lunes, 26 de diciembre de 2011

NO ES TAN MALO SER LAODICENSE


“Entonces respondió Secanías... y dijo a Esdras: Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios... mas a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel”. Esdras 10:2
El mensaje a las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3, tiene una triple interpretación: literal, abarcante y profética.
En primer lugar, fue un mensaje dirigido a iglesias reales, que existían en los tiempos apostólicos. Esas siete iglesias estaban ubicadas en la provincia romana de Asia (hoy Turquía).
Además, y al igual que otros pasajes de la Biblia, estos mensajes tienen aplicación personal para cada creyente, y para la comunidad de creyentes a lo largo de la historia. Describen condiciones particulares existentes en cada iglesia que pueden aplicarse a distintas fases de la experiencia cristiana.
Por último, éstas representan en la profecía siete etapas de la iglesia, desde la época de Juan hasta la segunda venida de Cristo. Describen el cuidado del Señor por su remanente fiel de todas las edades.
La última de ellas es Laodicea, que significa “juicio del pueblo” o “un pueblo juzgado”. 
Es decir que representa a los cristianos del tiempo actual, que vivirán durante el juicio previo al advenimiento del Señor; quienes serán sellados para pasar por las pruebas finales, rechazarán la marca de la bestia y algunos de ellos tendrán el privilegio de ser  trasladados vivos al cielo al venir Jesús.
Veamos el mensaje que se le dirige:
“Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Apocalipsis 3 14-22
Todos nosotros vivimos en la época de Laodicea,  y eso constituye buenas y malas noticias.
Primero hablemos de las malas. Es la única de las siete de las cuales no se dice nada positivo. Recibe el reproche más duro y fuerte de todas. Se la presenta ostentando una tibieza que da náuseas al Señor, arrogante, orgullosa e ignorante de su verdadera condición -desdichada, miserable,  pobre, ciega y desnuda-.
Careciendo de casi toda gracia espiritual, su situación no puede parecer más desfavorable ¿No pinta eso a las claras a la iglesia cristiana de hoy?
Ante tal diagnóstico, algunos optaron por rendirse ante la evidencia, diciendo en tono conformista -¡y bueno, somos Laodicea, qué se le va a hacer!
Otros han utilizado esto como ariete para golpear a la iglesia; exponen los males de sus miembros y de sus dirigentes como muestra de que la iglesia actual está en apostasía y que pronto Dios la desechará (si no lo ha hecho ya).
Pero estos críticos enfoques fallan en reconocer su verdadero mensaje, que contiene al menos siete buenas nuevas para los laodicenses.
  • Primera buena noticia: Jesús conoce a Laodicea.
El Testigo Fiel no falla en ver las deficiencias de su pueblo, pero las muestra para sanar. Aunque no ignora sus faltas, su más íntimo deseo es que pueda escapar de su tibieza
¡Gocémonos puesto que, aunque débiles y falibles, él nos reconoce como pueblo suyo!
  • Segunda buena noticia: Jesús tiene un mensaje para Laodicea.
El pueblo que vive en estos últimos días predica el mensaje del  "Evangelio eterno", -que incluye el mensaje del Juicio-, y que debe llegar a todos los moradores de la tierra ( Apoc.14:6,7). A la tibia Laodicea le toca la solemne tarea de amonestar al mundo acerca de los inminentes juicios de Dios.
¡Alegrémonos, porque Dios confió en nosotros para dar su mensaje!
  • Tercera buena noticia: Jesús tiene el remedio para Laodicea
Nuestro Salvador ofrece el oro refinado en fuego de la fe y el amor, las vestiduras blancas de su propia justicia y el colirio del Espíritu Santo a todos los que quieran aceptarlos, “sin dinero y sin precio”.
¡Tengamos fe y esperanza! Los mejores dones que el cielo pueda ofrecer están a nuestra disposición.
  • Cuarta buena noticia: Jesús ama a Laodicea
Las reprensiones y castigos tienen una buena razón. Somos sus hijos amados, a quienes él disciplina. Su iglesia es como la niña de sus ojos, adquirida al altísimo costo de su preciosa sangre.
¡Somos amados por Dios, qué maravilloso!
  • Quinta buena noticia: Jesús espera un cambio en Laodicea
El Señor espera vernos reaccionar; espera una reforma y un reavivamiento entre su pueblo. Quiere una iglesia sin mancha ni arruga ni cosa semejante, que pueda subsistir en el día final. Todos los recursos del cielo se invirtieron para ello, incluido el supremo don del Espíritu, que como lluvia tardía, espera descender con poder, para conducir al triunfo a todos los que lo deseen de corazón.
¡No desesperes, Jesús ya triunfó en tu lugar!
  • Sexta buena noticia: Jesús llama a Laodicea
Somos llamados a la cena de las bodas del Cordero, a sentarnos en su trono como vencedores. No tenemos un futuro incierto o miserable aguardando; por el contrario, las más brillantes luces del alba de la eternidad futura ya comienzan a brillar sobre nosotros.
¡Alabemos al Señor Jesucristo por ofrecernos tan alto destino!
  • Séptima buena noticia: Jesús espera la victoria de Laodicea
Todos los que pasen por las puertas de perlas de la Nueva Jerusalén entrarán en ella como vencedores. A los tibios, indecisos, frágiles, mundanos, egoístas y timoratos laodicenses se les recuerda que la victoria sobre el pecado es posible en Cristo. Más que posible, es un hecho que solo nuestra ceguera espiritual puede rechazar.
¡Demos gloria al Señor por permitirnos compartir su victoria!
¿No son estas muy buenas noticias para Laodicea? No es tan malo entonces ser laodicense.
Qué bueno que aún hay esperanza para Israel. Una maravillosa esperanza.

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