"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella... Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo". Juan 1:1-5, 9
Estaba en la sala de la casa de mis suegros, contemplando una hermosa maceta con flores de color morado intenso, cuando me pidieron que la llevara al comedor. Para mi sorpresa, al llevarla a la siguiente habitación, las flores habían mudado a un tono violáceo mucho más suave.
¿Qué había pasado? Porque las flores eran las mismas, sin duda.
Ocurrió que en la primera de las dependencias de la casa había un tubo fluorescente y en la segunda un foco (bombillo) común. La diferencia entre las fuentes de luz le habían jugado una mala pasada a mis limitados sentidos.
Nuestra vista apenas puede captar una pequeña parte del espectro electromagnético (ver imagen abajo), para lo demás, somos completamente ciegos; tanto para las ondas que están en el espectro de alta energía: ultravioleta, rayos x, rayos gamma, etc. ; como en las de menor energía, tales como el infrarrojo, las ondas de radio, tv, radar, microondas, etc.
Crédito de la imagen: http://www.monografias.com/trabajos5/natlu/natlu.shtml
En realidad, no solamente vemos, sino que vivimos gracias a la luz. Aunque apenas somos conscientes de ello, recibimos sus beneficios en muchas áreas de la vida; todas indispensables. Podemos ver, distinguir colores, profundidades y distancias, nuestros cuerpos sintetizan vitaminas por su intermedio, las plantas realizan la fotosíntesis, etc. Podemos utilizarla de diferentes maneras para mejorar nuestra vida y conocer el universo. Podemos incluso definir algunas de sus propiedades como la reflexión y la refracción, medir su velocidad u observar su dispersión.
No obstante, la luz sigue siendo un misterio para la ciencia. Se han ensayado diversas teorías para explicarla, como la teoría corpuscular de Newton, pasando por la teoría ondulatoria, la teoría electromagnética, hasta la síntesis actual de considerarla al mismo tiempo como onda y como partícula. Ninguna de estas teorías puede explicar todos los comportamientos de la luz.
La pregunta de Dios a Job sigue vigente: "¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz...?" Job 38:19 -Nadie lo sabe con certeza-
La Biblia tiene un enfoque particular sobre la luz. Nos dice que:
- "Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él". (1º Juan 1:5);
- "Habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver" (1º Timoteo 6:16),
- "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida". (Juan 8:12)
El Señor no es sólo el creador de la luz, es la luz misma. La visión de su presencia siempre incluye una luz deslumbrante; Él es glorioso, inalcanzable e indefinible como ella. Trae vida a todo lo visible y alumbra el entendimiento de las cosas celestiales e invisibles.
En las Escrituras Cristo se presenta a sí mismo como la luz del mundo, en agudo contraste con las tinieblas del pecado.
Su luz es concedida a los mortales como un gran privilegio. Podemos verla a través del conocimiento de sus obras; en su sagrada Palabra, la Biblia; experimentarla mediante las más tiernas y amantes relaciones humanas; en la obra regeneradora del Espírtu Santo en nuestra vida y en la contemplación de la hermosura del carácter de Jesús.
La vida sobre la Tierra depende de la luz. Nuestra vida eterna depende también de la luz que viene del conocimiento del Señor. La revelación dada mediante las profecías a los profetas y santos de la antiguedad, (y los del presente) tiene carácter probatorio para los que dicen ser sus hijos. De la manera en que reaccionamos a la luz de la verdad determinará si estaremos entre los salvados o nos perderemos por la eternidad.
"Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios". Juan 3:19-21
Entre los insectos (y otros animales) hay una clara ilustración de lo dicho. Todos hemos visto como las mariposas son atraídas por la luz, danzando alrededor de ella, incluso hasta consumirse en su calor. Por otro lado, también notamos el efecto que produce en las cucarachas; al encenderse la luz, huyen de ella para refugiarse en la oscuridad.
La luz es la misma, pero lo que es atractivo, cálido y vivificante para unas, es motivo de temor y repulsión para otras.
¿A cuáles nos pareceremos?¿Seremos mariposas o cucarachas?
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