martes, 16 de marzo de 2010

TERREMOTOS FÍSICOS Y ESPIRITUALES

Los recientes y devastadores terremotos de Haití y Chile, entre otros han hecho correr ríos de tinta en la prensa mundanal y en las publicaciones cristianas; algunos tratando de explicar la razón de los terremotos como algo natural, otros como señales de los tiempos, otros como ominosos presagios de un Dios airado y todavía algunos como juicios divinos a gente pecadora (olvidando que murieron en ellos muchos cristianos).
Los terremotos ciertamente tienen algo que decirnos.
Con seguridad, el Señor no es el causante de tanta destrucción, muerte y desgracia. Aunque los elementos están bajo su control, dio cierto grado de autonomía a Satanás, el verdadero responsable del mal (ver por ej. Job 1). Permite que estas calamidades sucedan teniendo en vista su objetivo final: la salvación eterna de sus hijos. 
Ya desde el Sinaí el Señor se manifestó por medio del fuego y del sacudimiento de la tierra para grabar poderosamente en las mentes de los israelitas dos cosas que habían olvidado en su cautiviero; el concepto de su majestad y la santidad de su ley.
De la misma manera nos habla hoy a nosotros con un mensaje por lejos más apremiante. El autor de Hebreos lo dice así: "Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba... y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo...  Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor". Hebreos 12:18-27
Los que nos hallamos en el umbral del reino eterno deberíamos considerar estas palabras. Si el "espectáculo de luz y sonido" del Sinaí fue magnífico y quienes lo contemplaban debían prestar atención, ¡cuánto más nosotros! Dios se propone conmover la tierra, y lo está haciendo, pero por sobre todo desea conmover nuestros corazones.
"Hoy las señales de los tiempos declaran que estamos en el umbral de acontecimientos grandes y solemnes. En nuestro mundo, todo está en agitación. Ante nuestros ojos se cumple la profecía por la cual el Salvador anunció los acontecimientos que habían de preceder su venida: "Y oiréis de guerras y rumores de guerras... Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares" (Mat. 24: 6-7)". Dios nos cuida pag. 350
Las señales, más allá de indicar la cercanía del fin, persiguen el objetivo de salvarnos del terremoto moral que hoy sacude la Tierra y del que pocos son conscientes. Deben hacernos mirar no hacia afuera, sino hacia adentro, a fin de que podamos abrir los ojos a las realidades celestiales y permitir la obra del Espíritu en nuestra vida antes de que se pase para nosotros el tiempo de gracia.
"Está muy cerca el momento en que habrá en el mundo una tristeza que ningún bálsamo humano podrá disipar. Se está retirando el Espíritu de Dios. Se siguen unos a otros en rápida sucesión los desastres por mar y tierra. ¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido de peligro que corren". Conflicto y Valor pag. 231
Necesitamos temer mucho más a los terremotos espirituales que amenazan derribar la iglesia y a los cristianos que a los que sólo pueden sacudir la tierra.
"Muy pronto una furiosa batalla contra los que sirven a Dios será entablada por aquellos que no le sirven. Muy pronto todo lo que es susceptible de ser removido lo será, de modo que sólo lo inquebrantable subsista. (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 284)
Entonces vendrán tiempos cuando las almas de los hombres serán probadas, pues la confederación de la apostasía exigirá que los fieles súbditos de Dios repudien la ley de Jehová y la verdad de su Palabra. Entonces el oro será separado de la escoria, y entonces se pondrá de manifiesto quiénes son piadosos, leales y sinceros y quiénes son desleales. . .  Todo aquel cuya vida no esté centrada en Cristo no podrá soportar la prueba de ese día. En tanto que los que están vestidos con la justicia de Cristo permanecen fíeles a la verdad y al deber, los que han confiado en su propia justicia se alistarán bajo el tétrico estandarte del príncipe de las tinieblas. Entonces se hará notorio si se ha elegido a Cristo o a Belial... muchos que en apariencia eran árboles florecientes, pero sin fruto, se unirán a las multitudes para hacer el mal y recibirán la señal de la apostasía en su frente o en su mano."
¡Maranata: El Señor Viene! pag. 202
¿Estás preparado para ser sacudido? ¿Tu vida espiritual es antisísmica?

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