A fines de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes idearon un plan para detener el avance aliado. Comandos disfrazados con uniformes y jeeps norteamericanos fueron introducidos tras las líneas del frente, para confundir con contraórdenes y falsa información a los aliados.
La estrategia era brillante, y los infiltrados eran indistinguibles de los verdaderos, porque conocían al dedillo el idioma, las costumbres y la cultura de sus enemigos. Sin embargo un pequeño detalle hizo fracasar la operación que de otro modo les hubiera causado grandes dolores de cabeza al ejército invasor: el número de soldados que podían ir en los vehículos.
¿Pasa lo mismo entre los cristianos? ¿Hay infiltrados en nuestras filas?
Lamentablemente sí. El Diablo introduce cuando puede en la iglesia a sus agentes humanos con el fin de confundir y retrasar la marcha del pueblo de Dios.
Estos no se distinguen fácilmente de los verdaderos cristianos como la cizaña no se distingue del trigo al principio, pero sus motivos y acciones opuestas al plan del Señor se hacen manifiestos tarde o temprano. Los efectos de su accionar y de sus palabras corrompen a muchos y manchan los registros de la historia de la iglesia militante.
Notemos el siguiente ejemplo de la Biblia:
"Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente, y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre. Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: !Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?" Números 16 1-3
¡Qué precio hubo que pagar por esas palabras!
En la mente de los profanos Coré, Datán On y Abiram, ellos y el pueblo eran santos y merecían el liderazgo. Suponían que tenían ideas más claras que Moisés y Aarón sobre lo que debía hacerse. Como si fuera poco, pretendían el sacerdocio.
Pero sus mismas palabras de rebeldía, celos y descontento los inhabilitaban para toda función espiritual. No advirtieron que el espíritu que los movía era el de Satanás.
Primero 250 hombres con sus familias y seguidamente miles más que quedaron tendidos en el tórrido desierto fueron el costo de la revuelta.
Su espíritu maduró en la rebelión de Cades, haciendo que toda una generación perdiera el derecho a entrar en Canaán y lo que es peor, a la vida eterna.
El libro de Judas nos advierte de los efectos funestos de imitar la actitud de incrédula rebelión de Coré y sus aliados.
"Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. !Ay de ellos! porque... perecieron en la contradicción de Coré". Judas 3,4,11
Hay sin embargo una gran diferencia entre contender por la fe y contender entre nosotros por el poder, el prestigio, las opiniones o las doctrinas. La primera es una lucha espiritual conducida por el Espíritu y la segunda surge del yo y es carnal, dañina y mortal.
Todo desacuerdo entre nosotros debe ser enfrentado con misericordia, tolerancia, paciencia y sincero deseo de ver progresar la obra de Dios.
No debemos dejar espacio a las contiendas, aunque seguramente vendrán.
Las desavenencias deben zanjarse con amor, buscando con humildad la dirección divina.
Más que nada debemos clamar por la unidad en el Espíritu, sosteniéndola con firme resolución.
La verdad se defiende, no por la fuerza de los argumentos, sino exponiéndola afirmativamente y con claridad, al presentarla engarzada en la belleza del carácter amante de Cristo.
No tenemos que apagar el pábilo humeante ni quebrar la caña cascada. Ni somos nosotros los indicados para separar la cizaña del trigo. No podemos distinguir entre Pedros y Judas.
Esa obra le corresponde al que pesa los corazones.
No debe haber nada de nosotros en la defensa de lo que creemos.
Nuestra tarea consiste más bien en estar muy seguros de en quién y a quién hemos creído. Tenemos que examinarnos a nosotros mismos si estamos en la fe.
Recordemos: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. " 1º Juan 5:4
¿Estás tan firme en tu fe como para contender victoriosamente?
domingo, 3 de mayo de 2009
CONTIENDAS
miércoles, 29 de abril de 2009
EL ESPÍRITU SANTO
En una época solía salir en los diarios un anuncio pago que rezaba: "Gracias Espíritu Santo por la gracia concedida..."
Para esas personas, el Espíritu era sólo un dispensador de favores.
Para otros ha llegado a ser un medio de exhibir en un gran show "dones" espectaculares como profecía, milagros o hablar en lenguas.
Aún algunos lo ven de modo impersonal, algo así como una escencia inmaterial que puede ser derramada o dividida en "porciones".
¿Quién es Él realmente?
Si bien su naturaleza misma es un misterio, no se halla fuera de nuestra comprensión. Si prestamos atención al lenguaje de la Biblia, sin presuposiciones, resulta evidente que el Espíritu Santo es un ser personal, distinto del Padre y del Hijo.
En Génesis 1 se lo muestra participando activamente en la Creación. En otro pasaje aparece también como sustentador de la vida: "Envías tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra." Salmos 104:30
Antes del nacimiento de Cristo, se presenta como quién lo engendraría en el seno de María. En ocasión del bautismo de Jesús, (la Trinidad se reúne allí) desciende sobre él y conduce cada aspecto de su ministerio terrenal hasta su culminación en la cruz. Luego del Pentecostés conduce a los creyentes a una obra de ferviente testificación.
Olvidando la sustancia y concentrándose en el detalle, algunos reniegan de su personalidad para afirmar que es la "influencia" de Dios y no un ser distinto.
Aunque ciertamente aparece representado en varias formas, (paloma, lenguas de fuego, siete espíritus, etc.) seamos cuidadosos de no confundir al Espíritu con las metáforas que lo explican.
Estas concepciones y otras similares, vacían al Espíritu de su naturaleza divina y de su función principal como Consolador; el Dirigente, Guía e Intercesor de los creyentes.
Ya en el Antiguo Testamento, aparece cumpliendo ese papel:
"En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad. Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos. Pero se acordó de los días antiguos, de Moisés y de su pueblo, diciendo: ¿Dónde está el que les hizo subir del mar con el pastor de su rebaño? ¿Dónde el que puso en medio de él su santo espíritu?" Isaías 63:9-11
Será porque Cristo es tan importante para nosotros, que a veces nos olvidamos que su Espíritu no es un delegado o un personaje subordinado. Jesús afirmó: "Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré." Juan 16:7
¿Por qué nos convenía que se fuera?
Porque ya había pagado el precio por el pecado, su tarea en nuestro mundo estaba terminada.
Por causa de haber adoptado la naturaleza humana, el Salvador no podía estar en todas partes. Finalmente, porque comenzaría su ministerio intercesor en el Santuario Celestial.
El Espíritu sería su Vicario, ocuparía su lugar. Nadie más puede hacerlo.
Para nuestro beneficio, el Consolador continuaría la obra de Jesús en la Tierra hasta el fin del mundo, no de manera impersonal, sino con la cercanía y con la intimidad que indica su título. ¡Qué maravilloso ayudador tenemos!
En el libro de Hechos aparece en toda su dimensión como conductor y consejero de la naciente iglesia cristiana, convirtiendo a un pequeño, vacilante y heterogéneo grupo de creyentes en una comunidad mundial explosivamente expansiva.
Tristemente para la iglesia, la conducción del Espíritu y de los hombres guiados por Él fue demasiado pronto reemplazada por la de los "profesionales de la religión", y sobrevino entonces la decadencia y la consiguiente apostasía de la iglesia.
Necesitamos considerar de nuevo al Divino Agente como lo hicieron los primeros cristianos. No como un medio para un fin. Él era Dios mismo a su lado. Constituía en todo su fuente impulsora y su garantía de éxito.
Debía ser buscado, recibido y obedecido.
"El descenso del Espíritu Santo sobre la iglesia es esperado como si se tratara de un asunto del futuro: pero es el privilegio de la iglesia tenerlo ahora mismo. Buscadlo, orad por él, creed en él. Debemos tenerlo y el cielo está esperando concederlo" (Review and Herald, 19 de marzo, 1895).
Necesitamos volver al Espíritu.
No podemos reemplazarlo con programas, ni con calendarios, ni con reuniones de reavivamiento, ni con semanas de oración ni con ninguna otra cosa, por útil o necesaria que sea.
Necesitamos volver al Espíritu.
La organización es indispensable y los buenos líderes son necesarios y dignos de respeto, la iglesia no puede prescindir de ellos, pero no pueden sustituir al Espíritu Santo.
Necesitamos volver al Espíritu.
Hagámoslo hoy.
LA TRINIDAD
Vale antes de empezar: "Y le dijo el Señor: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa..." Hechos 7:33
Quiero considerar el concepto de un Dios que se manifiesta en tres personas desde el mayor de los respetos hacia otras posturas y con el insuficiente respaldo de mi propia experiencia.
El tema de la Trinidad, según creo, se reduce sencillamente a estas tres preguntas básicas:
En este y otros textos se afirma tan claramente que tenemos un sólo Dios, que no admite discusión ni es posible entenderlo de otra manera.
No obstante, Jesús afirmó ser uno con el Padre. Los judíos, al oírlo, quisieron apedrearlo porque entendieron las implicaciones de su afirmación diciendo: "siendo hombre te haces Dios". (Juan 10:33)
Además, el uso frecuente por parte de Cristo de la frase "YO SOY" era sumamente ofensiva a los dirigentes religiosos de su época por que implicaba igualarse a la Divinidad.
Así lo entendieron ellos y así debemos entenderlo nosotros. Jesús se proclamó Dios.
Esta cuestión no fue relevante para mí durante mucho tiempo por mi anterior formación católica, pero en cierta oportunidad, algunas personas pusieron en duda este concepto. Ello me condujo a estudiar en profundidad lo que la Biblia dice al respecto. Mi preocupación fundamental no era polemizar, sino entender lo que antes me parecía sobreentendido. Honestamente le pregunté al Señor si lo que creía era correcto.
Hallé (¿lo hice yo?), después de larga búsqueda y mucha oración, más de 30 pasajes en los cuales el Nuevo Testamento aplica a Cristo títulos de Dios que aparecen en el Antiguo Testamento.
O Jesús era realmente Dios o era un usurpador de títulos.
Como lo último no es posible, este estudio me confirmó que lo que yo creía tenía base bíblica.
Entiendo también que hay otros pasajes complicados de conciliar con estos. Pero no voy a esperar a que toda duda desaparezca para creer lo que la Escritura pone como evidente.
ESO NO SERÍA FE.
Creo en un Dios que apela a nuestra inteligencia, pero también creo que la inteligencia humana debe rendirse ante la revelación de su Palabra y ésta debe dominar nuestros propios conceptos, que si son errados, no debemos vacilar en abandonarlos completa e incondicionalmente.
Ahora consideremos que afirma Elena White sobre la divinidad de Cristo:
"El Verbo existía como un ser divino, como el eterno Hijo de Dios, en unión y unidad con su Padre. Desde la eternidad era el Mediador del pacto, Aquel en quien todas las naciones de la tierra, tanto judíos como gentiles, habían de ser benditas si lo aceptaban."El Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" ( Juan 1:1). Antes de que fueran creados los hombres o los ángeles, el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios. El mundo fue hecho por él, "y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Juan 1: 3). Si Cristo hizo todas las cosas, existió antes de todas las cosas. Las palabras pronunciadas acerca de esto son tan decisivas, que nadie debe quedar en la duda. Cristo era esencialmente Dios y en el sentido más elevado. Era con Dios desde toda la eternidad, Dios sobre todo, bendito para siempre". Mensajes Selectos Tomo 1 Pág. 290
Finamente, mi texto preferido referente a su divinidad es este: "Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna". 1 Juan 5:20
Espero que lo anterior sea un principio de contestación de las dos primeras preguntas, y les guíe como a mí en la búsqueda de un mayor entendimiento de quien es nuestro grande y maravilloso Dios y Señor.
En la entrada siguiente hablaremos sobre la divinidad del Espíritu Santo.
Quiero considerar el concepto de un Dios que se manifiesta en tres personas desde el mayor de los respetos hacia otras posturas y con el insuficiente respaldo de mi propia experiencia.
El tema de la Trinidad, según creo, se reduce sencillamente a estas tres preguntas básicas:
- ¿Cuántos dioses hay?
- ¿Es Cristo Dios?
- ¿Es el Espíritu Santo Dios?
En este y otros textos se afirma tan claramente que tenemos un sólo Dios, que no admite discusión ni es posible entenderlo de otra manera.
No obstante, Jesús afirmó ser uno con el Padre. Los judíos, al oírlo, quisieron apedrearlo porque entendieron las implicaciones de su afirmación diciendo: "siendo hombre te haces Dios". (Juan 10:33)
Además, el uso frecuente por parte de Cristo de la frase "YO SOY" era sumamente ofensiva a los dirigentes religiosos de su época por que implicaba igualarse a la Divinidad.
Así lo entendieron ellos y así debemos entenderlo nosotros. Jesús se proclamó Dios.
Esta cuestión no fue relevante para mí durante mucho tiempo por mi anterior formación católica, pero en cierta oportunidad, algunas personas pusieron en duda este concepto. Ello me condujo a estudiar en profundidad lo que la Biblia dice al respecto. Mi preocupación fundamental no era polemizar, sino entender lo que antes me parecía sobreentendido. Honestamente le pregunté al Señor si lo que creía era correcto.
Hallé (¿lo hice yo?), después de larga búsqueda y mucha oración, más de 30 pasajes en los cuales el Nuevo Testamento aplica a Cristo títulos de Dios que aparecen en el Antiguo Testamento.
O Jesús era realmente Dios o era un usurpador de títulos.
Como lo último no es posible, este estudio me confirmó que lo que yo creía tenía base bíblica.
Entiendo también que hay otros pasajes complicados de conciliar con estos. Pero no voy a esperar a que toda duda desaparezca para creer lo que la Escritura pone como evidente.
ESO NO SERÍA FE.
Creo en un Dios que apela a nuestra inteligencia, pero también creo que la inteligencia humana debe rendirse ante la revelación de su Palabra y ésta debe dominar nuestros propios conceptos, que si son errados, no debemos vacilar en abandonarlos completa e incondicionalmente.
Ahora consideremos que afirma Elena White sobre la divinidad de Cristo:
"El Verbo existía como un ser divino, como el eterno Hijo de Dios, en unión y unidad con su Padre. Desde la eternidad era el Mediador del pacto, Aquel en quien todas las naciones de la tierra, tanto judíos como gentiles, habían de ser benditas si lo aceptaban."El Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" ( Juan 1:1). Antes de que fueran creados los hombres o los ángeles, el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios. El mundo fue hecho por él, "y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Juan 1: 3). Si Cristo hizo todas las cosas, existió antes de todas las cosas. Las palabras pronunciadas acerca de esto son tan decisivas, que nadie debe quedar en la duda. Cristo era esencialmente Dios y en el sentido más elevado. Era con Dios desde toda la eternidad, Dios sobre todo, bendito para siempre". Mensajes Selectos Tomo 1 Pág. 290
Finamente, mi texto preferido referente a su divinidad es este: "Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna". 1 Juan 5:20
Espero que lo anterior sea un principio de contestación de las dos primeras preguntas, y les guíe como a mí en la búsqueda de un mayor entendimiento de quien es nuestro grande y maravilloso Dios y Señor.
En la entrada siguiente hablaremos sobre la divinidad del Espíritu Santo.
LA BIBLIA
Hace muchos años, cuando cursaba el último año del secundario, tuve una compañera estadounidense de intercambio que hablaba un perfecto español. A pesar de ello, los modismos de nuestra región (con influencia del guaraní) , sumados a nuestra jerga adolescente, le desconcertaban en gran manera.
Para ayudarla, una de nuestras profesoras, con gran paciencia, se hizo a la tarea de explicar y traducir las expresiones pícaras que escuchaba de nuestra parte.
Sucede que nuestro bello idioma, siendo uno, tiene muchas variaciones locales debido a su mezcla con otras lenguas regionales y a su propia evolución; perpetuando así la historia de Babel.
Algo muy parecido sucede hoy con la Biblia, que siendo una sola, es proclamada por muchas denominaciones religiosas como la fuente de sus diferentes y discordantes credos.
Sus preciosas enseñanzas no son contradictorias ni ambiguas, ni fueron diseñadas por Dios para entrampar a nadie, ¿por qué entonces esta confusión?
No se debe a la Biblia misma, sino al ser humano pecador, no sometido a la revelación de Dios.
Ella es la luz de la verdad, que obra maravillas en el corazón de quienes la reciben, pero debemos ser moldeados por ella y no intentar ajustarla a nuestro molde.
¿Cómo beneficiarse entonces con su lectura?
Primero, recordemos que hay una bendición para quienes la toman en serio.
"Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca" Apocalipsis 1:3 (NVI)
¡Qué maravillosa promesa y qué maravilloso regalo divino encierran estas palabras!
En segundo lugar, tengamos presente que no puede ser interpretada a nuestro gusto. Siempre la Escritura se explica a sí misma por intervención del Intérprete Maestro, el Espíritu Santo.
Finalmente, su conjunto no debe ser jamás motivo de disputa sino de unidad en la fe.
Elena de White escribió: "Cuando se estudie, comprenda y obedezca la Palabra de Dios, una luz brillante se reflejará al mundo; nuevas verdades, recibidas y obedecidas, nos unirán a Jesús con poderosos vínculos. La Biblia y sólo la Biblia, ha de ser nuestro credo, el único vínculo de unión. Todos los que se inclinen ante esta Santa Palabra, estarán en armonía. Nuestros propios puntos de vista y nuestras ideas no deben dominar nuestros esfuerzos. El hombre es falible, pero la Palabra de Dios es infalible. En vez de discutir uno con otro, exalten los hombres al Señor. Hagamos frente a toda oposición como lo hizo nuestro Maestro, diciendo: "Escrito está". Levantemos el estandarte en el cual diga: La Biblia, nuestra norma de fe y disciplina" (The Review and Herald, 15 /12/1885).
¡Gracias Señor por tu palabra!
Para ayudarla, una de nuestras profesoras, con gran paciencia, se hizo a la tarea de explicar y traducir las expresiones pícaras que escuchaba de nuestra parte.
Sucede que nuestro bello idioma, siendo uno, tiene muchas variaciones locales debido a su mezcla con otras lenguas regionales y a su propia evolución; perpetuando así la historia de Babel.
Algo muy parecido sucede hoy con la Biblia, que siendo una sola, es proclamada por muchas denominaciones religiosas como la fuente de sus diferentes y discordantes credos.
Sus preciosas enseñanzas no son contradictorias ni ambiguas, ni fueron diseñadas por Dios para entrampar a nadie, ¿por qué entonces esta confusión?
No se debe a la Biblia misma, sino al ser humano pecador, no sometido a la revelación de Dios.
Ella es la luz de la verdad, que obra maravillas en el corazón de quienes la reciben, pero debemos ser moldeados por ella y no intentar ajustarla a nuestro molde.
¿Cómo beneficiarse entonces con su lectura?
Primero, recordemos que hay una bendición para quienes la toman en serio.
"Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca" Apocalipsis 1:3 (NVI)
¡Qué maravillosa promesa y qué maravilloso regalo divino encierran estas palabras!
En segundo lugar, tengamos presente que no puede ser interpretada a nuestro gusto. Siempre la Escritura se explica a sí misma por intervención del Intérprete Maestro, el Espíritu Santo.
Finalmente, su conjunto no debe ser jamás motivo de disputa sino de unidad en la fe.
Elena de White escribió: "Cuando se estudie, comprenda y obedezca la Palabra de Dios, una luz brillante se reflejará al mundo; nuevas verdades, recibidas y obedecidas, nos unirán a Jesús con poderosos vínculos. La Biblia y sólo la Biblia, ha de ser nuestro credo, el único vínculo de unión. Todos los que se inclinen ante esta Santa Palabra, estarán en armonía. Nuestros propios puntos de vista y nuestras ideas no deben dominar nuestros esfuerzos. El hombre es falible, pero la Palabra de Dios es infalible. En vez de discutir uno con otro, exalten los hombres al Señor. Hagamos frente a toda oposición como lo hizo nuestro Maestro, diciendo: "Escrito está". Levantemos el estandarte en el cual diga: La Biblia, nuestra norma de fe y disciplina" (The Review and Herald, 15 /12/1885).
¡Gracias Señor por tu palabra!
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lunes, 27 de abril de 2009
LA UNIDAD
La iglesia ha sido comparada en la Biblia con un cuerpo, con un edificio, con un ejército o con una ciudad amurallada. Todas estas imágenes dan idea de estructura, organización y unidad de propósito.
La iglesia existe por orden divina, como columna y baluarte de la verdad, pero también en razón de la necesidad humana de dar y recibir simpatía y compañerismo mutuos.
Todos estamos conectados en una cadena de relaciones y nos afectamos unos a otros positiva o negativamente (ver la entrada Ningún hombre es una isla).
No quiere esto decir que todo lo que se haga o diga en la iglesia está bien. No debemos pretender infalibilidad ni en los hombres ni en la organización.
Ninguna cadena, sin embargo, es más fuerte que su eslabón más débil. Y lo más débil en el cuerpo es lo que se debe tratar con mayor cuidado y respeto.
Por eso la unidad de la iglesia es un factor importantísimo en el avance del reino de Dios. Este es un concepto fundamental que con triste frecuencia se pasa por alto en una sociedad individualista como la nuestra.
Pero la unidad, más que necesaria, es vital para mostrar al mundo que el plan de redención funciona, que los que han sido salvados por la gracia de Cristo pueden vivir tan armoniosamente en este mundo egoísta como lo harán después en el cielo.
Elena de White escribió:"Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos" (Hech. 20: 30). Esto se verá ciertamente entre el pueblo de Dios, y habrá quienes serán incapaces de percibir las verdades más admirables e importantes para este tiempo, verdades que son esenciales para su propia seguridad y salvación en tanto que los asuntos que comparados con ellas son como meros átomos, las cuestiones que escasamente tienen un grano de verdad, serán considerados intensamente y serán magnificados por el poder de Satanás para que parezcan tener la más grande importancia.
El Evangelismo pag. 431
¿Comprendemos claramente cuáles son las verdades para este tiempo?
Debemos preguntarnos además si sacrificaríamos todo por la verdad o sacrificaríamos a todos por "nuestra" verdad.
También la autora citada agrega:
"Algunos han sostenido que a medida que nos acercamos al fin del tiempo, cada hijo de Dios actuará independientemente de cualquier organización religiosa. Pero el Señor me ha indicado que en esta obra no es posible que cada hombre sea independiente. Las estrellas del cielo están todas bajo el imperio de la ley. Cada una influye sobre la otra para que haga la voluntad de Dios y el conjunto presta su obediencia común a la ley que controla su acción. Así también, para que la obra del Señor progrese en forma segura, sus hijos deben trabajar unidos... Si los hombres no quieren obrar en concierto en la magna y grandiosa obra para este tiempo, habrá confusión. .. Los que llevan el yugo de Cristo, no pueden tirar por separado, sino que obrarán con Cristo." Joyas de los Testimonios T. 3 pag. 406
Avancemos juntos. La hora lo impone.
La iglesia existe por orden divina, como columna y baluarte de la verdad, pero también en razón de la necesidad humana de dar y recibir simpatía y compañerismo mutuos.
Todos estamos conectados en una cadena de relaciones y nos afectamos unos a otros positiva o negativamente (ver la entrada Ningún hombre es una isla).
No quiere esto decir que todo lo que se haga o diga en la iglesia está bien. No debemos pretender infalibilidad ni en los hombres ni en la organización.
Ninguna cadena, sin embargo, es más fuerte que su eslabón más débil. Y lo más débil en el cuerpo es lo que se debe tratar con mayor cuidado y respeto.
Por eso la unidad de la iglesia es un factor importantísimo en el avance del reino de Dios. Este es un concepto fundamental que con triste frecuencia se pasa por alto en una sociedad individualista como la nuestra.
Pero la unidad, más que necesaria, es vital para mostrar al mundo que el plan de redención funciona, que los que han sido salvados por la gracia de Cristo pueden vivir tan armoniosamente en este mundo egoísta como lo harán después en el cielo.
Elena de White escribió:"Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos" (Hech. 20: 30). Esto se verá ciertamente entre el pueblo de Dios, y habrá quienes serán incapaces de percibir las verdades más admirables e importantes para este tiempo, verdades que son esenciales para su propia seguridad y salvación en tanto que los asuntos que comparados con ellas son como meros átomos, las cuestiones que escasamente tienen un grano de verdad, serán considerados intensamente y serán magnificados por el poder de Satanás para que parezcan tener la más grande importancia.
El Evangelismo pag. 431
¿Comprendemos claramente cuáles son las verdades para este tiempo?
Debemos preguntarnos además si sacrificaríamos todo por la verdad o sacrificaríamos a todos por "nuestra" verdad.
También la autora citada agrega:
"Algunos han sostenido que a medida que nos acercamos al fin del tiempo, cada hijo de Dios actuará independientemente de cualquier organización religiosa. Pero el Señor me ha indicado que en esta obra no es posible que cada hombre sea independiente. Las estrellas del cielo están todas bajo el imperio de la ley. Cada una influye sobre la otra para que haga la voluntad de Dios y el conjunto presta su obediencia común a la ley que controla su acción. Así también, para que la obra del Señor progrese en forma segura, sus hijos deben trabajar unidos... Si los hombres no quieren obrar en concierto en la magna y grandiosa obra para este tiempo, habrá confusión. .. Los que llevan el yugo de Cristo, no pueden tirar por separado, sino que obrarán con Cristo." Joyas de los Testimonios T. 3 pag. 406
Avancemos juntos. La hora lo impone.
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