viernes, 2 de octubre de 2009

LOS TRES TRONOS DEL JUICIO

En cierta ocasión alguien me dijo acerca de lo que estaba enseñando: -"Ustedes son demasiado complicados, cuando el evangelio es simple, Jesús murió por nosotros y eso es todo". Y esto último es cierto, el evangelio es simple; pero el que enseña la Biblia no es un evangelio limitado únicamente a la muerte de Cristo por nosotros. Contiene temas sublimes y profundos, nacidos todos de la maravillosa gracia de un Dios que en vez de destruir al ser humano pecador le extiende su amor y su perdón.
En razón de su excelsa naturaleza, el mensaje divino de salvación levanta muchas preguntas como estas:
  • ¿Está obrando bien el Señor para resolver el problema del pecado?
  • ¿Habrá o no un juicio y sobre qué base se hará?
  • ¿Qué pasará con Satanás y sus ángeles?
  • ¿Es justo Dios al perdonar a unos y condenar a otros?
  • ¿En la futura eternidad, el hombre no podría acaso volver a pecar?
Son apenas algunas de las preguntas que surgen sobre temas casi inagotables, que abarcan "cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles" (1º Pedro 1:12). Si las inteligencias celestiales no alcanzan a captarlas, ¡cuanto menos nosotros!
Uno de estos temas es el juicio de Dios. Muchos cuestionan la misma idea de que seremos juzgados por nuestros actos. Otros tratan de suavizar  lo que consideran la terrible imagen de un Dios airado que viene a castigar los pecados del hombre, hasta casi diluir el mensaje divino.
Pero la Biblia menciona un juicio. Es una realidad mencionada con frecuencia en la Escritura.
"Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos
de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda".
Mateo 25:31-33
En el pasaje citado, aparecen el juicio, los involucrados y el trono. Veámoslos en orden inverso.
La imagen del trono de Dios como trono de juicio se repite por todas las Sagradas Escrituras. Desde allí se pronuncia la sentencia divina contra el pecado y contra el pecador. "Justicia y juicio son el cimiento de tu trono..." Salmos 89:14.
Los seres celestiales, los salvados (ovejas) y los perdidos (cabritos) son los protagonistas del juicio celestial, a quienes se juzgará por separado en tres etapas sucesivas.
¿Por qué un juicio dividido en tres partes? Bueno, hasta los juicios terrenales tienen tres etapas bien marcadas:
  1. la investigación de los hechos y la acumulación de pruebas
  2. el proceso judicial propiamente dicho donde se valoran las evidencias
  3. el dictado de la sentencia
Por causa de los involucrados y para plena justicia, se debe realizar de esta forma. Para que el carácter divino sea reivindicado, todas las partes en el juicio (la Deidad misma, los seres celestiales y los seres humanos) deben estar plenamente de acuerdo con la sentencia final, sea cual fuere.
Miremos bien la lógica de esto:
    ¤ Los habitantes del cielo, tanto los ángeles, como los habitantes de otros mundos creados por Dios necesitan estar seguros de que no reincidiremos en el pecado después de haber sido redimidos. Bien conocen nuestras fallas en la tierra, las veces que fracasamos en ser fieles al Señor. Cabe para todos ellos la pregunta: ¿no volverán a caer en el pecado?
    ¤ En cuanto a los que se salvan, ¿en qué se diferencian de los perdidos si ambos son pecadores?; ¿son dignos de recibir la vida eterna por sus méritos, por capricho divino o por otra razón justificada?
    ¤ Y los que se perderán, ¿qué los hace indignos del cielo?
Antes de contestar a estos puntos, quiero destacar esto:
Nuestro bondadoso Creador y Salvador está dispuesto a contestar todas las preguntas, formuladas y por formular, que se le puedan ocurrir a cada ser inteligente que existe o existirá. La justicia de su trato con el mal quedará plenamente evidenciada y vindicada más allá de toda duda por la eternidad.

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