viernes, 25 de septiembre de 2009

NO HABRÁ OTRA OPORTUNIDAD

Uno de mis alumnos de 2º grado de primaria lloraba a todo pulmón y rogaba con su mejor carita de pena buscando conmoverme: -"me da otra oportunidad profe..."
Con mucha frecuencia escucho esto de mis alumnos, tanto de los niños como de los ya adolescentes. No quieren ser castigados por sus faltas. Todos quieren una oportunidad más.
Prometen cambiar, estudiar, mejorar y ser completamente diferentes (generalmente terminan siendo solo declaraciones de buenas intenciones).
La preguntas que uno se hace al respecto son: ¿hasta cuando hay que seguir dando oportunidades? ¿Las aprovecharán o abusaran de ellas? ¿Servirá de algo ofrecerlas?
La respuesta no es fácil, puesto que hay una línea muy delgada que separa la misericordia de la justicia y los seres humanos somos bastante miopes para distinguirla con claridad en cada ocasión.
En el ámbito espiritual, ¿qué podemos decir de la actitud de Dios hacia el pecador?
La Biblia no deja dudas de la actitud de generosa misericordia que mantiene para con el pecador, extendiendo vez tras vez su gracia a quienes no lo merecemos.
Jamás se cansa de perdonar a quienes lo buscan. Su fidelidad y compasión son inconmensurables. Son una parte inseparable de su naturaleza amante.
Pero, la Escritura también afirma que llegará un día en que la gracia ya no estará más disponible para el transgresor y se pronunciará la sentencia: "Deja que el malo siga haciendo el mal y que el vil siga envileciéndose; deja que el justo siga practicando la justicia y que el santo siga santificándose". Apocalipsis 22:11 NVI
Muchos, si no todos, estaríamos perdidos si el Señor no nos concediera renovadas oportunidades de perdón. Vez tras vez, a la par que decimos amarle, resistimos su invitación de misericordia, jugamos con el pecado o volvemos a caer en nuestros carnales patrones de conducta.
Pero resistir la obra interior del Espíritu inevitablemente tiene su precio.
La conciencia se insensibiliza hacia el pecado, se hace más fácil reincidir en la transgresión y los amorosos llamados de Dios nos conmueven cada vez en menor grado, hasta que...ya no se escuchan.
Es terrible jugar con la gracia. Las consecuencias son pavorosas.
"Creemos sin duda alguna que Cristo va a venir pronto... Nos estamos preparando para encontrar a Aquel que aparecerá en las nubes de los cielos escoltado por una hueste de santos ángeles, para dar a los fieles y justos él toque final de la inmortalidad. Cuándo él venga, no lo hará para limpiarnos de nuestros pecados, quitarnos los defectos de carácter, o curarnos de las flaquezas de nuestro temperamento y disposición. Si es que se ha de realizar en nosotros esta obra, se hará antes de aquel tiempo". ¡Maranata: El Señor Viene! Página 219
No se trata de una mala disposición divina sino de extravío humano. Solemos pensar que ya habrá tiempo para volvernos a Dios y perseveramos ciegamente en el mal camino. Pero no disponemos de la eternidad para nuestra preparación para el cielo.
La misma actitud caracterizó al pueblo de Israel, hasta que la Biblia registra con tristeza: "Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio". 2º Crónicas 36:15,16
Como afirme en una entrada anterior, la preparación para la eternidad es un asunto nuestro. Es también una tarea impostergable, porque tiene una fecha de vencimiento: la segunda venida de Cristo.
Ya no habrá otra oportunidad.
No porque se haya agotado la misericordia o la paciencia de nuestro amante Señor, sino porque la humanidad en general ya no la buscará ni la deseará.
Únicamente unos pocos fieles habrán jugado su suerte con Jesús por la eternidad, en medio de la mayor tormenta de odio y oposición hacia los justos que se haya desatado desde que Caín mató a Abel.
Ya no habrá otra oportunidad.
Ahora y en ningún otro tiempo que ahora, debemos alistar nuestro carácter para la traslación.
"Cuando venga él Señor, los que son santos seguirán siendo santos. Los que han conservado su cuerpo y espíritu en pureza, santificación y honra, recibirán el toque final de la inmortalidad. Pero los injustos, inmundos y no Santificados permanecerán así para siempre. No se hará en su favor ninguna obra que elimine sus defectos y les dé un carácter santo. El Refinador no se sentará entonces para proseguir su proceso de refinación, y quitar sus pecados y su corrupción. Todo esto debe hacerse en las horas del tiempo de gracia. Ahora debe realizarse esta obra en nosotros". ¡Maranata: El Señor Viene! Página 219
Ya no habrá otra oportunidad.
Roguemos que el Señor haga realidad el deseo de Pablo a la iglesia de Tesalónica: "Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo". 1º Tesalonicenses 5:23 NVI
¡Carpe diem!

lunes, 21 de septiembre de 2009

MALDICIÓN

Yo nunca creí en las maldiciones. Me parecieron siempre cosa de gente simple o ignorante, pura superstición. Claramente no temo la maldición del hombre, por ser sólo palabras. Pero, ¿qué sucede con las maldiciones divinas?
Algunos las clasifican con las otras al mismo nivel de pura superchería. Inventos de la religión para meter miedo.
No obstante, las hay, y aunque no nos agrade, en la Biblia figuran muchas maldiciones, incluso algunas prescritas por Dios mismo.
Una de las más curiosas es la que sigue: "(el sacerdote conjurará a la mujer con juramento de maldición, y dirá a la mujer): Jehová te haga maldición y execración en medio de tu pueblo, haciendo Jehová que tu muslo caiga y que tu vientre se hinche; y estas aguas que dan maldición entren en tus entrañas, y hagan hinchar tu vientre y caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén, amén. El sacerdote escribirá estas maldiciones en un libro, y las borrará con las aguas amargas" Números 5:21-23
Estas palabras parecen ser nada más que una fórmula preparada para asustar a las personas. Pero no está de acuerdo con el carácter del Dios revelado en las Escrituras someter a las personas por el temor. El espera de sus hijos un servicio amante y voluntario.
¿Qué sentido tienen las maldiciones entonces?

Las maldiciones bíblicas deben entenderse a la luz del resto de la revelación bíblica, que muestra al Señor profundamente interesado en el bienestar y la salvación del ser humano y que tiene para con él un propósito de amor. Por otro lado, la existencia del pecado y de la obra de Satanás para arruinar la creación de Dios son la realidad contrapuesta, ambas claramente presentadas en su Palabra.
Toda maldición dada por Dios tiene estas características:
  • Es descriptiva. No muestra un mal deseo de Dios hacia nosotros, sino los resultados del pecado en la naturaleza y en el ser humano.
  • Es preventiva. Presenta por contraste con las bendiciones de la obediencia, su deseo de que sus hijos se aparten del mal (ver Deut. 27 y 28)
  • Es admonitoria. Busca despertarnos por medio de advertencias y llevarnos al arrepentimiento, cumpliendo así su propósito de redención.
En las maldiciones registradas en Génesis 3 tras la caída del hombre en el Edén, se deja ver que Dios no maldijo a Adán y Eva, sino a la tierra y a los demás seres vivientes (serpiente incluida). El deterioro que iba a causar el pecado en el mundo natural trastornando la ecología, la fractura de las relaciones humanas y la degradación de cuerpo y mente que desembocan en la muerte, se describen aquí con meridiana y terrible claridad.
Al maldecir ciertas conductas, el Señor nos indica el camino que desea que sigamos: "Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová". Jeremías 17:5
Él espera que confiemos en su misericordia, no en nosotros mismos o en otro ser humano. La auto confianza es perniciosa, poner la fe en el poder o el esfuerzo humanos es un engaño colosal. Nada hay tan irremediable como dejar de confiar en Dios y fiarnos en nuestro insensato orgullo.
Fue este pecado el que hizo caer a Satanás, el que llevó a David a pecar con Betsabé, el que condujo a Pedro a negar tres veces a su Señor. Lo mismo sucede con cada ser humano, llevándolo ciegamente al abismo de la perdición.
Por último, al maldecir, nuestro Señor espera que su pueblo despierte de su modorra espiritual y trabaje para su causa.
"Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová;
Maldecid severamente a sus moradores,
Porque no vinieron al socorro de Jehová,
Al socorro de Jehová contra los fuertes. " Jueces 5:23
En momentos en que Israel era llamado a combatir al lado de Débora y Barac contra los cananeos, un pueblo rechazó la convocatoria y fue maldecido proféticamente, como advertencia para todo creyente.
Encontré esta cita relativa a ese incidente: "Ningún otro versículo del libro de los jueces constituye una advertencia tan severa a los miembros de la iglesia actual como éste en que se maldice a los que en un tiempo de crisis se niegan a colaborar. Frente a una tremenda necesidad de obreros, muchos profesos cristianos se conforman con seguir su conducta tranquila y egoísta, sin ayudar a la iglesia de Dios en su lucha contra Satanás. Dicen que la obra de la iglesia debe ser realizada por los ministros, y no aceptan ellos mismos ninguna responsabilidad. La maldición de Meroz recae sobre esos cristianos infieles a menos que abandonen su espíritu apático". (Comentario Bíblico Adventista sobre Jueces 5:23)
Las maldiciones, así como las bendiciones son acarreadas por nuestras decisiones. Son el fruto de nuestra conducta y de nuestras elecciones. Esto, aunque no le impidió hacerlo, lo entendió muy bien Jacob cuando su madre lo impulsó a engañar a su padre, diciendo: "Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición". Génesis 27:12
Dios espera que la iglesia despierte a su sagrada comisión, que cada uno haga la parte que le corresponde en advertir a un mundo que perece de la cercanía del advenimiento del Salvador, de la culminación del juicio y del tiempo de gracia para los hombres.
¡No atraigas sobre tí mismo la maldición!

viernes, 18 de septiembre de 2009

Los que temen al Señor

Retomando una entrada anterior sobre el temor de Dios, comprendo que éste no puede ser generado meramente por una comprensión intelectual de su admirable naturaleza y su extraordinario poder, sino mediante una experiencia personal con el Señor.
Inútiles han sido y serán las más conmovedoras predicaciones, los más fervientes llamados, las bellas descripciones que surjan de la viva imaginación de escritores y poetas, incluso inútil será también para conmovernos la más excelsa música de mil coros de voces celestiales.
Los que temen al Señor lo hacen bajo la influencia del Espíritu Santo, como se ve en la siguiente cita: "Juan el Bautista durante su vida en el desierto aprendió de Dios. Estudiaba las revelaciones de Dios en la naturaleza. Bajo la dirección del Espíritu divino, estudiaba los rollos de los profetas. De día y noche estudiaba a Cristo; él era su meditación; hasta que su mente, su corazón y su alma estaban llenos de la gloriosa visión. Contemplaba al Rey en su hermosura, y perdía de vista al yo. Consideraba la majestad de la santidad, y reconocía su incapacidad e indignidad. Debía anunciar el mensaje de Dios. Debía permanecer de pie con el poder y la justicia de Dios. Estaba listo para salir como mensajero del Cielo, impávido frente a los hombres, porque había contemplado al Divino. Podía comparecer sin temor frente a los monarcas terrenales, porque se había inclinado tembloroso ante el Rey de reyes". ¡Maranata: El Señor Viene! Pag.114
Necesitamos beber de la misma fuente de la que bebía el Bautista, alimentarnos de la misma visión hasta perder de vista el yo, hasta que Él lo llene todo y de nosotros no quede nada. Esta es la única manera en que alcanzaremos una adecuada comprensión de su gloria y se produzca en nosotros un temor reverente que mueva a la acción.
Debemos orar fervientemente cada día, meditar constantemente en Él y afirmarnos con firmeza en la Palabra de Dios. Entonces el temor del hombre no motivará nuestras acciones ni frenará nuestro caminar en el Señor, sino que lo hará su ley escrita en nuestros corazones.
"Escúchenme, ustedes que conocen lo que es recto; pueblo que lleva mi ley en su corazón: No teman el reproche de los hombres, ni se desalienten por sus insultos". Isaías 51,7 NVI
Sin embargo, la experiencia personal y la evidencia bíblica nos dicen en forma categórica que somos remisos a cambiar. No lo hemos hecho en los últimos seis mil años y no lo haremos en ningún futuro próximo. La humanidad en general fue hallada desprevenida ante los acontecimientos culminantes de la historia de la salvación, aunque fueran anticipados por el Señor. Valgan como ejemplo el Diluvio en los días de Noé, la destrucción de Sodoma, el cautiverio de Israel en Babilonia y el nacimiento de Cristo, que, aunque anunciados, hallaron a la mayoría de los hombres sin preparación para afrontarlos. Generalmente estos sucesos cayeron sobre sus protagonistas con la fuerza de una sorpresa abrumadora, como "ladrón en la noche".
¿Cómo despertaremos a esta realidad? No lo haremos solos, porque las inteligencias celestiales están trabajando con todos los medios a su disposición para despertar las conciencias y en tanto cooperemos con ellas, estaremos despiertos. Nada, ni voces o lazos terrenales, ni influencias humanas o angélicas, ni acontecimientos históricos ni la conmoción de los elementos naturales se escatiman a fin de despertarnos.
Pero si esto no sucede, si seguimos en la indolencia, "Dios despertará a sus hijos; si otros medios fracasan, se levantarán herejías entre ellos, que los zarandearán, separando el tamo del trigo. El Señor invita a todos los que creen su Palabra a que despierten. Ha llegado una luz preciosa, apropiada para este tiempo. . . Los creyentes no han de confiar en suposiciones e ideas mal definidas de lo que constituye la verdad. Su fe debe estar firmemente basada en la Palabra de Dios, de manera que cuando llegue el tiempo de prueba, y sean llevados ante concilios para responder por su fe, puedan dar razón de la esperanza que hay en ellos, con mansedumbre y temor". ¡Maranata: El Señor Viene! Pag. 43
Si no nos despertamos, Dios lo hará, pero si no nos preparamos personalmente, nada ni nadie podrá compensar nuestra falta de preparación.
¿Cuál es entonces nuestra tarea para hoy?
Es hora de levantarnos del sueño. Y los que queremos estar despiertos, debemos cumplir el sagrado cometido de ayudar a otros a despertar. y estár listos. "Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve". Malaquías 3:16-18
Cuando el Señor sacuda a su pueblo para despertarlo, se dará el certero y definitivo toque de trompeta, anunciando el fin; ya no habrá dudas, descuidos ni vacilaciones para proclamarlo, porque el temor de Dios será una experiencia viva entre sus verdaderos hijos.
El evento de los siglos será entonces una realidad gozosa para quienes lo esperan. Pronto se cumplirá con poder y gloria incontenibles lo que está escrito: "Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas". Apocalipsis 14:6,7

sábado, 12 de septiembre de 2009

Una de las peores historias de la Biblia

Hay algunas historias que a criterio humano, no deberían formar parte del libro sagrado. Historias terriblemente sórdidas, sangrientas y desgraciadas, de una maldad increíble o de un desenfreno total. Al leerlas, uno se pregunta: -¿y esto por qué figura en la Escritura?-
Sin embargo están allí para enseñarnos lecciones valiosas. Ninguna carece de sentido o fue puesta para hacernos dudar del amor de Dios.
Comparto entonces lo que me resulta una de las peores historias de la Biblia, no por derramamiento de sangre o perversidad sexual, sino por ser una muestra de la total pérdida de referencias espirituales.
"En la región montañosa de Efraín había un hombre llamado Micaías, quien le dijo a su madre: —Con respecto a las mil cien monedas de plata que te robaron y sobre las cuales te oí pronunciar una maldición, yo tengo esa plata; yo te la robé. Su madre le dijo: —¡Que el Señor te bendiga, hijo mío! Cuando Micaías le devolvió a su madre las mil cien monedas de plata, ella dijo: —Solemnemente consagro mi plata al Señor para que mi hijo haga una imagen tallada y un ídolo de fundición. Ahora pues, te la devuelvo. Cuando él le devolvió la plata a su madre, ella tomó doscientas monedas de plata y se las dio a un platero, quien hizo con ellas una imagen tallada y un ídolo de fundición, que fueron puestos en la casa de Micaías. Este Micaías tenía un santuario. Hizo un efod y algunos ídolos domésticos, y consagró a uno de sus hijos como sacerdote. En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor. Un joven levita de Belén de Judá, que era forastero y de la tribu de Judá,salió de aquella ciudad en busca de algún otro lugar donde vivir.
En el curso de su viaje llegó a la casa de Micaías en la región
montañosa de Efraín
—¿De dónde vienes? —le preguntó Micaías. —Soy levita, de Belén de Judá —contestó él—, y estoy buscando un lugar donde vivir. —Vive conmigo —le propuso Micaías—, y sé mi padre y sacerdote; yo te daré diez monedas de plata al año, además de ropa y comida. El joven levita aceptó quedarse a vivir con él, y fue para Micaías como uno de sus hijos. Luego Micaías invistió al levita, y así el joven se convirtió en su sacerdote y vivió en su casa. Y Micaías dijo: 'Ahora sé que el Señor me hará prosperar, porque tengo a un levita como sacerdote'. ". Jueces 17:1-12 NVI
Pero la historia no acaba aquí. Un grupo armado de la tribu de Dan, compuesto por más de 600 hombres que buscaba un lugar "más fácil" para conquistar que el que se les había asignado, pasó por allí y viendo el santuario de Micaías y su sacerdote resolvieron despojarlo.
"Entrando, pues, aquéllos en la casa de Micaía, tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen de fundición. Y el sacerdote les dijo: ¿Qué hacéis vosotros? Y ellos le respondieron: Calla... y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre, que de una tribu y familia de Israel? Y se alegró el corazón del sacerdote, el cual tomó el efod y los terafines y la imagen, y se fue en medio del pueblo".
Jueces 18:18-20
¡Hasta qué punto se puede perder la brújula moral!
Repetidamente el libro de Jueces repite que "cada uno hacía lo que le parecía mejor"; lo cual resultaba siempre en "mejorar" en el pecado, en mayor degradación y mayor apostasía.
Resumiendo:
  • Micaías le roba a su madre.
  • Devuelve lo robado porque era para un "buen" propósito.
  • Su madre lo bendice y fabrica con el dinero ídolos e imágenes.
  • Micaías le agrega elementos de culto y funda su propio santuario y consagra su propio sacerdote.
  • Recibe a un levita vagabundo que había abandonado su ciudad asignada y lo hace sacerdote.
  • Este se vende por unas monedas, ropa y comida.
  • ¡Entonces Micaías cree que Dios lo bendecirá por eso!
  • Un grupo de danitas planea apoderarse de Lais, una ciudad indefensa.
  • Piensan que sería bueno para ello contar con "respaldo religioso".
  • Los hombres de Dan roban sin culpa ni vergüenza lo que había en la casa de Micaías.
  • El sacerdote desagradecido "se alegra" de pasar a formar parte de una banda de ladrones.
Nadie pensó en hacer lo correcto, nadie buscó hacer lo bueno ni cuestionó el mal; no hay parámetros morales en ninguna parte del relato.
Solo contaban la conveniencia personal y la comodidad egoísta.
Ojo que estos, no hay que olvidarlo, eran el pueblo de Dios.
Cuando las tribus se establecieron en la tierra prometida, dejaron de depender del poder divino y se atuvieron a sus propios esfuerzos, fracasando por completo y cayendo en una espiral de indolencia, idolatría y mundanalidad que los llevó al borde de la aniquilación como nación.
¿Qué los llevó a esta condición? Porque es grave y casi sin esperanza.
La respuesta es simple. Olvidando a Dios.
¿Nos puede estar pasando lo mismo?
Cuando en nuestros planes Él no figura, cuando el yo es preponderante y únicamente buscamos la satisfacción de nuestros deseos, cuando el esfuerzo humano se halla en la base de lo que hacemos, por más que argumentemos y adornemos nuestras palabras, el resultado será nefasto e irá siempre en curva descendente hacia la destrucción.
Cuando tomamos nuestras decisiones sin tenerlo en cuenta, aunque creamos que estamos a su servicio, solo nos alejamos de Él. Y lo peor es que cuando lo hacemos, buscando insensatamente "cobertura espiritual", ¡hasta le pedimos que nos bendiga en nuestras empresas!
La senda de la perdición no se recorre a saltos, se avanza en ella dando un pequeño paso a la vez. Cuando adelantamos un solo pie en la dirección incorrecta, toda nuestra vida toma ese rumbo. Y a la elección sigue el inevitable resultado (ver Gálatas 6:7).
Debemos ser cuidadosos en lo que escogemos. Frecuentemente se oye decir entre el pueblo de Dios -¿qué importancia tiene esto o aquello?- sin advertir el relativismo moral que implica la afirmación, ni la dirección en que nos llevarán nuestras decisiones.
Me resulta también sin sentido la afirmación de algunos que dicen: "yo soy adventista/cristiano de cuna"; porque entiendo que llegamos a ser hijos de Dios por medio de una elección consciente, constante y madura en respuesta al llamado del Espíritu del Señor y no por abolengo.
Por nuestra propia seguridad no debemos confiar en lo que ya logramos ni llegar a ser una iglesia de tradiciones, más bien tenemos que ser una iglesia que revise constantemente su brújula espiritual y busque decididamente rendirse a Dios de corazón.
Cada generación del pueblo de Dios que se levanta debe revalidar sus credenciales. Cada joven, niño o adulto debe a cada paso decidir a quien servir individualmente para que el conjunto lo haga con éxito. Nuestro Salvador espera ansiosamente por ello.
Respondamos hoy afirmativamente a las palabras del himno:

¿Quién está por Cristo? ¿Quién le servirá?
A salvar a otros ¿quién le ayudará?
¿Quién dejando el mundo, contra el error
luchará por siempre al lado del Señor?

(Himnario Adventista Nº 363)

jueves, 10 de septiembre de 2009

CONSAGRACIÓN

Ya toda me entregué y dí,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del amor
mi alma quedó caída,
y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Tirome con una flecha
enarbolada de amor
y mi alma quedó hecha
una con su Creador;
ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Teresa de Jesús

El temor de Dios

¿Paso de moda el temor de Dios?¿Ya no se debe hablar del tema?
Recuerdo a una señora amiga de mi mamá, que decía tener una gran intimidad con Dios, a quien llamaba, cariñosamente según ella, "el flaco" (lo pongo así con minúsculas). Me resultaba particularmente desagradable porque era casi despectivo...
Se enfatiza actualmente en casi todos los círculos religiosos la necesidad de tener una relación íntima y personal con el Señor, lo cual es correcto. Nunca alcanzaremos a resaltar con justicia su carácter de amor, su misericordia, su bondad, su tierna compasión por sus hijos.
Pero en nuestro mundo moderno, donde el hombre está cada vez más celoso de su propia importancia, esta tendencia se ha llevado a un extremo peligroso, de excesiva familiaridad, donde la Deidad se vuelve alguien igual a nosotros, rebajándola al nivel de un compinche o camarada.
De nuevo, para que quede bien establecido, Dios quiere nuestra amistad. La busca, la ruega y presenta sus mejores incentivos a quienes la acepten.
Pero no debemos olvidar que la amistad sin respeto no es verdadera amistad. Y nuestro Señor es definitivamente superior en poder y dignidad a los seres humanos, que somos simples criaturas suyas. En términos comparativos, ante su majestad somos meros gusanos (cf. Job 25).
Él es digno de todo el respeto, el homenaje, el honor y la reverencia que seamos capaces de tributarle. Lo que digo es que debemos recuperar la visión majestuosa de nuestro Dios que presentan las escrituras.
En la recapitulación de la entrega de los Diez Mandamientos que se hace en Deuteronomio, se detalla la reacción del pueblo de Israel a la manifestación de Su gloria: "Estas palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí. Y aconteció que cuando vosotros oísteis la voz de en medio de las tinieblas, y visteis al monte que ardía en fuego, vinisteis a mí, todos los príncipes de vuestras tribus, y vuestros ancianos, y dijisteis: He aquí Jehová nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz de en medio del fuego; hoy hemos visto que Jehová habla al hombre, y éste aún vive. Ahora, pues, ¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego nos consumirá; si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios, moriremos. Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún viva? Acércate tú, y oye todas las cosas que dijere Jehová nuestro Dios; y tú nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te dijere, y nosotros oiremos y haremos". Deuteronomio 5:22-27
Los israelitas se encontraron en medio de un espectáculo de luz y sonido casi volcánico, de la conmoción de los elementos y del poderoso sonido de la voz divina y esto los llenó de espanto. Lamentablemente de puro terror se enfocaron en su debilidad y no en el privilegio que les era concedido.
En su condición pecaminosa e irregenerada, los truenos sonaban más fuertes e imperativos que la voz de Dios. Pidieron que no les hablase más.
El Señor aceptó, no sin lamentar profundamente su decisión, diciendo por medio de Moisés: "Y oyó Jehová la voz de vuestras palabras cuando me hablabais, y me dijo Jehová: He oído la voz de las palabras de este pueblo, que ellos te han hablado; bien está todo lo que han dicho. !Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre! Ve y diles: Volveos a vuestras tiendas. Y tú quédate aquí conmigo, y te diré todos los mandamientos y estatutos y decretos que les enseñarás, a fin de que los pongan ahora por obra en la tierra que yo les doy por posesión. Mirad, pues, que hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni a siniestra. Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer". Deuteronomio 5:28-33
Podría decirse que la majestuosidad de Dios no se revela hoy en estos términos. Su potente voz no resuena a oídos humanos, ¿o sí?
Claro que nosotros no estuvimos al pie del monte Sinaí, pero eso no nos disculpa. Su poder y gloria no han disminuido, sino por el contrario. En Cristo, tenemos una revelación total de la gloria de Dios (ver 2º Cor. 4:6). El nuevo testamento pone en la adecuada perspectiva el temor y la reverencia que deben manifestar los creyentes del nuevo pacto, diciendo: "Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos". Hebreos 12:18-25
Nuestro mensaje es todavía más solemne que aquel que recibió el pueblo de Israel, porque contiene una suma mayor de la revelación divina. El monte de Sión escatológico resuena con mayor poder aun que el Sinaí. Además el llamado divino está teñido con la urgencia del tiempo del fin: "Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas". Apocalipsis 14:6,7
Sirvamos hoy a Dios con temor y reverencia.

domingo, 6 de septiembre de 2009

El tercer chasco II

En uno de los viajes que mi padre hacía a Buenos Aires nos llevó a mi hermano y a mí. Al recorrer los muchos kioscos de revistas que había allí, vimos una cosa que nos fascinó. Una serie de chascos (bromas). El más notable de ellos era un paquete de caramelos que eran dulces por fuera, pero sumamente amargos y desagradables por dentro, que hacían escupir a quien los probara durante horas...
Con malvado espíritu, compramos uno y nos propusimos "divertirnos" a costa de nuestros amigos. Hasta simulábamos probarlos para luego convidar y luego quedábamos a la espera del amargo resultado, riéndonos del pobre que resultaba víctima de nuestra "diversión".
Hoy entiendo que aquello no tenía nada de gracioso. Pero aquel maléfico entretenimiento de la infancia me recordó que las cosas no siempre son lo que aparentan. Que detrás de una experiencia dulce puede encontrarse una amarga conclusión; o por el contrario, que Dios puede sacar de una amarga experiencia la dulce sensación de su presencia en medio de la prueba.
Retomando la entrada anterior sobre los chascos, quisiera analizar ahora los dos puntos finales.
En primer lugar, el error y los preconceptos humanos que los causaron no invalidan la obra de Dios.
La iglesia primitiva se levantó y creció hasta abarcar el mundo a la sombra del "fracaso" de la cruz. La iglesia adventista creció también emergiendo de la frustrada esperanza de 1844. Como dice en la profecía de Apocalipsis 10:10 "Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre", en la providencia de Dios que prueba las almas, debían pasar por la amarga experiencia del chasco para no depender de nada más que el poder divino.
Respecto de si habrá otro chasco, hago referencia a lo dicho por la inspiración divina.
Jesús habló de esto en tres parábolas que se encuentran en Mateo 25, de las cuales quiero mencionar únicamente la de las diez vírgenes: "Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas". (Mat. 25:1,2).
Los discípulos de Jesús y los primeros adventistas soportaron chascos en sus expectativas a causa de conceptos equivocados referentes al reino de Dios y a la segunda venida del Señor. La parábola de las diez vírgenes prefigura estas dos situaciones. Si bien todas esperaban al esposo, solo cinco de ellas tenía la preparación necesaria.
La falsa seguridad de muchos será su perdición: "No debemos descansar en la idea de que porque somos miembros de la iglesia ya estamos salvos, mientras no damos evidencias de que nos estamos conformando a la imagen de Cristo, mientras nos aferrarnos de nuestros antiguos hábitos e introducimos en nuestra trama las hebras de las ideas y las costumbres del mundo..." ¡Maranata:El Señor Viene! Pág. 52
Las esperanzas humanas, las costumbres e interpretaciones populares y la falsa erudición pueden opacar la clara revelación de la Palabra de Dios.
Deberíamos ser cuidadosos de lo que creemos y aceptamos, si acaso esté teñido de lo mundanal.
Con toda seguridad los que esperan la conversión del mundo, el triunfo glorioso de la iglesia y un súbito arrebatamiento para ser librados de la tribulación verán sus esperanzas fallidas. Los que en su corazón desean que el acontecimiento de los siglos se demore un poco más para gozar de esta vida, verán la puerta de la gracia cerrada en sus narices. Seremos probados hasta lo sumo antes de ir a nuestro hogar celestial.
La cita continúa: "Las diez vírgenes están en guardia en el atardecer de la historia de la tierra. Todas pretenden ser cristianas. Todas han sido llamadas, tienen un nombre, una lámpara, y pretenden servir a Dios. Aparentemente todas aguardan su aparición. Pero cinco son deficientes. Cinco, sorprendidas y angustiadas, se encontrarán fuera del lugar del banquete... Somos representados ya sea por las vírgenes prudentes o por las insensatas. Hay muchos que no permanecen a los pies de Jesús para aprender de él. No conocen sus caminos; no están preparados para su venida. La espera del Señor es fingida. No han velado y orado con esa fe que obra por el amor y purifica el alma. Han vivido una vida descuidada. Han escuchado la verdad y han estado de acuerdo con ella, pero nunca la han incorporado a su vida práctica... El aceite de la gracia no ha alimentado sus lámparas, ni están preparadas para entrar en la cena de bodas del Cordero... " ¡Maranata:El Señor Viene! Pág. 52
Nadie alcanzará la vida eterna si descuida el aceite del Espírtu. Se estará derramando abundantemente a su alrededor y no lo advertirán.
Por ello, para muchos, vendrá un tercer chasco. Se nos exhorta: "No seáis como las vírgenes insensatas, que dan por sentado que las promesas del Señor les pertenecen, mientras no siguen las intimaciones de Cristo. Jesús nos enseña que la profesión de fe no vale nada. 'Si alguno quiere venir en pos de mí -dice él-, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame' (Mat. 16: 24). Cuando pasemos por la prueba refinadora de Dios, por su proceso purificador; cuando el fuego del crisol consuma la escoria y surja el oro fino de un carácter purificado, seguiremos diciendo, con Pablo: 'No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo... Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús' (Fil. 3: 12-14)". ¡Maranata: El Señor Viene! Pág. 52

viernes, 4 de septiembre de 2009

Ayuno

Entre las muchas prácticas que se siguen en cualquier ámbito laboral, hay algunas que me parecen sin sentido, pues las hacemos simplemente por la ¿razón? de que "hay que hacerlas", "están allí" o que "figuran en la planificación".
Tendemos a elevar algunas actividades accesorias a una categoría casi de "santidad", convirtiéndolas en indispensables. Incluso en el terreno espiritual suele suceder idéntica cosa. Una de ellas es la costumbre de resolver todo por medio de largas y tediosas reuniones, en donde generalmente lo que se debate y ocupa la mayor parte del tiempo no es el punto central en discusión.
Entre los israelitas, el ayuno era una actividad tan meritoria, que se dedicaban días especiales a él y que, como suele pasar con lo establecido, terminaron siendo una costumbre más. De esta forma, se despojó al ayuno - y a la oración, su inseparable compañera -, de su carácter de experiencia personal profunda y sincera con Dios para convertirlo en una formalidad. El siguiente paso en la retorcida lógica humana consiste en condenar a quien no sigue esa práctica "establecida".
La pregunta que hicieron los adversarios de Cristo entra en dicha categoría: "Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben? Él les dijo: ¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos? Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán".Lucas 5:33-35
Cuando la experiencia de fe se vuelve programa, corre peligro de volverse simplemente un hábito, una cuestión de mérito, un punto más en la lista de tareas a realizar.
No estoy en contra de la institucionalización del ayuno o de cualquier otra práctica, que son necesarias. Lo que creo es que corremos peligro de olvidar aquello que se quiere lograr, cuando nos quedamos con las formas y dejamos de lado el contenido; en este caso la búsqueda de la aprobación del Señor.
Los hebreos repetidamente olvidaron esto y Dios les advirtió con fuertes palabras por medio del profeta Isaías:
"Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios. ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad; y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar". Isaías 58:1-12
Pero veamos el lado positivo de esta renovadora práctica.
En cada ocasión en que debemos tomar decisiones, enfrentar dificultades o arrostrar peligros, el ayuno nos puede dar valiosa ayuda, mientras buscamos con humildad y consagración la protección y la aprobación divina
El siguiente incidente bíblico se encuentra en la historia de Israel entre los que volvieron del cautiverio con Esdras. Es una muestra de que el ayuno es poderoso cuando va acompañado de la actitud correcta. Dios bendice a quienes siguen sus mandatos.
"Los reuní junto al río que viene a Ahava, y acampamos allí tres días; y habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví. Entonces despaché a Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulam, hombres principales, asimismo a Joiarib y a Elnatán, hombres doctos; y los envié a Iddo, jefe en el lugar llamado Casifia, y puse en boca de ellos las palabras que habían de hablar a Iddo, y a sus hermanos los sirvientes del templo en el lugar llamado Casifia, para que nos trajesen ministros para la casa de nuestro Dios. Y nos trajeron según la buena mano de nuestro Dios sobre nosotros, un varón entendido, de los hijos de Mahli hijo de Leví, hijo de Israel; a Serebías con sus hijos y sus hermanos, dieciocho; a Hasabías, y con él a Jesaías de los hijos de Merari, a sus hermanos y a sus hijos, veinte; y de los sirvientes del templo, a quienes David con los príncipes puso para el ministerio de los levitas, doscientos veinte sirvientes del templo, todos los cuales fueron designados por sus nombres. Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes. Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan. Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio". Esdras 8:15-23
Aquí aparecen varios elementos destacables:
  1. Esdras no quiso seguir adelante sin los levitas que ministraran al Señor. De la misma manera, no deberíamos avanzar en ninguna empresa sin habernos asegurado primeramente el favor y la compañía de nuestro Padre.
  2. Publicó ayuno para "solicitar de él camino derecho para nosotros". Aquí la búsqueda de la dirección y protección de Dios son prioridad, se hacen de todo corazón.
  3. Puso el honor de Dios por encima de las lógicas previsiones de seguridad que otro hubiera tomado. Tuvo "vergüenza" de demostrar ante el rey falta de fe en el poder de Dios.
El resultado final fue la respuesta positiva del Señor a tan decidida confianza de sus siervos.
Clamemos también nosotros con ayuno y oración como el publicano de la parábola: "Dios, se propicio a mí pecador".