jueves, 9 de abril de 2009

LLANTOS O CANTOS

Después que los judíos regresaron de Babilonia, al fin de su cautiverio, comenzaron de inmediato la construcción del nuevo Templo, - recordemos que este imponente edificio y sus servicios, eran el centro de la economía religiosa judía- y fue el objeto de la oración poderosa de Daniel 9 (Ver la entrada del 15/03/09).
Si no había templo en donde presentar sacrificios y holocaustos, razonaban ellos, ¿cómo podían ser perdonados, justificados o aun auxiliados por el Señor?
La Escritura relata dos actitudes opuestas expresadas el día en que colocaron la piedra fundamental, que pueden enseñarnos una valiosa lección para hoy:
"Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová. Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría." Esdras 3:11,12
Los más jóvenes aclamaban a Dios con inmensa alegría por el magno acontecimiento, signo de la maravillosa providencia de Dios. Pero los dirigentes ancianos lloraban considerando muy poca cosa lo que estaban levantando, comparado con la gloria y magnificencia del templo anterior (construido por Salomón)
¿Qué efecto tuvieron sus lamentos sobre las personas responsables de la reconstrucción?
Elena de White comenta lo siguiente:
"Las murmuraciones y las quejas, así como las comparaciones desfavorables que se hicieron, ejercieron una influencia deprimente en el ánimo de muchos, y debilitaron las manos de los constructores. Los trabajadores se sintieron inducidos a preguntarse si debían proseguir con la construcción de un edificio al que se criticaba con tanta libertad desde el mismo comienzo, y que era causa de tantos lamentos. Si los que no se regocijaron cuando se colocó la piedra fundamental del templo hubiesen previsto los resultados de su falta de fe en aquel día, se habrían espantado. Lejos estaban de comprender el peso de sus palabras de desaprobación y desilusión; ni sabían cuánto iba a demorar la terminación de la casa de Dios el descontento que habían expresado." Profetas y reyes págs. 564,565
Es innegable la poderosa influencia de nuestras palabras y actitudes.
Muchas veces expresamos palabras de reprobación o de desaliento ante lo que se hace, según nuestro juicio, deficiente o débilmente para el Señor y pocas (si alguna vez) nos damos cuenta del efecto desmoralizador que causamos en los demás.
Aunque es bueno tratar de mejorar (porque el ser humano no es perfecto), la triste y desalentadora actitud de los líderes de Israel, que fijaron los ojos solamente en sus propias realizaciones, demoró décadas el progreso de la obra e hicieron necesarios repetidos mensajes divinos para revertir su efecto.
Nosotros también hoy debemos ejercer vigilancia sobre nuestras palabras y actitudes para no retrasar el avance del evangelio. No dependemos de débiles esfuerzos y planes humanos sino de la conducción del Todopoderoso Señor de los Ejércitos.
No desalentemos a los que trabajan, sino apoyemos, confirmemos y estimulemos a nuestros hermanos que, con lo que tienen hacen lo que pueden, recordando las palabras dirigidas a Zorobabel:
"No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos." Zacarías 4:6
Y tú hoy...
¿Cantas o lloras al contemplar el progreso de la obra de Cristo?