domingo, 10 de octubre de 2010

DIOS MISMO LOS CASTIGÓ

Vivimos en una época que se jacta de tolerancia y amplio criterio, que rechaza a los "retrógrados", "oscurantistas" y "fundamentalistas", pero que al mismo tiempo recibe y festeja lo inaceptable. Se pregona la defensa de los derechos humanos, pero se da preferencia a los indefendibles. Se promueven causas de pésimo corte moral, pero al mismo tiempo se olvida la causa del pobre y del justo. La impunidad con que los malvados actuan, parece decir que lo malo está bien y que lo bueno está mal. Todo vale. "No me juzgues", es el clamor de la mayoría.
Ninguna idea parece, por consiguiente, más aborrecible que la del juicio y el consiguiente castigo divino sobre las malas acciones. Así se cumple lo que dice la Escritura: "Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal." Eclesiastés 8:11
Pero si bien es cierto que todos los pecados recibirán justa retribución en el gran día del juicio final, en la Biblia aparecen varios ejemplos de personas que sufrieron en forma inmediata el castigo por sus pecados. Estas acciones divinas, aunque dolorosas y casi incomprensibles al provenir de un Dios de amor, están allí para que saquemos lecciones de ellos.
CASO I- Nadab y Abiú
"Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová". Levítico 10:1,2
Dos muchachos consagrados al servicio del santuario, instruídos por el mismo Dios y que habían tenido el privilegio de contemplar su gloria en el monte Sinaí, fueron muertos al ofrecer "fuego extraño". Dios mismo los mató e impidió que fueran llorados por su familia.
Por causa de la bebida y de su propio descuido, los dos jóvenes se habían vuelto incapaces de distinguir entre lo santo y lo común. Esta historia nos muestra que es muy riesgoso mezclar las cosas del Señor con lo profano.
CASO II- Uza
"Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios". 2 Samuel 6:7
Este caso es diferente al anterior en que aparentemente Uza quiso hacer algo bueno al intentar sostener el arca que tambaleaba en el camino. Pero Dios que lee el corazón castigó su presunción con la muerte. La manera en que el relato continúa, nos muestra que su deceso obró como preventivo de una mortandad mayor. El pueblo dejó de utilizar los métodos de los filisteos para transportar el sagrado mueble (un carro), y cargaron el arca sobre los hombros de los levitas como correspondía. No bastan las pretendidas "buenas intenciones" en el servicio del Señor; debe hacerse lo que él mandó. Dios no demanda nada menos que obediencia.
CASO III- los que se burlaban de Eliseo
"Después subió de allí a Bet-el; y subiendo por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad, y se burlaban de él [Eliseo], diciendo: ¡Calvo, sube! ¡calvo, sube! Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos". 2º Reyes 2:23,24
La imagen del Señor no es la de un Júpiter tonante, que lanzaba rayos a los que incurrían en su desagrado; pero tampoco es la de una especie de Santa Claus bonachón. Su mensaje, sus mensajeros y su nombre son dignos del mayor respeto. Hay un terrible peligro en tomarlos con liviandad. La  horrible escena de estos jóvenes despedazados nos habla de la necesidad de prestar atención al mensaje final: "temed a Dios y dadle gloria porque la hora de su juicio ha llegado" (Apocalipsis 14:7).
CASO IV- los hijos de Esceva
"Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos". Hechos 19:13-16
El relato es casi cómico, aunque desembocó en tragedia. Siete muchachos tontos intentando jugar a la religión.
Pero ellos eran hijos de un levita y deberían haber sabido que lo que hacían estaba mal. El mal espíritu que poseía a aquel hombre se hubiera rendido ante Pablo, pero ellos no representaban ningún peligro. La irreverencia es un gran error, pues el demonio es un poderoso enemigo contra el cual no valen artimañas. Recordemos siempre que no "tenemos lucha contra sangre y carne" (Efesios 6:12). Solo los que se hayan consagrado de todo corazón al Señor podrán hacerle frente con éxito.
CASO V - Ananías y Safira
"Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido". Hechos 5:9,10
No podemos agradar a Dios y al mismo tiempo agradarnos a nosotros mismos. La mezquindad nunca recibirá la recompensa de la fidelidad. Una entrega parcial, ya sea de nuestros recursos, talentos, cuerpo, tiempo o capacidades no es aceptable. Él no transige ni se conforma con las migajas de nuestra religiosidad, pues sabe que esa actitud dará como resultado la segura pérdida de nuestras almas.
Todos los personajes aquí mencionados eran parte del profeso pueblo de Dios. Algunos eran o al menos debieron ser líderes en su causa. Triste y lamentable realidad del pasado que se repite hoy con mayor descaro, por la aparente falta de instantánea retribución.
Pero la ausencia de castigo debe alarmarnos aún más. Muchas de estas muertes sirvieron como prevención y ayudaron al pueblo de Dios a corregir actitudes equivocadas en su servicio. El que no suceda lo mismo hoy, ¿es por que ya no surten efecto este tipo de advertencias divinas? Los irreverentes actuales, ¿ya no tienen esperanza?
Terrible es la suerte que nos espera a los que nos encontramos en el borde de la eternidad si no damos oído a estas cosas, si no obramos con reverencia hacia las cosas sagradas, si no educamos a nuestros niños y jóvenes en el temor del Señor. Es un pensamiento de veras solemne.
"La voz de Jehová clama a la ciudad; es sabio temer a tu nombre. Prestad atención al castigo, y a quien lo establece". Miqueas 6:9