época actual, caracterizada por la desorientación, todo parece valer; todo está bien, nada es incorrecto, y marcar un rumbo a las cosas es pura "discriminación", estrechez de mente y oscurantismo. 
Los frutos de ese pensamiento, no obstante, están a la vista en la marcada decadencia de la religión y los religiosos que hoy se observa en todas partes. Por ello es necesario retornar a las fuentes, volver al orígen.
Nada mejor pues, que recurrir a las Sagradas Escrituras.
En el texto inicial, Jesús mantenía un debate con los dirigentes religiosos de su tiempo, relacionado con su autoridad y su misión. Con amorosa paciencia les había mostrado en palabras y en hechos las claras señales de su procedencia divina y sin embargo se mantenían en la incredulidad.
"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres". Juan 8:31-36
La verdad de su Palabra fue dada para liberar, pero estos hombres la usaban para mantenerse en la oscuridad del pecado. Ignorando que estaban bajo el dominio romano y que eran esclavos de una potencia extranjera, afirmaron que no eran esclavos de nadie, pero el Señor les mostró cual era su verdadero amo y cual era su verdadera filiación. A renglón seguido les presentó los resultados de su conducta:
"Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió". (vers. 37-42)
En la vanidad de sus mentes, se creían muy por encima de los demás, estaban convencidos de que su conocimiento intelectual los hacía superiores al vulgo. y se jactaban de sus teorías religiosas y de su apego a la ley. Sin embargo estaban obrando contra sus principios y procuraban matar a Aquel que era el Camino, la Verdad y la Vida.
Es que la verdad siempre está y estará en combate con la mentira. La presunción de piedad queda desenmascarada por las obras de quienes la pretenden estando en la oscuridad. El odio de los que se dicen religiosos contra la simple exposición de la verdad tiene un Originador:
"¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios". (vers. 43-47)
Debemos tener cuidado de las ideas que aceptamos. Debemos sospechar por sobre todo de las ideas teológicas "populares", que se espacian en detalles complicados o que viven de la novedad. Lo nuevo, intrigante o maravilloso produce excitación, entusiasmo pasajero y llama la atención, pero termina por dejar vacíos a quienes lo buscan. O aún peor; provocan controversia, agrias disputas y división entre los creyentes, exponiendo a la vergüenza al evangelio ante el mundo incrédulo que se goza en vernos pelear.
Las simples y llanas declaraciones de la Biblia provienen de Jesús quién se declaró "la luz del mundo"; seguirlas no extraviará a nadie. Apegarse a lo que está escrito es la conducta más segura. A quienes lo buscan de corazón se les promete la iluminación del Espíritu Santo para conducirlos a toda la verdad.
Los teólogos o la teología que provengan de lo alto no promoverán el debate, no descalificarán al otro como medio de afirmarse a sí mismos, no estarán en la búsqueda de "nuevos significados" ajenos al texto sagrado, que concuerden con las pasiones humanas en vez de reprenderlas. No llevarán tampoco a la polarización de los creyentes a favor o en contra de uno u otro teólogo, como si se tratase de las disputas de los "fans" de clubes deportivos.
El teólogo que de veras ama a Dios - un "teófilo"- buscará promover el crecimiento en la fe y la armonía entre la grey a su cargo. Una adecuada teologia -o mejor una "teofilia"- no desacreditará claros conceptos bíblicos ni debatirá sobre detalles, sino que sacará lustre a las antiguas y nobles verdades que llevan a la santidad. Enfatizará el papel y el poder del Espíritu, que es la persona de la Deidad que nos convence de pecado, nos guía al arrepentimiento y revela toda la verdad al alma sedienta de algo más que las rancias corrientes de este mundo.
El consejo bíblico nos dice que debemos guardar la unidad en el Espíritu "hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo". Efesios 4:13-15
El triste caso de los líderes religiosos de los tiempos bíblicos nos es dado como ejemplo. Creían ser expositores de la palabra de Dios y eran causa de perdición para el pueblo; creían ser libres y eran esclavos del pecado; creían ser hijos de Abrahán  y eran hijos del Diablo.
No nos dejemos extraviar por todo viento doctrinal; sigamos más bien "la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones". 2º Pedro 1:19

lunes, 24 de enero de 2011

DE TEÓLOGOS Y TEOLOGÍA II

"Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad..." Hechos 20:28-31
La teología es el conocimiento de Dios, que se adquiere por medio de la fe y la razón.
No es una ciencia en sentido estricto, pues trata de cosas que no son comprobables experimentalmente; pero tampoco se aparta del mundo natural en tanto es creación y revelación suya. Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente (1º Corintios 2:14), pero también lo son a través de la razón. Ambas deben combinarse para comprender a la Divinidad, pero por sobre todo, ella debe responder a la revelación, hallándose por esto por encima de la filosofía o el raciocinio humanos.
El problema surge cuando se dejan de lado una u otra. La teología sin razón es puro dogmatismo. La teología sin fe es puro desvarío.
El conocimiento, cualquiera sea, tiene su origen en un proceso de la mente. El saber teológico también tiene lugar en la mente, pero en una mente iluminada por el Espíritu de Dios, independientemente de cual sea su grado de formación académica. 
Este asunto requiere atención, porque de acuerdo a las ideas que aceptamos como válidas será nuestro pensamiento (o sea nuestra doctrina). Y según nuestro pensamiento, serán nuestras acciones. Lo que creemos se traduce en cómo vivimos. 
Cuando el campo teológico es invadido por el pensamiento secular, la política o la conveniencia, sucede una deformación - o un apartamiento- de la verdad que llamamos herejía.
Veamos un caso concreto de ella en este incidente que puso fin al reino unificado de Israel:
"Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David, si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá. Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto.Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan. Y esto fue causa de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan. Hizo también casas sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví. Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado. Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso". 1º Reyes 12:26-33
Para evitar que el pueblo le abandonara por su lealtad al santuario de Jerusalén, Jeroboam decidió inventar un sustituto de la verdadera religión, basado en un sistema de culto diferente. Reemplazó al Dios verdadero por dos becerros, al sistema sacrificial por otro idolátrico y al sacerdocio aarónico por uno afín a sus deseos; los días de santa convocación además se convirtieron en fiestas paganas maquilladas. Todo "inventado de su propio corazón", es decir a su conveniencia.
Ya en las épocas apostólicas se podía apreciar el germen de ideas que llevarían a la iglesia a la apostasía casi generalizada. El apóstol Pablo en su discurso de despedida amonestó a los ancianos de la iglesia a ser firmes en apacentar a quienes "Él (Jesús) ganó por su propia sangre." Esperaba que resistieran los cambios que surgirían con fuerza incontenible en los siglos venideros y que trajeron tanto dolor al corazón de Dios. Aunque prevista en la profecía, la apostasía debía ser resistida para evitar que los pocos fieles que quedaban se desanimaran. 
Las ideas del humanismo y la ilustración tuvieron un efecto similar en el pasado, cuando al ser incorporados por una teología oportunista, produjeron el cambio del teocentrismo al antropocentrismo. Es decir que el hombre y no Dios pasó a ser el centro y la medida de las cosas. El trono del corazón "cambió de manos", pasando del Dios infalible al hombre variable.
Su resultado es nuestra ambigua posmodernidad. 
En nuestros días vemos que sucede algo similar; se posesiona de los pensadores un ávido frenesí por "aggiornar" las enseñanzas del cristianismo para que cuadren con los deseos carnales; en aras supuestamente de la tolerancia, el ecumenismo, la convivencia y la no discriminación.
Pero los resultados de esta conducta han sido y seguirán siendo deplorables, borrando la línea entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo falso, entre lo revelado y lo puramente humano.
La revelación ya nos había advertido: "Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas". 2º Timoteo 4:3,4
¿Estás siguiendo las enseñanzas de hombres iluminados por el Espíritu o las de "lobos rapaces" que enseñan fábulas agradables?
¿Cómo podemos distinguirlas?
Continuaremos en la entrada siguiente

sábado, 22 de enero de 2011

DE TEÓLOGOS Y TEOLOGIA I

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad”. 2ª Timoteo 2:15,16
En la entrada anterior me expresé acerca de los teólogos de una manera que podría llamar a confusión. No estoy en contra de los teólogos ni de la teología. Creo que estos y aquella tienen su lugar indelegable y necesario en la vida de la iglesia.
La Biblia contiene enormes tesoros que deben ser buscados bajo la superficie de declaraciones difíciles de entender, o incluso en la más sencilla de sus afirmaciones.
Es necesario un grupo de personas que puedan entender lo que la inmensa mayoría de creyentes no podemos, por no estar familiarizados con las lenguas originales de la Escritura, o con la historia, vida y costumbres de las sociedades antiguas.
Es igualmente necesario un cuerpo de procedimientos y reglas de interpretación que surjan naturalmente de la lectura de los escritos sagrados, para evitar interpretaciones caprichosas.
Jesús mismo les concedió un gran valor al decir: “Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas”. Mateo 13:52
Sí, definitivamente necesitamos de la teología y de los teólogos.
Pero necesitamos más que eso. Más que de teología necesitamos de doxología; más que teólogos necesitamos teófilos.
Para ello, un poquitito de etimología:
  • “Doxología" se usa para indicar la propiedad de dar gloria a Dios que debe tener el lenguaje teológico para ser auténtico (ver en http://es.wikipedia.org/wiki/Doxología).
  • Teófilo actualmente es un nombre, pero originalmente significa “el que ama a Dios”
Porque los instrumentos humanos, sus convenciones y tradiciones pueden ser positivos únicamente cuando tienen en vista la gloria y el honor de Dios.
Hay todo tipo de temas en los que ha incurrido la teología; aquellos que son relevantes, como por ejemplo, de que manera se alcanza la salvación; otros intrascendentes, como averiguar si las alas de los ángeles tienen plumas; y otros finalmente que son controversiales por hallarse al borde de lo revelado, como es el caso de la naturaleza divino-humana de Cristo.
Algunos de estos temas originaron debates que llevan siglos sin ser resueltos, otros resucitan cada tanto y son caballito de batalla de acaloradas discusiones de las que nada bueno sale, y también hay mucha controversia que debería ser cambiada por el silencio.
Muy temprano en la historia de la iglesia cristiana abundaron las controversias, lógicas por cierto, centradas en la naturaleza y misión de Cristo.
Las posiciones encontradas entre los primeros cristianos se resolvían generalmente de común acuerdo; pero cuando la iglesia pudo apelar al poder civil, político, e incluso al brazo armado para resolver sus desacuerdos, se iniciaron los cismas, las excomuniones y los llamados a concilios, que solamente tenían por objeto condenar tal o cual posición.
Muchos de los antiguos teólogos fueron hombres de Dios -evangelistas en el verdadero sentido de la palabra- que hicieron teología casi "por necesidad", como el caso de Pablo, el apóstol Juan, o los nombres de Lutero y Wesley, para citar nombres más modernos. Algunos por vocación como Calvino, autor de la magistral obra “Institución de la Religión Cristiana”. Otros, lamentablemente, fueron teólogos “de escritorio” divorciados de la realidad y la práctica, cuyo único deporte conocido fue defenestrar al adversario de turno.
Aclaro que un teólogo no es necesariamente una persona con formación profesional estricta, pues hubo siempre sencillos hombres de Dios con un amplio discernimiento nacido de la comunión con el Espíritu Santo.
Ya bastan estas declaraciones para mis propósitos, porque el tema es amplio; quisiera más bien centrarme en el papel de la teología y de los teólogos de hoy.
Tengo mis serias preocupaciones sobre el papel que cumplen en la actualidad.
Como afirmé al comienzo, necesitamos más que teólogos que se ocupen de debatir cosas que no tienen que ver con la esencia del cristianismo práctico, más preocupados por su reputación que por la gloria de Dios. Hacen falta teólogos y teología que abandonen las disputas sobre opiniones ajenas y busquen solo el parecer divino. 
Necesitamos unos teólogos y una teología que tengan como base la Biblia y la Biblia sola, dejando el primer lugar para la necesidad humana de encontrarse con Dios y para la misión evangelizadora que el Señor nos encomendó. Su función debe ser esclarecedora, no controversial.
Entre los que quieren penetrar muy profundo en los misterios divinos no debería tener cabida el orgullo, ni la agria defensa de posiciones personales; mucho menos el interés por rebajar a los que piensan distinto. El fruto de estas cosas ha sido y siempre será muy amargo.
El propósito de sus estudios no debería centrarse en crear debates, alentar la división o anatematizar a los “herejes” de signo contrario, sino en sacar la luz debajo de la mesa y colocarla sobre un lugar prominente para que alumbre a los demás. 
En la próxima entrada continuaré con este tema.
Valen entre tanto, los consejos de Pablo a Timoteo acerca de las controversias teológicas:
“Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora. Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería”. 1ª Timoteo 1:3-6

domingo, 16 de enero de 2011

SIN PECADO

"¿Qué, pues, diremos? 
¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?...  Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna". Romanos 6:1,2,22
En la entrada anterior lancé la pregunta "¿Se puede vivir sin pecar?". Aunque la encuesta no tuvo la repercusión que esperaba, agradezco los comentarios que enviaron.
Me gustaría expresar mi posición frente a este tema en los términos más claros posibles y con base en las Escrituras solamente; reconociendo que aunque lo haga con honestidad, mi entendimiento quizá necesite perfeccionarse y deba cambiar mi posición.
No obstante, trataré de hacerlo simple.
Grandes teólogos han hecho grandes aportes a este tema con enfoques y énfasis distintos: Agustín, Pelagio, Tomás de Aquino, Lutero, Calvino, Wesley, por citar algunos. Y lo penoso del asunto es que en vez de aclarar las cosas, sus ideas han servido a algunos para agitar las aguas de la controversia y de la división en el seno del cristianismo. Hasta el día de hoy muchos se debaten en la inseguridad perjudicados por esta confusión. También han dado pasto seco a las llamas de variadas herejías.
Como reza el texto inicial, los siervos de Dios no perseveran en el mal, pues han muerto al pecado. Aunque la gracia sigue extendida y Su perdón es infinito, no debemos vivir vidas vacilantes y estar "muriendo" y "resucitando" a cada paso de nuestro caminar cristiano.
Lo cierto es que el Señor espera de nosotros vidas santas y apartadas del pecado.
Lo espera a nivel individual y colectivo pues: "Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha". Efesios 5:25-27
Además dice: "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor". Hebreos 12:14
Y también: "como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir". 1 Pedro 1:15
Blancos elevados, ¿verdad?
Vivir sin pecado es el ideal de Dios para sus hijos. Lo espera porque él ha hecho el gasto, habiendo entregado a su Hijo amado para hacerlo posible. Quiere que seamos santos para poder vivir en su presencia. Es posible por cuanto la cruz nos pone al alcance tanto la justificación como la redención y la glorificación. Son nuestras en Cristo y por medio de él.
Y la redención del pecado abarca tanto el aspecto legal como el relacional, como lo expresa en su primera carta Juan, el discípulo amado:
"Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios".
1ª Juan 3:4-9
Una correcta comprensión del pecado nos llevará a repudiarlo, no a justificarlo. El pecado es contrario a la gran ley divina del Amor, es rebelión contra los principios del gobierno de Dios. Implica por lo tanto el quiebre de nuestra relación con él.
Por eso el texto expresa que el que "permanece en él no peca" y quien lo hace no le ve ni le conoce, porque la relación viviente con Cristo, haber "nacido de Dios", se expresa en una vida como la suya.
Practicar el pecado nos hace posesión del diablo ¡Es un asunto muy serio en verdad!
Por otra parte, Dios no nos pediría algo que estuviera fuera de nuestro alcance. De hecho, Cristo en su humanidad lo logró, pues vivió sin pecado toda su existencia terrena.
Está claro que no lo hizo en virtud de su humanidad, sino por el poder del Espíritu Santo que  dirigía su vida. Necesitaremos del mismo medio y de la misma habilitación a fin de alcanzar el blanco. Mediante el Espíritu es como se forma la imagen de Dios en el alma y como la Divinidad hace morada en nuestra vida y aleja el pecado.
Su amor en nosotros desterrará el egoísmo y el "amor al mundo", dándonos poder para permanecer en él. 
Permanecer en Cristo requerirá por nuestra parte una actitud de constante renunciamiento al yo y un reiterado sometimiento a la voluntad divina.
Una aclaración: no hablo aquí de la doctrina del perfeccionismo, sino de la perfección cristiana expresada en la vida cotidiana.
La idea de perfección no anula ni la gracia, de la que constantemente dependeremos, ni el crecimiento en ella. Así como el alumno que se saca "excelente" en un exámen todavía debe seguir estudiando y perfeccionándose, tenemos que seguir creciendo. Debemos vivir en la luz de su presencia pero anhelar más y más de ella cada día.
Pablo lo puso en claro al afirmar: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús". Filipenses 3:12-14
No estaremos libres de la influencia del pecado hasta el momento de la glorificación, pero somos llamados a vivir una "vida nueva" (ver Romanos 6:4), no en un retoque de la vida pasada.
La realidad presente del pecado requiere constante vigilancia para evitar confiar en nosotros mismos. Somos salvos por la fe, justificados por ella, y hemos de ser santificados también colocando nuestra fe en Jesús como único y suficiente Salvador. Nadie más puede hacerlo.
De los que serán sellados y protegidos para afrontar el inminente tiempo del fin se dice:
"Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios".  Apocalipsis 14:4,5
Seguirán "sin mancha" al Cordero aquí, para continuar siguiéndole allá frente a su trono.
¿Te gustaría ser uno de ellos?
Aspira pues a la perfecta conformidad con el carácter de Cristo

martes, 4 de enero de 2011

¿SE PUEDE VIVIR SIN PECAR?

"Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios". 1 Juan 3:7-9
He aquí una pregunta que ha desvelado tanto a teólogos como a creyentes comunes de todos los tiempos: ¿Es posible vivir sin pecar?
Se han dado a este dilema varias respuestas, algunas sinceras, otras acomodaticias, algunas engañosas, y otras que solo intentan esquivar la cuestión.
Las resumo en estas:
  • Sí es posible
  • Sí, pero no en esta vida
  • Lo lograremos antes del fin
  • Es imposible en la práctica
  • No, siempre pecaremos de algún modo
  • No lo sabemos
Esta pregunta es vital, pues tiene que ver con la manera en que entendemos el perdón, la salvación, la justificación y la santificación. Me gustaría por un tiempo recibir los comentarios de los lectores y ver el resultado de la encuesta antes de escribir mi punto de vista.
Les desafío a aportar con ánimo sincero y sin dogmatismos en este delicado asunto. No tenemos que convencer a nadie ni pontificar; la honestidad intelectual y espiritual es lo único que nos llevará a comprender la verdad tal como es en Jesús.
Les dejo algunos pocos textos de la Escritura que pueden ayudarnos a ver la relación de Cristo con el pecado y orientar nuestro pensamiento:
  • "¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?" Juan 8:46
  • "viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí". Juan 14:30
  • "Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro". Hebreos 4:14-16
Queda entonces por ver qué sucede con el elemento humano.
Bendiciones en Cristo
Willy

sábado, 1 de enero de 2011

COMPROMISO

Yo, el cristiano cuyo nombre temporario figura al pie;
______________________________________
en la fiel esperanza de que pronto recibiré un nombre nuevo, hago hoy la siguiente RESOLUCIÓN:
Resuelvo hoy entregar mi vida en forma plena, total y absoluta, en las manos de mi SALVADOR JESÚS.
Otorgo permiso incondicional a mi Señor para que me use de la manera que le parezca mejor y más conveniente en su viña. Este permiso no tiene fecha de vencimiento. Queda claro además que mi servicio no dependerá de retribución o privilegio alguno que quiera otorgarme. 
Esta resolución, incluyendo la renovación de anteriores promesas total o parcialmente cumplidas, incluso de algunas incumplidas, se hace en base a los siguientes reconocimientos:
1- Mi total y absoluta incapacidad de hacerla efectiva en base a mis propios esfuerzos.
2- Mi completa falta de méritos que reclamar.
3- Mi gran necesidad de su gracia y su justicia.
4- Mi fe en los méritos de su sacrificio expiatorio en la cruz del Calvario.
5- Su amor incondicional hacia los pecadores.
6- Su poder para salvar hasta lo sumo.
7- Sus maravillosas promesas registradas en su santa Palabra.
8- Su irresistible, constante y amoroso llamado
Por lo tanto, para conocimiento de los hombres, de los ángeles y de todo el universo celestial, asumo vivir hasta su regreso en gloria (o en lo que me quede de vida), de tal manera que traiga honor a su Nombre y gozo al corazón del Padre Celestial.
Es mi deseo expresado en pleno uso de mis facultades físicas y mentales.
Regístrese, publíquese y archívese si fuere posible en el Libro de la Vida del Cordero.
Amén.