martes, 23 de agosto de 2011

COMO TRATAR CON LOS DISIDENTES

Si bien debemos tener en cuanto a asuntos de doctrina una mente abierta y estar dispuestos a ser corregidos, hay pilares de la fe que no deben ser movidos. Quiero sugerir en este estudio como tratar con los que pretenden tener nueva luz o introducir cambios en la iglesia.

I- Cuatro principios fundamentales al tratar con personas que difieren de la fe establecida del cuerpo: 
  • Tener la actitud de los bereanos (“Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” Hechos 17:11).
No debemos aceptar ni rechazar ninguna nueva luz, revelación o doctrina sin antes asegurarnos personalmente de que proviene de Dios. Las características del mensaje de un profeta verdadero son: 
  1. Está de acuerdo a la Biblia – Isaías 8:20 “A la ley y al testimonio”.
  2. Evidenciará un carácter cristiano – Mateo 7:20 “Por sus frutos los conoceréis”.
  3. Su predicción debe cumplirse – Deuteronomio 18:20-22 “El profeta... que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá. Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?; si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor”.
  4. No apartará de la verdad – Deuteronomio 13:1-3 “Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta”.
  5. No anulará revelaciones anteriores – Jeremías 28:8,9 “Los profetas que fueron antes de mí y antes de ti en tiempos pasados, profetizaron guerra, aflicción y pestilencia contra muchas tierras y contra grandes reinos. El profeta que profetiza de paz, cuando se cumpla la palabra del profeta, será conocido como el profeta que Jehová en verdad envió”.
  • Desalentar el espíritu de contención y rebeldía – Tito 3:9-11 “Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho. Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio”
Todo aquél que siembra dudas sobre enseñanzas fundamentales de la iglesia, o sobre el carácter y la obra de los dirigentes, o introduce contiendas sobre asuntos menores debe ser amonestado, luego de haberlo escuchado con atención. Se le debe advertir sobre el efecto de sus palabras y debe ser desautorizado si sus motivos no son correctos.
  • No aceptar sin verificar primero cualquier manifestación sobrenatural “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios” 1ª Juan 4:1
Debemos tener cuidado con las "señales", pues Satanás puede imitarlas. La exhibición de pretendidos dones espirituales debe ser recibida con reverencia y temor, pero no serán determinantes de la aceptación. La mejor prueba de toda doctrina es la del tiempo. Si no viene de Dios, generará entusiasmo al principio, pero pasado éste, el poder del mensaje se diluirá paulatinamente.
  • No cambiar los hitos antiguos – Jeremías 6:16 “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma.” 
Ninguna nueva verdad o mensaje echará por tierra todo aquello que el Espíritu Santo ha revelado anteriormente. Por lo general los mensajes divinos de reprensión tienen como objetivo regresar a la obediencia, la consagración y a la práctica de deberes olvidados en nuestra condición laodicense. No invitan a cambiar la doctrina –ni Jesús hizo eso al reprender a los fariseos-. El reproche del Espíritu no siembra dudas, sino que alienta la fe y guía a la verdad.
II- Tres preguntas sobre nuevas enseñanzas:
a) ¿Me invitan al arrepentimiento y a la conversión?
La nueva luz debería confirmar nuestra fe y llevarnos a un reavivamiento y una reforma. Los mensajes divinos siempre elevan y perfeccionan la experiencia espiritual del pueblo de Dios.
b) ¿A dónde me llevarán estas nuevas enseñanzas?
Necesitamos evaluar a dónde nos conducirían sus indicaciones ¿implican rechazar en todo o en parte lo que ya creemos?
c) ¿Qué recibiré a cambio de las verdades que abandono?
Deberíamos evaluar si ésta constituye una mejora de lo que ya aceptamos como verdad. En caso negativo, ¿a qué aceptar algo que me degradaría espiritualmente?
Si los pretendidos mensajes no pueden responder positivamente a estas preguntas, deberíamos rechazarlos como provenientes del enemigo.
III- 7 Luces de advertencia:
Deberíamos dudar seriamente de las siguientes formas de conducirse de quienes dicen traer nueva luz o quieren introducir cambios en la iglesia:
  1. Manifestar un espíritu de crítica, de discordia, de celos o de revolución.
  2. Descalificar directa o indirectamente a la organización o a los dirigentes.
  3. Desconocer deliberadamente los procedimientos y la autoridad de la iglesia (líderes, junta de iglesia o decisiones de la asamblea administrativa).
  4. Tener pretensiones de santidad (la doctrina conocida como perfeccionismo).
  5. Asumir actitudes autoritarias y dominantes sobre la iglesia y sus miembros.
  6. Énfasis desmedido en asuntos menores (“colar el mosquito y tragar el camello”).
  7. Conductas desordenadas (extremos en cuestiones alimentarias, no trabajar, etc.).
IV- Consideración final:
Es un asunto muy serio rechazar los mensajes divinos, pero es aún más peligroso recibir como verdad cualquier cosa que ande dando vueltas por ahí. Deberíamos recordar el consejo de Juan: “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras” (2ª Juan 1:7-11)